Latinoamérica
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José Díaz y su lucha contra la cultura autoritaria en Uruguay
El violentísimo contagioso
Carlos Santiago
Bitácora
Qué José Díaz siga al frente del Ministerio del Interior, manejando al
instituto policial es, evidentemente, una muy pesada obligación para una persona
intachable que quiere lo mejor para la sociedad uruguaya y, que desde su punto
de vista, busca humanizar a una institución que no abandona – por más esfuerzos
que se han hecho - los mecanismos autoritarios que le son inherentes y que
provienen de toda una cultura vinculada con una formación en que el pachequismo
tuvo mucho que ver.
La represión que se desencadenó contra el grupo "Alcarajo", que el pasado
viernes asoló la Ciudad Vieja, en un afán imitativo y de connotación
globalizadora de las acciones violentistas de otros grupos que, por diversos
motivos, han vuelto en varios países a la violencia y a la depredación como
método de protesta, fue en algunos casos desmedida cuando no brutal.
Viendo las filmaciones de Canal 12 los uruguayos nos pudimos asombrar de que un
agente policial, de campera clara, tomara a puntadepies a una persona detenida ,
luego se alejara, volviendo un momento después a la carga para seguir con la
golpiza del manifestante que estaba en el suelo, reducido, por otros agentes.
Fue cuando recordamos el asesinado de abril de ´72, con la rotura del hígado,
del pintor Luis Batalla, detenido en el cuartel de Treinta y tres.
Lo insólito de la actual situación es que este represor, que aparece en el video
de Canal 12, es uno de los felicitados por el jefe de Policía por la manera en
que los uniformados lograron terminar con la acción del grupo de los revoltosos.
Como también lo fue otro agente, que aparece en una fotografía tomada por la
reportera de la agencia AP, apuntando con un revolver, hecho que motivara una
grave gafe del ministro que afirmó que podía tratarse de una fotografía de
archivo.
Son algunos hechos que muestran como no se ha podido desterrar de la práctica
policial la violencia inaudita e ilegal que, desgraciadamente, se convierte, al
estar respaldadazos los agentes por el Estado, en un hecho de una gravedad
indiscutible. Un funcionario público que actúa armado, porque es integrante de
la Policía, debe ser sancionado de manera ejemplar cuando comete un delito de
esta enormidad.
Por supuesto que una de las funciones de la Policía es guardar el orden y no
permitir que se vulneren los derechos de los demás. La agresión de los
integrantes de "Alcarajo" en contra todo lo que se le cruzaba a su paso,
cristales de comercios, automóviles, exigía una oportuna acción policial, pero
de ninguna manera, autorizaba a que esta fuera desmedida.
Sabemos que en ocasiones hay que utilizar la fuerza, lo que está establecido en
los manuales de procedimiento policiales. Por algo los agentes portan armas y
machetes. Pero ningún procedimiento establece que a un detenido se le de
puntadepies cuando se encuentra reducido contra el suelo. Esa es una aberrante
acción que debe ser sancionada.
Claros y oscuros de nuestra sociedad Las encuestas lo dicen. Los
uruguayos tenemos una mentalidad autoritaria y queremos resolver los problemas
que se producen en el seno de nuestra sociedad, castigando y encarcelando a los
responsables más allá de los que permiten las leyes. Un ejemplo de ello es que
no reparemos en que las cárceles son lugares de mortificación de las personas y
que, en ningún caso, sirven para reeducar a los procesados.
José Díaz denunció ello en reiteradas oportunidades, dando una batalla contra
esa cultura autoritaria que es inherente a los uruguayos y que aparece estampada
en cada una de las encuestas de opinión. Las cárceles violan los derechos
humanos y no es posible que los presos sigan viviendo en una situación tan
tremenda. Por eso el ministro impulsó la Ley de Humanización de las Cárceles,
instrumento claramente imperfecto, pero necesario. Sin embargo los uruguayos
mayoritariamente nos alarmamos por la aprobación de esa norma que determinó que
algunos cientos de personas hayan salido de ese infierno.
Claro, esa ley debería haber estado complementada con recursos para otorgar
salidas laborales a los liberados, que es la mejor forma de evitar la
reincidencia. Pero, lamentablemente, vivimos en un país en el cual las
prioridades son otras y los caminos que se emprenden muchas veces tienen
obstáculos que en ocasiones se convierten en insalvables.
Sin embargo lo poco que se ha logrado se debe al ministro Díaz, que trata por
todos los medios de lanzar ondas de humanismo dentro de un marco cultural que,
pareciera, no conmoverse afirmado en un pétreo autoritarismo.
La violencia de los desclasados Sería adecuado contar con un perfil
social de los integrantes del grupo "Alcarajo", de los cuatro procesados por el
juez Fernández Lecchini. Ello es necesario, porque desde esos datos podríamos
comenzar a construir una versión real de lo que ocurrió el viernes en la Ciudad
Vieja, que fuerzas se pusieron en movimiento y que motivaciones profundas
detonaron esas acciones de barbarie, esa actitud de "romper todo", de agredir al
resto de la sociedad sin medir las consecuencias de esa acción demencial.
Un hecho que ocurre cuando los uruguayos estamos viviendo una situación nueva,
esperanzadora, con un gobierno de corte progresista que está estableciendo
nuevas pautas, abriéndose paso en un marco de mil dificultades, para tratar de
mejorar las condiciones del país y de la gente. Por ello, la existencia, de
sectores fuera del sistema, como "Alcarajo" u otros de similares
características, son fenómenos a estudiar. Es evidente que su existencia muestra
una disconformidad latente y toda una problemática a enfrentar porque estos
fenómenos – miremos lo que está ocurriendo hoy por hoy en Francia – no pueden
resolverse con la represión que muchas veces es contraproducente cuando no
desencadenante de convulsiones más violentas.
Claro, en Francia, existe un ministro del Interior, Nicolás Sarkozy, un
reaccionario hijo de un refugiado húngaro anticomunista, admirador de Bush, que
es en parte responsable por su intolerancia, su rigidez, su coerción
sistemática, de este agotamiento de la paciencia de los inmigrantes a quienes
califica de chusma en sus declaraciones públicas.
Nada que ver con José Díaz, abogado laboralista. Miembro del Partido Socialista.
Co -fundador del FA que junto al doctor José Pedro Cardoso firmó por el PS los
documentos constitutivos del Frente Amplio el 5 de febrero de 1971. Un hombre
progresista, probadamente un humanista. Un lujo para un cargo tan difícil.
Dos perfiles distintos. Y cuidado, que no destruyamos a los hombres que desde
sus cargos, pueden guiarnos para construir una sociedad mejor.
Por eso – repetimos – no nos gustaron algunos aspectos, desmedidos de la acción
policial del pasado viernes. Sería bueno desear que el instituto policial no se
convierta en una pesada carga para un ministro democrático que, más allá de sus
errores, es un lujo en esta etapa del país.
(*) Periodista, secretario de redacción de Bitácora