Latinoamérica
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Explicación de la organización marxista "Clase contra clase"
Porque llamamos a anular el voto o a no
votar...
Nicolás Miranda
Clase contra clase
Alentado por la campaña electoral, generado por la realidad política y
social, alimentado por el temor de los patrones y sus políticos patronales,
actualizado día a día por las luchas de la clase trabajadora y el pueblo pobre,
el debate nacional sigue centrado en la discusión de la concentración de la
riqueza y la desigual distribución de los ingresos, cuestionando el llamado
modelo chileno. Todos los candidatos presidenciales deben dar cuenta de este
gran debate nacional que viene incrementándose. Ninguna de sus políticas avanza
en la única respuesta que puede avanzar en dar una resolución integra y efectiva
a los problemas que lo generan.
Los términos del debate...
Para los obispos, voceando a ese gran partido de la reacción que es la Iglesia
Católica, se trata de una escandalosa desigualdad.
Para los patrones que se suman a esta preocupación (como Felipe Lamarca), con un
poco más de lucidez que aquellos otros que se mantienen en una defensa cerrada
del llamado modelo (como Bruno Philippi), se trata en lo fundamental de un
problema de concentración económica que impide el verdadero despliegue de las
leyes del mercado, lo que generaría desigualdad, que puede deslegitimar los
fundamentos del modelo, al que entonces critica- en este aspecto- para
corregirlo y prevenir el curso de deslegitimación que se comienza a recorrer (lo
que, por otra parte, preanuncia una línea divisoria, entre este sector que
critica para relegitimar, y aquel otro sector que se niega a la sola idea de
señalar la necesidad de corregir algo aunque sea para relegitimarlo).
Para los políticos patronales, se trata de recorrer esta política que marca un
sector de sus jefes los patrones, enfatizándola para capturar votos de la clase
trabajadora y el pueblo pobre. Así cada uno tiene su énfasis en este o aquel
tema referido a la desigualdad. A la que entienden como un problema de
distribución del ingreso, lo que les plantea la necesidad de acortar las brechas
entre los más ricos y los más pobres.
Los tres candidatos, Bachelet, Lavin y Piñera, sin embargo, coinciden en avanzar
en aumentar la sobreexplotación de la clase trabajadora, fuente principal de las
ganancias multimillonarias y estratosféricas de la clase patronal, junto con el
saqueo de nuestras riquezas naturales, legislando sobre la flexibilidad laboral.
Así como ahora mismo todos los parlamentarios, de la Concertación y la derecha,
están legislando sobre la subcontratación, que no es más que una variante de la
flexibilización, que aumenta la precarización, la explotación de la clase
trabajadora (y la CUT, cogobernada por el PS y el PC, nada dice hasta ahora al
respecto).
Las diferencias entre los tres, en lo fundamental, están en los métodos para
este fin de flexibilizar, de aumentar la explotación de la clase trabajadora
enriqueciendo así a la clase patronal. La Concertación, un método más mediado,
dialogado, buscando presentarse falsamente como "amigos del pueblo", canalizando
las luchas de la clase trabajadora, sentándola en las siempre estériles mesas de
diálogo social permanente. La derecha, recurre más a métodos de choque,
directos, casi sin mediación alguna.
Por otra parte, los términos del debate para Hirsch y el pacto Juntos Podemos
Mas (PH, PC, MIR, y muchos otros más), son más o menos los mismos. En palabras
de T. Hirsch: "Creemos que se necesita un cambio profundo y radical,
reemplazarlo por uno que mejore la distribución del ingreso" (El Mercurio,
10/9). Y no se trata sólo de T. Hirsch, también son los términos del debate del
PC. Veamos un solo ejemplo, en boca de Lautaro Carmona: "Durante mucho tiempo
sólo nosotros acusábamos en nuestros documentos que Chile tenía la peor
distribución de la riqueza, era un discurso solitario y frecuentemente acusado
de 'añejo', sin embargo hoy es un tema que a costa del empeño de las
organizaciones sociales y sindicales, a costa de nuestro esfuerzo también, está
en todas las agendas" (El Siglo, 4 al 10/11). De esta manera, criticando al
modelo, en base a otras políticas, la conclusión debe ser también la necesidad
de redistribuir.
... y lo que el debate es
Ya en octubre del 2004, desde estas páginas comenzamos a plantear que venía
emergiendo una tendencia a nueva cuestión social. Desde entonces, el debate
público nacional ha ido avanzando más y más. Se viene centrando, como acabamos
de plantear, en la distribución del ingreso y la concentración de la riqueza,
concluyendo en la necesidad de redistribuir mejor, y acortar la brecha entre
ricos y pobres.
Lo cierto, es que la tendencia a la emergencia de una nueva cuestión social,
tiene raíces en la propiedad privada de los medios de producción, que se basa
fundamentalmente en el sometimiento de nuestro país al imperialismo, en el
saqueo de nuestras riquezas naturales y en la sobreexplotación de la clase
trabajadora.
Pero emerge ante lo que también hemos denominado desde estas páginas una
tendencia al agotamiento lento y controlado del neoliberalismo en Chile,
planteando que los políticos patronales no pueden seguir gobernando como hasta
ahora. Que, más allá del enlentecimiento aún mayor por el moderado veranito de
san juan económico, a la Concertación le resulta cada vez más difícil seguir
presentándose como "amigos del pueblo", que la derecha se debe ir reposicionando
como un "polo reaccionario" (ver CcC n° 88). Todo lo que se ve reflejado en las
continuas y múltiples crisis de los partidos patronales (más en la derecha que
en la Concertación, pero también en esta) por cualquier evento. En los
pretenciosos intentos de reingeniería política- con la ilusión aristocrática de
que las clases no existen o son arcilla maleable- y las federaciones
socialdemócratas (PS, PPD, PRSD y algo más), las nuevas alianzas de centro (RN,
DC, UDI replanteada), los partidos populares, etc. Todo reflejando
realineamientos de las bases sociales de los partidos, que tienden a perder
raíces entre las clases sociales.
Y es el efecto de que la Concertación y la derecha administran los intereses de
sus jefes, los patrones. Por eso es que la clase trabajadora y el pueblo pobre
no debe votar por sus verdugos.
Así que de lo que el debate verdaderamente se trata, es de que se van planteando
mejores condiciones para el cuestionamiento no a los efectos distributivos, sino
a las causas de la desigualdad que la tendencia a la emergencia de una nueva
cuestión social comienza a poner nuevamente en el tapete: la propiedad privada
de os medios de producción, que se basa fundamentalmente en el sometimiento al
imperialismo, en el saqueo de nuestras riquezas naturales, y en la
sobreexplotación de la clase trabajadora.
¿Será canalizado el debate a la discusión de los efectos, de la distribución del
ingreso, dejando intactas una vez más las causas?
La clase trabajadora pugna por comenzar a entrar en escena
En este escenario que tiende a emerger, hay un elemento más, la tendencia a la
recomposición de la clase trabajadora, que también venimos planteando desde hace
tiempo en estas páginas.
Y que plantea la necesidad de avanzar a una política de la clase trabajadora
independiente de toda variante patronal que, presentándose como amigos del
pueblo, progresistas, democráticos, la lleven nuevamente a subordinarse a algún
sector de la clase patronal, medianos o pequeños, castigado por el
neoliberalismo, como plantean en su programa, tanto el Pacto Juntos Podemos Más
como el PC.
Por eso el Pacto Juntos Podemos Más tampoco es una alternativa. Porque entra en
los términos del debate: la distribución del ingreso. No lucha porque la clase
trabajadora y al pueblo pobre se vaya preparando para volver a luchar contra las
causas del debate nacional que se viene planteando: la propiedad privada de los
medios de producción, que se basa fundamentalmente en el sometimiento de nuestro
país al imperialismo, en el saqueo de nuestras riquezas naturales y en la
sobreexplotación de la clase trabajadora.
Por el contrario. Llaman en sus programas a la alianza amplia con otros sectores
sociales, extendiéndolo hasta los sectores de los patrones medianos y pequeños.
En este sentido, por ejemplo, y en términos electorales, dejan abierto el voto
de la segunda vuelta, con sectores progresistas del pacto que votarían por
Bachelet. Y se plantean el problema de la distribución de la riqueza, pero
dejando la fuente de la desigualdad intocable. De esta manera, reafirman su
política de colaboración de clases, que es la subordinación de la clase
trabajadora a alguna variante patronal.
Es así que, para tomar sólo un ejemplo (y podría ser cualquier otro), candidatos
del pacto tienen como preocupación que la mala distribución del ingreso sea
motivo de "estallidos sociales", que no son más que la justa lucha de la clase
trabajadora contra la explotación patronal: "el acento de la campaña en la
redistribución del ingreso y en el pago de los impuestos a las grandes empresas
que hoy pagan sus impuestos en Santiago y no en regiones (...) fortalecimiento
de las micro y pequeñas empresas de nuestra región y de nuestro país (...) La
concentración de la riqueza en pocas manos (y especialmente en las grandes
corporaciones transnacionales) nos coloca en una situación explosiva desde el
punto de vista social, al que debemos atender con urgencia" (Tomás Bize Brintrup,
candidato a senador por la X Región de Loa Lagos- El Siglo, 11 al 17/11).
Por esto, es que tampoco llamamos a votar por el pacto Juntos Podemos Más. Sino
que llamamos a anular el voto o a no votar.
Planteamos que es necesario luchar por construir un partido de trabajadores
revolucionario, con una política de clase independiente, para que la clase
trabajadora, en alianza con el resto de los explotados y oprimidos, se prepare
para retomar la lucha- que será larga y llena de obstáculos- por una República
de los Trabajadores y el pueblo pobre basado en sus organismos de democracia
directa de la clase trabajadora.