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Latinoamérica

El indio

Martin Aranburu Carrera
Gara

­¡Qué bonito día para pasear! Es genial que el día 12 sea fiesta nacional. ¿Pero qué celebramos exactamente? ¿El día de España o el aniversario del descubrimiento de América?
­Todo junto. Es el día de la Hispanidad de América pero también la de España claro, y para recordar el papel de España en la evangelización de América y de otras tierras.
­¡Mira! Ahí hay un peruano que vende algo. Vamos a ver.
­Lo de siempre, no sé porqué les dejan vender en la calle, esto perjudica al resto de las tiendas.
­Bah!, mucho no perjudicará. Mira, vende también un libro. ¿Quién será el autor?
­Fray Bartolomé de las Casas pone. Creo que era uno de los curas de aquella época. Puede estar bien leer cómo fue. Abrelo, a ver qué pinta tiene.
­Mira lo que pone aquí: «Entraban los españoles en los poblados y no dejaban niños ni viejos ni mujeres preñadas que no desbarrigaran e hicieran pedazos. Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría un indio por medio o le cortaba la cabeza de un tajo. Arrancaban a las criaturitas del pecho de sus madres y las lanzaban contra las piedras. A los hombres les cortaban las manos. A otros los amarraban con paja seca y los quemaban vivos. Y les clavaban una estaca en la boca para que no se oyeran los gritos. Para mantener a los perros amaestrados en matar, traían muchos indios en cadenas y los mordían y los destrozaban y tenían carnicería pública de carne humana... Yo soy testigo de todo esto y de otras maneras de crueldad nunca vistas ni oídas».
­Bueno, supongo que todo el mundo haría esas barbaridades. Pero gracias a todo eso ahora son cristianos y tienen educación.
­Hay más: «Ellos construyeron una picota lo suficientemente larga como para que los pies pudieran tocar el piso y de esta forma prevenir la estrangulación, y así, los colgaban de a trece indios por vez en honor de Nuestro Salvador Jesucristo y los doce Apóstoles... Después, paja era envuelta alrededor de los cuerpos destrozados y quemados vivos».
­Déjalo. Vete a saber si todo eso es verdad. Nunca nos enseñaron eso en la escuela.
­¡Vaya! Aquí aparece alguien con el nombre de nuestra calle. Voy a ver qué hizo. Aquí está. Página 112: «Antes de invadir las tierras de Guatemala, Pedro de Alvarado y sus hombres asesinaron en un sólo día, descuartizándolos después con la espada, a 8 mil personas en el Templo Mayor de Tenochtitlan».
­Vámonos. Cuanto más lees menos ganas tengo de celebrar nada.
­Espera. ¿Cuánto cuesta este libro?
­Ese libro no se vende señora. Es mío. Me gusta leerlo.
­Pero es muy triste...
­No señora. Lo triste no es el libro. La historia es triste, y más triste aún que se celebre. ¿No cree?