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Brasil: Gobierno débil favorece fuerzas de derecha
Paulo Pereira LimaALAI-AMLATINA
Ambigüedad, es esa la marca del gobierno Lula, en opinión de Don Pedro
Casaldáliga, Obispo de São Felix do Araguaia (Mato Grosso) y una de las figuras
más importantes de la historia reciente de la Iglesia en el Brasil y en América
Latina. Ambigüedad por tener dos pesos y dos medidas en relación con las áreas
económica y social: "Hay ministerios de primera y segunda clase", dice, en
entrevista a Brasil de Fato. Debido a una política conservadora en el campo
económico y al sometimiento al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a otros
organismos financieros internacionales, el clima es de decepción, sobretodo
entre aquellos que apostaban que el país saldría de una vez por todas de una
"política de freno", evalúa el Obispo, que está a la espera de un sucesor desde
hace dos años. Con la salud debilitada por el mal de Parkinson y la alta
presión, él lamenta: "el pueblo había conquistado el poder por medio de Lula y
del PT, pero ha sido decepcionado".
- ¿Cómo está la situación de los Xavante en la tierra indígena Marãiwatsedé? -
Continúa de la misma manera. La novedad es que la Policía Federal y el Instituto
Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) situaron un área para hacer
un catastro de los que serían "clientes de la Reforma Agraria": los ocupantes
blancos. El prefecto del Alto de Boa Vista y el presidente de la asociación de
los hacendados del área impidieron el catastro. Después, vino una nueva orden
del juez para que se realizara el catastro, y todavía no se ha hecho nada.
- ¿Las amenazas de muerte contra usted y otros que apoyan a los Xavante
continúan? - En octubre, dos jóvenes Xavante fueron baleados y también hubo
conflictos entre ocupantes blancos e indios. Al momento, no hay un clima
abiertamente agresivo, hay más una especie de expectativa, desconfianza. Entre
los Xavante hay una postura firme de que ellos están en su tierra y van a
ocuparla. Pero desgraciadamente la política indigenista, la política rural y la
reforma agraria, en este gobierno se empuja con la barriga.
¿Qué otras críticas hace al gobierno Lula? - Tengo que reconocer que el gobierno
está siendo neoliberal. El indio no produce, el indio no planta soya, no
exporta. En la visión del gobierno, el indio molesta a las transnacionales, a
las madereras, a las mineras. El indio ya, por su historia, su naturaleza, es
antineoliberal.
- Recientemente, en el mismo día en que el ministro de Justicia, Márcio Thomas
Bastos, visitaba Roraima, hubo un atentado a un líder indígena de la región.
¿Las milicias de derecha se reorganizaron en el gobierno Lula? - En el caso de
Roraima, la situación se mantiene igual, y a hasta cierto punto empeoró. Hubo
tres agresiones en esos días (finales de noviembre), y va pasando el tiempo y se
justifica la presencia de los invasores, se va ratificando que se plante, que se
construya. No se enfrenta la política indigenista. ¿La misma cosa se puede decir
de la reforma agraria? - También. Felizmente, en el caos de la reforma agraria,
está el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), que advierte, que
obliga, que fuerza. Mas estamos en un clima de amenazas, hasta de masacre, como
lo ocurrido en Felisburgo (Minas Gerais). Hoy, hablar mal del agronegocio se ha
convertido en pecado mortal. Cuando, de hecho, el agronegocio, tal como se está
presentando -y yo puedo dar testimonio del agronegocio de la soya, aquí en el
Mato Grosso-, es un desastre ambiental que termina por ser económico, también.
Cinco años después, no dejó nada. Aquí en nuestra región estamos experimentando
el destrozo que se hizo con lo poco que quedaba de bosque.
¿Quien se está beneficiando directamente con el negocio de la soya en la región?
- Puede haber agronegocio en un país, se puede plantar soya.
Pero no en términos de un monocultivo desenfrenado, sin consideración con el
ambiente, la salud, con la intención exclusiva de exportar, dejando millones con
hambre. No estamos contra el agronegocio, la industria rica, ni contra la
máquina, solo que debe tomarse en cuenta la salud de la población y el ambiente.
- En cuanto a la plantación de los transgénicos, ¿se puede que las apuestas
hechas por los movimientos sociales en el gobierno Lula están perdidas? - Sobre
los transgénicos, nadie tiene la última palabra. Por eso mismo, es necesario
tener prudencia política e ir con cuidado en ese asunto. Entretanto, haya algún
tipo de inseguridad no se pueden abrir las puertas como se abrieron y se abren
cada vez más. Habremos de pagar daños futuros.
Pero, como la política oficial del gobierno hoy es economicista, prioriza la
exportación, está sometida al FMI, que un tipo de hegemonía económica en el
continente y en el mundo, entonces se prescinde lo que serían advertencias más
saludables, en términos de preservación del ambiente, en términos de entrar en
el Centro-Oeste y en la Amazonía, de modo gradual, discreto, pensando incluso en
un futuro sustentable.
- Entonces, ¿se puede hablar de una política entreguista? - Durante el gobierno
de Fernando Enrique Cardoso, yo siempre hablé que se levaba a cabo una política
entreguista, y eso continúa. Hay crisis en la política de reforma agraria, las
cifras del empleo parecen un poco más optimistas, pero son empleos transitorios.
- ¿El espectáculo del crecimiento no está sucediendo? - Con dos años de gobierno
queda claro que hay dos clases de ministerios: los de primera clase, que son los
económicos y los economicistas, y los ministerios de segunda clase: los
típicamente sociales. Frey Betto salió del gobierno, como otras figuras
importantes del Partido de los Trabajadores, que se desvincularon principalmente
por el desvío en la política del partido. Todo mundo tuvo paciencia y esperanza
en los dos primeros años, ahora muchos se cansaron.
- ¿Usted también se cansó de tener esperanza en Lula? - Mi esperanza no se cansó
porque yo no tengo fe en Lula, pero si en el Dios de la vida y tengo fe en el
pueblo. Tengo cariño y respeto por el presidente, pero tengo libertad para
criticarlo duramente.
- ¿A qué se debe esa posición ambigua del gobierno? - Si usted se somete al FMI
y a las políticas del Banco Mundial, usted solo puede actuar así, no tiene otra
alternativa. Lula considera unos elementos de la política económica neoliberal
muy eficaces. Y el escucha mucho ese lado.
- ¿Ese conservadurismo en la economía también avanza en las políticas de
alianzas partidarias? - Cuando, a lo largo de los meses, revisamos las noticias
del Congreso, de alianzas con figuras hegemónicas hasta del periodo de la
dictadura militar y que ahora están ahí, confabulándose con el gobierno; cuando
se hacen ciertos tipos de alianzas y concesiones, entendemos perfectamente que
el viraje puede ser hacia la derecha.
-¿Y cuáles son las perspectivas para los próximos dos años de gobierno? - Sigo
creyendo en Dios y en el pueblo. Los movimientos populares están ahí, presentes:
los estudiantes, los sindicalistas, los sin tierra, los amigos de Lula,
reclamando con palabras más fuertes. Concretamente vamos a tener el Foro Social
Mundial (del 26 al 31 de enero, en Porto Alegre). Tuvimos una lección en las
elecciones, el PT ganó muchos municipios pero perdió otros importantes. El
pueblo, obviamente, no debería estar muy satisfecho. Hay también actitudes
personales, porque la prefectura de São Paulo se perdió, a pesar de toda la
inversión. Porto Alegre también se perdió, como Goiãnia. No es que el partido
esté totalmente desmoralizado, pero escucho a muchos dentro del PT que no están
nada satisfechos.
- Que posición deberían adoptar los movimientos sociales en relación al gobierno
en 2005? - Deben continuar organizándose, hacer reivindicaciones concretas y
mayores, se deben interrelacionar, para que no empujen cada uno por su lado. Más
que los movimientos sociales reivindicando por su categoría, es necesario una
movilización popular social, con reivindicaciones mayores, con denuncias contra
el desempleo y la política de intereses altos, en defensa del salario digno, de
la reforma agraria.
- Algunos estudiosos reconocen que en América Latina hay un viraje a la
izquierda, con las elecciones de Lula, Hugo Chávez, en Venezuela, Néstor
Kirchner, en Argentina, y Tabaré Vázquez, en Uruguay. ¿Cómo clasifica esta nueva
izquierda? - Llevamos siglos de derecha, eso no cambia de un momento a otro.
Nuestras oligarquías, elites, están ahí desde hace muchos siglos. Son como
camaleones, se adaptan, pero continúan defendiendo sus privilegios. Son
caciquistas, herederos familiares en la política, dueños de las tierras y de los
bancos.
- ¿La política externa del gobierno Lula es también entreguista? - Si, está
sometida al FMI y al Banco Mundial. Hay una gran facilidad para el capital
extranjero que entra al país, no solo de Estados Unidos, sino también de los
países europeos, China, Rusia. Estoy a favor del intercambio cultural, político
y económico, pero dentro de ciertas normas que respeten la casa. Mientras se van
creando empresas de agronegocios, todas las transnacionales, sumen muchas
microempresas, se han perdido muchas pequeñas propiedades rurales. Se cuenta
mucho lo que se hace, pero no se dice nada sobre lo que se deshace.
- Frente a ese cuadro, ¿se puede afirmar que no hay un proyecto alternativo de
sociedad para el Brasil? - Tal como funciona, no. A pesar de los muchos
encuentros, textos creados en los últimos años queriendo un proyecto para el
Brasil, todavía somos más que obedientes al FMI. La propia clase media del país
está siendo desfigurada. Las transnacionales y las grandes empresas están
satisfechas.
Queremos resolver la violencia allá en Haití, pero, ¿y aquí? Es lamentable que
haya mucha impunidad.
BF- La reforma de lo Judicial puede ayudar a combatir la impunidad? - Hay mucha
lentitud y ambigüedad en ciertos sectores de la justicia, y muchos fraudes están
siendo revelados en los medios de comunicación. La reforma en lo judicial es
esencial, así como una reforma política, de los partidos, por ejemplo. Porque yo
siento que las estructuras son deficientes, maleables. El poder judicial es
extremadamente absoluto, se juzga a si mismo.
- ¿Hay algo positivo de destacar en el área social del gobierno Lula? - Si, el
Hambre Cero, la Bolsa familiar, son muy importantes, pero tienen carácter
emergente. Atender las emergencias es fundamental, pero es necesario reformar la
estructura: otro poder judicial, otra política, otro ministerio de hacienda,
atender de forma más directa los movimientos populares, a los sindicatos,
propiciar la participación de los municipios y Estados, resolver el problema de
esas autarquías, hoy impotentes: el INCRA, el Instituto Brasileiro del Medio
Ambiente (IBAMA) y la Fundación Nacional del Indio (FUNAI). En la práctica,
ellas no tienen poder alguno.
¿Cuál es la posición de la Iglesia? - La Iglesia, en general, ha estado muy
correcta, pues tanto los amigos como los enemigos de Lula vienen haciendo
críticas, exigiendo al gobierno, inclusive en términos de reforma agraria. La
Iglesia ha respaldado al MST, y la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil ha
sido bastante crítica.
- ¿Cual es la marca de los dos años de gobierno Lula? - La ambigüedad. Por toda
la política hecha hasta ahora. Por ser un partido de izquierda, pero que en la
práctica es más de derecha. Ese es un sentimiento muy generalizado, de colegas
obispos, religiosos, sindicalistas, intelectuales, del pueblo. Todos repiten
aquella expresión triste de que todos los políticos son iguales. Es lamentable,
pues ya habíamos conseguido hacer que el país saliera de una política de
estancamiento. El pueblo había conquistado el poder por medio de Lula, y del PT,
pero fue decepcionado.
-- Pedro Casaldáliga es Misionero de la Orden de los Claretianos, el catalán Don
Pedro Casaldáliga, 77 años, está al frente de la Prelatura de São Felix de
Araguaia (Mato Grosso) desde hace más de 30 años. Fue el primero en denunciar la
existencia del trabajo esclavo en Brasil, en 1971. En el mismo año divulgo la
primera carta pastoral, "Una Iglesia de la Amazonía", en conflicto con el
latifundio y la marginación social. A partir de esas denuncias, la prelatura se
volvió referencia para los movimientos de oposición a la dictadura, pero también
fue blanco de ataques por el acto de ser señalada como foco de la guerrilla. Don
Pedro Casaldáliga fue preso y torturado por los militares.
(Traducción ALAI) * Paulo Pereira Lima. Brasil de Fato, n.97 6-12 enero 2005.