VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

La presión de USA y Colombia exigirá en el futuro inmediato una definición ideológica de la revolución bolivariana


Movimiento 13 de Abril – Proyecto Nuestra América
Rebelión

Ante la reclamación que el gobierno venezolano ha realizado ante su similar de Colombia por el secuestro del representante de las FARC, Rodrigo Granda, en Caracas el pasado 13 de diciembre, y su posterior entrega en Cúcuta a autoridades colombianas, el gobierno de Uribe no sólo no ha ofrecido las explicaciones exigidas, sino que está atacando fuertemente al acusar directamente al gobierno de Chávez de proteger en su territorio a una decena de dirigentes de los grupos guerrilleros FARC y ELN.

A la ofensiva colombiana se ha incorporado el gobierno de los Estados Unidos, primero a través del embajador gringo en Bogotá, y luego con las declaraciones de Condolezza Rice, quien acusa a Chávez de ser un peligro para la región. De manera que el gobierno venezolano ha pasado de acusador a acusado. Esta incómoda situación se debe a la propia estrategia de medias tintas que ha utilizado el gobierno de Chávez en su relación con Colombia y con los propios Estados Unidos.

Compartimos la política exterior de Chávez, al combatir al imperialismo norteamericano como instrumento opresor de los pueblos del mundo. Compartimos su denuncia del neoliberalismo y de la inviabilidad del sistema capitalista mundial para resolver los grandes problemas de la humanidad. Compartimos su postura de independencia ante el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y demás instituciones multilaterales que no son más que instrumentos al servicio de la dominación imperialista. Compartimos también su oposición al ALCA, su propuesta del ALBA, y la necesidad urgente de la integración de los pueblos latinoamericanos, vieja idea de Miranda, Bolívar y Martí. Compartimos su propuesta de combatir al llamado "mundo unipolar" dominado por los Estados Unidos, y acercarse a otras potencias y países que pueden contribuir a un equilibrio de fuerzas y respeto por la autodeterminación de los pueblos. Finalmente, también compartimos su visión crítica sobre el llamado socialismo real, y entendemos que cualquier modelo alternativo al capitalismo debe distanciarse del fracasado modelo soviético.

Debido a esta posición internacional del gobierno de Chávez, el gobierno de los Estados Unidos mueve sus hilos en el mundo para propiciar su salida del poder por cualquier medio. Ya tenemos una larga experiencia desde finales del 2001. La más reciente estrategia consiste en utilizar a fondo el Plan Colombia para intervenir en el proceso político venezolano, intentando generar una crisis similar a la del 11 de abril del 2002, que les permita asaltar el poder nuevamente. El principal protagonista en esta estrategia imperialista es sin lugar a dudas el gobierno de Alvaro Uribe. Ya a mediados del 2004 hubo un esfuerzo significativo de los colombianos cuando lograron infiltrar en Caracas a más de un centenar de paramilitares, descubiertos y detenidos por pura casualidad, pero que indudablemente formaban parte de una macabro plan que tenía por objetivo el derrocamiento armado del gobierno bolivariano.

Todos sabemos que las fuerzas paramilitares no son más que un instrumento ilegal que utiliza el gobierno de Colombia para combatir a la guerrilla. Sabemos también que tanto estos paramilitares como las propias fuerzas armadas colombianas no son más que un ejército terrorista responsable del asesinato de decenas de miles de ciudadanos de ese país en las últimas tres décadas.

Pues los errores de la política exterior venezolana, en el caso que nos ocupa, comenzaron cuando el descubrimiento de esa enorme fuerza paramilitar enconchada en Caracas no se utilizó para que Chávez acusara al gobierno de Uribe como responsable directo de esa infiltración. En esto los colombianos nos llevan una morena de viveza. Ellos si han salido ahora a decir por todos los rincones del mundo que Chávez esconde guerrilleros, a pesar de que todos sabemos que no existe mayor apoyo real del gobierno bolivariano hacia estas fuerzas guerrilleras colombianas (por lo contrario, en muchas zonas fronterizas existe una solidaridad de nuestras FAN con el paramilitarismo colombiano). En cambio, pese a que todo el mundo también sabe que los paramilitares son una creación de la gobernante oligarquía colombiana, y que incluso en fechas reciente el Parlamento de dicho país recibió amigablemente a los principales jefes paramilitares, responsables de los delitos más atroces que la mente hu mana pueda concebir, y escucharon sus intervenciones tranquilamente, como si fueran camaradas (como en efecto lo son), la infiltración de paramilitares en Caracas se dejó pasar y no se acusó directamente a Uribe por esta acción.

En el fondo de todo esto hay que considerar en dónde quedan las FARC y el propio gobierno socialista de Cuba en la estrategia internacional antiimperialista de Chávez, que antes describimos. Es evidente que aunque no se comparta la conducta que en oportunidades asuma la guerrilla colombiana, ellos son desde el punto de vista geopolítico un aliado, aunque sea circunstancial, de la revolución bolivariana. Igual razonamiento hay que hacer con Cuba, agregando que los cubanos vienen jugando un rol protagónico en programas fundamentales de la revolución bolivariana como lo es Barrio Adentro. Los intereses nacionales del proceso revolucionario bolivariano exigen entonces el que se consideren como aliados tanto al gobierno de Cuba como a los grupos guerrilleros colombianos. Esta es una definición que debería estar clara para la cúpula dirigente del chavismo, incluyendo al alto mando militar.

Pero los hechos nos indican que no es así. En el chavismo dirigente ha permanecido en estos seis años una ambivalencia ideológica. Se ha permitido la permanencia de dirigentes cuya vocación ideológica es abiertamente de derecha, los cuales siempre hacen énfasis en el pretendido carácter "bolivariano" de esta revolución (que lo interpretan como ausencia de compromiso, como una nueva forma de transformar la sociedad sin tener que enfrentarse a los enemigos tradicionales de los pueblos), cuando se les exigen definiciones sobre si se debe combatir al capitalismo e intentar construir un modelo económico y político que lo trascienda. Es más, podemos decir que Chávez es siempre el que se coloca más a la izquierda de todos sus colaboradores, incluyendo a los que se supone que son de "izquierda" (como Alí Rodríguez, José Vicente Rangel, etc).

El mensaje transformador y de esperanza de la revolución bolivariana ha levantado la simpatía y la solidaridad de todas las fuerzas progresistas del mundo. Organizaciones, partidos e individualidades de todas las tendencias, de izquierda, antiglobalización, ecologistas, feministas, nacionalistas, revolucionarios, se han hecho presentes en Venezuela para expresar su respaldo a la revolución bolivariana y al presidente Chávez. Los magnos eventos internacionales que se han realizado en el país en los últimos dos años reflejan esta realidad. Venezuela se ha convertido en la esperanza liberadora de los pueblos de todo el mundo.

Por ello es altamente contradictorio que permanezcan en el gobierno bolivariano individuos como el embajador venezolano en Bogotá, el cual declaró su satisfacción por el secuestro de Granda en Caracas. Detrás el secuestro de Granda, así como en la infiltración de los 130 paramilitares el año pasado, no sólo está la inteligencia colombiana. Es indudable que importantes mandos de las FAN y del gobierno chavista colaboraron de alguna forma para que esos hechos se produjeran. Son individuos que tienen dos caras, por una parte declaran su fidelidad al presidente y al proyecto, y por la otra actúan clandestinamente favoreciendo a las fuerzas imperialistas que desean acabar con la revolución.

El problema que se presenta ahora es que la ofensiva declarada por Uribe obliga a los venezolanos a definirnos de una vez por todas. Porque lo que está diciendo Uribe al mundo es que si Chávez no les entrega a los líderes guerrilleros que ellos dicen que están en territorio venezolano, pues ellos tendrán el derecho de seguir secuestrando, de seguir sobornando a nuestros militares y policías, tendrán el derecho de penetrar a nuestro territorio para capturar a los supuestos terroristas. Y esta situación crea un problema gravísimo de seguridad de Estado. No podemos bajar la cabeza ante los colombianos, pues no sólo quedaríamos en ridículo ante el mundo, sino que sería un precedente funesto para las relaciones bilaterales, pues ellos se sentirían con fortaleza para que más adelante resurjan sus absurdos reclamos sobre la plataforma del Golfo de Venezuela y otros territorios venezolanos que Colombia apetece desde hace tiempo.

El gobierno colombiano puede capturar más adelante a un líder guerrillero en el interior de su país, y decir públicamente que lo capturaron en Maracaibo, San Cristóbal o cualquier otra ciudad venezolana. La manipulación mediática del imperialismo no conoce límites. Es por ello que la ambivalencia demostrada por el gobierno de Chávez al reclamar el caso Granda lo ha colocado en acusado luego de ser el acusador.

Porque como bien han dicho otros, la exigencia de Venezuela debería ser la inmediata repatriación de Rodrigo Granda. Primero porque es Venezolano, aunque sea por naturalización. Segundo, porque en su detención no se siguió ningún procedimiento legal. Tercero, porque su secuestro en Caracas, con participación de efectivos militares venezolanos comprados por el gobierno colombiano, representa una grave violación de nuestra soberanía, una ofensa a nuestras Fuerzas Armadas y un desprecio por la legislación internacional. Cuarto, porque aunque se identifique con las FARC no está demostrado que sea o haya sido combatiente, y que su papel como representante político de un pueblo que lucha exige que el gobierno revolucionario venezolano lo defienda en todos sus derechos.

Mencionemos aquí que se han venido suscitando hechos demostrativos de que la penetración del Plan Colombia en Venezuela cuenta con apoyo significativo de mandos militares y policiales venezolanos. A fines del 2004, fue secuestrado por unas horas en Maracaibo un alto funcionario de la embajada cubana; en el vehículo en el cual se desplazaba, había estado el día anterior un alto dirigente del Partido Comunista Cubano, el cual probablemente era el objetivo que perseguían los secuestradores, a todas luces policías venezolanos que trabajan para el paramilitarismo colombiano. Meses después, la sede del Partido Comunista en Maracaibo fue allanada violentamente y golpeados sus ocupantes. A comienzos del 2005, el CICPC allanó el local de los Tupamaros en Maracaibo, en una búsqueda infructuosa de armas.

Estos hechos demuestran que el objetivo del gobierno colombiano es incidir en el desarrollo del proceso político venezolano, como dijimos antes, tratando de generar una crisis similar a la del 11 de abril. En este contexto, no deja de inquietarnos que detrás del asesinato de Danilo Anderson pueda estar también la acción del Plan Colombia en Venezuela.

Es lógico pensar que la ofensiva colombiana continuará. No sólo corren riesgo los miles de desplazados y exiliados colombianos que habitan nuestro territorio, producto de la brutal represión que por décadas han ejercido las fuerzas militares colombianas contra su propio pueblo. También corre riesgo todo el personal cubano presente en el país. Extendiéndose el peligro a cualquier representante de movimientos sociales y políticos que mantienen luchas en cualquier rincón del mundo. Y no decimos esto con sentido alarmista. Lo alertamos porque los probables ejecutores de cualquier otra acción del Plan Colombia serán nuevamente efectivos de nuestras fuerzas armadas y de nuestros cuerpos policiales (probablemente con el apoyo de sectores contrarrevolucionarios que permanecen ocultos en el chavismo) que están comprados por la millonada de dólares que los Estados Unidos le están regalando a Uribe.

Una medida imprescindible, que puede evitar una nueva crisis militar como la suscitada el 11 de abril, es abrir una averiguación a fondo en las FAN, en el DIM, la DISIP, el CICPC y cuerpos policiales regionales como el del Zulia, promoviendo una profunda reestructuración que le quite el mando a todo aquel sospechoso de colaborar con el enemigo, pues de hecho son traidores a la patria. Esto debe hacerse antes de que estos enemigos ocultos puedan pasar a la ofensiva, intentando el derrocamiento del gobierno o incluso el magnicidio.

El desarrollo del Plan Colombia en Venezuela puede manifestarse en semanas, meses y tal vez años. No estamos adivinando lo que sucederá. Estamos analizando por cuál camino es que viene el enemigo, y proponiendo estrategias para emboscarlo, antes de que ellos nos embosquen a nosotros.

Ciertamente que la otra cara de la ofensiva imperialista es la campaña internacional que promueven los Estados Unidos tratando de aislar políticamente a Chávez. Por ello es que hoy en día pesa mucho el tiempo perdido en denunciar a toda voz que tanto el gobierno colombiano como el norteamericano son realmente quienes han promovido acciones terroristas en Venezuela, han impulsado golpes de estado, volado embajadas y consulados, infiltrado paramilitares, promovido atentados (como el de la Plaza Altamira y el de Danilo Anderson) y son además protectores de estos terroristas, como Orlando Urdaneta, Felipe Rodríguez, Pedro Carmona, Carlos Ortega, Carlos Fernández, etc.

La Revolución Bolivariana ha llegado al tiempo de las definiciones. Ya basta de estar bien con dios y con el diablo. La transformación social no es un juego. Asumir la defensa de los derechos históricos de los pueblos, hoy avasallados por el imperialismo guerrerista norteamericano, implica un compromiso y un riesgo. El deber del presidente Chávez está en tensar todas las fuerzas revolucionarias y prepararse para enfrentar la ofensiva imperialista en todos los terrenos. Y para ello debe comenzar por desembarazarse de los timoratos, los reformistas, los ambivalentes, que nunca terminan de decir de qué lado están en la lucha revolucionaria antiimperialista. Porque ellos son los primeros que abandonarán el barco, como lo hicieron Miquilena y tantos otros el 11 de abril.

¡ VIVA LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA ANTI-IMPERIALISTA Y ANTICAPITALISTA !