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Carta de la APDH a los diputados de las izquierdas: bloques parlamentarios de Pachakutik, MPD y PSE-FA
Señores Diputados: Bloques Parlamentarios de los Partidos PACHAKUTIK, MPD Y PSE-FA
Presente
En las personas de: Ricardo Ulcuango, Luis Villacís, Víctor Granda.
Carta a ser entregada a cada diputado de los partidos nombrados.
Compañeros: Es inocultable que la
mayoritaria población del país clama por un cambio estructural en la esfera
social, política, económica y ética de las instituciones, a través de una
consulta popular y de una Asamblea Constituyente que coadyuven a cambiar esas
estructuras institucionales expropiadas a la ciudadanía, y en nombre de ésta
paradójicamente, por círculos de poder y de una partidocracia que hace años ha
dejado de entender a su pueblo, y no solamente por reformas intelectuales o
tibias a una Constitución devastada.
Es inocultable además, que diversos y muchos
sectores ciudadanos y organizaciones sociales han solicitado cambios
democráticos y profundos en el Estatuto Electoral elaborado por el Ejecutivo,
rumbo a dicha Constituyente, que garanticen una participación mayoritaria,
ciudadana, y ante todo la no hegemonía o cooptación de aquel instrumento
constituyente por parte de los grupos de poder y la partidocracia.
Ha sido público, igualmente, que el Congreso
Nacional y los distintos bloques partidarios se han opuesto, por una u otra
razón, de manera radical y -a nuestro entender- antihistórica, al anhelo de
cambios de la mayoría del país y a los mecanismos de la Consulta y la
Constituyente en pos de aquellas transformaciones siempre prometidas y siempre
aplazadas.
También ha sido pública la diferente opinión,
sobre esa actitud congresil, por parte de bloques parlamentarios de las
tendencias políticas a las cuales ustedes representan.
De una, u otra manera, algunos de ustedes han
expresado públicamente que podrían respaldar o que apoyan la Constituyente,
siempre y cuando se reforme aquel Estatuto Electoral; y, finalmente, que no se
negarían al derecho del pueblo a ser consultado.
Sin embargo, el Congreso Nacional como un todo,
es decir como una de las instituciones en decadencia irreversible y secuestrada
hace años por los grupos de poder, ha decidido radicalizar su postura de negarse
a la Constituyente y la Consulta; a la vez que los grupos de poder económico,
financiero, político y social a los que ese viejo parlamento está ligado, y sus
principales alfiles congresiles, los que representan más nítidamente aquella
decadencia, se han dedicado, en lugar de entender el ya desesperante clamor de
la ciudadanía, a enlodar a los ciudadanos y movimientos sociales, grupos
civiles, organizaciones populares y sociedad civil en general, que no de hoy,
sino desde hace años, vienen reclamando por el derecho a ser consultados y por
la realización de un Proceso Constituyente que cambie totalmente las reglas del
juego, sobre todo a partir del 20 de abril.
Esos grupos de poder y mafias partidarias (porque
se explican a sí mismas en un sentido corporativo de 'cosa nostra' en lugar de a
la nación), hoy dedican sus esfuerzos a amenazar con la búsqueda de elecciones
adelantadas que, bajo las actuales reglas de juego impuestas por la
partidocracia, solo beneficiarían a los mismos grupos de poder. Ultimamente,
incluso, han llegado al extremo de generar la intervención de la desgastada OEA,
brazo de los EEUU para la región durante décadas, como consta en sus acciones, a
la que han pedido la aplicación de la llamada 'Carta Democrática', la misma que
otros grupos de poder y elites intentaron aplicar contra Venezuela, Cuba,
Bolivia y, ante todo, el Ecuador, evidenciando con dicha medida desesperación,
pero ante todo una irresponsable voluntad política de internacionalización de la
crisis ecuatoriana, cuya resolución solamente compete al pueblo ecuatoriano, a
los ecuatorianos.
Finalmente, ante el despertar ciudadano y la
legítima cuanto mayoritaria animadversión ciudadana contra ese Congreso y la
partidocracia, esos sectores han llegado al increíble de 'buscar otra ciudad
para instalar el parlamento si las cosas siguen como están'. El fantasma de
abril retorna y la misma conducta del anterior parlamento presidido por
Quintana, emerge ahora en el parlamento hegemonizado por las derechas y los
populistas.
Empero, ha llamado la atención que en varias
entrevistas públicas, diputados de sus partidos hayan caído, otra vez, en aquel
peligroso juego y lleguen a argumentar que, de darse ese traslado, que es más
que un cambio geográfico, simplemente cambiarán sus vestimentas para 'adecuarse
al calor de aquellas ciudades donde el Congreso se reúna', dando por hecho que
ese tipo de iniciativas es un asunto de vestimentas y temperaturas, no un tema
político.
Estamos conscientes que algunos de ustedes no han
hecho parte de los grupos de poder y que han sostenido, en el pasado, o el
presente, posturas de dignidad que les diferencia de aquella vieja República que
se resiste a morir; pero a la vez, somos conscientes de que, desde ese agotado
espacio de poder que es el Congreso, poco han hecho, poco pueden hacer, y que su
presencia, tanto en abril, y sobre todo hoy, más bien contribuye a legitimar la
hegemonía de los grupos de poder y la sin razón de los clanes oligárquicos
partidistas.
Por eso les proponemos, fraternal y
enérgicamente, a definirse, hoy, cuando aún creemos que no es 'demasiado tarde'
para ustedes y las organizaciones partidarias que representan:
Algunos de ustedes han citado públicamente, que están dispuestos a abandonar sus
cargos inmediatamente si se instaurara una Constituyente.
Reconocemos la pulcritud de esas declaraciones. Pero, a la vez, sostenemos que
bastante contribuiría al derrumbamiento de la vieja república, a la derrota de
los grupos de poder de los que ustedes han citado ser adversarios, al
desmoronamiento definitivo de la hegemonía oligárquica en el Congreso y en el
resto de la secuestrada institucionalidad del país; y, finalmente, a los anhelos
populares, su decisión política desprendida e irrevocable de poner hoy a
consideración del pueblo sus renuncias, de apoyar un Proceso Constituyente
profundo, no solo con la palabra empeñada, y de que están de acuerdo con el
derecho ciudadano a Consulta Popular, que es un elemento real de ejercicio de
una democracia directa, no de papel.
Su renuncia, ahora, no a futuro, sería parte
favorable, y no contraria, de esta imparable ola social y civil que -tarde o
temprano- barrerá con la vieja república. Se trata, pues, de no perder más
tiempo, de prepararse desde sus creencias y movimientos a aportar con propuestas
nítidas, no solo al mejoramiento de aquel Estatuto Electoral, sino a la propia
Constituyente. Se trata de diferenciarse en los contenidos y las formas, de
aquella mayoría congresil oligárquica y de los grupos de poder, que han
invisibilizado completamente posturas distintas y respetables en su seno. Se
trata, en síntesis, de sintonizar hoy, no demasiado tarde, con su propio pueblo.
Finalmente, se trata de recuperar el respeto de
su pueblo, el respeto a las ideologías y políticos que en la trilogía
pensamiento-sentimiento-acción representan cambios. Se trata de que ustedes
mismos ayuden a que se vuelva visible aquella borrada y borrosa línea que, algún
día, diferenció, en el ejercicio del poder, en las decisiones tomadas o por
tomar, en la conducta, a las izquierdas de las derechas. Mucho han contribuido
al cansancio fatal de la ciudadanía, y al peligroso pero entendible reclamo a
todos, esa pérdida de norte y de sintonía con su pueblo. Nos duele mucho que,
debido a esa 'delgada línea roja' que muchos atravesaron en los últimos años,
haya cientos de miles de compatriotas, especialmente jóvenes, que crean que todo
es lo mismo, que todo es igual, que nada cambiará nunca, que no hay ninguna
diferencia ni profunda ni formal entre izquierdas y derechas. Denle una
respuesta, histórica, aún hay tiempo, a ese desesperante clamor de las mayorías.
La decisión de renuncia no puede esperar más
tiempo. Contarán, en medio del desconcierto, con un abrazo sencillo, el nuestro,
de reconocimiento y de respeto aquellos que su última promesa la concreten.
Ojalá fuesen todos ustedes los que pongan sus renuncias, pero reconocemos que
esa decisión será difícil, insoportable en algunos casos, suicida en otros, pero
siempre digna, visionaria, histórica.
No piensen que nadie en el pasado cometió gesto
tan valiente. Hubo un ecuatoriano que renunció voluntariamente a su puesto
parlamentario, a su condición de congresista, a su fugaz ejercicio de poder:
JUAN MONTALVO.
Ese ecuatoriano lo hizo un día, porque antepuso sus ideales a las fugaces
realidades del poder.
Con fraternal respeto, pero con enérgico sentido
de demanda, convocamos a ustedes a que acepten esta solicitud. Tenemos la
esperanza de que Juan Montalvo no sea la excepción histórica en la dolorosa
realidad política del Ecuador contemporáneo. Algunos de ustedes quizá respondan
airados, otros tal vez ni siquiera respondan. Ojalá varios de ustedes, uno solo,
entienda el latido de su pueblo.
Ayuden a cambiar esta historieta para que
podamos, juntos, construir la verdadera historia. Ayuden a cambiar la
tragicomedia actual por un guión nacional de dignidad duradero. Ayuden a que
bien muera, es necesario, la republiqueta que está por morir, y a que su pueblo
pueda parir una nueva República.
Atentamente,
Alexis Ponce Vocero APDH del Ecuador