Hoy es un día en que cada boliviano, así se encuentre en Nigeria, debe sentirse
orgulloso de ser boliviano: las elecciones de 2005 fueron una lección de
democracia que Bolivia dio al mundo todo, incluidos los EE.UU., donde el golpe
de estado de Miami y la complicidad de la Corte Suprema dieron el poder en 2000
al terrorista que hoy gobierna ese estado totalitario y es jefe del ala derecha
del régimen de plutócratas que explota al mundo desde hace cien años.
Pero hoy Bolivia, el estado más pobre de Latinoamérica después de Haití (víctima
de otro golpe de estado ejecutado por el gringo ya mencionado) pero bendecido
por una clase social (el minero ayer, el cocalero hoy) que sabe bien quienes son
sus amigos y cuales sus enemigos, ha aplicado un soplamocos madre a los enemigos
de la humanidad y nos ha dado nuestro primer Presidente indio tras 180 años de
atraso.
Tal vez ayer, diciembre 18, fue el día en que se borraron las monstruosidades
cometidas contra los antepasados del Sr. Presidente por una diminuta elite
ciega, ignorante, vendida al extranjero y causa y explicación de una historia
sangrienta y vergonzosa que cada boliviano carga sobre la conciencia como una
cruz. Pero tal vez todavía no llega ese día, todo depende de nosotros.
Pero para los «culitos blancos», uno de los cuales soy yo, este es el día que
ofrece una oportunidad dorada para construir una Bolivia nueva en que el
racismo, la barbarie y los «vende-patrias» no tengan ya cabida en nuestra vida
cotidiana.
Vida que será sin duda más difícil porque nos hemos atrevido a ejercitar nuestra
libertad contra el Imperio (que consume el 87% de la cocaína que consume el
mundo) al poner a Evo en el Palacio Quemado. Veremos otra vez las sucias
argucias que nacen en esa embajada que es un insulto a la vista de cada quien y
a la conciencia del mundo: una fortaleza copiada de la de Saigón sin otra
finalidad que la aguantar hasta que los Marines lleguen· O tal es la mentalidad
de su ocupante, el embajador delincuente.
Vida que, si los «culitos blancos» obedecen a su conciencia, bien puede cambiar
en verdad si en lugar de temer al Presidente Morales reconocemos que su causa es
justa, la hacemos nuestra y reconocemos en Evo a Nuestro Presidente.
No será fácil, sin duda. Acostumbrados como estamos a gozar de privilegios
injustos que aún hoy, 50 años después de nuestra Revolución Frustrada, nos
depara la piel blanca, nos costará reconocerlos como tales así como nos costó
ayer el reconocer a los antepasados de Evo como seres humanos iguales a
nosotros.
Pero el final de esos odiosos prejuicios será una bendición. Todo boliviano
deberá sentirse orgulloso de haber acabado con esas horrendas diferencias y, de
hecho, así nos sentimos cuando tenemos una buena conciencia.
Porque es verdad que enfrentamos poderosos enemigos con nuestro Presidente Evo.
Los más dañinos, por raro que parezca, están dentro de nuestras fronteras: son
los traidores que continúan conspirando contra Bolivia en Santa Cruz, y ello ya
no es secreto para nadie.
Para apagar ese foco de conspiradores «vende-patrias» es necesario rechazar la
violencia, buscar la justicia y hacerlo de modo tal que no sea causa futura de
vergüenza. Lo único que no se puede hacer al combatir terroristas es hacerse
terrorista, y eso lo aprendimos del Rey Jorge, el primer terrorista del mundo.
Por eso es necesario que lo diga una vez más: los bolivianos de SRZ deben
hablar. Deben demostrar que quieren liberarse de ese foco de extremistas como lo
que es, un cáncer social pero diminuto, y deben enseñar a sus ricachos locales
que la plata compra muchas cosas, pero no la conciencia de los bolivianos.
Los señoritos con alma de hacendado de hace 200 años no deben tener cabida ya
entre nosotros, como no deben tenerla los «extranjeros» por elección propia
cuyos padres o abuelos vinieron a enriquecerse y crear familias que nada han
dado al país durante dos o tres generaciones. Bolivia debe respetar la propiedad
privada, pero debe hacer leyes para quitarle sus caprichos de bestia bárbara.
Pero la tarea principal de los «culitos blancos» es la de mantener la unidad del
país. Pues que nos decimos los mejor educados, nuestra responsabilidad es
proporcionalmente mayor. Pues que nos sabemos privilegiados aún hoy, nuestra
obligación es mayor por ello mismo. Porque nos decimos civilizados debemos
establecer desde hoy un parámetro de igualdad absoluta con el Sr. Presidente y
sus antepasados, sus familiares, sus amigos y cada miembro de su raza, cuya
sangre corre por nuestras venas.
Y hay otro enemigo interno que combatir: es esa otra minoría ínfima de fanáticos
que olvida que los indios son sólo el sesenta por ciento de los bolivianos y
sueña con destruir al 40 por ciento restante. Son los odiadores que buscan
venganza y no justicia tras 500 años de injusticia. Educarlos y hacerles ver que
la historia no retrocede será una tarea de titanes a la que deben dedicarse dos
generaciones de nuevos bolivianos. Recordar los excesos del 52 y no repetirlos
es tarea de cada boliviano desde hoy.
Crear relaciones con el Imperio que involucren respeto mutuo y justicia es
también tarea nuestra. Los pocos educados y los nada educados sólo pueden odiar
al gringo, pero es necesario hallar un modo de convivir con él; no todo ha sido
despojo y abuso en las relaciones entre ambos pueblos. Un justo medio es posible
y es necesario creerlo posible para alcanzarlo.
Todo lo cual no quita que esta noche dormiremos mejor todos los bolivianos y
mañana será un día en que la esperanza y el optimismo, siempre tan ausentes
entre nosotros, lucirán con nuevos brillos.
Hoy podemos gritar ¡Viva Bolivia! como tal vez nunca antes pudimos gritarlo.
Hoy los colores de nuestra bandera, rojo, amarillo y verde, son símbolos nuevos
de una legítima ambición: podemos hacer de nuestro país un país unido, justo,
democrático y moderno que sea fuente de orgullo para todos.
Pero todo depende de cada boliviano, como siempre ha dependido.
*ARTURO VON VACANO: Periodista boliviano. avonvac@worldnett.att.net