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Gas: o los gobernantes superan su derrota cultural y su chatura intelectual o se van a su casa
Por: Bolpress
El 'brutal y traumático' aumento de precios de los carburantes, como
califican los empresarios bolivianos al reciente ajuste gubernamental, reavivó
la discusión en torno a la nacionalización de los hidrocarburos. Hoy más que
nunca, explican los sectores populares golpeados por el aumento de precios en
cadena, es necesario retomar el debate sobre la propiedad de las reservas de gas
y petróleo, y el destino de la renta petrolera, un debate proscrito por el
gobierno.
En la década de los 90 se convenció a Bolivia y a otros países de la región de
que el petróleo y el gas, bienes estratégicos que podían dedicarse al desarrollo
industrial, más bien debían ser exportados para financiar el desarrollo interno.
Estados Unidos necesitaba mantener sus reservas intactas y consolidar fuentes
productoras alternativas, y los más cercanos y fáciles de controlar fueron los
países latinoamericanos.
La idea de la exportación fue paralela a la consigna de la privatización. Fue
así que el Estado entregó sus recursos a las empresas transnacionales y aceptó
la desregulación. Se transfirió la capacidad regulatoria al monopolio privado y
así se permitió la convergencia entre el precio interno con el internacional,
fenómeno clave para entender el proceso de desindustrialización de los países de
la región.
Como consecuencia de esas políticas neoliberales, hoy las petroleras cobran en
Bolivia más de 30 dólares por barril de petróleo, cuando el costo de producción
no supera los cinco. El consumidor boliviano, cuyos salarios permanecen
congelados, está obligado a comprar carburantes al mismo precio que pagan los
consumidores del 'primer' mundo.
Mesa, simple neoliberal
El decreto gubernamental que autoriza la subida de los carburantes explica que
es necesario establecer nuevos precios de los productos tomando en cuenta la
evolución de los precios internacionales del petróleo crudo a fin de evitar
distorsiones en el mercado interno.
'Esa es la demostración de que este gobierno no quiere tocar los beneficios
exagerados de las transnacionales que operan en Bolivia', opina Antonio Peredo,
diputado del MAS. El gobierno, que criticó tanto a los partidos y gobiernos
tradicionales 'se porta como los gobiernos más tradicionales', añade Erick Reyes
Villa, diputado de NFR. El Comité de Defensa del Patrimonio Nacional (Codepanal)
opina que el gobierno de Mesa es tan neoliberal como cualquier otro que pisó
Palacio de Gobierno en los últimos 18 años.
Estos sectores coinciden en que el gobierno de Mesa, en la práctica, no ha
dejado de gobernar aplicando las mismas recetas de su antecesor derrocado en
octubre de 2003. Por ejemplo, se prevé que el gasolinazo permitirá al Tesoro
General de la Nación recaudar más de 100 millones de dólares en 2005, monto
cubrirá parte del déficit fiscal no financiado, así como posibles
'contingencias' que se presenten a lo largo de la próxima gestión, las cuales
tienen que ver con el pago de salarios a la administración pública y con la
creación de más ítems para salud y educación.
La medida también permitirá a las autoridades negociar en mejores condiciones el
apoyo de la cooperación multilateral y bilateral para los proyectos de inversión
pública, pues el Estado podrá contar con recursos de contraparte para su
programa económico. Luego de dictar su medida, el gobierno adelantó que en la
reunión del Grupo Consultivo de París en marzo pedirá el descongelamiento de una
cartera de créditos por más de 2.000 millones de dólares.
Esa forma de gobernar confirma que el Presidente Carlos Mesa 'es un hombre que
realmente no hace nada por el país, es un hombre inútil ligado al FMI, al BM y a
las petroleras', piensa el líder de la COB, Jaime Solares, para quien la única
forma de superar el déficit es nacionalizando e industrializando el gas y el
petróleo.
Pero las autoridades rechazan esa posibilidad con el argumento de que una
nacionalización 'confiscatoria' ahuyentaría a la inversión extranjera y
limitaría el despegue de la industria energética boliviana a través de las
exportaciones.
Es así que el gobierno no sólo insiste con el modelo exportador de los 90 sino
que tampoco está dispuesto a revisar el funcionamiento del mercado de los
hidrocarburos en Bolivia. Los dirigentes del transporte público plantearon
reajustar los precios de los hidrocarburos revisando primero la estructura de
costos de cadena de comercialización, el costo de refinación del diesel y la
producción. El margen de los mayoristas, de transporte y almacenaje, también
puede ser revisado, opinaron los transportistas. Actualmente, un grupo de
empresarios vinculados a los partidos neoliberales que gobernaron el país en los
últimos 18 años, controla la distribución de carburantes. Se denunció que estas
empresas ganan millones de dólares al mes por el sólo hecho de asignar cupos a
las estaciones de servicio. Los choferes sugirieron eliminar estas empresas con
el objetivo de reducir el costo de los carburantes, pero las autoridades no
toman en cuenta esas sugerencias.
Resignación suicida
El gobierno boliviano, al igual que su similar argentino, mantienen una
resignación suicida frente al expolio petrolero. Al parecer, todavía no entiende
que la energía, además de ser estratégica, es un bien social, un derecho humano,
que debe democratizarse.
Como indica la tendencia de 2004, el mundo ha ingresado en la época del petróleo
caro, pues las reservas mundiales se agotan aceleradamente. El crecimiento
demográfico mundial y el aumento de consumo de Estados Unidos y China marcarán
el próximo medio siglo hasta que se llegue a un mundo sin petróleo. Mientras que
Estados Unidos sólo tiene el 6% de las reservas mundiales, consume más del 25%
de la producción mundial.
Es por eso que la energía no es un recurso natural mas, en realidad el petróleo
mueve el mundo. De estos recursos es la defensa de la vida y futuro de los
Estados nacionales de América Latina, considerando que las tres grandes zonas
petroleras del mundo son Medio Oriente, toda el área alrededor de Nigeria, en
Africa, y América Latina.
En ese contexto, los países de la región deben asegurarse de la oferta de un
bien estratégico y buscar el autoabastecimiento, pues la industrialización
depende de la posibilidad de disponer de energía. Por eso, sugieren economistas
varios, urge garantizar la apropiación social de la renta, en vez de asegurar la
ganancia privada y oligopólica; que el Estado fije desde el precio en boca de
pozo hasta el precio final de los combustibles, los impuestos y los márgenes de
distribución.
Mesa se expone a una crisis social de magnitud
El gobierno de Mesa se rodeó de funcionarios que tuvieron responsabilidad en las
privatizaciones de la década de los 90, no quiere anular los 75 contratos
firmados con las petroleras que ocasionaron al país una pérdida de más de 5.000
millones de dólares, y ahora lanza una medida por demás impopular.
Mesa se convierte en el primer responsable de la desestabilización del país al
lanzar esta clase de medidas antieconómicas que repercutirán negativamente en
los próximos días; el Presidente juega con la estabilidad económica y social del
país al dictar un gasolinazo que tendrá un efecto multiplicador, opina el
diputado del MAS Iván Morales.
Morales no exagera, pues el actual gobierno boliviano, que 'no es ni más ni
menos que un paralelo del gobierno de Kirchner porque genera desmovilización
mientras continúa el saqueo', a decir del dirigente de la Coordinadora de
Defensa del Gas, Oscar Olivera, está a punto de enfrentar una crisis social con
una sola consigna: la nacionalización de los hidrocarburos.
Jaime Solares, líder de la COB, propone la huelga general indefinida para
'lograr la nacionalización y la industrialización del gas' como la única forma
de revertir la medida que causa la 'elevación del precio de la canasta
familiar'. 'La movilización es la única forma de revertir esta situación, no
podemos soportar un garrotazo de esa naturaleza', sugiere Olivera.
En tanto, los trabajadores petroleros amenazan con movilizaciones si el gobierno
no recupera el gas, una medida más necesaria que nunca ahora que el precio de
los carburantes se impone desde el exterior. El dirigente de la Federación de
Trabajadores petroleros de Bolivia, Cristin Yucra, señalo que ya no se trata de
recuperar sino de nacionalizar los hidrocarburos.
La Central Obrera Boliviana (COB) convocó a todos los sectores sociales a formar
'un bloque grande para exigirle al gobierno que nacionalice los hidrocarburos, y
si no quiere nacionalizar que renuncie' y convoque a elecciones generales,
anunció Solares.
Ley de Hidrocarburos, la primera batalla
Si la convocatoria sindical logra apoyo, la primera batalla girará en torno a la
Ley de Hidrocarburos que actualmente analiza el Congreso. Hay dos frentes
claramente polarizados: uno que propugna la expropiación petrolera y otro que
propone una ley tolerante con el capital transnacional.
Los cívicos de varios departamentos actúan como la punta de lanza de las
petroleras. El presidente del Comité Cívico de La Paz, Jorge Flores; el
vicepresidente de la misma institución en Tarija, Elton Lens, y su similar en
Santa Cruz, Germán Antelo, coinciden en que la única alternativa al incremento
de los carburantes era la aprobación de la Ley de Hidrocarburos. Según Antelo,
la aprobación de una Ley 'no confiscatoria' hubiera evitado tomar una medida que
afecta de manera directa a los bolsillos de los sectores más empobrecidos del
país. El gobierno es parte de este grupo que defiende los intereses extranjeros.
Por el otro lado, los sectores sociales se organizan para exigir una ley
nacionalista. Y los negocios energéticos emprendidos por Mesa cada vez les dan
más argumentos para radicalizar sus posiciones.
Repsol YPF exporta a su subsidiaria en Chile recursos gasiferos extraídos en
Argentina y un porcentaje de esos envíos se destina al mercado de California.
Este esquema de intercambio intraempresa se profundizó con el acuerdo firmado
entre los gobiernos de Bolivia y Argentina. Bolivia se comprometió a enviar al
primero 4,5 millones de metros cúbicos diarios de gas a precio preferencial, y
hace poco los despachos aumentaron a 6,5 millones de metros cúbicos por día.
'Estamos asistiendo al avance de un viejo proyecto regional de las grandes
corporaciones energéticas en lo tocante al gas', explica el equipo económico del
MAS, que apunta a convertir a Bolivia en el nodo de distribución de gas para
Latinoamérica. 'La consigna de las petroleras para Bolivia es muy clara. Ni un
solo metro cúbico de gas debe ser industrializado dentro de su territorio, ya
que ellas (las petroleras) obtendrán grandes utilidades al industrializarlo en
el exterior', interpreta el analista Andrés Soliz Rada.
Entonces, los acuerdos firmados entre Bolivia y Argentina son parte de una
estrategia de negocios formulada en la década pasada por Repsol YPF, British
Petroleum y British Gas, empresas que conforman el consorcio Pacific LNG
interesados en exportar gas a Estados Unidos, una estrategia que confirma que el
gas que Bolivia exporta a Argentina tiene una ruta muy precisa: sale por
Argentina rumbo al norte de México, y de ahí se traslada directamente al área
industrial de California.
Nacionalizar e industrializar el gas
La exportación de energía como materia prima y el mínimo interés que el gobierno
demuestra por la industrialización del energético se convierte en la chispa que
podría hacer estallar a los sindicatos. 'El actual gobierno de Mesa, de (José
Antonio) Galindo y de Evo Morales se ha convertido en homicida porque ha matado
la esperanza del pueblo', protesta Roberto de la Cruz, concejal electo por la
Alcaldía de El Alto. El movimiento social de octubre coordinará acciones con
Fejuve y con la COB y 'puede ser que el gobierno no pase del año 2005', advierte
el ex líder sindical.
'Ahora está prohibido hablar en forma sectorial; él que lo haga traicionará al
pueblo; ahora debemos ser un solo bloque y todos ir por una verdadera
nacionalización de los hidrocarburos', añade Solares.
Los sectores sociales creen que ha llegado la hora de que el gobierno decida si
está o no a favor de recuperar la renta petrolera; de recuperar la propiedad de
las reservas. Es indispensable avanzar sobre el control público de los bienes
energéticos, que no deben ser mercancías sino bienes sociales; urge otro modelo
energético y de desarrollo, es necesario buscar un modelo de gestión que
reemplace a la fracasada privatización. Y para hacerlo se precisa decisión
política.
No comprender estas premisas, añaden los dirigentes, no hará más que confirmar
la ignorancia y complicidad militante de quienes gobiernan, su chatura
intelectual y cultural, y su derrota cultural frente al Consenso de Washington.