Latinoamérica
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Relaciones rigurosamente militarizadas
América Latina en la mira del Comando Sur
Un especialista en la política de la Casa Blanca hacia América Latina
analiza el papel del Comando Sur de las fuerzas armadas estadounidenses en las
relaciones regionales, confirmando la extendida sospecha de que los generales
han desplazado a los estadistas en el diseño de las estrategias de Washington
para la región.
Carolina Porley
Brecha
Miembro de la new left (nueva izquierda) de los años sesenta, William Smith* se
desempeña como investigador en el Departamento de Estudios Internacionales de la
Universidad de Miami y como editor de la revista Latin American Politics and
Society. En entrevista con BRECHA advirtió sobre el importante papel del Comando
Sur en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina y alertó sobre la
tesis de los "espacios no gobernados" y la mirada excesivamente amplia sobre la
"seguridad nacional" que promueve la administración de George W Bush.
—Se dice que América Latina no ocupa un lugar importante en la agenda exterior
de la administración Bush, sobre todo a partir del 11 de setiembre. ¿Cuáles son
las prioridades de Estados Unidos en la región y quiénes los actores más
dedicados a ellas?
—Efectivamente, América Latina no ocupa un lugar prioritario en la agenda de
política exterior en este segundo mandato de Bush. La formación académica y la
experiencia de la nueva secretaria de Estado, Condoleezza Rice, ha sido en la ex
Unión Soviética, Europa y Asia. Ella sabe muy poco de América Latina y le
interesa menos. Lo que sí ocupa un lugar muy importante, y lo vivimos como algo
cotidiano en Miami, es la presión en la política estadounidense de la comunidad
de cubanos anticastristas que residen en Florida. Después de los atentados del
11 de setiembre, y con el lanzamiento de la "guerra global contra el terrorismo"
que hace poco pasó a llamarse la "lucha global contra el extremismo violento"
(para poder englobar más cosas y enfatizar más los aspectos no militares), la
prioridad en la región es Colombia, Venezuela y Cuba. Luego hay temas
bilaterales con México, como la inmigración, que se tratan en el marco
institucionalizado del NAFTA. El resto aparece muy de vez en cuando en la agenda
del Departamento de Estado y del Pentágono.
El organismo oficial que más está al tanto de América Latina, el que hace
diagnósticos y propone políticas para la región, es el Comando Sur, y no la Casa
Blanca o el Departamento de Estado. El Pentágono divide las zonas de interés en
el mundo en cinco comandos regionales y el Comando Sur o Southern Command, con
sede en Miami, tiene la responsabilidad de toda América Latina al sur de México
(que pertenece al Northcom). El Comando Sur, cuyo jefe es el general Bantz J
Craddock, tiene aproximadamente 3 mil efectivos permanentes entre militares
uniformados y funcionarios civiles que se ocupan de América Latina.
—¿Esto supone una cierta militarización de las relaciones de Washington con
América Latina?
—Mientras que Bush no ha visitado la región –está previsto que lo haga en la
próxima cumbre en Mar del Plata, en noviembre–, los dos últimos comandantes en
jefe del Comando Sur han llevado a cabo una verdadera ofensiva diplomática,
realizando más de cien viajes por la región desde 2001. Estos generales están
permanentemente hablando con sus pares, así como con presidentes, ministros de
Defensa, empresarios, líderes de partidos políticos y grupos de la sociedad
civil latinoamericana. En nombre de la guerra contra el terrorismo y el
narcotráfico están promoviendo una mayor cooperación de las fuerzas armadas y
las policías de los distintos países del hemisferio, algo que es muy resistido
sobre todo en el Cono Sur, donde aún están abiertas las heridas dejadas por los
regímenes militares. Por otra parte, la política del Comando Sur es negativa
para la región porque utiliza términos como "populismo radical" y "terrorismo
trasnacional" de una forma muy laxa, englobando muchos gobiernos, actores
políticos e ideologías muy distintos. Más allá del terrorismo, el general
Craddock también visualiza lo que denomina "grupos antiglobalización y los
demagogos antilibre comercio" como enemigos principales de la seguridad
hemisférica. También es preocupante la tesis manejada por el Comando Sur de los
"espacios no gobernados". La idea es que hay ciertas zonas, como la amazónica
–sobre todo en la frontera con Colombia– donde los países no ejercen la
soberanía efectiva sobre su territorio nacional, principalmente porque no tienen
los medios para hacerlo. Según Estados Unidos son zonas donde el terrorismo
internacional podría penetrar. En este marco es que ven a la Triple Frontera
como una zona potencialmente propicia para este tipo de actividades.
—¿Cuánto ha calado en el gobierno de Estados Unidos esa versión militar que
denuncia relaciones de la población árabe de la Triple Frontera con grupos
terroristas?
—En las comisiones de relaciones internacionales parlamentarias ya se han
realizado audiencias sobre la Triple Frontera donde expertos del Departamento de
Estado, la CIA y el Pentágono han presentado informes sobre la amenaza en la
zona, aunque la alarma inicial ha perdido fuerza luego de que Argentina y Brasil
enviaran representantes para mostrar una visión diferente sobre este tema.
Por otra parte, las fuerzas armadas brasileñas están sumamente preocupadas
cuando figuras estadounidenses y del Comando Sur levantan el tema de la
"seguridad ecológica". Temen una posible internacionalización de la selva que
lleve a una intervención extranjera, supuestamente para proteger la
biodiversidad. En el Comando Sur hay gente dedicada al estudio de estas "nuevas
amenazas" y una de ellas es la posibilidad de guerras por recursos naturales
como agua y gas. Por eso están estudiando el Pantanal brasileño y monitoreando
todo lo que pasa en el río Paraná.
—En lo que respecta a la situación política de la región, ¿el Comando Sur
realiza un seguimiento de los movimientos sociales e indígenas?
—Sí. El Comando Sur no sigue de cerca sólo lo militar, sino también lo político,
monitoreando la evolución de la situación en Ecuador, por ejemplo, donde les
preocupa el statu quo en la base área de Manta, desde donde se controla el
narcotráfico y las FARC. También les preocupa la derivación que pueda tener el
problema indígena, y siguen muy de cerca a Evo Morales y a los cocaleros. Gente
del Comando Sur es la que denunció vínculos de estos movimientos con Hugo
Chávez, al que acusan de financiarlos para desestabilizar la región.
El diagnóstico que hace el Comando Sur surge de una definición anacrónica de la
seguridad nacional, una visión poco renovada desde el fin de la Guerra Fría.
¿Quiénes son los "populistas radicales"? Obviamente Chávez. En un principio
algunos veían así a Lula da Silva, Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez. Pero en la
medida que también ejercen influencia asesores más pragmáticos, que ven los
vínculos de una forma menos ideologizada, y en la medida también que estos
gobiernos se mostraron conservadores en su manejo de la política macroeconómica,
se fue bajando el tono de la denuncia.
—Recientemente Roger Noriega renunció a la Subsecretaría de Estado para Asuntos
Hemisféricos argumentando, como lo hizo su antecesor Otto J Reich, que prefería
dedicarse a la más lucrativa actividad privada. ¿Existe un trasfondo más
político en el alejamiento de estas figuras tan resistidas en Latinoamérica?
—Otto Reich es un abogado cubano de Miami que siempre ha estado cerca de grupos
económicos fuertes y de los grupos más duros anticastristas y su actuación
generó una gran resistencia no sólo en América Latina, sino también en Estados
Unidos, incluso entre algunos miembros del Partido Republicano, con el tema
cubano y con Chávez. Noriega es un mexicano-estadounidense que fue asesor del ex
senador Jesse Helms, con una larga trayectoria de extrema derecha. Una de las
tesis que se manejan en diarios como The New York Times y The Washington Post es
que hubo conflictos en el Departamento de Estado, donde algunos preferían
políticas más pragmáticas de bajar el tono con Chávez, que habrían jugado un
papel en la salida de Noriega. Además, la decisión fue quitarle la cartera
cubana y nombrar a Caleb McCarry en el nuevo cargo de responsable para la
coordinación para la transición cubana. McCarry también es cercano a los
anticastristas de Miami, pero tal vez con un perfil menos duro.
Creo que hay una discusión dentro de la comunidad cubana, e inclusive dentro del
Partido Republicano, sobre cuál es la estrategia más adecuada con respecto a
Venezuela y también respecto a Cuba. Hay grupos cada vez más influyentes que
afirman que el bloqueo económico ha fracasado y hay por lo menos un interés por
pensar en otras alternativas. Esto se suma a la presión de los exportadores de
bienes agrícolas así como de los agentes de turismo que no comparten la visión
ideologizada del embargo.
* A principios de agosto Smith estuvo en Montevideo donde dictó un curso en el
posgrado de estudios internacionales de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de la República sobre el papel de las organizaciones de la sociedad
civil en los procesos de integración