Latinoamérica
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Ecuador en contra del Tratado de Libre Comercio
Marco Villarruel Acosta (*)
Crece en Ecuador la oposición al Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados
Unidos. El presidente Palacio no encuentra respaldo para sumarse al mismo.
Inesperadamente, sin que nadie lo pueda prever, estos momentos se convirtieron
en trascendentales dentro del proceso de firma del Tratado de Libre Comercio,
puesto que cada vez más importantes sectores de la sociedad ecuatoriana se
oponen a su suscripción.
El gobierno del presidente Alfredo Palacio no encuentra dentro de las Cámaras
de las Producción ni entre los sectores afines a la embajada norteamericana el
respaldo necesario que le permita firmar con tranquilidad este instrumento
internacional, tras del cual están Perú y Colombia.
En los pasados días el movimiento indígena liderado por la Confederación de
Indígenas del Ecuador (CONAIE) con otras organizaciones menores se tomaron las
calles de la ciudad de Quito para expresar de manera definitiva su oposición a
la firma del TLC, especialmente porque consideran que acabará con la pequeña
producción del agro ecuatoriano.
En el Ecuador se ha conocido que los subsidios norteamericanos a sus
agricultores ascenderían a 160 mil millones de dólares, lo cual significa que
sus productos agrícolas se venderían a precios más bajos que los locales con lo
que se aniquilaría totalmente la producción nacional, especialmente el maíz.
Definitivamente nada está claro en esta negociación sobre alimentos. Ahora que
se ve de cerca el mercado invadido de productos norteamericanos y a través de
ellos los que vengan de terceros países porque estarán amparados con otros
convenios. Recordemos nomás el trato discriminatorio que nos han proporcionado
otros países pequeños por cuanto están atados por compromisos económicos y
políticos.
Han sido 18 meses de negociaciones entre una superpotencia mundial con una
megaeconomía con tres pequeños países, que ni siquiera alcanzan en sus productos
internos lo que mueven algunas de las grandes multinacionales norteamericanas.
Si bien ningún acuerdo en concreto se ha logrado en temas agrícolas, tampoco se
ha avanzado en lo relacionado a la propiedad intelectual, donde la información
que avala la validez de un medicamento es motivo de conflicto entre los Estados
Unidos, que son los representantes de las más grandes multinacionales
farmacéuticas del mundo, y desean a todo dar la firma de estos acuerdos porque
sí expandirían y asegurarían sus mercados, en detrimento de los intereses de las
empresas europeas, que verían disminuidas las posibilidades de vender en estos
países andinos.
Es difícil entender de qué manera le beneficiaría a una economía tan pequeña
como la ecuatoriana la firma de un tratado con la mayor potencia económica del
mundo. Hay la sensación que entre las pocas personas que apoyan el TLC más bien
están los que ya tienen negocios en funcionamiento o que lo hacen por motivos
políticos.
Pero las posiciones dentro del imperio tampoco son uniformes. Hay legisladores
de varias tendencias que opinan que no se debería obligar a los países pequeños
a firmar el TLC porque serían abrumados por los Estados Unidos y porque, según
ellos, se incrementaría el tráfico de drogas.
Tibias declaraciones de los presidentes de Colombia y Perú, Alvaro Uribe y
Alejandro Toledo respectivamente, se han escuchado en estos días porque la
ambición de los negociadores de Estados Unidos es tan abultada que han asustado
a sus propios defensores de antaño.
Lo cierto es que el gobierno de Palacio no la tiene nada fácil para firmar el
TLC, pero también existe el riesgo que quiera en su interior ³pasar a la
posteridad² como un presidente que se arriesgó y no dejarle al próximo ninguna
posibilidad de ganarle imagen.
Los negociadores ecuatorianos deben dejar inmediatamente la ciudad desde donde
se hacen las conversaciones e informar al país la magnitud de lo que se quiere
negociar y cuanto se afectaría nuestra economía. Su obligación es declarar sobre
los temas tratados secretamente porque las consecuencias tienen que ver con el
futuro del país.
(*) Marco Villarruel Acosta es Decano de la Facultad de Comunicación Social de
la Universidad Central de Quito, institución que participa en la red de
corresponsalías de APM