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La derecha teme triunfo Sandinista en Nicaragua
Noelio Tiuna
Servicio Especial de la AIN
A un año justo de las elecciones en Nicaragua la disyuntiva electoral quedó
clara, al llamar el Partido Liberal Constitucional (PLC) a una alianza del
espectro político contra el Frente Sandinista de Liberación Nacional, con buenas
oportunidades de regresar a la presidencia.
Resultó temporal entonces la especie de acuerdo entre el PLC y el FSLN frente al
gobierno de Enrique Bolaños, en particular para impulsar reformas
constitucionales que restringen el mandato presidencial a favor del poder
legislativo, controlado por ambas agrupaciones políticas. Pero con los comicios
a la vista, y las presiones de Estados Unidos, el partido del ex presidente
Arnoldo Alemán se desmarcó del Frente e intenta ahora repetir aquella alianza
electoral de la Unión Nacional Opositora (UNO), que ganó la consulta en 1990,
colofón de la guerra sucia de Washington contra la Revolución Sandinista.
Alemán, condenado a 20 años de prisión domiciliaria por corrupción y otros
cargos, sigue siendo la cabeza visible del PLC y enemigo acérrimo del
sandinismo, postura que comparte con los intereses norteamericanos, por más que
la actual Administración republicana aparentemente le viró la espalda.
No es casual que el viraje en la postura de su partido ocurra pocos días después
de la visita del subsecretario de Estado, Robert Zoellick, a Managua, quien
instó a la unidad de la derecha para cortar el paso a la agrupación que dirige
el ex presidente Daniel Ortega.
La hacienda de Los Chiles, residencia de Alemán, fue el escenario donde se
decidió la estrategia electoral por la que el PLC instó a todas las fuerzas
políticas no sandinistas a participar unidas en una elección primaria. Se trata
de buscar un candidato único de la derecha, convite al que estarían invitados
partidos menores como Camino Cristiano, Alianza por la República, Acción
Democrática y la Alianza Liberal Nicaragüense-Partido Conservador.
De acuerdo a la oferta, el PLC incluso estaría dispuesto a aceptar a otro
partido a la cabeza de la tabla de votación, lo cual induce a pensar que el
temor a una victoria sandinista es bien real.
El Partido Liberal Constitucional ostenta 43 curules de la Asamblea Nacional,
seguido de cerca por el FSLN, gobernante en importantes ciudades y localidades,
incluida la capital.
Los sandinistas iniciaron un plan de alfabetización para revertir el avance del
analfabetismo prácticamente erradicado por su gobierno, pero que ahora ronda el
30 por ciento de la población.
El Frente ha llevado a cabo una inteligente política de alianza en el seno de la
Convergencia Nacional, donde incluso participan ex enemigos de antaño, como
ocurre con organizaciones que enfrentaron con las armas a la Revolución
Sandinista en la zona atlántica o caribeña de ese país centroamericano.
Los próximos comicios pondrán fin a una administración salpicada por los
escándalos que llevaron a la cárcel al ex presidente Alemán y a varios de sus
principales colaboradores.
El actual mandatario, Enrique Bolaños, se mantiene bajo sospechas pues resultó
el principal beneficiario político de los fondos desviados por el gobierno
anterior para financiar su campaña electoral.
La crisis institucional en Nicaragua motivó incluso la intervención de la
Organización de Estados Americanos, pero su misión, que a la postre resultó
infructuosa, fue calificada de intervencionista por varios actores políticos.
Ahora el dilema electoral se aclara, con la fórmula repetida de la derecha de
"todos contra el Frente". Detrás, como en otras ocasiones, están las presiones
de Estados Unidos, para el cual en una victoria sandinista complicaría aún más
el escenario latinoamericano.