Latinoamérica
|
La mayor deuda del PT
Leonardo Boff
La gran deuda del PT no es financiera. Es política y ética. Los eventos
ocurridos en los últimos meses involucrando la corrupción moderna dentro del
grupo de dirección del partido tuvieron un efecto devastador en la población,
especialmente en aquellos que alimentaban un sueño histórico de cambio de rumbo.
Estaba vigente una gran apatía política, como en el resto del mundo entero. Pero
con el arribo del PT y con la irrupción carismática de Lula ascendió la llama de
la liberación tan ansiada. El slogan de campaña "ahora es Lula" quería decir:
ahora no hay otra opción, es tiempo de otro tipo de sujeto histórico en el
poder, de otra política, de otro proyecto Brasil, de otra vía para la inclusión
y sustentabilidad del desarrollo nacional. Todo se haría sobre la égide de la
ética, de la transparencia y de una articulación orgánica y dinámica del
Gobierno con las bases de la sociedad. Toda una generación sería movilizada.
Después de dos años y medio no fue lo que ocurrió. No cabe aquí analizar los
constreñimientos sistémicos, las fragilidades personales de los actores
políticos, la falta de osadía, aquello que Maquiavelo llama con razón la "virtú",
la capacidad de captar el sentido profundo de la historia e intervenir en ella
para inaugurar un nuevo rumbo. Falto todo eso. Tristemente.
Pero lo que más duele es la repetición simplona de la ruina original. Estratos
importantes del partido han sucumbido a las cantilenas ilusorias del gran
tentador, el poder como ventaja personal y partidaria, ante el escalofrío de la
ética del interés general y del bien común. Habían cambiado la perla más
preciosa que poseían, la ética, por baratijas de vendedores callejeros. La
decepción provocada es, en términos políticos, imperdonable. Ella exige
reparación. Caso contrario los dirigentes recibirán la maldición del pueblo y el
desprecio de los militantes.
¿Por qué esta traición es grave? Porque en el actual contexto brasileño y
mundial el regreso a la ética era la forma de compensar el vacío de la utopía.
Esta se encuentra en decadencia en el mundo entero. La ética abría un horizonte
de esperanza de que un pacto alrededor de valores morales pudiera suprimir las
deficiencias de la práctica política, viciada por intereses clasistas y por
ideologías de baja intensidad. La ética en la política movilizó a los actores
más generosos y comprometidos, como Betinho y el Lula de las luchas sindicales y
de la nueva democracia participativa.
La traición a la ética hace que la política regrese a ser vista nuevamente como
el mundo del indecente, de los propósitos inservibles, de los negocios
fraudulentos y de la corrupción. Esta lectura hace injusticia a los políticos
serios dentro del PT y dentro de otros partidos. Ella induce a tomar la política
in malam partem, por su perfil patológico, lo que es erróneo, porque la
política en sí no es eso. Por cierto, lo patológico siempre arremete contra lo
sano que es la referencia de base.
Compete al PT rescatar su opción originaria. El nació y se estructuró por más de
dos décadas con esta intención, de ser conducto de las transformaciones
necesarias. Por causa de un pecado no puede perder toda la gracia acumulada. La
gracia tiene más derecho que el pecado. El partido puede regresar al primer amor
ahora madurado por la humillación.
El PT debe pagar la deuda ética con una moneda de humildad y de coherencia. Los
valores que propone deben también vivirlos y testificarlos en todos los niveles.
Por ahí comienza el rescate y se renueva la esperanza. Ahora es mirar hacia el
frente y caminar.
Teólogo brasileño
lboff@uol.com.br
ADITAL, Noticias de América Latina y el Caribe. 21.11.05