Latinoamérica
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Cuestión de soberanía y de quién manda
Hugo Cores
PVP-567 Frente Amplio
La República
Como militante con algunas responsabilidades creo que mi obligación es dar
opiniones políticas y usted, amigo lector, verá si pierde o no su tiempo
leyéndolas.
Celaya maldecía la "poesía de los que no toman partido". Quizá el poeta haya
sido demasiado exigente, tratándose de la lírica. Pero lo que resulta
inconcebible es cuando los partidos no opinan, cuando los dirigentes políticos
se omiten en los temas que importan. Y los hay, lamentablemente.
Al mismo tiempo, cada pocos días, por iniciativa de algún integrante del
gobierno se abre un debate. Los temas son estilo salpicón pero con siempre con
un "norte". Un norte Norte.
Después de las afirmaciones en Washington que ya no habrá plebiscitos en defensa
de las empresas públicas y preconizar el pago de matrícula universitaria se
vinieron las restricciones presupuestales y ahora el pasaje de las empresas
públicas a la órbita del derecho privado.
En principio no me parecen convincentes los argumentos dados por los integrantes
del equipo económico que, en este como en otros temas, parece disponer de una
amplia autonomía de vuelo.
Vencer y convencer
La lógica parece ser la de utilizar el "factor sorpresa", para empezar hacia
adentro, hacia los propios aliados de la fuerza política. Algo así como el que
golpea primero, golpea dos veces.
No creo que sea una buena práctica ni de gobierno ni de construcción y
fortalecimiento de instrumentos esenciales de la democracia como son los
partidos. Y, especialmente, no creo que sea propicio para el desarrollo y la
proyección política del FA.
La elaboración y la búsqueda de acuerdos en la fuerza política siempre
precedieron a las actitudes políticas a asumir públicamente por parte de cada
uno de los partidos del FA. La disidencia está prevista, como excepción. Y su
exteriorización reglamentada.
Esa necesidad de respetar un ámbito interno de discusión cobra otra intensidad
ahora, cuando la izquierda y el progresismo están en el gobierno.
Y esto vale para todos los temas.
En el momento cuando, habiendo vencido en las elecciones, debemos convencer a
los demás acerca de las virtudes de las iniciativas que adopte el gobierno, más
necesaria es la coherencia del mensaje y menos convenientes la actitudes de
diferenciación sectorial.
La Tevéo-dependencia Hay una labor imprescindible de información y explicación
al pueblo de las leyes que se impulsan. Y esta labor de convencer y movilizar al
pueblo se ve obstaculizada si cada partido actúa por la suya.
Se trata de elegir: entre la sorpresa a través de los medios, que quedarán
agradecidos y "dueños" de la iniciativa y la elaboración a través de la fuerza
política como paso para crear corrientes de opinión sólida y propia, y sin
dependencia mediática, en el seno de la población.
El espacio mediático, las mentalidades y estados de ánimo creados por las
imágenes más que por las ideas, por el efectismo oral-visual, más que por los
razonamientos, tiende a ocupar todo el espacio de la acción política.
Y propende a la apatía, a la desmovilización, a dejar en manos de otros, los que
aparecen, la solución de los problemas. ¿Es esa nuestra concepción del cambio
social? No, no lo es.
Los códigos mediáticos tienen a absorber toda la dinámica política y lo hace
creciendo como una "mancha voraz". Por momentos todo el sistema parece ser un
"accesorio" de la realidad mediática.
El gobierno tiene mayoría absoluta en ambas cámaras, sin embargo, la actividad
fundamental de los parlamentarios por períodos no parece la de hacer nuevas
leyes progresistas y funcionales al programa que se intenta aplicar desde el P.
Ejecutivo, destrabándolo de los escollos burocráticos heredados, sino la ser una
proyección de la mancha voraz dentro del Palacio Legislativo.
Esto también es válido para algunos integrantes del P. Ejecutivo, especialmente
los del equipo económico que actúan como si fueran un partido autónomo, o mejor
dicho, la fracción mayoritaria y con los votos suficientes para imponer su
hegemonía a todas las fuerzas que componen el gobierno.
Por lo demás, la subordinación de toda la acción política a una concepción de
marketing, sobre la que hablaba con mucha lucidez en estos días Frei Beto,
podría ser compatible con estrategias electoralistas, que, se supone, son
rechazadas por la izquierda al sostener que la labor política debe ser una
acción permanente y no solo de los períodos preelectorales.
Mujica: "Harvard me ha derrotado"
En un reportaje publicado el jueves en Búsqueda, el Ministro José Mujica
realiza algunas afirmaciones que ningún frenteamplista debiera dejar de
analizar. Primero por la popularidad del dirigente del MPP, por ser el líder de
la lista más votada y por tener una influencia que va más allá, incluso, de ese
gran apoyo electoral.
En segundo lugar, tratándose de una de las piezas claves de este gobierno, sus
opiniones no son las de un comentarista que analiza la realidad con datos de
segunda mano sino de uno de los principales protagonistas de la conducción del
gobierno.
Digo esto con independencia del hecho de que no concuerdo con muchas de las
afirmaciones que el compañero realiza.
Cuando el Ministro dice que ha sido derrotado por Harvard, refiriéndose al
Ministro de Economía, está haciendo una afirmación seria, espesa y llena de
connotaciones. ¿Habrá respuesta o se seguirá adelante con los hechos consumados?
"Yo quería priorizar el trabajo. He quedado en minoría, perdí", agregó Mujica.
Vale la pena preguntarse ¿Cuando perdió? ¿Cuándo y dónde se votó? ¿En qué liga
ya que no en la cancha, el más popular de los ministros fue derrotado? ¿Dónde
quedó nuestro sagrado y "tan uruguayo" respeto por el inapelable pronunciamiento
de las urnas? ¿En que clase de democracia fue derrotado? ¡Y por Harvard, nada
menos! ¿Quién manda en este país? No tengo elementos de juicio para saber si el
neoliberalismo, porque de eso se trata, va ganando en la conducción. Pero no
comparto el fatalismo de decir que este proceso ya está cuajado.
La gravedad del problema es que la oposición a las propuestas de Mujica no es
sólo interna sino fundamentalmente externa. Imposiciones de organismos e
intereses internacionales, presiones diplomáticas. La omnipresente lógica de los
"buenos modales" que se pretende imponernos. Las que nos quieren apartar de
Chávez y su lucha latinoamericanista, pese a los formidables acuerdos suscritos
entre Uruguay y Venezuela.
Lo que está en juego, entonces, es también un problema de soberanía: las
decisiones del pueblo uruguayo ¿dónde y quién las adopta? Creo son interrogantes
que no debieran quedar sin respuesta.
El Ejército en Internet: turismo cavernario al alcance de los cibernautas.
No quiero terminar estas reflexiones sin anotar que el domingo pasado, en la
página uno del diario El País se daba cuenta de la existencia en Internet de una
página del Ejército en la que se hacía la apología de lo actuado por la
institución durante los años 70 hasta 1985.
La difusión por parte de un diario que fue soporte de toda la saga militar en su
marcha ascendente hacia el poder, especialmente en apoyo a las ambiciones del
General Gregorio Álvarez, es un dato de cierto interés.
La noticia provocó revuelo y ciertos silencios. Desde el Ministerio de Defensa
se criticó el contenido de la publicación y el Directorio del Partido Nacional
el lunes decidió que sus senadores realizaran un pedido de informes. Algo
seguramente debe recordar el Dr. Lacalle que era el presidente cuando esa página
se "colgó" en las páginas Web del Ejército.
Por su parte desde el Comando del Ejército se dijo que la información contenida
en la página Web fue extractada "en forma textual" de un libro institucional de
las Fuerzas Armadas y que se encuentra en el sitio desde 1992.
Aunque las autoridades MDN se pronunciaron claramente, hasta ayer domingo 25 la
página seguía vivita y coleando, tal como la doctrina de la seguridad nacional
que anima el pensamiento de la mayoría de los jerarcas del arma.
Si se desea hacer una breve excursión a la época de las cavernas, de la tan
actual era de los dinosaurios, la dirección es: