Latinoamérica
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¿A dónde va Chávez?
Manuel Cabieses Donoso
Punto Final
Esta entrevista a Hugo Chávez Frías, presidente de la República Bolivariana
de Venezuela, se efectuó el 27 de julio. El escenario: un patio en el piso
superior del palacio de Miraflores que Chávez ha convertido en jardín. A veces
juega allí con su nieto.
Entre las plantas hay una hamaca para el descanso.En un ángulo del patio, Chávez
tiene su escritorio a la sombra de un bohío caribeño. Es el rincón privado donde
lee, escribe y recibe visitas informales.
En estos días está leyendo "Memorias de ultratumba", de Chateaubriand, que le
obsequió el vicepresidente José Vicente Rangel. El presidente está dentro de
Miraflores, pero lejos del protocolo palaciego. Desde la calle suben gritos de
vendedores y el ruido de vehículos que le quitan sosiego al rincón campesino en
que Chávez quiere aislarse.
Nacido hace 51 años en el poblado de Sabaneta, Estado Barinas, en el seno de una
familia muy modesta, Chávez se ha convertido en un arrollador fenómeno político
a escala latinoamericana. Desde luego, en su país es el presidente sobre el cual
más libros -a favor y en contra- se han escrito. Sin mencionar que de su
Constitución Bolivariana se han publicado millones de ejemplares.
Desde el 6 de diciembre de 1998, en que ganó la presidencia con 56,24% de los
votos, no ha cesado de ganar confrontaciones electorales -incluyendo el
referéndum del 16 de agosto de 2004 sobre su permanencia en el cargo-. La
legitimidad democrática de su mandato se ha convertido en contundente desmentido
a la campaña internacional que dirige Estados Unidos contra su gobierno. Las
encuestas -de empresas privadas opositoras, algunas norteamericanas- le
acreditan más de 70% de apoyo popular. Eso le asegura la reelección en diciembre
de 2006.
La oposición se ha destrozado a sí misma intentándolo todo para derrocar o
asesinar a Chávez. Incluyendo el golpe de Estado de abril de 2002, el paro
patronal y sabotaje petrolero de dos meses, en 2003, que causó pérdidas por 14
mil millones de dólares a la economía venezolana.
En diciembre de este año se le presenta una nueva oportunidad porque hay
elecciones parlamentarias (en Venezuela, esa rara "dictadura" que describe la
oposición, hay elecciones a cada rato). Sin embargo es difícil que una oposición
diezmada y carente de principios democráticos saque lecciones de sus propias
torpezas. El pasado 1º de agosto hubo elecciones municipales y aunque la
abstención en esos eventos siguió siendo muy alta, un 68,4%, la alianza de
gobierno eligió el 80% de los concejales. El Movimiento V República, de Chávez,
alcanzó por sí solo el 58% de los votos. El principal partido de oposición,
Acción Democrática, socialdemócrata, obtuvo 18%. Otros grupos menores llamaron a
no votar, jugando con oportunismo a la tendencia histórica de las elecciones
municipales que llegó a una abstención de 76,3% en los 40 años que gobernaron AD
y el socialcristiano partido Copei.
Chávez y su gobierno, más allá de la revolución bolivariana que realizan en
Venezuela, se han convertido en surtidor de iniciativas de integración y
hermandad en América Latina y el Caribe. A través de la integración -a cuya
disposición pone el enorme potencial energético de Venezuela-, el gobierno de
Chávez divisa un camino inédito al socialismo. Porque después de seis años y
medio de tormentoso gobierno, enfrentando a un poder imperial implacable en sus
designios e inescrupuloso en sus métodos, Chávez ha llegado a la conclusión que
sólo el socialismo -despojado de lastres burocráticos, dogmatismos ideológicos y
errores del pasado- puede traer justicia social y derrotar la pobreza.
Ha comenzado por un ensayo de poder popular en su propio país de 24 millones y
medio de habitantes. Pero a la vez ofrece al vecindario el respaldo de la
riqueza petrolera y gasífera venezolana, que permitiría construir nuevos
instrumentos de integración regional. Una integración en todos los ámbitos,
desde lo económico hasta lo político. Chávez, sin duda, juega fuerte. Su apuesta
puede resultar porque, desde luego, ha provocado un sorprendente interés en
América Latina por volver a discutir los temas del socialismo a la luz del
fracaso y desprestigio del neoliberalismo.
Esa resurrección del viejo fantasma que aterroriza a los privilegiados, se
sustenta en la vasta corriente de apoyo popular que en América Latina acompaña a
la revolución bolivariana de Venezuela y que provoca profunda preocupación a
Washington.
De estos temas hablamos con el presidente Hugo Chávez. Pero también de "Punto
Final", que en septiembre cumple 40 años de su fundación. Por ahí, en realidad,
se inició la conversación.
"¿Cuarenta años cumple Punto Final, Manuel?" -Cuarenta años, presidente. Claro,
hubo un largo intervalo: 17 años de dictadura militar. La revista estuvo
clausurada desde el 11 de septiembre de 1973 hasta agosto de 1989. Durante un
tiempo apareció en México bajo la dirección de Mario Díaz, un periodista chileno
que vivió parte de su exilio aquí, en Venezuela.
"Pero lo que ustedes rescatan es el año de su nacimiento... En 1965".
En efecto: el tiempo perdido es un tiempo que también nos pertenece...
"¿Y el nombre Punto Final de dónde salió?" _De una conversación con Mario Díaz,
mi camarada en esta aventura. La idea era poner punto final a un tema, es decir
agotarlo. Sobre todo aquellos asuntos censurados por la publicidad comercial, la
restricción del espacio u otras formas de censura que limitan la libertad de
expresión de los periodistas.
"O sea, llegar al fondo de un asunto, sin limitaciones, sin mordaza...".
En efecto, esa era la idea y sigue siéndola.
("Pasa, pasa compadre, siéntate aquí -se dirige al fotógrafo Marcelo García-.
Pero esta foto así, separados por una mesa, no me gusta... Vamos a conversar
allá". Chávez indica el pequeño jardín vecino. Terminadas las fotos, entramos en
tierra derecha en la entrevista).
Presidente: lo primero que quiero plantearle es el interés por conocer algunas
ideas sobre una discusión que usted mismo ha provocado, tanto en Venezuela como
en América Latina. Me refiero al socialismo del siglo XXI. El tema es muy
atractivo para los lectores de "Punto Final" y para la Izquierda en general en
muchos países. Imaginar un nuevo socialismo es todo un desafío, no sólo
intelectual sino político. Me parece que su intención es que un conjunto de
ideas sean elaboradas por amplios sectores sociales y políticos, no esperar la
receta de un Carlos Marx que nos ilumine sobre lo que hay que hacer. Sin
embargo, usted puede estimular esta discusión con algunas ideas y propuestas de
lo que considera debería ser el socialismo del siglo XXI.
"Mira, Manuel, lo primero -permíteme- es felicitar a Punto Final por sus
cuarenta años de batalla, sembrando ideas revolucionarias y abriendo las anchas
alamedas de que habló nuestro compañero presidente Salvador Allende. Y también
saludar por intermedio de PF al pueblo chileno y a todos los pueblos
latinoamericanos.
Ahora entremos al tema del socialismo del siglo XXI. Primero, en lo personal se
trata de un asunto de conciencia. ¿Por qué? Porque uno viene evolucionando en su
pensamiento. En mi caso he venido adquiriendo experiencia y recogiendo ideas
producto de esa dialéctica que se reproduce entre la teoría, los debates, las
discusiones y la práxis de lo que está ocurriendo en Venezuela. Estos seis años,
Manuel, han sido muy ricos, nos han nutrido desde el punto de vista de las
ideas. Han alimentado nuestro pensamiento. Como sabes, estoy pronto a cumplir 51
años (al día siguiente de esta entrevista. N. de PF). Comencé en esta lucha allá
por los años 80. Recordaba hace un rato con Beto Almeida (dirigente social
brasileño. N. de PF), que poco antes de los 80 comenzamos a formar en el seno
del ejército una corriente bolivariana y nacionalista que ni siquiera se
planteaba una revolución. A mediados de los 80 propuse a mis compañeros
militares agregar la letra R -de revolución- a la sigla de nuestro movimiento
que se llamaba EB-200 -Ejército Bolivariano 200 porque en 1983 era el
bicentenario del nacimiento de Bolívar-. El movimiento nació en 1982 en un acto
simbólico. En realidad, era una pequeña célula clandestina. Por el año 87, dimos
una discusión que fue dura. El movimiento había crecido pero todavía éramos
pequeños grupos, que al fin nos definimos como un movimiento bolivariano
revolucionario. Lo que perseguíamos era eso, una revolución, una transformación
política, social, económica y cultural inspirada en el planteamiento de Bolívar.
Diseñamos así lo que hemos llamado el 'árbol de las tres raíces', que es nuestra
fuente ideológica. Consiste en la raíz bolivariana (su planteamiento de igualdad
y libertad, y su visión geopolítica de integración de América Latina); la raíz
zamorana (por Ezequiel Zamora, el general del pueblo soberano y de la unidad
cívico-militar) y la raíz robinsoniana (por Simón Rodríguez, el maestro de
Bolívar, el Robinson, el sabio de la educación popular, la libertad y la
igualdad). Este 'árbol de las tres raíces' dio sustancia ideológica a nuestro
movimiento...".
REVOLUCION ANTIIMPERIALISTA
¿Pero entre ustedes había militares con formación marxista? _"Sí, los había. Mis
primeros contactos con el mundo político, por ejemplo, fueron con un ex
guerrillero venezolano a quien respeto mucho, Douglas Bravo. Me reuní con él
varias veces, incluso antes que naciera nuestro movimiento.
Douglas dirigía el movimiento Ruptura, que tenía una revista del mismo nombre.
(Bravo procedía del PCV y fue comandante de las Fuerzas Armadas de Liberación
Nacional -Faln- en los años 60. N. de PF). Luego me reuní también con la Causa R
originaria, aquel movimiento que fundó Alfredo Maneiro, de claro planteamiento
marxista. Sin embargo, eran los años en que comenzaba a resquebrajarse la Unión
Soviética. Vimos cómo el planteamiento socialista fue desapareciendo, incluso en
los círculos y publicaciones que venían del marxismo, y algunos hasta de la
lucha armada. Luego vino en Venezuela la rebelión militar del 4 de febrero de
1992. Pero este movimiento bolivariano no tenía un planteamiento socialista. Si
revisas declaraciones mías de esos años, cuando nos preguntaban si éramos de
Izquierda o derecha contestábamos: 'No, no, esa división no existe'. Era una
posición neutra, desconectada de la realidad pero muy influida por todo aquello
del 'fin de la historia', la caída de la URSS, etc. Luego viene la fase actual:
llegamos al gobierno en 1999 y se formula el planteamiento de la revolución
bolivariana que da un salto -como debes recordar- después del golpe de Estado de
abril de 2002. Es entonces cuando esta revolución se declara antiimperialista.
Nunca lo habíamos asumido así. Fue la respuesta que dimos al golpe y nuestro
pueblo lo asumió con mucho vigor".
¿Una réplica a la intervención imperialista en el golpe? _"Exactamente. Fue una
respuesta a lo que estábamos viviendo. Quizás, Manuel, en los primeros años de
nuestro gobierno -y te confieso que yo lo viví aunque por poco tiempo- hubo la
ilusión de que podíamos estar bien con Dios y con el diablo. Alguna gente que se
me acercó y que hasta cierto punto me rodeó en este palacio -tu sabes que en
torno al poder y a quienes personificamos parte del poder, se van generando
anillos de influencia-, llegó con un discurso de 'no hay que buscar conflictos,
hay que buscar consensos'. Me dejé llevar por esa línea en los primeros años.
Eran los días de mis reuniones con Clinton y con altos empresarios
estadounidenses. Fui al Fondo Monetario Internacional, estuve en la Bolsa de
Nueva York y toqué el martillo ése... Pero llegué a descubrir, Manuel, porque
soy del monte y el montuno desarrolla un instinto especial, que me tenían
cercado. Una madrugada me metí a la central telefónica de palacio y descubrí que
allí tenían instrucciones de no pasarme ciertas llamadas. Por ejemplo las
llamadas de Fidel Castro estaban anotadas en el libro, pero no me las pasaban.
Porque en el grupo que me rodeaba había la tesis que la relación con Fidel
Castro no era positiva ni necesaria".
NO HAY "TERCERA VIA"
¿Y esa gente tenía autoridad para dar ese tipo de instrucciones a la central
telefónica? _"Pero claro. ¿Tú no recuerdas que tuve de ministro del Interior a
Luis Miquilena, por ejemplo? El fue uno de los que articuló un férreo cerco en
torno mío... Y tuve de ministro en la Secretaría de Gobierno nada menos que a
Alfredo Peña. Y aquí venía Cisneros a almorzar con Peña(*). Hasta que me fui
dando cuenta que me habían montado un cerco. Entonces yo era un muchacho, pero
uno va madurando. Un general amigo, un sabio, el general Pérez Arcay, me dijo:
'Hugo, tienes que graduarte de viejo. Aunque tengas 40 años debes ser un viejo,
tienes que aprender rápido, no puedes esperar llegar a viejo, madura ahora'. El
me ayudó a abrir los ojos.
Perdona, Manuel, que tienda a alargar las respuestas, pero este tema de la
ideología nunca lo había analizado como ahora, desde una perspectiva lejana.
Bueno, ¿qué produjo todo esto? Golpe el 2002, paro patronal, sabotaje petrolero,
contragolpe, discusiones y lecturas. Llegué a la conclusión -asumo la
responsabilidad porque no lo discutí con nadie al hacerlo público en el Foro
Social Mundial de Porto Alegre- que el único camino para salir de la pobreza es
el socialismo.
En una época llegué a pensar en la tercera vía. Andaba en problemas para
interpretar el mundo. Estaba confundido, hacía lecturas equivocadas, tenía unos
asesores que me confundían todavía más. Llegué a proponer un foro en Venezuela
sobre la tercera vía de Tony Blair. Hablé y escribí mucho sobre un 'capitalismo
humano'. Hoy estoy convencido que es imposible. Pero esto ha sido producto de
seis años de dura brega y de aprender de mucha gente. Me convencí de que el
socialismo es el camino y así lo dije en Porto Alegre y después aquí, ante la
Asamblea Nacional. He invitado al país a un debate. Creo que debe ser un
socialismo nuevo, con planteamientos frescos, acoplado con una nueva era que
apenas está comenzando. Por eso me atreví a llamarlo 'socialismo del siglo XXI',
como proyecto. Creo que es un reto, un desafío. Pero me da mucho gusto ver cómo
el llamado no ha caído en tierra infértil. Por el contrario, ya han aparecido
hasta libros sobre el tema. En Venezuela hay un debate que va extendiéndose. El
general Alberto Müller Rojas (ex embajador en Chile. N. de PF) invitó el 5 de
julio en la Asamblea Nacional, el día de la patria, a que hagamos el Manifiesto
Socialista del siglo XXI. Por ahora lo que estamos haciendo es un llamado a
discutir ideas nuevas y viejas experiencias para delinear ese nuevo socialismo.
Por ejemplo, yo quiero aportar algunas ideas. Una es afirmar que el primer
socialista de nuestra era fue Cristo. Soy cristiano y pienso que el socialismo
debe nutrirse de las corrientes más auténticas del cristianismo. Tampoco se
trata de andar buscando a un iluminado, como tú decías, para que nos haga un
modelo que vamos a copiar todos. Sería absurdo. Vamos a hacer el socialismo
desde nuestras propias raíces, desde nuestros aborígenes, desde las comunas en
Paraguay y Brasil, desde el socialismo utópico que representó Simón Rodríguez,
desde el planteamiento de Bolívar de libertad e igualdad, desde el planteamiento
de Artigas, el gran uruguayo, de que hay que invertir el orden de la justicia,
eliminando los privilegios. Creo que estamos comenzando esta tarea".
ES EL MOMENTO DE AVANZAR _¿No cree, presidente, que declarar sus intenciones
socialistas es algo prematuro en la actual situación venezolana y
latinoamericana en general? ¿No es una apuesta política muy alta?
"Es posible que lo sea, no me creo dueño de la verdad. Pero mi instinto político
me dice que es el momento de formular este planteamiento. Desde el punto de
vista del cálculo electoral algunos buenos amigos y compañeros me han dicho que
no era oportuno. Que mejor habría sido esperar las elecciones de 2006 y después
de ganarlas, hacer ese planteamiento. Pero yo no veo la situación de esa manera.
Los tiempos políticos no coinciden necesariamente con los tiempos electorales.
De aquí a un año hay un siglo. El tiempo es relativo, ya lo demostró Einstein.
Creo que es el momento. Cuando ves reverdecer los campos, es el momento de
abonar para que broten las sementeras. Cuando vemos lo que está ocurriendo en
América Latina, sobre todo en América del Sur, el gran debate que hay en Brasil,
en Uruguay, y los gobiernos que impulsan cosas nuevas, cuando se mira lo que ha
pasado en Ecuador y en Bolivia, también en Venezuela por supuesto, en
Centroamérica y el Caribe... Pero el epicentro está en América del Sur. A este
rebrote popular y democrático hay que darle sustancia ideológica. ¿Y cuál es? Yo
respondo, desde mi conciencia política, que es la vía socialista. En Venezuela
lo he puesto de la siguiente manera: estamos en una transición y como decía
Gramsci, que muera lo que tiene que morir y que nazca lo que tiene que nacer.
Una transición que me atrevo a llamar 'democracia revolucionaria', un término
que tampoco es mío sino del poeta cubano Roberto Fernández Retamar. Habla de eso
en una entrevista de 1992 que leí -cuando estaba preso- en un libro, América
Latina, marca registrada, del chileno Sergio Marras. Fernández Retamar habla del
bolivarianismo y la democracia revolucionaria. He retomado ese término para
caracterizar el tipo de democracia que empuja como una caballería, que abre
puertas y se impregna de pueblo. Es una fase de transición hacia el socialismo.
Esta dirección está mucho más clara en Venezuela. Si hace cuatro años me
hubieras preguntado: ¿Chávez, hacia dónde vamos?, quizás mi respuesta no habría
sido tan precisa, aun cuando a la que estoy dándote todavía le falta muchísima
precisión. Te habría dicho, como tantas veces lo dije: aquí está la Constitución
Bolivariana, este es el proyecto. Ahora creo que vamos rumbo al socialismo. La
democracia revolucionaria hay que irla orientando hacia el socialismo.
Eso ha generado aquí una dinámica por abajo, muy interesante. Pdvsa (Petróleos
de Venezuela S.A.), por ejemplo, está discutiendo ese tema al interior de la
empresa con ese líder extraordinario que es el ministro de Energía y Petróleo,
Rafael Ramírez, un muchacho que fue formado en ese movimiento Ruptura del que te
hablé. Pero los funcionarios de mi gobierno con formación marxista no se
atrevían a hablar de socialismo. Yo les he dado luz verde. Ahora hasta la
Asamblea Nacional habla de socialismo. Ha sido como una liberación, se vuelve a
hablar de un tema tabú. El chantaje mediático era muy pesado: si te declarabas
socialista, te decían trasnochado, troglodita, dinosaurio. Ahora no, el
socialismo anda en la calle y hasta algunos empresarios declaran que no les
asusta. ¡Magnífico! Habrá que oir sus razones, respetarlas y discutirlas. Los
militares hablan de revolución y socialismo, y discuten esos temas. Creo que es
muy positivo. Y yo asumo la responsabilidad que me cabe en este proceso. Tenemos
que estudiar y debatir mucho. Ojalá podamos hacer pronto un evento internacional
sobre socialismo y conocer así distintas opiniones y experiencias".
VIEJO Y NUEVO SOCIALISMO
Hay cosas del viejo socialismo, presidente, que fracasaron. Por ejemplo, la
concepción de partido, la ausencia de participación real del pueblo en las
decisiones, la falta de pluralismo, el estatismo absoluto de la economía, el
bajo perfil de los derechos humanos, de las libertades públicas y de la libertad
de expresión, etc. ¿Qué diferenciaría al socialismo del siglo XXI de aquel
socialismo que se derrumbó? _"Tienes razón, alguien dijo que en realidad nunca
hubo socialismo... Circulaba un chiste sobre Breznev u otro líder soviético que
confidenciaba a un amigo: ojalá que aquí no llegue nunca el socialismo.
Ahora bien, entre los elementos que pudieran definir el socialismo del siglo XXI
yo diría que el primer rasgo es el moral. Hay que comenzar por ahí, por la
conciencia, por la ética. El Che escribió mucho de la moral socialista. Desde la
visión del mundo que cada cual tenga, debemos recuperar el sentido ético de la
vida. Sin duda lo que digo tiene mucho de cristianismo: 'Amaos los unos a los
otros' o 'Ama a tu prójimo como a ti mismo'. En realidad se trata de eso: de la
solidaridad con el hermano. Luchar contra los demonios que sembró el
capitalismo: individualismo, egoísmo, odio, privilegios. Creo que por ahí habría
que comenzar. Es un trabajo de todos los días, una tarea cultural y educativa de
largo aliento. En Venezuela hemos comenzado a debatir ese aspecto y es muy
positivo. Es un arma en la lucha contra la corrupción, un mal que es propio del
capitalismo. Empresas y empresarios corrompidos, negocios oscuros, funcionarios
corruptos, movidos sólo por la ambición. Aunque también la corrupción se ha dado
en el socialismo ese fenómeno tiene una raíz capitalista, es la ambición de
riqueza. El socialismo debe defender la ética, la generosidad. Bolívar fue un
ejemplo: abandonó todo por ser útil a su país. Hay que recordar también a Cristo
y lo que dijo al hombre rico que quería ir al cielo: vende todo lo que tienes y
repártelo entre los pobres. El hombre se puso a llorar porque no era capaz de
hacer eso. Fue entonces cuando Cristo lanzó aquella frase 'será más fácil que un
camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los
cielos'.
En la línea política uno de los factores determinantes del socialismo del siglo
XXI debe ser la democracia participativa y protagónica. El poder popular. Esto
es un elemento político definitorio que contrasta con aquello del partido único
o centrar todas las decisiones en el partido. Hay que centrar todo en el pueblo,
el partido debe estar subordinado al pueblo. No al revés".
PLURALISMO POLITICO
¿Un sistema político pluralista que permita participar a diferentes sectores?
¿Un poder popular real? _"Claro que sí, una democracia participativa y abierta.
En lo social, el socialismo debe conjugar igualdad con libertad. Una sociedad de
incluidos, de iguales, sin privilegios, sin esta abismal diferencia entre
extrema riqueza y extrema pobreza. En lo económico: un cambio del sistema de
funcionamiento metabólico del capital. Este es un tema complejo de tratar. Aquí
hemos iniciado experimentos como el impulso al cooperativismo y al asociativismo,
a la propiedad colectiva, a la banca popular y núcleos de desarrollo endógeno,
etc. Se trata de dejar atrás la lógica de funcionamiento perverso del
capitalismo. Son válidas muchas experiencias como la autogestión y cogestión, la
propiedad cooperativa y colectiva, etc. Estamos poniendo en marcha un ensayo de
empresas de producción social y unidades de producción comunitaria. Eso está
recién naciendo pero ayudará a definir un modelo teórico. Le da también una
connotación especial: no se trata de un grupo de intelectuales escribiendo un
libro de dos mil páginas. Práctica y teoría deben marchar en paralelo".
VISION DE AMERICA LATINA
¿Cómo analiza usted la situación actual en América Latina? ¿Cree que el imperio
tratará de generar conflictos para desestabilizar gobiernos rebeldes como el
suyo? _"Estábamos preparados para la reacción internacional que ahora estamos
sintiendo. Ya no sólo en el caso de Venezuela, sino también de Brasil. El caso
de ese país y el escándalo que se ha desatado por la corrupción, sin que esto
suponga benevolencia con la corrupción, me huele que no tiene sino un objetivo:
debilitar al gobierno de Lula, tratar de chantajearlo. Tengo mucha fe en que
Lula, un extraordinario líder, va a salir de esta situación tan difícil. Está la
posibilidad de que Brasil se sume de manera determinante al nuevo camino que hoy
necesitan los pueblos de América Latina. En Argentina también vemos un proceso
complejo: permanentes ataques de sectores de la oligarquía criolla al gobierno,
ataques internacionales, etc. Vemos lo que pasa en Bolivia, en Ecuador, en
Uruguay. En fin, en este enfoque sobre la situación latinoamericana, que ni
siquiera pretende ser un análisis, diría que tenemos razones para estar
optimistas. Lo que pasa en México y las perspectivas de un gobierno distinto se
suma a esa visión. Los que estamos al frente de algunos procesos en América
Latina, ya sea desde el gobierno o de movimientos políticos y sociales, debemos
diseñar el mapa no sólo estratégico sino también táctico y de trabajo. En esto
tenemos un vacío y creo que es necesario que con pensadores y líderes de
distintos países conformemos un equipo con capacidad de hacer propuestas que
impacten esta realidad. Como seguir impulsando TeleSur, por ejemplo. Petrosur,
Petroamérica, el Banco del Sur, la Universidad del Sur, proyectos de integración
que no pueden quedar sólo a nivel de gobiernos. Si no les damos contenido de
participación popular, serían, como decía Bolívar, 'repúblicas aéreas',
castillos en el aire".
La suya, presidente, es una visión optimista sobre el futuro de América Latina.
"Sí, es optimista y te digo el porqué. Uno tiene varios años, bueno tu tienes
más que yo, Manuel..."
Sí, pero yo no he gobernado...
"...Yo he tenido esa oportunidad desde hace seis años y medio. Y uno puede
comparar. Han ocurrido muchas cosas no sólo en América Latina. Si vas a la
India, ves algo distinto a lo que había hace cinco años. Vas por Europa y hay
cosas nuevas que están ocurriendo. Son señales que indican nuevos tiempos. No
puede ser una casualidad que se enciendan estas señales en Europa, en Asia, en
América Latina. En Africa también. He leído una noticia que revela la
preocupación del imperio norteamericano: un plan de apoyo militar a países
africanos. Mira lo que está pasando en Iraq... Son señales muy alentadoras a
pesar de que acepto lo que dices. Las batallas que vendrán serán muy duras. Pero
si en alguna ocasión hubo una oportunidad de avanzar y alcanzar importantes
victorias en la dirección histórica que nos hemos fijado, si en algún momento
fue oportuno avanzar, es ahora, ahora y aquí. Punto Final, que ha pasado 40 años
en esta batalla, tendrá otros 40 años más para luchar y ojalá publicar lo que
aquí estamos intuyendo y soñando"
(*) Luis Miquilena, de larga trayectoria en la Izquierda venezolana, terminó
sumándose al golpe de Estado del 11 de abril de 2002.
Alfredo Peña, de origen comunista, se convirtió en implacable opositor desde el
cargo de alcalde mayor de Caracas, que perdió en las elecciones de octubre del
año pasado.
Gustavo Cisneros, dueño de Venevisión. Uno de los amos de la prensa en Venezuela
y de la TV en América Latina. (N. de PF)