Latinoamérica
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El terror 'kaibil'
Las fuerzas armadas están obligadas por la Constitución a defender la integridad, la independencia y la soberanía de la nación; a garantizar la seguridad interior, y a auxiliar a la población civil en caso de desastre.
Carlos Fazio
La Jornada
Por eso, cuando el pasado 27 de septiembre el general Ricardo Clemente Vega
García, secretario de la Defensa Nacional, compareció ante el Senado para la
glosa del quinto Informe de gobierno, un grupo de legisladores tuvo oportunidad
de conocer de primera mano cuáles son las principales amenazas a la soberanía y
la seguridad nacionales.
Al día siguiente, los medios masivos coincidieron en destacar un solo punto de
las declaraciones del secretario general: la presunta 'alianza' entre el grupo
paramilitar Los Zetas, vinculado al cártel del Golfo, y 'soldados kaibiles'
guatemaltecos. Cabe precisar la forma en que el general Vega presentó la
información: 'No quiero ser tremendista, pero hay que tener cuidado con otro
elemento que estamos viendo y que no lo puedo confirmar, pero está en el aire:
hay un grupo de soldados kaibiles en Guatemala (...) y parece ser que quieren
ser invitados para trabajar con esta gente, con Los Zetas'.
La noticia 'sin confirmar' de quien, por su cargo, es tal vez la persona más
informada del país, provocó el 'tremendismo' de los medios y derivó en una
inicial desinteligencia entre la Secretaría de la Defensa Nacional y la
Procuraduría General de la República en torno a cuatro ex soldados guatemaltecos
que, a la sazón, habían sido detenidos en Chiapas el 12 de septiembre. A su vez,
las confusas 'especialidades' de los kaibiles desertores (la 'imprecisión' del
general Vega, quien no aclaró que eran ex soldados, contribuyó a hacer más
'tremendo' el asunto), que con el correr del tiempo pasaron de 'soldados rasos'
a 'expertos en explosivos' y en un caso a 'piloto aviador de fuerzas
especiales', desencadenaron cierta contradicción informativa con autoridades
militares de Guatemala.
Un par de días después el guión se homogeneizó y las historias sobre los
kaibiles -fuerza de elite del Ejército guatemalteco que ejecutó el terrorismo de
Estado en la época de la dictadura militar en el país vecino- acapararon los
principales espacios noticiosos. Nunca se comprobó la supuesta 'alianza' entre
Los Zetas y los ex kaibiles, pero a partir de la técnica de homo-sintonización
del mensaje -elemento clave utilizado por el ministro de propaganda de Hitler,
Joseph Goebbels para imponer el proyecto totalitario en la cabeza de la gente
durante el Tercer Reich-, en un sector de la opinión pública quedó sembrado un
nuevo 'peligro': ¡los kaibiles!, que llegaron para sumarse a Los Zetas, las
maras salvatruchas y otras pandemias; en la desmesura total se llegó a decir que
gurkas nepaleses y mercenarios estadounidenses, británicos e israelíes actúan en
México al servicio del crimen organizado.
¿Qué habrá llevado al general Vega -quien forma parte de unas fuerzas armadas de
las que han desertado 75 mil elementos en lo que va del sexenio, muchos de los
cuales ingresaron a las filas del crimen organizado- a introducir una 'noticia'
sin confirmar en una coyuntura tan particular? ¿Fue intencional la divulgación
de algo que 'estaba en el aire', o su versión sin ambiciones 'tremendistas' fue
manipulada por grupos de poder interesados en desviar la atención de los
verdaderos problemas nacionales? En casos como éste, cabe preguntarse: ¿qué
crisis hay? ¿Qué se quiere ocultar?
En la coyuntura había algunos hechos claves como la caída del helicóptero que
provocó las muertes del secretario de Seguridad Pública, Ramón Martín Huerta, y
del comisionado de la Policía Federal Preventiva, general Tomás Valencia, un
'accidente' cuya 'nube de dudas' sigue 'flotando' (Enrique Galván Ochoa dixit)
sobre la sociedad; el fracaso del programa México Seguro; el copamiento de los
organismos de seguridad pública por los espías del Centro de Investigación y
Seguridad Nacional, en una suerte de reconfiguración de la antigua Dirección
Federal de Seguridad, y la crisis del gabinetazo por muerte y deserciones
varias, que exhibe aún más el vacío de poder y la soledad de Vicente Fox en Los
Pinos.
Pero además, ¿quién fija la agenda? En enero-febrero de 2005 el Departamento de
Estado y la Secretaría de Defensa de Estados Unidos filtraron al sensacionalista
The Washington Times que sicarios de Los Zetas tenían en su poder 'al menos' dos
misiles SAM-7 de fabricación rusa. En marzo, Rumbo del Valle -diario texano en
español que pertenece a la cadena española Recoletos, integrada a Pearson-
difundió un documento atribuido al Departamento de Justicia estadounidense,
según el cual Los Zetas son 'la principal amenaza a la seguridad nacional de
Estados Unidos' en la frontera común de ese país con México. Ahora, sin duda, la
'alianza' Zetas-kaibiles desparrama el 'peligro' por todo el territorio
nacional. Un guión conocido.
Para la soberanía y la seguridad de México, ¿no entrañan mayor riesgo el
decálogo entreguista de Fox sobre petróleo y gas (amén de la electricidad y el
agua), que avala de facto el imperialismo energético de George W. Bush con su
red de infraestructura petrolera acompañada de bases militares en todo el mundo,
y el acuerdo ejecutivo en materia de seguridad contenido en el ASPAN (Alianza
para la Prosperidad y Seguridad de América del Norte)? ¿Asistimos a la
construcción mediática de un escenario de caos? ¿Con qué fines? ¿Se está
configurando un nuevo voto del miedo?