Latinoamérica
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La vía venezolana
Michael Albert
Znet
Traducido por Felisa Sastre y Alfred Sola
¿Ir a Venezuela? Allí hay maravillosas cataratas y montañas; magníficas olas,
playas, y sol. Pero hoy en día la mayor atracción es la revolución.
En octubre pasé una semana en Caracas, lo que no es mucho para sacar
conclusiones pero creo que merece la pena reflejar aquí lo que encontré y lo que
sentí allí.
Mi primer, y personalmente el más sorprendente posiblemente, encuentro con la
Revolución Bolivariana se produjo en el Ministerio de Participación Popular,
creado- según me dijeron- por el expreso deseo de Chávez "de que la gente
asumiera el poder".
Pregunté a los funcionarios con los que nos entrevistamos, "¿Qué quiere decir
eso de que la gente debería tomar el poder? Después de señalar que durante miles
de años de "imperios impidiendo que la gente participara en la política", que
habían culminado "en el Imperio Norteamericano", el funcionario afirmó que "EE.UU.
había tenido 200 años de gobierno representativo, pero en su sistema la gente
cede el control a otros". Por el contrario en Venezuela, "proponemos
humildemente un sistema donde la gente tenga el poder en una democracia
participativa y sea protagonista. Queremos una nueva clase de democracia para
conseguir un nuevo tipo de sociedad".
En la pared había un diagrama con sus objetivos, en el que se veían muchos
círculos pequeños, otros más grandes a diferente nivel, etc. La idea- continuó-,
"era crear muchas asambleas o consejos de ciudadanos locales de base, donde la
gente directamente pudiera expresarse." Esos consejos locales serían los
cimientos principales de "un nuevo sistema de democracia participativa".
El nivel inferior del proyecto se centra en comunidades con "hábitos y
costumbres comunes", dijeron los funcionarios. "Los concebimos formados por
entre 200 y 400 familias, o entre 1.000 y 2.000 personas cada uno. Por supuesto,
uno podría imaginar también la existencia de unidades más pequeñas dentro de
cada consejo local pero era algo que no estaba previsto como inmediato ni en su
agenda ni en sus diagramas. En su momento, las unidades locales envían "un
portavoz electo" a otras asambleas de nivel superior. Los consejos en este
segundo estrato "abarcarían una región geográfica más amplia" y allí, a su vez,
se elegiría otro portavoz para un nivel superior", etc. "creando así una red que
cubriría "parroquias, municipios, Estados y toda la sociedad en su conjunto".
Los funcionarios encargados de la participación, al explicar sus diagramas y sus
objetivos, afirmaron que las unidades más pequeñas se pretendía que llegaran a
ser el "centro de la toma de decisiones del nuevo régimen venezolano". Chávez y
este Ministerio confían en tener- afirmaron- "3.000 asambleas locales operativas
para el próximo año". Su objetivo era tener "las suficientes constituidas en
todo el país, en 4 ó 5 años, para representar a 26 millones de venezolanos".
No querían "una dictadura del proletariado ni de cualquier otro tipo", dijeron.
Sorprendentemente, también dijeron que no querían "aquello por lo que murió el
Che, aunque deseaban aprender de la experiencia". Aspiraban a crear algo nuevo,
desde abajo.
Yo les pregunté, "¿qué ocurriría si las asambleas locales desearan cierta
política que los ministros, los legisladores o Chávez no quisieran? "No hay
problema alguno"- contestaron- "las asambleas, una vez constituidas y en activo,
son las que mandan".
Pero, repliqué, "vosotros, seguramente, no queréis que una asamblea de 100
familias tome decisiones que afecten a todo el país". "Exacto" -respondieron-
"las asambleas locales sólo pueden tomar decisiones finales sobre asuntos de su
incumbencia".
"Supongan que una asamblea decide que quiere cambiar algo relacionado con la
delincuencia, que tiene que ver con los tribunales federales o la policía, o
algo semejante, que trasciende a esa comunidad" - pregunté- "¿Qué ocurre
entonces? ¿Cuándo se cambian las leyes o la política?"
"En cada nivel debería producirse una respuesta", me replicaron. "Las asambleas
de nivel más bajo harían lo que quisieran sobre asuntos de su comunidad, pero la
delincuencia afecta a más de una comunidad y requiere consultar a niveles
superiores inmediatos donde se deben debatir también esos asuntos. En el ámbito
municipal, podrían cambiar ordenanzas, etc. para dar también respuesta. Y
después podría plantearse en otro nivel superior".
"Está bien", volví a preguntar "Imaginen que una asamblea local quiere implantar
el derecho de voto a una edad más temprana. Lo llevan al nivel superior
inmediato y también es bien acogido. ¿Tiene que presentarse ante los
legisladores y éstos pueden decidir?"
Se me dijo que las asambleas locales podían enviar a través de su portavoz la
propuesta al consejo inmediatamente superior de las estructuras democráticas.
"Si hubieran tomado una decisión que afectara sólo a los vecinos locales, que es
todo lo que ocurre ahora, como en el caso de la edad para votar en las
elecciones locales, se aprobaría sin más, bajo su supervisión y sin tener que
discutirlo en otro ámbito más amplio." Pero si sus deseos tuvieran mayor
alcance, como una nueva ley electoral para las elecciones generales, "sus
propuestas deberían ir hacia arriba, hasta el nivel necesario para después
volver a las bases de todas las asambleas para que todos opinen".
Estos bolivarianos, encargados por la Administración de Chávez de poner en
marcha un régimen político nuevo, en paralelo, no quieren más representantes en
la toma de decisiones que los imprescindibles. Quieren que la propuesta de una
asamblea se presente en el nivel superior, y que no se decida por representantes
sino que la discutan los portavoces y luego las lleven de vuelta a sus asambleas
locales, a todas ellas eventualmente, para que decidan todos. "Si se produce el
apoyo-se me dijo-, entonces se aprobaría la nueva edad para votar, tanto si lo
quieren o no Chávez o los alcaldes o los legisladores".
Les dije que debe haber muchos alcaldes, gobernadores o burócratas, elegidos o
nombrados, que van a obstaculizar este proyecto, al no querer que su poder quede
reducido o que crezca el de la gente. Sí, se me contestó, "hay muchos burócratas
que disfrutan del cargo desde hace veinte o treinta años y alrededor del sesenta
por ciento de ellos ponen trabas a la propuesta".
"Incluso entre los ministros de la Administración de Chávez", pregunté,
"¿algunos no se resienten ante la idea de ser desplazados del poder para
obedecer los deseos del pueblo? El poder popular de Cuba comenzó con muchos de
los ideales que Ustedes exponen", señalé, "pero nunca llegó al estadio en el que
el poder nacional fuera participativo. ¿Creen que el Gobierno de Chávez ayudará
a que el sistema asambleario alcance su pleno desarrollo o, pasado un tiempo, el
sistema de asambleas tendrá que presionar al Gobierno para conseguir todo el
poder?"
La respuesta fue: "sólo la población organizada puede decidir. Estamos en camino
de inventar una nueva democracia. Tenemos que ir más allá de lo que hemos tenido
antes. No hay nada garantizado, pero estamos intentando avanzar". No es
necesario, sin embargo, dijeron los funcionarios, eliminar o entrar en conflicto
abierto con las viejas estructuras, sino que el nuevo sistema se construirá en
paralelo, al lado del que existe ahora y demostrará con el tiempo su validez.
Mucho de lo viejo se incorporará, otra parte no. Pero en cualquier caso, en su
momento, las viejas estructuras se verán reemplazadas por la impresionante
realidad del éxito de las nuevas, no por la imposición ni por la fuerza.
"¿De qué manera las iniciativas de Chávez van a animar a la gente a crear esas
asambleas locales?, pregunté. La estructura final de las asambleas estaba en
desarrollo, me dijeron los funcionarios, y existían varias ideas sobre cómo
ponerlas en marcha. He aquí lo más instructivo y sorprendente de todo lo que
escuché: "Los bolivarianos tenemos un programa para que los ciudadanos de los
barrios obtengan la propiedad de sus viviendas actuales. Sólo necesitan
solicitarlo, pero para que la solicitud sea aceptada tienen que hacerlo en
grupos de 200 o más familias". En ese caso, los habitantes consiguen sus casas y
es de esperar que la comunidad de familias se convierta en una asamblea de base.
"¿Se están encontrando que el Gobierno tiene que animar a la gente para que
participe?", pregunté, a lo que los funcionarios respondieron: "La gente está
tomando la iniciativa pero es muy importante que el Gobierno los apoye". Que la
gente asuma el poder supone "una nueva manera de pensar y una nueva cultura",
dijeron. "El presidente y nosotros estamos trabajando mucho para que la
democracia participativa sea una realidad pero todos tenemos limitaciones que
superar en nuestras mentes, así como las viejas estructuras". Ha sido una idea
recurrente. En Venezuela, aunque ha habido golpes de Estado y lucha contra el
capital y el imperialismo externo, en la actualidad la lucha parece que se
centra más contra la impronta del pasado o incluso contra las costumbres y las
creencias de la gente pobre.
"¿Cuántas personas apoyan ya este programa?", pregunté. "El diseño final de las
asambleas acaba de ser anunciado", contestaron, "pero el objetivo general del
poder para el pueblo puede que lo comprenda y lo apoye con fuerza alrededor de
un cuarto de la población, y espero que pronto serán más". Y enfatizan que no
quieren un sistema "que dé el poder a otras personas". No quieren "una
democracia representativa". En el modelo venezolano, la gente elige "portavoces
del pueblo, no representantes". Todo lo que se proponga en una asamblea llegará
a otras unidades superiores por medio del portavoz elegido y volverá a las
bases, a través de otro portavoz para ulterior discusión y debate. Lo que se
decida en los niveles más bajos será obligatorio. "El país tiene 335
municipios", señalaron, "y alrededor de 255 están con el presidente".
Las discusiones sobre la policía y los tribunales estaban en marcha, me dijeron,
pero no pude hablar con nadie que trabajara en esos aspectos del cambio y,
aparentemente, era un asunto que todavía estaba lejano. Aquellos funcionarios me
dijeron que el "socialismo que intentamos construir incorpora la experiencia de
los intentos de Rusia, Cuba, etc. pero no quiere empresas dirigidas por el
Estado o una dictadura. Tenemos que crear nuestro propio modelo para reducir la
semana laboral, para defender la naturaleza, para establecer la justicia social
tanto en el plano colectivo como en el individual. Si el capitalismo continúa,
acabará con el planeta. Tenemos que encontrar la forma de que todo el mundo
tenga un mejor nivel de vida pero también debemos preservar el planeta. Tenemos
que conseguir individuos decentes que piensen en la comunidad. Eso es lo que
estamos buscando".
Ejemplos adicionales
En lo relativo a la salud, aunque no pude hablar con ningún funcionario del
Gobierno directamente implicado en el programa, o con algún doctor que dispense
medicamentos, está claro que de nuevo el Gobierno no ha echado por tierra las
viejas estructuras ni tiene intención de hacerlo sino que en su lugar, en
cooperación con Cuba, -que ha enviado 20.000 médicos-, el Gobierno ha puesto en
marcha nuevas clínicas por todo el país, y dispensa en los barrios (sic en el
original) atención sanitaria, llevando a los pobres atención sanitaria local por
primera vez. Se nos dijo que esas clínicas atienden a las necesidades de la
gente, actúan de forma bastante democrática, y tienen médicos que cobran el
salario medio de un obrero y, con frecuencia, menos. El pueblo adora las
clínicas y estoy seguro que los funcionarios del sistema sanitario chavista
tratan de acabar con las viejas estructuras mediante la presión competitiva de
las nuevas, pero sin actuar de forma directamente coercitiva.
Visitamos barrios, que eran gigantescas extensiones en las laderas de las
colinas, cubiertas de pequeñas casas parecidas a chozas, y vimos de tramo en
tramo las nuevas clínicas construidas, pequeñas pero limpias, en las que
trabajan los médicos cubanos. Comparadas con nada -que es la comparación
exacta-, suponen una enorme mejora y ayudan a comprender el apoyo a Chávez de
las comunidades de los barrios. Nos enteramos de la existencia de un Plan de
Salud Oftalmológica, que incluso ofrece operaciones oculares gratis de diversos
tipos- 500.000 en diez años- para los ciudadanos pobres de Estados Unidos. Los
venezolanos se hacen cargo de los viajes y los cubanos realizan la cirugía. Yo
mismo, que tengo problemas de visión, escuché atentamente, mientras sonreía para
mis adentros.
El mismo modelo en general era el que inspiraba el proyecto dirigido a la
alfabetización en Venezuela. Con la misma lógica y metodología, este proyecto se
lleva a cabo sin luchar contra lo anterior sino poniéndolo en marcha a su lado.
En menos de dos años, según un informe de Chávez aparentemente verificado por la
UNESCO, ha acabado con el analfabetismo.
En efecto, también se está utilizando el modelo incluso para la educación
superior. El Gobierno no ha actuado sobre las universidades nacionales, privadas
o públicas sino que. después de que fracasara la huelga de la industria
petrolera durante la última tentativa de golpe, cuando casi un tercio de los
gestores y técnicos de la industria fueron despedidos por haber participado en
el intento de derribar al Gobierno, ya no se tuvo necesidad de muchos de los
edificios administrativos que utilizaba la petrolera. Es obvio que el gasto
burocrático y el fraude habían sido enormes Así que un grupo de aquellos
edificios liberados se transformaron en la nueva Universidad Bolivariana.
La nueva universidad se regía por consejos de trabajadores y el ministro de
Educación del Gobierno se convirtió en su Rector. Llegado un momento, canceló el
Consejo y tomó la decisión de que en su lugar hubiera reuniones de grupos más
pequeños, y que él sólo se relacionaría con sus representantes. Este paradigma
característico de un planificador central interactuando con un lugar de trabajo
y exigiendo una cadena de mando en él, obstaculizando así la autogestión,
resultó preocupante. La revolución bolivariana está haciendo juegos malabares
con muchas tendencias enraizadas en numerosos aspectos de la vida social pero la
pedagogía de la nueva universidad es- lo aprendí en entrevistas que mantuve con
un profesor- muy innovadora, enfatizando el servicio que los estudiantes prestan
a las diversas comunidades con proyectos prácticos, conectando sus estudios con
las necesidades y circunstancias sociales, y considerando las calificaciones
como una tarea compartida por estudiante , claustro de profesores y vecinos de
la comunidad.
En una entrevista de Justin Podur con el anterior Rector de la Universidad, éste
se expresaba así: "Demostraremos que se puede tener calidad y equidad en la
educación. Formaremos profesionales completos que sean ciudadanos. Aprenderán
ética, responsabilidad social, respeto por las identidades latinoamericana y
caribeña, solidaridad, y respeto. Los profesionales que salgan de esta
institución trabajarán para la transformación de la sociedad. La universidad
será un pensador crítico que pueda estimular a otros y plantear preguntas.
Nuestro currículo se basa en "ejes" de la educación. Cualquier programa o plan
de estudios -por ejemplo una ingeniería o un programa de magisterio- es su "eje
profesional" pero Usted tiene también un eje cultural, un eje político, un eje
ético, otro estético, y un eje de interacción social comunitario donde se
trabaja directamente con sectores de la sociedad que han quedado fuera de la
universidad desde sus inicios".
Se nos dijo que la Universidad Bolivariana tiene unos 7.000 estudiantes, y
alrededor de 700 personas en el equipo, de las cuales 250 son personal no
docente y sólo 120 son profesores con dedicación completa. Algunos profesores se
oponen a la nueva pedagogía por ser demasiado flexible. Otros la consideran
demasiado comunitaria en su orientación. En las reuniones hay radicales y
reaccionarios. Algunos profesores se resisten a la tendencia de impartir clases
al personal no docente. Otros se oponen a tener unos sueldos más igualitarios
para todos los empleados. Unos se resisten al intento de llevar los recursos de
la Universidad al interior del país, mediante el establecimiento de misiones
fuera de Caracas para promover la enseñanza superior y tender la mano, por
primera vez, a las zonas rurales de Venezuela.
En términos generales, la Universidad Bolivariana compite con el resto del
sistema de educación superior ofreciendo una experiencia en desarrollo pero ya
dramáticamente diferente. Que el ministro esté al frente de la Universidad
Bolivariana podría no ser lo óptimo en términos de autogestión de los
trabajadores, pero se nos dijo que él habla con frecuencia y de forma
convincente de demostrar que las nuevas aproximaciones son mejores y de
reemplazar las antiguas estructuras por la vía de que la gente perciba los
beneficios del cambio. No resulta sorprendente que los estudiantes de la
Universidad Bolivariana sean en su mayoría pobres, que es lo contrario de lo que
pasaba en el antiguo sistema. Los vínculos entre las Facultades y las
cooperativas locales que, a su vez, se han constituido con salarios iguales y
consejos para la autogestión, se están ampliando continuamente, dando lugar a un
tipo de mundo paralelo al existente con anterioridad.
Si consideramos también otro de los principales sectores de la vida social- los
medios de comunicación- está surgiendo el mismo modelo que hemos visto. Una
ojeada a los periódicos diarios muestra que de los 25 primeros artículos desde
la portada en adelante, 20 de ellos eran amplios ataques o duras críticas a
Chávez. El resto se dedicaba a otros temas. Esto es lo normal un día tras otro,
se me dijo. Los periódicos son propiedad de empresas privadas, por lo que no
resulta raro que sean hostiles a las posiciones de Chávez. Pero Chávez no los
censura, ni mucho menos piensa en nacionalizarlos o en controlarlos. Lo mismo
ocurre con las principales emisoras de televisión. En relación con éstas, no
obstante- y apuesto a que algo parecido ocurrirá con la prensa dentro de poco -,
el Gobierno tiene una estrategia en curso.
El gobierno Chávez ha creado una nueva televisión, VIVE TV, como hizo con la
Universidad Bolivariana. La visitamos y recorrimos sus instalaciones. La mayor
diferencia de salarios, entre el director de la compañía y la gente que
limpiaba, era de 3 a 1, pero la nueva política de salarios, que se iba
implantando lenta pero progresivamente, era conseguir el mismo salario para
todos mediante un constante incremento de los salarios más bajos hasta conseguir
la paridad.
VIVE tiene unos 300 empleados. Su equipamiento no era el de la CBS pero era
excelente y tenía un potencial impresionante. La nueva web de VIVE tiene sus
programas archivados para que los vea el mundo. El equipo directivo de la cadena
es, por supuesto, una asamblea de trabajadores. A los trabajadores de VIVE que
carecen de conocimientos se les ayuda a tomar cursos, incluyendo cursos de
producción televisiva, que se dan en las mismas instalaciones, y esas
instalaciones se usan también para enseñar a ciudadanos de Caracas y otros
sitios a filmar en sus propios locales.
En realidad el objetivo de la cadena es dar la palabra a la gente. Sus
programas, nos contaron, presentan a gente normal hablando de lo que piensan,
incluyendo gente de lejos de Caracas, lo cual es una novedad en Venezuela. Para
conseguirlo, VIVE lleva a cabo mucha formación comunitaria y distribuye cámaras
a ciudadanos locales, de forma que gente de todo el país pueda enviar sus
filmaciones e incluso programas acabados, para su emisión nacional.
En ciertos aspectos, VIVE es como una cadena de cable local en los EE.UU.,
excepto que es nacional y sus objetivos son mucho más altos. Además, el deseo de
incorporar las semillas del futuro en la estructura actual es mucho más
explícito y radical, y los empleados se ven a sí mismos presentando al país y al
mundo un nuevo tipo de medio de comunicación que, esperan, sea un modelo a
seguir por otros.
VIVE no tiene anuncios, "para evitar ser controlados". En los programas hay
mucha crítica al Gobierno, dado que muestran opiniones de la calle. Pero estas
críticas, a diferencia de las de las cadenas privadas generalistas, es honesta y
de corazón, no prefabricada. Es constructiva y no un intento de hacer daño.
Además de VIVE y la cadena pública nacional, directamente bajo el control del
Gobierno, también hay una nueva ley federal que impone a las cadenas privadas
que el 25% de sus programas sean de productores independientes y no de las
propias cadenas. Es una especie de requerimiento de servicio pero, curiosamente,
es VIVE la que forma a la mayoría de estos productores subcontratistas. Aquí de
nuevo vemos pruebas de una incursión contra las viejas formas de actuar que es
legal, que tiene muchos frentes y que se manifiesta tanto con nuevas
instituciones que crean nuevas formas de actuar ante actitudes y hábitos
recalcitrantes, como con el reto que estas nuevas instituciones suponen a las
viejas, por un efecto de contraste o directamente compitiendo con ellas, así
como inyectando ideas a través de los productores independientes. Venezuela
también se ha embarcado en la creación de una cadena continental, que emita
noticias y voces de la calle en toda Latinoamérica, pero no tuvimos oportunidad
de visitarla como para comentar.
En cuanto a la economía, Venezuela parte con enormes ventajas respecto a otros
países del Tercer Mundo. La industria petrolífera está nacionalizada y es la
pieza fundamental de la economía. Es más, la industria petrolífera provee al
país de una gigantesca cantidad de ingresos, mucho más de lo que ningún país
disidente ha podido tener nunca al intentar crearse un camino propio. De la
misma forma, el petróleo no sólo provoca un gran interés estadounidense sino que
también resulta ser una considerable defensa contra su intervención.
Un alto funcionario de la industria petrolífera nos explicó que aún hay muchas
multinacionales que tienen contratos en diversos sectores de la industria
petrolerífera venezolana. La reacción del Gobierno no ha sido enfrentarse a
ellas, y mucho menos expropiarlas, sino crear nuevas cooperativas que ejerzan
las mismas funciones y que intenten competir con las multinacionales. Estas
nuevas cooperativas son autogestionarias. Normalmente intentan tener salarios
iguales para todos e incluso en las menos igualitarias la proporción es como
mucho de tres a uno. Además, se garantiza un salario social mínimo. Se está
empezando a poner en marcha lentamente la federación de las cooperativas,
facilitando el intercambio entre ellas mediante normas sociales más que de
mercado. El objetivo, me parece a mí, es que con el tiempo los contratos vayan
casi exclusivamente a las cooperativas de forma que las multinacionales se irán
por su propio pie, sin necesidad de confrontación.
Pregunté a los funcionarios si competir en el mercado como estrategia para echar
a las multinacionales no corría el riesgo de mantener la mentalidad
mercantilista, pero no entendieron bien la pregunta. Igualmente, la pregunta de
si les preocupaba que al utilizar como estrategia clave la competencia en el
mercado se impusieran los viejos métodos y objetivos a la auto-gestión,
reduciendo en gran medida sus posibilidades de cambio e incluso dando lugar,
quizás, a nuevas jerarquías, tampoco pareció encontrar eco. Hay una oposición
inmensa al capitalismo y la propiedad privada. También hay una fuerte oposición
a las grandes diferencias de salario. Hay bastante oposición a las diferencias
jerárquicas que producen pasividad y dominación. Pero poca gente parece ser
hostil a los mercados en sí mismos.
Uno de los pocos que parece rechazar los mercados, sin embargo, es el propio
Chávez. ¿Cómo si no podemos explicar su posición ante la economía internacional
que no sólo rechaza, como era de esperar, el FMI, la OMC, el Banco Mundial y
especialmente el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), sino que
presenta una alternativa basada en la ayuda mutua, que viola de forma efectiva
las tasas de cambio del mercado para establecer transacciones teniendo en cuenta
los verdaderos costes y beneficios sociales, y con el compromiso de compartir
las ganancias del intercambio no sólo de forma equitativa sino de la manera más
ventajosa para los participantes más pobres? Ésta parece ciertamente ser la
lógica que guía el amplio abanico de acuerdos que está firmando Venezuela, no
sólo con Cuba sino con muchos países vecinos, así como con algunas fábricas
ocupadas de toda Latinoamérica; por ejemplo, proporcionando petróleo a precios
increíblemente bajos y con facilidades, a menudo a cambio de bienes y no de
pagos. Esto es muy parecido a la histórica ayuda por parte de Cuba a países más
pobres a precios irrisorios, pero la escala es tremendamente mayor, y allí donde
Cuba ofrecía gente, por ejemplo médicos, Venezuela está ofreciendo recursos y
productos acabados, de forma que subvierte mucho más directamente la lógica de
mercado.
Volviendo a mi conversación con el funcionario de la petrolera, cuando le
pregunté sobre la posibilidad de que CITGO (la empresa de distribución de
gasolina propiedad de Venezuela que opera en EEUU.) se planteara tener una
asamblea de trabajadores para autogestionarse, igualar los salarios y cambiar la
división del trabajo, no sólo para beneficiar a los que trabajan en CITGO sino
como una demostración dentro de EE.UU. del potencial de la equidad y la
auto-gestión para el resto de trabajadores estadounidenses, el funcionario se
excitó visiblemente, hasta el punto de querer llamar a otros para hablar de
ello. Una discusión posterior sobre la posibilidad de que Venezuela hiciera
incursiones, a través de CITGO u otros, en los medios de comunicación y en la
distribución de información en EE.UU. , en vez de que la información siempre
fluyera en la dirección opuesta, aún causó más revuelo.
Los funcionarios del Ministerio del Petróleo nos dijeron, y también lo
confirmaron sindicalistas y otros, que en Venezuela, como en Argentina, hay un
movimiento, aún en sus inicios, para "recuperar" empresas fallidas o en proceso
de quiebra. La diferencia es que mientras en Argentina esto ocurre en contra de
la voluntad del Gobierno, en Venezuela el Gobierno las celebra e incluso las
fomenta. De hecho, el Gobierno ha elaborado una lista de 700 empresas en tal
situación y urge a los trabajadores a ocuparlas y hacerlas funcionar ellos
mismos. Sin embargo, otra diferencia es que en Venezuela el método de toma de
decisiones se llama cogestión, que incluye a la asamblea de trabajadores y a
representantes del Gobierno. La ventaja de este método es que a menudo el
gobierno es más izquierdista que los trabajadores locales, lo cual ayuda a
educarlos y motivarlos. La contrapartida es que la inclinación centralista de un
Gobierno y la inclinación participativa de la autogestión están en
contradicción. Vimos ambas tendencias en la Universidad Bolivariana, donde el
ministro intentaba imponer una pedagogía radical a unos profesores a veces
contrarios a ella, pero donde a la vez se reducía la influencia de la asamblea
de trabajadores. No obstante, parecía que por el momento el Gobierno está
intentando hacer tantas cosas que si hay recuperación masiva de empresas la
participación gubernamental sería mínima y los trabajadores en la práctica se
auto-gestionarían.
Además del movimiento de fábricas recuperadas, el gobierno venezolano también
está creando cooperativas nuevas. También son cogestionadas, al menos en teoría,
y también tienden a tener igual remuneración, etc. Estas cooperativas son a
menudo locales y pequeñas, de todo tipo, desde tiendas de ropa a pequeñas
empresas de construcción, pero existen planes para crear nuevas empresas para
fabricar ordenadores, para la extracción de minerales, una aerolínea, etc.
Si entendí bien lo que dijeron, esperan que las cooperativas ganen en
competencia a las viejas empresas capitalistas, una expectativa razonable dado
que las cooperativas tienen menos gastos fijos (al tener menos gestores y que
cobran menos, así como por la nueva división del trabajo) y que los trabajadores
de las cooperativas tendrán una inclinación a producir de forma más consistente
y más activa con las nuevas relaciones sociales. El peligro de la estrategia,
sin embargo, es que al operar bajo las normas y métodos del mercado, y
específicamente al intentar competir con las viejas empresas con reglas
definidas por éste, pueda crearse una burocracia gestora e imbuirse de una
orientación más competitiva que social, inclinándose hacia lo que se llama
socialismo de mercado que, en mi opinión, sigue siendo un sistema que aún tiene
una clase dirigente, o coordinadora, que funciona en base a precios competitivos
y búsqueda de la plusvalía, en vez de un enfoque que les empuje hacia lo que los
venezolanos más radicales claramente desean, que es una economía sin clases,
participativa y autogestionaria, en la que la gente se mueva por motivaciones
sociales, se gane la vida bien y sea eficiente, teniendo en cuenta todas las
implicaciones sociales y buscando el bienestar personal y colectivo.
En las empresas capitalistas, que siguen dominando los otros sectores aparte del
petróleo, también hay un cambio de tendencia. Los trabajadores se identifican
más con el Estado, viendo en él a un aliado que con sus iniciativas está
facilitando, como nos dijo una líder sindical, "un momento más prometedor para
el cambio". Esto ha llevado a que los trabajadores de las empresas capitalistas
"se enfrenten a las viejas normas y métodos sindicales" y se sientan inquietos
"encallados en las viejas relaciones mientras otros crean cooperativas". Esta
sindicalista estimaba que "el 80% de los trabajadores venezolanos apoyan a
Chávez". También dijo que por eso los mejores sindicatos intentan favorecer la
autogestión incluso ante propietarios capitalistas. Nos dijo que "aunque al
principio ocupar empresas fallidas era sólo auto-defensa", intentar proteger
"los trabajos y los derechos sindicales", últimamente los mejores sindicatos
están buscando "estrategias más consistentes para conseguir la cogestión y la
autogestión.
Nos explicó que "hace cinco o seis años el típico trabajador venezolano no tenía
ninguna conciencia de clase, pero ahora la revolución bolivariana estaba
despertando la conciencia de clase no sólo en los trabajadores sino en todo el
mundo". Le pregunté qué ocurriría si "los trabajadores de una empresa
capitalista en funcionamiento, conociendo a otros trabajadores que han hecho
cooperativas o recuperado empresas y que disfrutan y controlan sus propias
condiciones, y además tienen salarios igualitarios, se rebelaran contra sus
jefes y pidieran al gobierno que tomara la empresa y la hiciera
autogestionaria". Contestó que probablemente se buscaría un arreglo de forma que
le dieran a los propietarios "créditos e inversiones si aceptaba la cogestión
con los trabajadores". Le pregunté por qué los ejecutivos "harían algo tan
estúpido, algo que sería claramente un primer paso hacia su desaparición. ¿Por
qué iban a hacer eso, incluso si tuvieran un beneficio a corto plazo?". De nuevo
le pregunté si había "trabajadores que intentaran ocupar una empresa que
funcionara bien, sin darles nada a los propietarios, simplemente tomarla. ¿Por
qué no había en Venezuela trabajadores que buscaran eso? ¿Y qué ocurriría si lo
hicieran?"
La sindicalista respondió que "claro que los ejecutivos no son idiotas, pero
creen que nosotros lo somos". Habló de que los sindicatos diseminaban "el virus
revolucionario en los trabajadores" y, al preguntarle de nuevo cómo era que no
se diseminaba más rápido y por su propia iniciativa, culpó de ello a los
"antiguos líderes sindicales, que tienen miedo a dar nuevos pasos". Pero también
dijo que "hace dos años nadie habría creído que una fábrica gestionada por los
trabajadores fuera posible y ahora hay más de 20, y 700 están en estudio para
ocuparlas y hacerlas funcionar". Resaltó la necesidad de hacer todo esto "y a la
vez ir aumentando la concienciación de la gente". Dijo que "ir demasiado
deprisa, sin que la gente lo quiera, no funcionaría". Y remarcó que los
ejecutivos "siguen intentando manipular y comprar a los trabajadores,
especialmente a los líderes".
También le pregunté a esta sindicalista, que era la responsable de relaciones
internacionales, sobre los contactos con movimientos y sindicatos
estadounidenses. Nos informó que había sindicatos chavistas que tenían contactos
con "la AFL-CIO [principal asociación de sindicatos en EE.UU., N. del T.] de
California, con algunos sindicatos de base y con el movimiento contra la guerra"
pero no con la cúpula nacional de la AFL-CIO porque éstos "siguen dando dinero a
la antigua burocracia y apoyando los golpes de Estado".
Le pregunté qué proporción de los asalariados era femenina y contestó que "el
50% aproximadamente". Le pregunté sobre las diferencias de salario entre hombres
y mujeres y dijo que no había diferencia en los mismos trabajos pero que "las
mujeres no obtenían tantos trabajos buenos como los hombres". Le pregunté si la
cosa iba mejor en las fábricas recuperadas y dijo que "Por lo que yo sé, las
cosas van algo mejor, sí, pero lejos de lo ideal". Nos explicó que "la doble
obligación de las mujeres, en el trabajo y en casa, es el principal obstáculo
para involucrarse más en tareas sindicales". Le pregunté si el movimiento
bolivariano se estaba ocupando de esto y contestó que "la nueva Constitución
establece que el trabajo doméstico debe considerarse como trabajo a efectos de
la seguridad social" pero al preguntarle si los hombres y las mujeres lo estaban
haciendo de forma más paritaria, ella contestó que "eso progresaba muy pero que
muy lentamente. A niveles de base, las mujeres participan, a pesar del doble o a
veces triple trabajo, pero nuestros hombres son muy machistas y por desgracia
muchas mujeres los malacostumbran haciendo todas las tareas del hogar". Explicó
que su situación era atípica porque tenía mucha ayuda en casa.
Resumen
Como resultado de este viaje, a mí me parece que:
1) El movimiento bolivariano, y en concreto el presidente Hugo Chávez, está
llevando a la población hacia la izquierda. Es más, el movimiento bolivariano, y
especialmente el presidente Hugo Chávez, están intentado reemplazar las viejas
formas capitalistas con nuevas formas que llaman anti-capitalistas,
participativas, socialistas y bolivarianas, entre otras. No están directamente
ocupando o eliminando las viejas estructuras por la fuerza. Están funcionando
legalmente dentro de los parámetros de la sociedad para fomentar la creación de
nuevas formas y así mostrar por contraste, y a través de la socialmente
aceptable competencia que las viejas formas venezolanas eran inferiores,
esperando que con el tiempo las nuevas formas vencerán legalmente a las viejas.
Pero en cuanto a cómo serán esas nuevas formas hay mucha más claridad en cuanto
a las normas y estructuras políticas que a las económicas. A uno le gustaría ver
una campaña nacional de debate, exploración y concienciación, para clarificar y
explicitar los objetivos últimos de la revolución así como hacer que el
conocimiento de esos objetivos y una continuada crítica y enriquecimiento fueran
un bien nacional, no una posesión de unos pocos líderes.
2) El inusual enfoque para el cambio que están llevando a cabo los bolivarianos
tiene un aspecto vanguardista en que el liderazgo bolivariano está programática
e ideológicamente muy por delante de la población, e intenta que esa población
se mueva más allá y más rápido de lo que por sí sola desarrollaría. Pero tiene
como aspecto anarquista que el movimiento se está alentando, incluso por lo que
respecta al presidente, de abajo arriba. Intenta existir en paralelo y triunfar
sin violencia, incluso sin confrontación. Intenta sembrar las semillas del
futuro en el presente para evitar generar una nueva clase dominante. Intenta
ganar adeptos por los hechos, no por la fuerza.
3) La importancia de un solo líder, al menos si es como Hugo Chávez, parece ser
un beneficio inesperado. Hasta ahora Chávez ha sido no sólo simpático e
inspirador, audaz y valiente, dispuesto a saltarse todos los protocolos e
impulsar un programa tras otro, experimentando y aprendiendo, sino que además ha
mostrado una remarcable reticencia a utilizar los beneficios del poder central,
siendo incluso una pieza clave de influencia anti-autoritaria. Al mismo tiempo,
también es cierto que la importancia de un líder como Hugo Chávez, aunque sea
quizá inevitable, es un débito. El líder podría convertirse en un megalómano o
podría desaparecer, y en este momento cualquiera de las dos posibilidades sería
un desastre. Un problema relacionado es la falta de una oposición seria de
izquierdas. La revolución se beneficia del debate, la diversidad y el
desacuerdo, pero estos atributos tienen problemas cuando se desarrolla una
mentalidad de asedio. Uno se pregunta quién sucederá a Chávez y cómo la gente
seguirá a los líderes a no ser que haya una masiva educación popular en
liderazgo y en los objetivos de la revolución.
4) Finalmente, la idea de derrotar al viejo sistema por la vía de la competencia
con el nuevo sistema creado en paralelo es claramente beneficiosa ya que evita
un conflicto prematuro e indeseado que podría dar al traste con el proyecto
bolivariano aunque también se nutre de sus ventajas e ignora sus debilidades.
Pero la idea de competir con el viejo sistema es también negativa al menos en un
aspecto, porque se arriesga a instaurar métodos y cualidades competitivas y
fomentar estructuras clasistas y burocráticas, y porque puede ignorar a ciertos
elementos recalcitrantes del pasado que requieren atención temprana no sea que
luego sean un lastre para todo el proyecto.
Mi impresión general es que la revolución bolivariana aún es un poco difusa. No
ha enunciado políticas claramente feministas, o anti-racistas, o incluso anti-capitalistas,
aunque en los tres casos las tendencias son increíblemente humanas y radicales,
y se mueven con rapidez hacia la enunciación completa de objetivos y la
proposición de programas inmediatos para conseguirlos. Chávez parece ser un
notable detonador de ideas, y se está haciendo más izquierdista a marchas
forzadas. La revolución bolivariana es más clara ideológicamente, lo cual es
irónico y un poderoso testimonio a favor de su líder, dado su origen militar,
por lo que respecta a la democracia política y a la participación, donde parece
ya plenamente comprometida con una visión institucional bien concebida,
atractiva e innovadora que sobrepasa lo que ha propuesto cualquier proyecto
revolucionario desde los anarquistas españoles.
El futuro no está claro. La revolución bolivariana aún podría quedarse en la
socialdemocracia. La cogestión en vez de la autogestión podrían llevarles en esa
dirección. Aún podría dirigirse hacia canales típicos del viejo "socialismo".
Sus estrategias de mercado y su falta de claridad sobre las divisiones de clase
basadas en división del trabajo, no en las relaciones de propiedad, empujan en
ese sentido. Cuando un gobierno está guiando a una población siempre hay también
la tentación del autoritarismo. Pero la revolución bolivariana podría resultar
un modelo notable, tanto de un mundo mejor como de una muy original forma de
llegar a ese mundo mejor. Cuál de estos resultados, u otro, ocurra, dependerá en
gran medida de Chávez, de los movimientos bolivarianos y del pueblo venezolano,
aunque el apoyo externo masivo, especialmente para contener las inclinaciones
agresivas de los EE.UU. antes de que puedan corromper o destruir el experimento,
también es profundamente necesario.
Me fui de Venezuela inspirado y muy esperanzado. Venezuela me parece la peor
pesadilla del Tío Sam. Me sentí asombrado por la ingenuidad y resolución
bolivarianas y avergonzado por mi continuada nacionalidad en el país más brutal
y violento del mundo, contra la cual yo y otros radicales hemos tenido un éxito
tan limitado. Esperemos que mi país pueda seguir el ejemplo de Venezuela en vez
de aplastar sus aspiraciones. Esperemos que los ciudadanos de los EE.UU. lo
hagan posible, sabemos que sus líderes no lo harán.