Latinoamérica
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La democracia venezolana en el contexto latinoamericano
Iván Oliver Rugeles
Rebelión
Los estudios de Latinobarómetro, corporación independiente sin fines de
lucro con sede en Santiago de Chile, cuyas investigaciones económicas y sociales
las financia con aportes que recibe de la Unión Europea, del BIB, del gobierno
de Chile y de la Agencia de Cooperación del Gobierno de Suecia, ya vienen dando
cuenta desde hace algunos años de importantes cambios en la percepción de los
pueblos en relación a sus muy concretas realidades en los campos de la política,
de la economía, de la salud, de la educación y en fin, frente a todo aquello que
les afecta sus vidas para bien o para mal, como parte de sus muy específicos
entornos sociales y más allá de sus propias fronteras.
Ante la interrogante que se planteó en su estudio del pasado año (2004) sobre el
apoyo de nuestros pueblos al sistema capitalista, la firma de investigaciones
recogió la percepción de que la población de América Latina ve con mucho recelo
lo que le ha dejado el capitalismo, al punto que pudo poner en clara evidencia
que existe un ALTO NIVEL DE INSATISFACCIÓN por los resultados logrados con ese
modelo capitalista y tanta ha sido esa insatisfacción que ante, por ejemplo, las
políticas privatizadoras impuestas por el BM, en sus conclusiones afirma que
"...la constante...ha sido la de cuestionar (las)," ya que han "implicado la
cesión a empresas privadas en el suministro de agua, electricidad, tránsito
aéreo o telecomunicaciones", sin dejar de consignar "que desde hace 8 años,
cuando Latinobarómetro comenzó sus primeros estudios, esa posición no ha variado
ni un ápice."
En el estudio de este año 2005 resalta el hecho de que Venezuela es el país que
más confía en la democracia, pues a la pregunta para indagar cuan democrático
son los países del Continente, en una puntación de 1 a 10, los entrevistados le
han asignado una valoración a Venezuela de 7,6, siendo la más alta y muy
superior a la media de la región que es de 5,5. Le siguen Uruguay con 7,1, Costa
Rica con 6,5, Chile con 6,2 y más abajo México con 5,1 y de último Perú con 4,6.
Esta realidad sobre nuestro país que ahora Latinobarómetro la coloca en cifras,
ha sido desvirtuada siempre por el inmenso poder mediático que en el país no
solamente tomó el espacio de los partidos políticos hacia el único objetivo de
acabar con el gobierno de Chávez como fuere, sino que ha asumido los roles de
fiscales y jueces sin instancias de apelación posibles, tal y como los estamos
viendo que actúa de forma descarada frente al desarrollo de las investigaciones
que adelantan los organismos especializados del Estado (Fiscalía General, CICPC
y Tribunales de Justicia), las cuales ya arrojan serios indicios que comprometen
no sólo a quienes pudieran ser los presuntos autores materiales del pavoroso
crimen contra el Fiscal Danilo Anderson, sino a los mismos autores
intelectuales.
Sus directos responsables y acólitos han desatado a través de una intensa
campaña comunicacional de todos los minutos del día de descalificaciones a las
investigaciones y a los funcionarios responsables por ley de sustanciarlas,
dentro de una suerte de enfoque tremebundo y falaz que intenta promover la tesis
de que a ellos les consta con absoluta seguridad que las personas imputadas
hasta el momento por las autoridades competentes, no tienen nada que ver con ese
crimen espantoso y llegan no sólo a exonerarlas, sino que pretenden
transformarlas en pobres víctimas de un régimen de oprobio que carece para ellos
de toda legitimidad. Es algo propio de tarados mentales inoculados, además, con
una alta dosis de odio y de rabia canina.
Para ese poder y sus acólitos constituidos por élites y grupúsculos que auparon
y fueron cómplices beneficiarios de la vieja política de las aberraciones y las
iniquidades al mayor por más de cuatro décadas, esa realidad que da a conocer
Latinobarómetro al mundo es una farsa y si bien no se atreven a desvirtuarla
dada la calidad y trayectoria de la fuente, optan, como ocurre con todo aquello
que habla bien del gobierno de Chávez, por ignorarla y en cenáculos cerrados
acuerdan no divulgar sobre el tema ni una sola palabra.
Pero continuemos con las cifras de Latinobarómetro:
1) El 76% de los venezolanos manifiesta su total apoyo a la democracia, ocupando
el primer lugar Uruguay con 77%, le siguen Costa Rica con 73%, Argentina con
65%, República Dominicana con 60% y Chile con 59%.
2) El 56% de los venezolanos afirman encontrarse muy satisfechos con su
democracia, mientras que en Chile la cifra llega al 43%, en Colombia al 29%, en
México al 24% y en Perú a 13%, mientras que la media latinoamericana llega al
31%.
Destaca el informe que en Venezuela esa satisfacción no ha dejado de crecer
desde el triunfo de Chávez en 1.998, pues del 30% que afirmaba que lo estaba en
1.996, el indicador creció al 55% en el período 1999/2000, manteniéndose en
torno a esa cifra desde entonces.
3) El 65% de los venezolanos aprueba la forma en que el Presidente Chávez está
dirigiendo el país (el 61% tiene confianza en él y el 54% considera que el país
en verdad muestra claro progreso en materia económica).
4) El 50% de los venezolanos aprueba la gestión del gobierno en su integridad y,
5) El 65% de los venezolanos considera a las elecciones como el mecanismo idóneo
e insustituible para la preservación de la democracia.
Las cifras hablan por sí solas. Los comentarios sobran, de manera que los
"espantadores de la comarca", como acertadamente los llama el presidente Chávez,
podrán continuar en su prédica de que el país es un desastre, que ha perdido la
brújula y que, para mayor desgracia, ya está a punto de irse por el abismo, sin
que nadie los escuche, pues las cifras de Latinobarómetro así lo confirman.
La firma investigadora chilena ha divulgado en cifras una verdad sobre Venezuela
y su democracia, poniendo de manifiesto que es uno de los primeros países de la
región que no solamente la garantizan a plenitud, sino que la practica con celo
y respeto a sus principios esenciales y más allá de ello la entiende y la
concibe como fundamental hacia su desarrollo y crecimiento en justicia, como
única garantía de concordia y paz plenas, desvirtuando así, en términos
contundentes, la persistente cantaleta de los voceros de Washington que
sostienen que Venezuela es un peligro para la estabilidad democrática de la
región.