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Latinoamérica

Entrevista con el escritor y periodista Samual Blixen
En América Latina sigue latente la perspectiva de una sociedad distinta

Fernán Chalmeta
Diagonal

Samuel Blixen, nacido en 1944, fue un destacado militante de la guerrilla Movimiento de Liberación Nacional Tupamaro, por lo que sufrió 13 años de encarcelamiento en duras condiciones. Periodista desde 1959, tras su liberación participa en la fundación del semanario de investigación Brecha. Ha publicado siete libros, dos de ellos editados por Virus Editorial en el Estado español: Operación Cóndor, los archivos del terror, y Sendic : las vidas de un tupamaro. Durante la presentación de este último título charlamos con él sobre América Latina. DIAGONAL: Has definido América Latina como un continente emergente. ¿Qué puede aportar al resto del mundo? SAMUEL BLIXEN: En América Latina está todo por hacer todavía. Lo digo en contraposición a Europa, que me parece como que ha terminado su ciclo. En América Latina hay revoluciones fracasadas, revoluciones inconclusas, revoluciones bastardeadas, y es un continente en efervescencia. Mucho más que en África o Asia, está el futuro, sigue latente la perspectiva, como única posibilidad, de un mundo mejor, de una sociedad distinta. Ésa es la base de la originalidad de su propia historia, de su propia composición social.

D.: ¿Qué espacio le queda hoy en ese continente a la lucha guerrillera? S.B.: La guerrilla fue un método, una vía para acceder al poder, destruir un régimen capitalista e intentar una sociedad nueva. Si eso se logra a través de la guerrilla o no, eso es secundario. Las contradicciones llega un momento en que se resuelven por vía violenta, que a las oligarquías va a haber que desplazarlas del poder, que si se afectan los intereses predominantes va a haber reacciones violentas y hay que estar preparado para contrarrestar esa violencia reaccionaria. No sé si la guerrilla clásica será la vía hoy, ya que la toma del poder puede expresarse por distintas formas de combinar métodos. Pero sin duda va a ser violenta, ya lo es. D.: El EZLN, en Chiapas, se ha presentado como un tipo de apuesta diferente a la guerrilla ‘clásica’.

S.B.: Es una experiencia compleja. Los zapatistas usaron, de alguna manera, el concepto de propaganda armada que identificaba a los Tupamaros: hacer política con las armas. En realidad, después de enero de 1994 no hubo acciones guerrilleras (sí hubo alguna acción de defensa). Yo no sé, honestamente: en otras zonas de México hay guerrillas que están combatiendo de una forma feroz al Ejército. Y lo increíble es que ni el Ejército reconoce que son guerrilleros ni éstos reconocen ser guerrilleros y combatir al Ejército. Pero hay emboscadas, hay muertos, hay desplazamientos de población civil, hay ocupación de pueblos: eso es guerrilla. Yo no sé en qué medida no son distintas expresiones de una misma estrategia revolucionaria que pone el acento en la población indígena. No sé si la guerrilla zapatista, con toda su cosa folclórica, su poesía y su cosa mediática, no es parte de una estrategia más grande que se expresa en todo México; estrategia que combina esa guerrilla mediática con otra guerrilla más clásica y con formas de violencia, ensayando distintas fórmulas. Porque hay una realidad: los zapatistas, en los Montes Azules, están condenados a ser destrozados, es una zona donde les pueden liquidar. El objetivo de los zapatistas fue trascender Chiapas. Lo hicieron de forma política, cuando llegaron a México D.F., pero después, aparentemente, no han salido de Chiapas y, salir, pueden. ¿Por qué se mantienen en Chiapas, un sitio rico en petróleo, donde existen poderosos intereses transnacionales?

D.: Entonces, la posibilidad de una transformación social se dirime en el campo de batalla. En realidad, ¿lo que se necesita es una vanguardia armada que nos dirija o conduzca?

S.B.: Ésta puede ser una conclusión de mis palabras, pero no en la guerrilla tupamara, y menos en la de Chiapas. Ahí hay todo un cuidado en mantener un vínculo con la sociedad civil. Por ejemplo, la guerrilla tupamara tenía una columna de masas, la Columna 70. La estructura era igual que las demás columnas: tres patas, un comando político, otro militar y otro de servicios. La Columna 70 era la organización de todos los tupamaros legales, con una línea en los sindicatos, centros estudiantiles, etc. Pero es que además se construyó un movimiento político, llamado 26 de Marzo, que era un movimiento digitado por la guerrilla clandestina pero cuya finalidad era insertarse en el Frente Amplio. Al comienzo del Frente Amplio fue uno de los movimientos más dinámicos. Había una serie de estructuras que tenían por objeto mantener el vínculo con la sociedad civil e incluso elaborar políticas a partir de ese vínculo. Chávez sostiene que el proceso revolucionario en América Latina sólo es posible con la participación de las fuerzas armadas profesionales. Que una fuerza irregular nunca puede vencer a una fuerza regular. Claro que hay excepciones, como en Cuba o en Nicaragua, pero que, en términos generales, se necesita la participación del soldado profesional cuando éste adquiere conciencia de cuáles son los intereses que debe defender. Chávez incluso llega a hablar del pueblo con su conciencia y el soldado con su fusil. Es una división de tareas un poco peligrosa, pero él sostiene que los Ejércitos latinoamericanos están cambiando y que está surgiendo una nueva generación de oficiales que van teniendo conciencia del papel que pueden jugar. Si aceptamos eso, también está la discusión de que una formación política, es decir, una parte de la sociedad, pueda organizarse militarmente para combatir a un Ejército regular.

D.: En los conflictos armados suelen pagar las poblaciones, que son las que ponen los muertos.

S.B.: No está tan claro, depende de las situaciones, las fronteras entre guerrilla y población son confusas. Mira los sandinistas o los palestinos. Hay una discusión pendiente: como la derrota de la línea militar, de la guerrilla y todo lo demás, fue tan severa, junto con la aparición de las dictaduras militares, la vía violenta quedó descalificada. Con lo cual, no ha habido un análisis exhaustivo de cuáles fueron los factores que llevaron a la derrota, para poder determinar si no es una vía condenada al fracaso, o si lo que hay son fracasos porque se han cometido errores de apreciación en cuanto a la integración de la población, como lo lograron, por ejemplo, los vietnamitas... Cada situación tiene unas características especiales. ¿Hay situaciones históricas en las que no hay ninguna fórmula, en las que inevitablemente se va al fracaso, en las que frente a un Ejército regular tú pierdes? Mira el Ejército norteamericano, con todos los medios que tiene, empantanado en Iraq.

La fuerza indígena

D.: ¿Crees que en estos momentos puede haber cambios reales en América Latina?

S.B.: Claro, la situación es fabulosa. Está el Gobierno progresista en Uruguay. Tienes a Lula y a Chávez, que han logrado romper el aislamiento de Cuba. Mira Bolivia y Ecuador: la gente en la calle echando a sus gobernantes porque privatizan. Quizás resaltaría la fuerza del movimiento indígena, desde Chiapas a los araucanos; tiene un protagonismo impresionante. Y ya no es la nostalgia del folclore, la imagen del pobre indio sumiso. Los tipos derrocan gobiernos, son protagonistas en muchos sentidos, y tienen la conciencia de ser indígenas. Lo de Ecuador es muy interesante, porque se trata de una coalición de 11 etnias; y en el movimiento indígena uno de los problemas fundamentales a superar fue que se consideraban diferentes.