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La revolución bolivariana en un cruce de caminos
Roberto López Sánchez
Los acontecimientos políticos luego de la victoria revolucionaria en el
referéndum y en las elecciones regionales del 31 de octubre se suceden
vertiginosamente. Ya con anterioridad (septiembre/2004) establecimos que luego
del referéndum, lo planteado en Venezuela es la disputa por el rumbo que toma la
revolución. Hoy más que nunca esta afirmación se hace palpable en cada uno de
los hechos presentados en las últimas semanas. Las incongruencias de la
revolución bolivariana están a punto de hacer "estallar la olla".
Por un lado se pregona por todo el mundo el proceso venezolano, destacando los
recientes eventos realizados en Caracas y otras ciudades, el Encuentro de
Intelectuales en Defensa de la Humanidad, y el 2° Congreso Bolivariano de los
Pueblos. A estos eventos asistieron intelectuales, dirigentes políticos y
activistas de movimientos sociales que en sus respectivos países representan la
oposición al modelo imperialista, neoliberal y guerrerista que ha impuesto los
Estados Unidos y los factores de poder mundial. Venezuela se ha venido
convirtiendo en el centro de confluencia de los sectores revolucionarios y
verdaderamente democráticos de todo el mundo.
Pero dentro de la misma revolución venezolana siguen predominando tendencias
políticas que no tienen nada de revolucionarias, nada de democráticas, ni
siquiera de progresistas. Mencionemos por ejemplo algunos hechos sucedidos en el
Congreso Bolivariano de los Pueblos al sesionar aquí en Maracaibo. En una de las
mesas de trabajo, un comunicador social que dijo representar al Frente
Cívico-Militar del MVR (tendencia liderizada por Calixto Ortega, Jorge Durán
Centeno, Edis Ríos y Silvestre Villalobos, entre otros), expuso lo que desde
hace años configura el programa político abiertamente de derecha de esa
tendencia política que controla casi todas las estructuras del Estado en el
Zulia. Comenzó por decir que los bolivarianos no debían llamarse entre sí como
"camaradas", pues esa palabra era propia de los partidos comunistas, sino que
debería usarse el término "compatriota" (descartó "compañero" por haber sido
pervertido por Acción Democrática). Luego dijo que el día continental de la
resistencia antiimperialista en América, para el cual se propuso la fecha del 8
de octubre de cada año, día de la caída en combate del comandante Ernesto Ché
Guevara, debía ser modificado a otra fecha "más acorde con el sentimiento de los
latinoamericanos", como las fechas de natalicio de Bolívar o San Martín. Para
rematar, refiriéndose al imperialismo, afirmó que ya era hora de comenzar a
denunciar a los verdaderos enemigos imperialistas de los pueblos
latinoamericanos y del mundo, como son, supuestamente, el imperialismo Chino y
el Ruso, dejando de mencionar explícitamente en su exposición al imperialismo
norteamericano.
De manera que según las propuestas del llamado Frente Cívico-Militar del MVR,
hay que excluir del programa político de la revolución bolivariana, así como de
los partidos y movimientos sociales que luchan contra el imperialismo en
cualquier país del mundo, las referencias que puedan indicar un carácter
marxista o socialista de las luchas de los pueblos. Según ellos, no son los
Estados Unidos, sino los Chinos, los verdaderos enemigos imperialistas de los
pueblos. Estas ideas cuadran perfectamente con la prédica pública que por años
ha mantenido el capitán Jorge Durán Centeno en el sentido de excluir del MVR y
de las filas "revolucionarias" a todos los izquierdistas, a quien él llama
despectivamente el "chiripero". Irónicamente, este capitán sigue siendo muy
cercano amigo del presidente Chávez, y recientemente fue premiado con el
consulado venezolano en Brasilia, a pesar de la gran cantidad de denuncias
públicas por corrupción y tráfico de influencias que desde hace cinco años por
lo menos se vienen haciendo contra él aquí en el Estado Zulia.
Pero en el Congreso Bolivariano de los Pueblos ocurrieron otros hechos en otra
de las mesas. Como lo han denunciado diversos grupos ecologistas del Zulia, al
momento de discutirse y denunciarse en dicho evento los planes de expansión de
la explotación carbonífera en el Zulia, planes que amenazan las tierras de
numerosas comunidades indígenas Wayúu, Yukpa y Barí ubicadas en la Sierra de
Perijá, el Presidente de Corpozulia (organismo promotor de dichos planes
carboníferos), general Carlos Eduardo Martínez, llamó "mafia verde financiada
por la CIA y opuesta al desarrollo del país" al referirse a los grupos
ecologistas, acusando directamente a Lusbi Portillo, Profesor Titular de la
Universidad del Zulia y reconocido luchador ecologista e indigenista de las
últimas décadas en el Estado, de ser un saboteador financiado por la CIA. Esta
acusación la complementó días después el funcionario del Ministerio de Energía y
Minas Juan Rojas, quien acusó públicamente a quienes se oponen al plan de
expansión del carbón como "terroristas", haciendo especial alusión al profesor
Lusbi Portillo como uno de esos "terroristas".
Es de resaltar que en las mesas del Congreso Bolivariano se aprobó el rechazo
decidido a esos planes de expansión carbonífera en el Zulia, contando para ello
con el aval de los representantes de movimientos sociales de países como
Ecuador, Bolivia y Perú, en los cuales han ocurrido en tiempos recientes
importantes movimientos de protesta contra las atrocidades ecológicas generadas
por la irracional explotación minera que ejecutan las compañías multinacionales
amparadas por los gobiernos lacayos del imperio. Falta ver si esas conclusiones
serán finalmente publicadas, o si serán "retocadas" para que no se noten las
incongruencias de una revolución que ejecuta planes abiertamente contrarios a
sus postulados teóricos.
Esta cuestión del carbón es particularmente grave, si consideramos que el
territorio donde se explota carbón es limítrofe con Colombia, que es una zona
dominada por el paramilitarismo en alianza con el ejército colombiano y también
con sectores de las fuerzas armadas venezolanas. Que llamar terrorista a alguien
en esa zona es condenarlo a una muerte pronta y segura. Cuando el general
Martínez y los funcionarios del MEM criminalizan la lucha de las comunidades
indígenas que defienden sus territorios ancestrales, están dando luz verde para
la actuación del paramilitarismo contra esas comunidades venezolanas. Su
intención es quitarle las tierras a los indígenas aduciendo que quienes los
liderizan están siendo manipulados por la guerrilla colombiana, argumento que
por cierto no tiene nada de novedoso, sino que constituye las mismas acusaciones
que en los años 90 los parlamentarios, alcaldes y gobernadores adecos y
copeyanos utilizaron contra las comunidades Yukpa y Barí y contra los sectores
de la sociedad civil que nos oponíamos a los planes de explotación de Carbón y
de Petróleo en la Sierra de Perijá.
Tal vez la gota que está rebosando el vaso ha sido la detención del
representante internacional de las FARC, cuando éste se encontraba en un café de
Caracas, muy cerca del Hotel Hilton. La denuncia que por internet presentan
ciudadanos colombianos que demuestran estar vinculados a dicho grupo
guerrillero, acusa directamente a miembros de la policía política venezolana, la
Disip, como los ejecutores de la detención del llamado "canciller de las FARC" y
posterior entrega en Cúcuta a las autoridades militares colombianas.
No pretendemos aquí ni mucho menos hacer algún tipo de apología de la guerrilla
colombiana, cuyas estrategias no compartimos, pero es evidente que colaborar con
los organismos de inteligencia del gobierno colombiano para capturar en Caracas
a un personaje que se supone confiaba de los buenos oficios del gobierno
venezolano para exponer su visión del conflicto colombiano ante los diferentes
representantes internacionales que en las primeras semanas de diciembre se
encontraban en el país, es algo que supera cualquier justificación.
Más grave aún si lo vemos ahora con la reciente extradición a los Estados Unidos
de otro de los jefes de las FARC, Simón Trinidad. La captura de Rodrigo Granda,
el "canciller de las FARC", sería como una muestra de algún tipo de compromiso
de parte del gobierno de Chávez hacia el gobierno colombiano y hacia el propio
gobierno de Bush. Es decir, por una parte se hacen eventos para reunir a los
revolucionarios de todo el mundo y proclamar la fortaleza y el apoyo hacia la
revolución bolivariana, y al mismo tiempo esta revolución bolivariana captura a
uno de esos representantes revolucionarios y lo entrega al imperialismo como
muestra de afecto. Mayor abominación no puede ser concebida, y como ha dicho
correctamente Heinz Dieterich, el gobierno venezolano está en la obligación de
aclarar punto por punto todo lo referente a la captura del señor Granda, así
como también debe aclarar, en el caso de los planes carboníferos, si realmente
se van a respetar los derechos constitucionales de los pueblos indígenas a la
tierra.
Algo parecido a esta "captura" de luchadores sociales ocurrió hace algunos años
con varios exiliados vascos, que tenían más de 20 años de residencia en
Venezuela, y que inexplicablemente, y pasando por encima de todo marco legal, el
gobierno de Chávez los detuvo y los entregó al gobierno protofascista de José
María Aznar.
Las incongruencias del proceso bolivariano no comienzan ni terminan en los
aspectos que hemos comentado. Entre tantos absurdos que presenciamos con dolor
todos los días, realmente sigue destacando la inexplicable muerte de Danilo
Anderson, el fiscal valiente. Como han dicho varios analistas, es difícil creer
que uno de los personajes o grupos citados por el fiscal en relación al decreto
de Carmona sean los autores intelectuales de su asesinato. Todo el mundo sabe y
ha comprobado fehacientemente en los últimos años que la justicia venezolana no
es amenaza para nadie, que es relativamente fácil sortear un juicio y sobornar a
uno, a varios o a decenas de jueces, por más que un fiscal terco se empeñara en
creer en la verdadera justicia. Aunque Danilo Anderson intentara hacer justicia,
los acusados sabían que más adelante cualquier tribunal los absolvería, y no
tiene lógica que se arriesgaran a promover un asesinato que con toda
probabilidad si les podría generar un riesgo seguro no sólo de cárcel, sino para
sus propias vidas, sobre todo para quienes son personajes públicos.
Hasta ahora, el asesinato de Anderson lo que ha generado es un golpe durísimo
contra las posiciones revolucionarias que espontáneamente han aflorado en
cientos de miles de ciudadanos venezolanos que desde posiciones secundarias han
apoyado este proceso bolivariano. Porque Anderson no era un jefe de esta
revolución y estaba muy lejos de la cúpula dirigente que gobierna con Chávez. Si
se quería hacerle daño a Chávez, es extraño que se haya atentado contra alguien
que no formaba parte de su entorno y que prácticamente a nadie le dolió su
muerte en el gobierno (salvo a Isaías Rodríguez, quien de manera sorpresiva ha
hecho en el último mes lo que dejó de hacer en los cinco años anteriores). Hemos
visto con vergüenza como algunos Gobernadores y Diputados chavistas exigen la
pronta captura de los responsables materiales e intelectuales del asesinato de
Anderson, pero no porque expresen algún sentimiento particular hacia el fiscal
asesinado y sus ejecutorias, sino para impedir que ellos puedan correr la misma
suerte.
El no esclarecimiento del crimen de Anderson tendrá un efecto devastador contra
lo que queda del podrido sistema judicial venezolano. Si antes no habían
fiscales valientes ni jueces valientes que hicieran justicia, pues ahora mucho
menos. Todo lo contrario, cualquier funcionario preservará primero su integridad
física antes de actuar o denunciar eventuales actos de corrupción que, como
todos sabemos, vienen proliferando en la administración pública.
Otro elemento inexplicable en el crimen de Anderson es sus propios asesinos. Los
Guevara y demás funcionarios implicados estaban acusados públicamente desde el
2001 de trabajar para la CIA, cuando ocurrió el affaire Montesinos. Es increíble
que estos tipos hayan seguido actuando en el país con entera libertad, llegando
incluso a ser propietarios de galerías de tiro y dueños de empresas importadoras
de equipos antimotines. Por si eso no bastara, la esposa de uno de ellos es
fiscal del ministerio público. Esta brutal ineficiencia de la inteligencia del
Estado venezolano para actuar contra agentes de la CIA, contrasta con acciones
tan impecables como el secuestro del delegado de las FARC en Caracas. Pero ahí
no quedan los absurdos. Estos hermanos y primos Guevara, entrenados y expertos
en inteligencia, contrainteligencia y cualquier otro escenario de espionaje y
sabotaje ultrasecreto, dejaron más huellas que un elefante y se dejaron agarrar
como si fueran niños aficionados jugando a una película de detectives.
No pretendemos acusar a nadie, pero las interrogantes que aquí hemos planteado
sobre el crimen de Danilo Anderson deben ser aclaradas también, punto por punto,
por el gobierno de Chávez. No consideramos aquí las acusaciones que ha realizado
el concejal Carlos Herrera, considerando que el mismo forma parte de fuerzas de
oposición y que probablemente en sus afirmaciones pueden haber elementos
tendenciosos (todos hemos visto como un sector chavista parece estarse
aprovechando de estas acusaciones para intentar liquidar a otro grupo de poder
dentro del chavismo).
El presidente Chávez habla de el gran salto adelante, de la revolución en la
revolución, pero no es posible profundizar un proceso apoyándose principal y
casi exclusivamente en una serie de dirigentes que por seis años lo que han
hecho es entrabar e impedir cualquier profundización de la revolución, mientras
al mismo tiempo ejecutan sus propias agendas personales, que en casi todos los
casos pasan por meterle mano al erario público. Nadie ha dicho nada sobre el
ex-viceministro chavista que fue capturado en Miami con un sencillito de
cuarenta mil dólares en el bolsillo. Ese tipo es simplemente la punta del
iceberg. Tal vez los demás no son tan estúpidos como para llevar esa cantidad en
el bolsillo, o simplemente no han tenido esa mala suerte. Pero de que hay pillos
en el chavismo, y muchos, estamos totalmente seguros, porque los vemos todos los
días, porque hemos seguido su trayectoria y su comportamiento desde mucho antes
que Chávez ganara la presidencia, así que hablamos con total conocimiento de
causa.
No pretendemos en modo alguno ubicarnos como "oposición". Todo lo contrario,
esta revolución es tal gracias al pueblo, gracias a millones de ciudadanos
venezolanos que salieron a las calles el 13 de abril y que permitieron el
regreso de Chávez al poder. Nuestro lugar está en la calle, junto al pueblo
bolivariano y revolucionario, junto a los trabajadores, los indígenas, los
campesinos, los estudiantes, los ecologistas, los activistas culturales, los
profesionales, las amas de casa, los jóvenes, los cooperativistas y todos
aquellos que de una u otra forma aportan su grano de arena para que esta
revolución se ejecute en todos sus puntos consagrados en la Constitución de
1999.
La revolución bolivariana está en un cruce de caminos. Cada día se hace más
evidente que el grueso de la burocracia chavista gobernante no desea promover
nada que se parezca a una revolución de verdad. El reciente proceso electoral en
el Zulia es el mejor ejemplo de cómo la burocracia chavista es capaz de pactar
con el enemigo (en este caso, con Rosales) para evitar el triunfo de un sector
político, como era el General Gutiérrez, que no representaba a ninguno de las
cúpulas cogolléricas de los partidos y facciones del chavismo oficial. Como
diversas personalidades han venido denunciando públicamente, grupos como el ya
citado Frente Cívico-Militar, y partidos como Lago, Por Maracaibo, Podemos y PPT,
llamaron a su militancia a no votar por el general Gutiérrez, votos que en su
mayoría se orientaron hacia Manuel Rosales y que es lo que explica que habiendo
ganado en el Zulia el referendo revocatorio perdiéramos las elecciones de
gobernador.
Las tensiones sociales que se generan con esta conducta ambivalente del chavismo
burocrático son grandes. Otro ejemplo lo tenemos en el sector de distribución de
la gasolina. Mientras los jerarcas del MEM en el Zulia, en componendas con altos
oficiales de la Guardia Nacional, se mueven en el negocio del contrabando de
gasolina hacia Colombia (y que en estos días ha sido la causa del
desabastecimiento de combustible en los municipios Mara y Páez), al mismo tiempo
el MEM y PDVSA les niegan elementales compromisos laborales a los choferes
transportistas de gasolina, chantajeándolos con que serían calificados de
golpistas y contrarrevolucionarios sin llegan a declarar un conflicto sindical,
a pesar de que razones justas les sobran, pues la parte patronal ha dejado de
cumplir acuerdos firmados desde el 2002. Es decir, mientras los jefes se hacen
ricos vendiendo de contrabando nuestra gasolina en Colombia, a los trabajadores
se les niegan los más elementales derechos laborales. Agregamos aquí que de
acuerdo a denuncias de parlamentarios colombianos, este negocio de la venta de
gasolina venezolana hacia el hermano país constituye un vínculo entre los
paramilitares y gerentes de PDVSA (esta denuncia apareció en varios diarios
venezolanos).
Esta realidad que se extiende por todo el país exige que los revolucionarios
intervengan decididamente denunciando a los sectores que se oponen al
cumplimiento de las ideas fundamentales de esta revolución bolivariana. Hay que
combatir a los aventureros y oportunistas que se disfrazan bajo un pretendido
discurso radical para embaucar a sectores populares y ponerlos al servicio de
proyectos personales. En los meses que siguen, la disputa por definir el rumbo
que toma la revolución signará la realidad política venezolana. De lo que
hagamos los revolucionarios depende el futuro de la patria.
Hay que dar un paso al frente, hacerse presente en la lucha de tendencias,
contribuir cada día a perfilar mejor un programa revolucionario a la vez que se
desenmascara a los reformistas y oportunistas. La construcción de plataformas
unitarias, la edición de periódicos y documentos para la discusión, el trabajo
conjunto en las comunidades, son elementos a fortalecer en lo inmediato. Deben
constituirse fuerzas revolucionarias en los sindicatos, en los medios
alternativos, entre los estudiantes, profesionales, campesinos, cooperativistas,
ecologistas, indígenas, en todas las misiones, al interior de las instituciones
del Estado, en las fuerzas armadas. Proponer un Plan Nacional de Emergencia que
profundice las conquistas de la revolución mediante la movilización del pueblo y
el ejercicio de la contraloría social.
La historia no espera, debemos llenar el vacío de dirección revolucionaria que
ha tenido este proceso desde 1999. Y esa dirección revolucionaria sólo puede
construirse si considera la diversidad presente en las tendencias
transformadoras que existen en el país. Ningún grupúsculo podrá estar en
capacidad de incidir realmente en el proceso político venezolano. Construir una
fuerza revolucionaria de dimensiones nacionales, que arrastre tras de sí a toda
esa energía transformadora que el pueblo ha manifestado reiteradamente desde
1989. Ese es el reto que asumimos, para estar a la altura del glorioso legado de
nuestra historia.
El 2005 debe ser el año de la unidad de los sectores revolucionarios y del
combate contra las tendencias burocráticas y derechistas que amenazan con
desviar definitivamente el rumbo de la revolución bolivariana. El camino que hay
que tomar es el de la revolución genuina, haciendo cumplir los postulados de la
Constitución Bolivariana, partiendo de la organización y movilización de todo el
pueblo venezolano.
Roberto López Sánchez es Historiador, profesor de la Universidad del
Zulia.
Miembro del Movimiento 13 de Abril – PNA
Ex-coordinador de la Zona Zulia-Falcón del Ministerio del Trabajo
Miembro del equipo promotor de la UNT-Zulia y de la Fuerza Unitaria de
Trabajadores Ezequiel Zamora