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Lula: "Nuestra elite actúa como en Venezuela"
Juan Carlos Alfaro
Prensa Mercosur
Momentos después de culminar la Cumbre del Mercosur, el presidente brasileño
Luiz Inacio Da Silva calificó a la oposición de su país de golpista.
Durante una improvisada rueda de prensa reciente el presidente brasileño Luiz
Inacio Da Silva manifestó que la oposición brasileña actúa de similar manera a
Fedecamaras contra Hugo Chávez en Venezuela, o sea, intentando hacer golpismo.
El mandatario brasileño recordó a la agrupación empresarial que junto a la
Embajada estadounidense intentaron un golpe de estado contra Hugo Chávez en
2002.
Hay gente que dice que yo, cuando voy a un acto público, actúo como Chávez. Y
yo digo siempre: no estoy actuando como Chávez afirmo el mandatario. Las
declaraciones de Lula, en Montevideo, fortalecieron los conceptos que difundió
en una entrevista exclusiva a la revista paulista Carta Capital. El semanario
destacó en su tapa una frase de Lula: Nuestra elite actúa como en Venezuela.
Por su parte, la oposición, aglomerada en dos grandes agrupaciones: el Partido
Socialdemócrata ( PSDB, del ex presidente Fernando Enrique Cardoso) y el
conservador Partido del Frente Liberal (PFL), reaccionó de manera airada. Según
los opositores, lo peor fue que Lula los acusó de golpistas en medio de una
reunión internacional. el diputado José Carlos Aleluia, líder del bloque del PFL
subrayó que si la oposición hubiera tenido la intención de dar un golpe contra
Lula, él habría sufrido un juicio político, dado que el volumen de escándalos
de corrupción en su gobierno crece cada día.
Hay sectores golpistas
Sin embargo, el líder del gobierno en el Senado, Aloizio Mercadante, tras una
reunión del Partido de los Trabajadores (PT) desarrollada en San Pablo dijo que
Obviamente existen sectores en la oposición que son responsables y
democráticos pero es evidente que hay sectores golpistas.
Para Mercadante, la vocación golpista de las elites brasileñas siempre estuvo
presente en el escenario político y como ejemplo tenemos los últimos 60
años, donde apenas tres presidentes electos pudieron cumplir con su mandato
hasta el final.
Ante esto, la oposición, amenazó en represalia con votar en contra del
presupuesto del Estado para el próximo año cuando faltan pocos días para el fin
de la Legislatura. De esta manera, los opositores intentan anticipar el debate
de las elecciones de octubre del próximo año, en las que Lula puede ser
candidato a la reelección.
En la actualidad, la aprobación popular al Presidente no alcanza el 40 por
ciento. Tal aprobación cayó considerablemente tras los escándalos de corrupción
que involucraron a miembros importantes de su gabinete y del PT. En torno a este
tema, en una rueda de prensa realizada a principios de diciembre, el mandatario
brasileño reiteró que se siente traicionado por algunos compañeros
que introdujeron en el PT prácticas que no eran acordes con la política
de esa formación que desde su fundación en 1980 levantó las banderas de la
probidad y la ética administrativa.
Existe una historia de corrupción en este país, en la que el PT no podía
haber entrado. El PT nació para combatir eso. Y quien hizo eso cometió un error
abominable contra la historia del Partido, destacó el Presidente brasileño.
Lula aclaró que sigue estando orgulloso de pertenecer al PT, pero admitió
que pasarán años hasta recuperar la historia política y la credibilidad
del partido.
A su vez el presidente, anunció que pretende aumentar el salario mínimo de 300
Reales a 350. Pero el rumbo económico que pretende seguir la Administración de
Lula son muy cuestionadas por el PT. La dirección nacional de esa fuerza aprobó
la semana pasada una dura resolución con críticas a la actual política
económica.
El documento cuestiona la restricción monetaria impuesta por el gobierno
desde el comienzo de su gestión para controlar la inflación, reducir los gastos
públicos y obtener los superávit destinados a pagar los intereses de la deuda
exterior.
Esta es la primera resolución aprobada por la nueva dirección del partido desde
las elecciones internas realizadas en septiembre, convocadas para sustituir a
los dirigentes que tuvieron que renunciar a sus cargos por un escándalo de
corrupción. También es la primera vez que un documento del Partido de los
Trabajadores critica con dureza la política económica de Lula.
Bajo este panorama, que inquieta mucho a Lula Da Silva, tiende a reflejarse en
el año venidero que son las elecciones presidenciales. El rumbo de la economía
que emprenda el mandatario es muy importante para obtener el apoyo del PT y la
masa que lo votó en los últimos comicios.
Por su parte, las acusaciones de golpismo se traslucen con el propósito,
confesado por más de un líder opositor, de agravar la crisis para debilitar al
gobernante al extremo de impedirle aspirar a la reelección en octubre del 2006,
o que si lo hace no tenga chances de triunfo.