La extradición de Simón Trinidad es un hecho que hiere
la soberanía colombiana. Uribe es el único presidente en el mundo que extradita
a sus opositores políticos.
Una cosa es que los delitos políticos se reconozcan y juzguen en Colombia. Simón
Trinidad debía purgar una pena de 80 meses por rebelión.
Otra cosa es pretender negar la condición de presos políticos a detenidos como
Simón Trinidad y endosar a otro Estado el juzgamiento de su conducta. Uribe
desconoce la Constitución que prohíbe la extradición por motivos políticos.
Aunque Trinidad no haya sido pedido formalmente por tales causas, es una ceguera
negar su calidad de preso político, en tanto figura notoria de una fuerza
insurgente colombiana enfrentada al Estado por razones políticas. La Corte
Suprema de Justicia tiene responsabilidad en estas anormalidades, a raíz de sus
recientes decisiones.
Nadie entiende que mientras Uribe extradita a sus opositores, los
narcoparamilitares gozan de plena impunidad. Curiosamente, los responsables de
masacres de población civil, de asesinatos de disidentes, de activistas
sindicales, educadores y periodistas, exigen nuevas concesiones y beneficios de
parte del gobierno.
Todas las fuerzas democráticas del país están obligadas a expresar su rechazo a
esta política de indignidad. Uribe podrá renunciar a la soberanía nacional, pero
no en nuestro nombre. No en nombre del pueblo colombiano
Jaime Caycedo es Secretario General del Partido Comunista
Colombiano