Internacional
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James Petras
Rebelion.
Traducción: Jorge Anaya
Resulta irónico y trágico que, en un tiempo en que el gobierno federal gasta
decenas de miles de millones de dólares y emplea un ejército de 100 mil
funcionarios en la "seguridad de la patria", cientos, si no miles, de
estadunidenses han perecido por ausencia de seguridad en su patria.
Seamos claros: el huracán, la excepcional crecida del mar y la inevitable
inundación de los estados del Golfo de México eran conocidos desde varios días
antes por funcionarios locales, estatales y federales. Esos funcionarios
apremiaron a los individuos a desalojar como mejor pudieran. En otras palabras,
no hubo en ningún nivel de gobierno una política efectiva de evacuación para
ayudar a los cientos de miles que carecían de transporte privado. Muchos hombres
y mujeres de la Guardia Nacional en las localidades afectadas estaban en Irak,
no en sus estados de origen, donde podían haber intervenido en esta emergencia
nacional. El teniente Andy Thaggard, de la Guardia en Mississippi, señaló: "no
tener personal es el factor más importante en este suceso. Necesitamos a nuestra
gente". En el centro de Irak hay 4 mil miembros de la Guardia Nacional de
Mississippi; Louisiana tiene en Bagdad 3 mil de sus efectivos de esa
corporación.
El jefe de Seguridad Interior y su ejército de funcionarios fueron elocuentes en
su silencio y, peor aún, en su ausencia. El equipo de auxilio en desastres
carecía de personal suficiente y de algún plan efectivo de apoyo de emergencia,
gracias a los sustanciales recortes hechos en el presupuesto federal para
reducir la tasa impositiva para el uno por ciento de mayor ingreso de la
población. En consecuencia, docenas de hospitales, hogares para ancianos,
sanatorios mentales y otras instalaciones públicas carecen de energía, agua
potable, teléfono y servicios de emergencia.
La filosofía de "sálvese quien pueda" del gobierno, que coloca la codicia y
riqueza personal por encima el servicio público y el gasto social, ha convertido
un evento natural (huracán, marejada e inundación) en un desastre humano. La
guerra y la ocupación de Medio Oriente han debilitado la seguridad de los
ciudadanos estadunidenses en forma muy dramática y visual: miles de familias
hambrientas y sedientas vadeando hasta la cintura en aguas sucias, arriesgando
la vida y la integridad física para obtener víveres básicos en los supermercados
inundados. Ahora que la cifra de muertos se eleva a miles y los funcionarios
públicos se frotan las manos con angustia y lamentan la catástrofe, el
presidente George W. Bush ha abandonado sus prolongadas vacaciones, pero el
sentido profundo de este fracaso político aún está por discutirse: seguridad
interior significa, primero que nada, la seguridad del pueblo estadunidense.
No era un desastre inevitable. En junio de 2004 el jefe de manejo de emergencias
de Jefferson Parish, Louisiana, dijo: "Parece que el dinero (para reforzar los
diques) lo han retirado del presupuesto para transferirlo a la seguridad
interior y la guerra en Irak; supongo que es el precio que pagamos. Nadie en la
localidad está contento de que no se puedan terminar los diques, y estamos
haciendo cuanto está de nuestra parte para demostrar que éste es un asunto de
seguridad para nosotros".
Seguridad interior significa restaurar los presupuestos nacionales, estatales y
locales de defensa civil ante desastres naturales, reconstruir nuestros diques,
expandir los medios de transporte de emergencia -botes, helicópteros y camiones-
para desalojar poblaciones vulnerables; contar con instalaciones seguras y
accesibles de refugio, dotadas de adecuado suministro de comida, agua y
servicios médicos.
El dinero, las agencias, los vehículos, los proyectos de construcción, la
Guardia Nacional están allá en Irak, no en nuestra patria, donde podrían estar
salvando vidas. ¡Traigan ya a nuestros soldados a casa!
* Profesor emérito de la Universidad de Binghamton, escritor y conferencista,
autor de más de 50 libros y cientos de artículos sobre política económica y
movimientos sociales. Es colaborador regular de La Jornada y otros
importantes periódicos de América Latina. Sus artículos pueden encontrarse en su
página web en inglés.