Latinoamérica
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Del prestigio y la moral de las Fuerzas Armadas Uruguayas
Andrés Capelán
Comcosur
El pasado miércoles 12 de octubre, los Terroristas de Estado en situación de
retiro nucleados en el Círculo y el Centro Militar, emitieron un comunicado
conjunto quejándose de lo mal que los están tratando "algunos medios de
comunicación". Si, aunque cueste creerlo, esta sarta de rapiñeros,
secuestradores, violadores, torturadores, asesinos, apropiadores de niños y
ladrones de cadáveres; no salen a la luz pública a pedir perdón por sus crímenes
sino a denunciar una"coordinada campaña de desprestigio contra las Fuerzas
Armadas", destinada "a predisponer a la opinión pública" en su contra.
Quienes vaciaron las arcas del Estado y de muchos particulares, quienes
multiplicaron por diez la deuda externa del país y arruinaron la vida de miles
de personas, ya sea sometiéndolas a tratos inhumanos, robándoles los hijos,
asesinándolas, obligándolas al exilio, o sumiéndolas en la miseria; ahora se
quejan de que el manejo público de las consecuencias que eventualmente podrían
tener esos actos no se hace con "la necesaria reserva y ponderación", y dicen
que el gobierno del Presidente Vazquez no tiene en consideración "el
desprestigio y el daño moral que ello supone para sus integrantes".
¿De cual prestigio y de cual moral están hablando? Las Fuerzas Armadas uruguayas
hace mucho tiempo que se encargaron ellas mismas de perder ambas cosas. En todo
caso, para recuperar ese prestigio y esa moral, la tarea a emprender sería la de
expulsar de sus filas y hacer pagar por sus crímenes y sus latrocinios a todos
los que fueron arte y parte de esa impudicia. ¿Es que se puede mantener el
prestigio y el honor luego de ordenar que toda la tropa de un cuartel viole
analmente a una detenida estaqueada en la plaza de armas? ¿Luego de asesinar a
un detenido dejándolo desangrar tras haberlo castrado como a un animal? ¿Luego
de haberle robado el hijo a Sarita Méndez y ocultar su paradero durante más de
20 años? ¿Se puede mantener el prestigio y el honor en el mismo momento en el
que continúan mintiendo, ocultando el paradero de María Claudia García de
Gelman?
Estos hipócritas llorones tienen incluso la desvergüenza de afirmar que "el
silencio que desde 1985 se han auto impuesto las Fuerzas Armadas", es "una
contribución a la necesaria pacificación nacional"... ¿Realmente pretenden que
creamos eso? ¡Si es precisamente "el silencio que desde 1985 se han auto
impuesto las Fuerzas Armadas" lo que impide que se pueda dar vuelta esta página
de nuestra historia que tanto les molesta! ¡Son ellos, los que mediante ese
pacto de silencio mafioso estimulan a quienes –como yo- "día a día renuevan sus
ataques contra las Fuerzas Armadas" (contra éstas Fuerzas Armadas, porque son
las mismas de la Dictadura)! Son precisamente ellos (y sus cómplices civiles)
los que con su silencio nos obligan a seguir escribiendo artículos como éste.
Los irredentos Terroristas de Estado hablan de su disposición a "realizar las
aclaraciones necesarias cada vez que se pretenda en forma mal intencionada,
distorsionar la realidad". Pues bien: para empezar aclaren qué hicieron con los
cuerpos de los detenidos desaparecidos que fusilaron o asesinaron mediante
tortura. Aclaren los motivos del viaje de dos oficiales a París días antes del
asesinato del coronel Trabal. Aclaren qué hicieron con Ayala y Castagneto.
Aclaren donde están los millones de dólares destinados a la construcción de la
represa de Palmar y el Mausoleo al General Artigas. Aclaren por qué Anatole y
Julien aparecieron en Santiago de Chile. Cuenten de las timbas clandestinas en
el Círculo Militar, cuenten de los "shows" de torturas que hacían luego de sus "chupipandas"...
No, en su comunicado, estos clubes de viejas lloronas sólo se preocupan por
"aclarar" la muerte de los cuatro soldados "asesinados alevosamente por
elementos sediciosos" el 18 de mayo de 1972, y se quejan de que el Presidente
Vázquez haya "autorizado" el acto con el cual el Movimiento de Liberación
Nacional (Tupamaros) recuerda todos los años a sus caídos en la toma de la
ciudad de Pando, el 8 de octubre de 1969 (en forma maliciosa, olvidan adrede que
también los presidentes Sanguinetti, Lacalle y Batlle "autorizaron" siempre ese
acto).
Por si fuera poco, los que en su enfrentamiento con el MLN no solo se pasaron la
Convención de Ginebra por salva sea la parte, sino que además desataron una
sádica furia animal sobre la población civil desarmada; tienen el descaro de
afirmar que comparten en su esencia "la exaltación" de "la defensa de los
derechos humanos", pero la rechazan por "injusta e inmoral": "cuando es
utilizada en forma unilateral y para ocultar sentimientos de encono y
revanchismo omitiendo citar el origen de todos los males que se cuestionan". Si,
están sugiriendo que el origen de todos los males fue la aparición de la
guerrilla y no la aplicación de un modelo económico rapaz y expropiatorio.
¿Será posible que todavía no se hayan dado cuenta de que ellos fueron
simplemente un instrumento que utilizó el gran capital multinacional para
aplicar sus políticas económicas neoliberales en toda la región, y que fueron
descartados cuando ya no los necesitaron más? ¿Será posible que todavía no se
hayan dado cuenta de que el surgimiento de la lucha armada en nuestro país no
obedeció a una "orden de Moscú" sino que fue una de las respuestas a la
situación de injusticia social rampante por aquellos años?
Finalmente, estos indignos anuncian que "sin que nos anime ningún espíritu de
confrontación, pero en salvaguarda de la memoria histórica del pasado reciente,
nuestras instituciones utilizarán sus respectivas publicaciones para
contrarrestar las versiones destinadas a confundir sobre los hechos que
lamentablemente vivió nuestro país". Está muy bien. Opinen tranquilos, digan lo
que quieran ya que no dicen lo que deben. No tengan miedo, que nadie los va a
torturar ni a violar por eso, como les sucedió a los jóvenes comunistas que –por
repartir volantes- cayeron en las manos de uno de sus socios, el coronel Jorge
Silveira, en 1975.