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Latinoamérica

                    ¡Los hechos mi querido Watson, los hechos!

Sergio Piñeiro

"...cada pocos días, por iniciativa de algún integrante del gobierno se abre un debate. Los temas son estilo salpicón pero siempre con un "norte". Un norte  Norte".

"Después de las afirmaciones en Washington  que ya no habrá plebiscitos en defensa de las empresas públicas y preconizar el pago de matrícula universitaria se vinieron las restricciones presupuestales y ahora el pasaje de las empresas públicas a la órbita del derecho privado".

"La lógica parece ser * la de utilizar el "factor sorpresa", para empezar hacia adentro, hacia los propios aliados de la fuerza política. Algo así como el que golpea primero, golpea dos veces."

"Se trata de elegir: entre la sorpresa a través de los medios, que quedarán agradecidos y "dueños" de la iniciativa y la elaboración a través de la fuerza política como paso para crear corrientes de opinión sólida y propia, y sin dependencia mediática, en el seno de la población".

"Los códigos mediáticos tienden a absorber toda la dinámica política y lo hace creciendo como una "mancha voraz". Por momentos todo el sistema parece ser un "accesorio" de la realidad mediática".

"...la subordinación de toda la acción política a una concepción de marketing, sobre la que hablaba con mucha lucidez en estos días Frei Beto, podría ser compatible con estrategias electoralistas, que, se supone, son rechazadas por la izquierda al sostener que la labor política debe ser una acción permanente y no solo de los períodos preelectorales".  Cuestión de soberanía y de quién manda, 26/09/2005 Hugo Cores PVP-567 Frente Amplio.                                                

He escogido arbitrariamente, algunos tramos de una nota periodística reciente del compañero Hugo Cores. Y he puesto un asterisco en un lugar impertinente, desde el punto de vista de las convenciones al uso. Es que pretendo llamar la atención sobre la condicionalidad de la expresión "La lógica parece ser...".
Creo que es a partir de allí que se articula, o debe articularse, todo el razonamiento y la apreciación de los párrafos subsiguientes que describen, de manera sucinta e incuestionable, la actualidad política uruguaya. Precisemos: la forma en que se conduce e interactúa en la política uruguaya, el actual equipo de gobierno y sus voceros más representativos.

Como ciudadano de a pie, en este asunto como en tantos otros, lo único que se me ocurre, como elemento primario e idóneo de verificación sobre la correspondencia entre los dichos y los hechos es, precisamente, la observación del suceso. Admitiendo, claro está, las riesgosas mediaciones posibles para un resultado satisfactorio (¡es decir, no subjetivo!), entre sujeto y objeto. Arriesgando: por que tomar partido, no supone de antemano obligación de acierto alguno que se apiade de la lógica oficial. Máxime cuando el acierto, en estos tiempos, se asemeja tanto a la complacencia y en el peor de los casos, a la complicidad.

Lo que sucede, a mi juicio, es que la izquierda uruguaya, como la abrumadora mayoría de la izquierda en general, se tomó la molestia de asesinar el debate. Lo despojó de la esencia que le confiere utilidad y sentido, sustituyéndolo por una mascara. Me explico: el debate, la controversia entre puntos de vista distintos, persigue, en una organización política, un objetivo bien preciso: describir, mediante la utilización del lenguaje, la realidad preexistente. Cualquiera sea el momento, el del análisis o el de la toma de decisiones, su propósito es tender a la acción política, una vez saldada la discusión mediante procedimientos democráticos.

El problema se presenta, cuando la democracia interna es, en realidad, una ficción y se ha vuelto un recurso ornamental. A partir de ese momento, el debate político es una farsa. Cuanto más se le reclama, más exhibe su incompetencia. Muerto el debate, entonces (¡puesto que antes, reitero, se ha renegado del ejercicio de una genuina democracia interna!), lo que resta es soportar una ininterrumpida, creciente y contradictoria corriente de imágenes. Es el único medio pasible de ser utilizado, en tanto se ha optado por la política de los hechos consumados.

A propósito,  los ciudadanos del Frente Amplio deberían estar persuadidos, de que la garantía de que esto ultimo no siga ocurriendo, no depende del ejercicio formal de los congresos y toda su parafernalia. Si así fuera, el Frente Amplio, que ha cumplido religiosamente con esta demanda estatutaria, estaría a salvo de las visibles y graves contradicciones que le aquejan.

Sergio Piñeiro, Valencia, España.

PS. El ex Presidente de la República, el Dr. Luis Alberto Lacalle Herrera, escribe, en el semanario Patria Digital (edición 30/09/2005) lo siguiente: "...el asombro de los militantes de la coalición de izquierda no cesa. Su perplejidad no conoce límites y seguramente que muchos se plantean en qué momento se equivocaron, cuándo y quién los engañó, dónde se perdió lo que se había ganado, o por lo menos muchos creyeron que se había ganado".

"Durante cuarenta años los frentistas libraron batalla sin cuartel contra el Fondo Monetario. Origen y fin de todos los males, se trataba de una entidad maligna, compinche de los EEUU, instrumento del imperialismo, servidora del Pentágono, asociada a los grandes empresarios, generadora de miseria mediante sus políticas de hambre, etc, etc". "Pero no hay nada permanente en esta vida y hoy el gobierno de izquierda se congratula de la buena nota que le dan desde Washington los mismos personajes, antes execrados..."

El Dr. Lacalle Herrera, es un reaccionario puro y duro. Destacado miembro de los herederos y representantes de los intereses más apátridas del Uruguay, su gobierno tuvo  responsabilidad directa en la generación del caos socio económico que padece el país y que hoy condiciona fuertemente políticas alternativas. Su malicia, obviamente, es connatural a su estilo político y no tiene interés en ocultarla. Sin embargo: ¿que acción misteriosa acude en su auxilio  y torna su palabra verosímil?