Internacional
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Entrevista al
analista militar William Arkin sobre su nuevo libro
Los nombres
de código secretos de EE.UU. y los planes que ocultan
Amy Goodman
Democracynow
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
AMY GOODMAN: Tenemos aquí a William Arkin, analista
militar, y pasaremos el resto de la hora en su compañía. Es
autor de un nuevo libro llamado “Code Names: Deciphering U.S. Military Plans,
Programs, and Operations in the 9/11 World”. [Nombres de código:
descifrando los planes militares, programas y operaciones de EE.UU. en el mundo
posterior al 11-S]. Identifica 3.000 nombres de códigos que solían ser secretos
y detalla los planes y misiones que encubren. Steven Aftergood de Secrecy News
describe el libro como “probablemente el acto más concentrado de desafío de la
política oficial de secreto desde que Howard Morland escribió sobre el Secreto
de la Bomba H en The Progressive en 1979.” Arkin es autor de otros 10 libros y
escribe para Los Angeles Times, es analista militar y ex oficial de inteligencia
del Ejército. Está con nosotros en nuestro estudio para una amplia entrevista.
Comienzo preguntándole por qué publicó el libro.
WILLIAM ARKIN: Bueno. Estoy en condiciones como periodista y experto militar de
reunir gran parte de esta información. Supongo que es una pasión mía seguir las
actividades secretas y no tan secretas de los militares a través de los años. Me
pareció que ha habido una increíble explosión de secreto después del 11-S y
supongo que simplemente me sentí obligado a hacer lo que le estaba pidiendo al
gobierno que hiciera, o sea sacar las cosas a la luz del día. Me sentí que si
hubiera acaparado la información o la hubiese atesorado para mi propio uso,
habría estado cometiendo precisamente lo mismo de lo que acuso al gobierno. Y
también creo que, ya sabe, hay secretos y secretos, y que sólo porque el
gobierno marca algo como confidencial o afirma que es secreto no hace que así
sea. Y quería cuestionar el secreto trivial porque me parecía que también así es
como nos metimos en más líos. El escándalo sigue al secreto como la noche sigue
al día. Y a mi juicio, me sentí obligado, como ciudadano y como experto, a hacer
público lo más que podía, para que la gente pueda comprender mejor el tipo de
mundo que estamos construyendo después del 11-S.
AMY GOODMAN: Explique lo que es“Polo Step”.
WILLIAM ARKIN: “Polo Step” es uno de tantos nombres de código en este libro. Es
un compartimiento que fue utilizado por la administración Bush; en realidad fue
usado también por la administración Clinton, para compartimentar la
planificación secreta en la guerra inicial contra Osama bin Laden. Así que, a
fines de los años noventa, cuando estaban montando tantas operaciones
clandestinas contra al Qaeda en Afganistán, un “Polo Step” era el compartimiento
para el que se necesitaba una aprobación para informarse de lo que ocurría. Así,
que alguien podría haber puesto el sello “Top Secret, Polo Step” y si no se
estaba integrado a ese programa y adoctrinado en Polo Step, no era posible
informarse sobre las operaciones diarias.
Después del 11-S, el Comando Central de EE.UU. – responsable de Medio Oriente,
el comando de Tommy Franks – se apropió de Polo Step para que fuera el tipo de
cobertura, si se quiere, para la planificación ofensiva en Irak. Y al mismo
tiempo que el gobierno negaba que estuviéramos planificando la guerra contra
Irak, estaba estableciendo planes bélicos, estableciendo medidas. Y
aproximadamente a mediados de 2002, supe de la existencia de este compartimiento
Polo Step, y me filtraron una instrucción Polo Step sobre medidas en Irak.
Escribí al respecto en Los Angeles Times, y la reacción del gobierno fue
electrizante. The New York Times siguió con un artículo en primera plana
el 4 de julio. Y estaban todos muy preocupados de que se pusiera en peligro toda
su clase de preparativos para la guerra en Irak.
............
AMY GOODMAN: ¿Cuáles fueron los planificadores cruciales en el Pentágono que
fueron excluidos en los preparativos para la invasión de Irak?
WILLIAM ARKIN: Prácticamente todos. Todos, desde los oficiales dentro del propio
comando central, a expertos en el Pentágono y en otros comandos, a gente del
Departamento de Estado que estaban informados y trabajaban con mucha ferocidad
en la fase cuatro, la fase de operaciones posteriores a los principales del plan
de guerra. Todos fueron excluidos. Y Polo Step se convirtió entonces en un
instrumento, si se quiere, para restringir la verdadera planificación para la
guerra, su esencia, a un círculo muy pequeño. Así que no es sólo su exclusión,
sino también es al mismo tiempo una cámara de ecos, lo que quiere decir que esos
individuos se escuchan a sí mismos. Y tienen muy poca intervención externa. Si
no se tiene acceso a Polo Step, y no se sabe lo que está ocurriendo, la realidad
es: bueno, usted no está realmente en el circuito. Y si no estás en el circuito,
en términos burocráticos, significa que no vale la pena que se te escuche.
AMY GOODMAN: Así que más importante que el que está excluido, ya que usted
dice que lo estaban todos, ¿quiénes estaban en ese núcleo?
WILLIAM ARKIN: Sabe, no es particularmente revelador políticamente quién haya
estado en ese grupo. Obviamente estaba el establishment nacional de seguridad a
su más alto nivel, el presidente y el Consejo Nacional de Seguridad, el
vicepresidente, y el secretario de defensa y sus adjuntos, forman el núcleo del
elemento planificador. Son personas de la CIA. Y también hay personas del
Departamento de Estado. Pero eso no permite un debate abierto. No permite una
discusión abierta. Y piense en eso. Volvamos a 2002. Está todos los días en los
periódicos. Hay especulación sobre lo que estamos haciendo en Irak. Estamos
reforzando nuestras fuerzas. Es obvio que la administración Bush tiene la
intención de lanzar la guerra. Y por lo tanto el hecho mismo del plan bélico no
es un secreto. Las intenciones generales de lo que va a ser la guerra no es algo
secreto. Lo que realmente está sucediendo, es que todos los que están dentro del
sistema, dentro del sistema, que pudieran tener una idea disconforme o una
perspectiva diferente, están siendo metódicamente excluidos. Eso es lo que está
ocurriendo en realidad. Porque el debate, en todo caso, tiene lugar en público.
AMY GOODMAN: En su libro, usted revela muchos de los secretos tras la
invasión de Irak por EE.UU. ¿Puede hablar del papel que Jordania jugó
secretamente antes de la guerra?
WILLIAM ARKIN: Creo que Jordania es un ejemplo del problema del secreto en el
mundo moderno. Estados Unidos y Jordania cooperan en una amplia gama de asuntos
de inteligencia y militares. Parte de esa cooperación es encomiable y parte de
ella es importante. Y Estados Unidos, a cambio de esa cooperación, acepta que
sea confidencial. En la preparación de la guerra de Irak, Jordania permitió a
Estados Unidos que desplegara Fuerzas de Operaciones Especiales, e incluso
aviones, dos bases aéreas en Jordania oriental, justo sobre la frontera con Irak
occidental. Y las provisiones de ese despliegue eran que tenía que ser secreto.
Y utilizaron una palabra de código: “West Wing,” para ocultar el hecho, que
había bases en Jordania. Y sólo se referían a West Wing como si hubiese un sitio
llamado West Wing. Y todas esas fuerzas fueron desplegadas. Miembros de
infantería de la Guardia Nacional de Florida fueron desplegados para proteger la
base. Hubo fuerzas de Operaciones Especiales. Hubo fuerzas británicas y
australianas de Operaciones Especiales. Incluso desplegamos misiles tierra-aire
Patriot en el centro de Amman. Y a pesar de todo, cuando se reveló en los medios
de comunicación que Estados Unidos estaba utilizando Jordania como una base para
atacar Irak, el gobierno jordano dijo que no era verdad, no tenemos
estadounidenses aquí, es absolutamente falso. Y presento en el libro la pregunta
de lo que hace a nuestra sociedad, a nuestra seguridad nacional, a nuestro
espíritu como estadounidenses que aceptemos ese ridículo nivel excesivo de
secreto para otras naciones. Porque el que hubiera fuerzas estadounidenses en
Jordania no era ningún secreto. Los iraquíes sabían que había fuerzas de EE.UU.
en Jordania. Hubo despliegues de fuerzas evidentes en ese país. Como dije, hubo
misiles US Patriot en el centro de Amman. Y pienso que eso envía un mensaje.
Envía un mensaje que dice: los estados hacen una cosa, y dicen otra.
AMY GOODMAN: ¿Quiere decir que se presentaba al rey Abdullah diciendo que se
oponía a la guerra, y que en privado la apoyaba?
WILLIAM ARKIN: Sí. Así que lo que causa, pienso, es que transmite a los
terroristas, y a los que son hostiles a Estados Unidos, que puedes decir una
cosa y hacer otra. Así que cuando Estados Unidos dice, digamos el presidente
Bush dice libertad, libertad, libertad, en su investidura, la gente puede
interpretar que significa que, mira, ya sabes, Estados Unidos puede decir
libertad, libertad, libertad, todo lo que quiera, pero lo que vemos es que está
apoyando a regímenes represores no-democráticos, que realmente está sólo
interesado en matar a gente islámica, que realmente sólo está interesado en
petróleo, y aunque ponga un imprimátur pomposo en lo que constituyen sus
objetivos, sabemos que en realidad esos regímenes cooperan en secreto con
Estados Unidos, que Estados Unidos se aviene a esos secretos, y pienso que el
resultado final para nuestra seguridad nacional en general es que provocamos más
terror, que apoyamos a los regímenes equivocados, que no aplicamos la misma
presión a nuestros aliados y amigos para que se democraticen como la que
aplicamos a nuestros enemigos, y que el resultado final es que se debilita
nuestra seguridad nacional. Y veo ese patrón en Pakistán, en Jordania, en toda
la región del golfo, y en otras partes del mundo donde ahora la medida de la
libertad de un país, si se quiere, es el grado en el que coopera con nosotros en
la guerra contra el terrorismo.
AMY GOODMAN: El presidente Bush realizó una conferencia de prensa en la Casa
Blanca y se le preguntó si lucha contra la tiranía en todo el globo, cómo se las
va arreglar con China, Rusia, Arabia Saudí. Habló de Rusia, y habló de China.
Sólo no comentó sobre Arabia Saudí. ¿Puede hablarnos de la relación secreta
entre Arabia Saudí y Estados Unidos?
WILLIAM ARKIN: Arabia Saudí es otro de esos países, como la mayoría de las
monarquías y oligarquías en la región del Golfo, que tienen una relación muy
íntima con Estados Unidos, sea porque compran la mayor parte de sus armas de
Estados Unidos, porque los militares de EE.UU. entrenan a los militares saudíes,
o desde Tormenta del Desierto, desde la Guerra del Golfo 1990-91, Estados Unidos
ha desplegado permanentemente fuerzas en suelo saudí, desde luego, desplegado
permanentemente fuerzas aunque no estén oficialmente allí, y constituye un
secreto oficial. Quiero decir que EE.UU. hizo despegar bombarderos B-52 desde
Jeddah durante la Guerra del Golfo, y sigue siendo secreto. ¿Secreto para quién?
No se puede dejar de ver un bombardero B-52 que despega de una base aérea. Los
iraquíes sabían que estaban allí. Todos los sabían. Sólo se supone que el pueblo
estadounidense no lo sepa. Y Arabia Saudí, como la mayoría de los países,
discutimos con ellos para que sean más cooperativos y se ocupen de al-Qaeda en
el interior y que se ocupen del terrorismo, liberalizando su sociedad, etc.,
pero al mismo tiempo, el precio que pagamos cuando los saudíes no actúan, cuando
los saudíes no cooperan con Estados Unidos, cuando los saudíes no hacen lo que
es necesario, es que mantenemos la boca cerrada porque nos están pagando algo,
es decir aseguran el acceso de nuestros militares a esa parte del mundo.
AMY GOODMAN: William Arkin, ¿puede contarnos algo sobre esos nombres de
código para operaciones alrededor de Arabia Saudí?
WILLIAM ARKIN: Lo que veo en Arabia Saudí es algo como una serie de ejercicios
militares que sirven de cierto modo como cobertura para operaciones cooperativas
de contraterrorismo. Así que los llaman ejercicios militares, y todos tienen
nombres muy intrincados. Y esos nombres sirven como cobertura. Así que puede
sobrevenir en algún momento un ejercicio, y puede ser que en el comando central
la mayor parte de los nombres sean de código ‘in’. Los militares son muy
organizados. Así que: “Inspirado”, “Intrépido”, son nombres de código que cada
cual se refiere a un país diferente. Así que se puede ver un comunicado de
prensa o algo en una información o un periódico militar que dice que Estados
Unidos está desplegando fuerzas para “Inspired Venture 04”, pero en realidad lo
que es “Inspired Venture 04” es, es una operación conjunta de contraterrorismo,
o algún tipo de operación cooperativa entre Estados Unidos y Arabia Saudí. En
realidad, para la Operación Libertad Iraquí, la guerra en Irak, Estados Unidos
desplegó Fuerzas de Operaciones Especiales en el norte de Arabia Saudí, y
desplegó aviones de reconocimiento en Tabuk, fuerzas en Arabia Saudí. En
realidad, manejaron la guerra aérea desde Riad. Pero oficialmente Arabia Saudí
estuvo sólo involucrada en la defensa de su propio país y no en esta guerra.
AMY GOODMAN: A la gente en EE.UU. le es muy difícil obtener esta información.
¿Qué tipo de brecha informativa existe entre la gente del resto del mundo y la
de Estados Unidos, que tiene la prensa más libre?
WILLIAM ARKIN: Bueno, Estados Unidos tiene la prensa más libre. He escrito este
libro, lo que lo demuestra. Pienso que no van a obtener la información porque
complejidad y la naturaleza bizantina del establishment de las fuerzas armadas y
de la seguridad nacional de EE.UU. son tales que hay que ser un experto para
descifrarla. Lo hemos visto en todas las recientes historias sobre unidades
secretas del Pentágono y participación secreta del Pentágono en la investidura,
etc. Son cosas increíblemente complejas y han estado haciéndolo desde hace
muchos años, y todavía es difícil diferenciar A de B y B de C. Así que no me
sorprende que no sean conocidas hasta que haya alguien que escriba al respecto.
Tiene que originarse en la prensa de EE.UU. o Gran Bretaña o alguna prensa
extranjera. La verdad es que casi siempre escriben sobre algo una vez que se ha
escrito aquí. A pesar de todo, no creo que vaya a ver demasiados artículos en la
prensa saudí o jordana sobre la relación militar clandestina de EE.UU. con esos
países.
AMY GOODMAN: A usted le han dado duro cuando habla de cosas semejantes.
¿Puede hablar de cómo perdió su trabajo por revelar nombres?
WILLIAM ARKIN: Bueno, he venido haciéndolo desde hace tiempo. Creo que uno de
los primeros trabajos que tuve fue en una pequeña organización sin fines de
lucro en Washington, DC llamada Centro de Información de la Defensa. Fue a
comienzos de los años ochenta. Y yo era – yo trabajaba en un artículo sobre
dónde estaban todas esas armas nucleares en Alemania, armas nucleares
estadounidenses. Lo armé mirando en las guías telefónicas y en diversos manuales
militares. Y me despidieron rápidamente. Ya sabe, tremendo lío. De cierto modo,
no puedo trabajar en un sitio que no apoye la noción de franqueza. Como lo digo
en la introducción del libro, o se cree en la democracia o no. Se cree en la
franqueza o no. No hay modo de que vaya a convencer a alguien si la persona no
cree en eso. Así que he estado haciéndolo durante casi 30 años. Escribí un libro
en los años ochenta que reveló dónde estaban las armas nucleares en todo el
mundo. La administración Reagan no se alegró mucho y se me echó encima
brutalmente. Y ---
AMY GOODMAN: ¿Cómo?
WILLIAM ARKIN: Bueno, amenazaron con meterme en la cárcel. Y fueron necesarios
muchos meses de negociaciones con la administración Reagan para convencerla de
que no había utilizado ningún acceso a información confidencial para compilar
ese libro. Fue la excusa que iban a utilizar para meterme en prisión. Así que
necesitamos muchos, muchos, meses para lograrlo. Fue un tiempo bastante duro.
AMY GOODMAN: ¿Puede hablar de los estanes y de los nombres de código,
Uzbekistán, Tayikistán, Kirguiztan?
WILLIAM ARKIN: El caso uzbeco, por supuesto, fue el más importante en los años
noventa. Es de donde partía la mayoría de las operaciones especiales de la CIA,
durante los primeros años de Osama bin Laden, la guerra de la administración
Clinton contra Osama bin Laden. Uzbekistán en general fue muy cooperativo, y
también sirvió como el centro de la mayoría de las actividades de la Alianza del
Norte en Afganistán. A medida que reforzábamos nuestra capacidad en Uzbekistán,
al mismo tiempo, acumulamos un arsenal de secretos que en cierto modo la
encubrían. Y no sólo Uzbekistán, sino también Pakistán, hasta cierto punto
Tayikistán. Turkmenistán se mostraba más hostil hacia Estados Unidos y no
teníamos tanto acceso, pero en cada caso ocupábamos una antigua base aérea
soviética o una antigua instalación militar soviética, creábamos una especie de
pequeño enclave de actividad estadounidense, de la CIA, o de operaciones
especiales, de los militares, o incluso de contratistas. Comenzamos a enviar
aviones teledirigidos Predator desde Uzbekistán y Pakistán, realizando
reconocimientos en Afganistán en septiembre de 2000. Así que, cuando ocurrió el
11-S, Estados Unidos ya tenía una pequeña red de relaciones clandestinas con
muchas naciones en la periferia de Afganistán. Y, por cierto, eso facilitó el
movimiento más rápido de las fuerzas de EE.UU. a la región. Pudimos entonces
llegar a una presencia bastante importante en Jacobabad, la base aérea Shamsi en
Pakistán occidental, de donde salió la mayoría de las Operaciones Especiales que
fueron realizadas en Afganistán. Pero Estados Unidos también utilizó bases
discretas, secretas, en Omán, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein. Así
que, se pudo movilizar bastante rápido las fuerzas para sitiar Afganistán y es
uno de los motivos por los que se pudo ver un nivel tan elevado de actividad tan
rápido con muy pocos preparativos.
AMY GOODMAN: ¿Puede hablar de la relación con diferentes países?
WILLIAM ARKIN: Antes de la actual insurgencia en Irak, yo le habría dicho que
África sería el próximo frente en la guerra contra el terrorismo. Todas las
señales apuntaban a un aumento de la capacidad militar de EE.UU. y de la CIA
particularmente en el Cuerno de África, partiendo sobre todo a partir de
Djibouti y cubriendo sobre todo Sudán, Somalia, y en cierto modo Kenia
occidental, Eritrea y Etiopia. Pero pienso que ya que los militares se atascaron
en el atolladero, han tenido que abandonar sus grandiosos planes para el Cuerno.
Hay algunas otras actividades militares en el corazón de África. Hemos realizado
mucho entrenamiento y muchos despliegues en Mauritania, sobre todo hasta cierto
punto en el sur de Marruecos. Ha habido una cierta cooperación con los franceses
en Chad, y también ha habido algunos despliegues en África Central. Pero pienso
que la noción de que los militares iban a abrir un nuevo frente en la guerra
contra el terrorismo se ha evaporado en algo, ya que tuvieron que comenzar a
utilizar todos sus recursos en Irak. Y de alguna manera es una manifestación muy
práctica de un argumento que se hizo contra la guerra en Irak, cuando la gente
dijo que iba a diluir el esfuerzo en la guerra contra el terrorismo, lo que en
realidad ha ocurrido.
Y lo digo como alguien que mantiene la vista sobre todos esos sitios y trata de
ver cómo se desarrolla la marea del énfasis y del esfuerzo. Así que, los
estadounidenses que incluso podrían no haberse opuesto a la guerra en Irak por
motivos relacionados con la evidencia, podrán ciertamente comprender que lo que
ha causado es que los otros esfuerzos en la guerra contra el terrorismo sean
mucho más difíciles.
AMY GOODMAN: ¿Algunos nombres de código para África?
WILLIAM ARKIN: La fuerza de tareas conjunta Cuerno de África, con su central en
Djibouti tiene toda una serie de nombres de código interesantes, muchos de los
cuales no he logrado descifrar, así que todavía no puedo asociar las palabras
con el país. Todavía estoy tratando de hacerlo. Pero he visto un aumento
interesante en la cantidad de nombres de código asociados particularmente con
Argelia y Mauritania, la parte sur de Argelia, Mauritania donde parece como si
hubiera una operación permanente. Pero por cierto quisiera saber más.
AMY GOODMAN: ¿Qué son las operaciones Druid Leader, Elephant Grass, y Surf
Fisher? ¿Qué significan?
WILLIAM ARKIN: Bueno, durante la guerra Irán-Irak Estados Unidos, en su visión
estratégica de la época, consideró que era realmente necesario apoyar al
gobierno iraquí. Porque decían ¡Dios nos libre si ganan los iraníes! Los chiíes
fundamentalistas se apoderarían del resto del mundo, amenazarían a nuestros
amigos en la región petrolífera del Golfo, y la seguridad nacional de EE.UU.
sería arruinada. Y en ese ambiente, Estados Unidos montó una serie de
operaciones clandestinas para suministrar información de inteligencia a Sadam
Husein. Conocí al ayudante de Sadam Husein que fue el interlocutor de EE.UU. e
Irak en 1993; y recuerdo que en un momento estábamos en una discusión en un café
sobre las relaciones de EE.UU. con Irak y el futuro, y se enojó mucho y dijo, ya
sabe: “No me hable de qué trata. Yo fui el que co...”, ya sabe, “que fue el
enlace con el gobierno de EE.UU. durante la guerra Irán-Irak; y uno decía una
cosa y hacía otra diferente en esa época”. Ahí vi claro y me dije: “¡Vaya! En el
mundo real”, sabe, “lo que el gobierno de Sadam Husein percibe es que Estados
Unidos va a hacer todo lo que Estados Unidos tenga la gana de hacer para
proteger sus propios intereses. Y lo que hace en público es realmente diferente
de lo que hace en privado”. Porque aquí estaban obteniendo fotografías
satelitales, recibiendo informaciones sobre la naturaleza de las fuerzas
iraníes, y Estados Unidos miraba hacia otro lado mientras Irak utilizaba armas
químicas contra los kurdos en el norte y contra los iraníes en el sur. Dudaba en
criticar al gobierno iraquí en circunstancias en que los iraquíes recibían
nuestra ayuda, pero al mismo tiempo los iraquíes abrían su tesoro y compraban
cada vez más productos de EE.UU., particularmente arroz de EE.UU., como pago por
el suministro de información de inteligencia; y ése es todo el escándalo de
Irangate: que la administración Bush, la primera administración Bush, hacía lo
imposible por cooperar con los iraquíes para ganar la guerra Irán-Irak mientras
al mismo tiempo se beneficiaba porque los iraquíes otorgaban contratos
preferenciales a compañías estadounidenses.
AMY GOODMAN: ¿Así que Sadam Husein fue Druid Leader?
WILLIAM ARKIN: No está claro cuál de esos nombres de código fue; pero sabemos
que es lo que – bueno, lo que ocurre con nombres de código es que son cambiados
a menudo. Podían representar todos el mismo programa. ¿Quién sabe? Pero sé que
están todos asociados con el programa de máximo secreto de cooperación con Irak
durante este período, todo el tiempo, desde mediados de los años ochenta – casi
hasta la invasión iraquí de Kuwait.
AMY GOODMAN: William Arkin, volvamos atrás por un minuto al así llamado
“presupuesto negro” del Pentágono. ¿Hasta qué punto es secreto? ¿Qué parte está
sujeta al control parlamentario?
WILLIAM ARKIN: Bueno, ya sabe, cuando se considera una guía de más de 3.000
nombres de código, 600 de los cuales jamás han sido de dominio público, lo que
significa que no están en el presupuesto, no están en artículos periodísticos, y
nunca han sido publicados, una de las cosas que hay que concluir es que: ¿Cómo
puede alguien en el Congreso controlar y supervisar toda esa actividad? Quiero
decir, he pasado años en esto y tengo una idea muy superficial de todos estos
secretos. Así que, sé que hay una exigencia legal de que el Pentágono informe
anualmente al Congreso sobre la existencia de programas de acceso especial. Pero
la mayoría de la gente se sorprendería de saber que esto se hace mediante,
literalmente, un informe. Se envía una lista de nombres con una descripción de
una o dos líneas sobre lo que es el programa, y hay literalmente media docena de
personas dentro de todo el Congreso de EE.UU. con una aprobación suficientemente
elevada para leer ese informe. Así que, cuando se habla de cientos de programas,
y luego se habla de niveles de diferentes tipos de programas de acceso especial,
creo que podemos estar todos de acuerdo en que no reciben un control muy
efectivo. Así que se tiene el doble problema de la compartimentación en sí que
es utilizada como una manera de evitar el control dentro del Departamento de
Defensa y dentro del gobierno. Abogados u otros no tienen acceso a todos estos
programas; y luego se tiene al Congreso al que también se le informa sólo a la
ligera de la existencia de esos programas. Así que concluiría que el Congreso no
controla efectivamente lo que sucede, como lo vimos una y otra vez durante el
escándalo de Abu Ghraib o durante todo el debate sobre el trato de los
prisioneros en Guantánamo. Tiene una idea provisional de la totalidad de las
actividades militares y de inteligencia de EE.UU. en todo el mundo y uno de los
instrumentos que es utilizado para que el Congreso no pueda controlar esto es la
sopa de letras de los códigos de nombre que sirve básicamente para mantenerlas
en secreto.
AMY GOODMAN: ¿Cómo evaluaría en este momento la guerra en Irak?
WILLIAM ARKIN: Parece que en algún momento en los próximos dos años vamos a oír
la frase: “retirada con honor”. Aunque los militares de EE.UU. marchan hombro
con hombro (por lo menos la superioridad) y dicen: “Vamos a estar allí uno o dos
años más” (y probablemente retienen el aliento esperando que no sea más tiempo),
la verdad es que pienso que ha habido un cambio radical dentro de las fuerzas
armadas estadounidenses en el último año, en el que su entusiasmo por el proceso
de democratización y la misión en Irak se ha efectivamente evaporado. Y ya que
tengo buenas relaciones con los militares y observo a los militares, cuando veo
que ocurre algo semejante, veo realmente que la administración Bush opera sólo
en una plataforma ideológica, y que incluso tiene un apoyo provisorio de su
propia dirección militar.
AMY GOODMAN: ¿Qué pasa con esto, el nivel de resistencia en las fuerzas
armadas? Quiero decir, no se oye mucho sobre los – creo que incluso el Pentágono
admite que cerca de unas 5.500 personas se resisten a ir a Irak. Existen,
hablando de Alberto Gonzales, más almirantes y generales en retiro que se
pronuncian en su contra como Ministro de Justicia que demócratas al comienzo.
¿Qué importancia tiene esto?
WILLIAM ARKIN: Bueno, pienso que es importante. Es un momento triste para EE.UU.
cuando, en octubre y noviembre antes de una elección, hay más generales y
almirantes en retiro que piden que se retiren las fuerzas de EE.UU. de Irak, que
candidatos demócratas que lo hacen. Y – pienso que aunque a veces tendemos a
utilizar a esos generales y almirantes como una especie, ya sabe, de gente que
está “de nuestra parte”, la verdad es que existe una tremenda cantidad de
malestar ante la ideología de la administración Bush. Los militares
profesionales han sido desplazados y han sido ignorados y no se ha tomado en
serio su opinión. Resistencia es una palabra extraña porque nos devuelve de
cierto modo a la era de Vietnam y a un servicio militar en el que se tenía a un
montón de personas normales que eran reclutadas a la fuerza al ejército y que
eran genuinos resistentes. Ya sabe, ahora se trata de una fuerza de voluntarios,
incluso en la Guardia Nacional y en la Reserva. La gente tiende generalmente a
ingresar a las fuerzas armadas por su propia decisión y ahora les pagamos
salarios relativamente buenos. Una buena parte del aumento de los gastos de
defensa es para reclutamiento y bonificaciones de reenganche que llegan
actualmente a decenas de miles de dólares. Ya sabe, gracias a Dios tenemos la
Guardia Nacional, hasta cierto punto, y la Reserva, porque por lo menos es gente
que no depende de los militares y que está dispuesta a expresarse. Pero, en
general, ya sabe, yo le diría que los estadounidenses deberían prestar más
atención al hecho de que hay funcionarios en puestos clave, individuos
informados, que antes eran comandantes de alto nivel en las fuerzas armadas, que
están profundamente preocupados, no sólo por Irak, sino por la forma en la que
manejamos la guerra contra el terrorismo y por esta noción de que vamos a ganar
la guerra contra el terrorismo matando terroristas uno tras otro al estilo del
lejano oeste. Para mí es una prueba mucho más seria de la falta de apoyo y de la
falta de reflexión que la administración Bush ha puesto en todo esto; porque,
siendo alguien que ha estado en las fuerzas armadas y ha hecho esto durante
treinta años, le digo que las quejas de soldados que escucho hoy no son muy
diferentes de las quejas que he escuchado de soldados durante treinta años y
más. Siempre van a quejarse. Es una de las cosas maravillosas sobre los
soldados. Cuando hay tantos embajadores en retiro, generales y almirantes en
retiro y otros que se pronuncian ahora mismo en un entorno en el que la gente
tiene miedo de manifestarse, es un cambio radical de importancia. Y aunque esa
gente no quería decir lo que pensaba antes de la guerra de Irak, por desgracia,
creo que realmente hemos visto un cambio importante durante el pasado año desde
Faluya, abril de 2004, cuando dijeron: “Esto no lleva a ninguna parte”. Y la
sangre de estadounidenses que está siendo derramada, realmente no va a lograr
los objetivos que creemos que van a lograr.
AMY GOODMAN: Bill Arkin, ¿Cuánto cuesta mantener en secreto estos secretos?
Ahora tenemos estudios que dicen que el secreto en realidad perjudica la
Seguridad Interior porque los estados y las municipalidades locales no pueden
obtener información del gobierno federal.
WILLIAM ARKIN: Bueno, la administración del sistema federal de seguridad cuesta
7.500 millones de dólares al año. También tendemos a declarar que más y más
información es confidencial de un modo trivial. El Departamento de Seguridad
Interior inventa nuevos niveles de confidencialidad: confidencial pero no
clasificado (s.b.u.), mantenimiento del orden confidencial, y otras cosas
parecidas. Y están tratando de encajar a las agencias locales de mantenimiento
del orden dentro de ese sistema de seguridad de manera que puedan intercambiar
información, lo que las convierte cada vez más en simples piezas del engranaje
de la seguridad nacional. Los costes son considerables, incluso según la
contabilidad propia de la administración Bush, los costes son importantes. Pero
creo que los costes para nuestra nación, los costes para el espíritu
estadounidense, los costes para nuestra política externa, el coste para la
seguridad internacional es realmente muy superior. Y espero que mi libro sirva
de alguna manera como punto de partida para un debate animado, un debate más
informado y ojalá para más franqueza en el futuro.
AMY GOODMAN: Hay un artículo en el Washington Times de Tony Blankley,
el hombre de Newt Gingrich cuando fue presidente de la Cámara. Está en el
Washington Times. Su titular es “Espionaje aunque lo llamen de otro modo”, y
es sobre Seymour Hersh y sobre el artículo que escribió denunciando las
operaciones de EE.UU. en Irán, y sugiere que al revelarlo, tal vez esté
implicado en espionaje, y señala que según la ley estadounidense una persona
culpable de espionaje, comete un crimen castigable con la pena de muerte o
encarcelamiento durante años o de por vida.
WILLIAM ARKIN: Por cierto espero que escriba el mismo comentario editorial sobre
mi libro para vender algunos más. Realmente no lo tomo muy en serio. He
escuchado esos argumentos durante unos 20 años que llevo escribiendo. La verdad
es que si el gobierno realmente sintiera que se está poniendo en peligro algo
que de alguna manera afecta a la seguridad nacional de EE.UU., entraría en
acción. Así que se trata de polémica. La realidad es que la mayoría de esos
secretos son triviales, mundanos, sin importancia, y que los que son
verdaderamente importantes son los que el gobierno estima que tiene que proteger
en todo caso, porque si admite que son, en realidad, secretos legítimos, tiene
que exponerse a más control.
AMY GOODMAN: ¿Y la batalla del Pentágono con la CIA, qué papel juega?
Rumsfeld entró en alza recientemente.
WILLIAM ARKIN: Bueno, creo que una de las cosas que hemos visto realmente desde
el 11-S es una explosión de nuevas órdenes, nuevas unidades, nuevas operaciones,
por parte del Pentágono. Ya sabe, en cierto modo, si uno fuera partidario de la
guerra contra el terrorismo, y no lo soy particularmente, diría: “bueno,
deberíamos dar una medalla a Rumsfeld, porque ha trabajado muy duro por crear
unidades ad hoc cuando la burocracia no ha reaccionado”. Y así uno se diría:
“Bueno, formidable. Rumsfeld es un hombre de acción, y es lo que necesitamos”.
Por otra parte, él trata de simplificar las cosas e ignora la ley cuando es
necesario, y ya que somos un estado de derecho y estamos tratando de imponer un
estado de derecho, es importante que respetemos las leyes. Así que, creo que no
deberíamos involucrarnos en ese típico debate de Washington de burocracia contra
burocracia, porque no toma en cuenta lo que es importante. El tema no es CIA
contra Pentágono. No apoyo ni a una ni a la otra agencia, así que realmente me
importa un pepino quién gane la batalla burocrática. Lo importante es cuál es
nuestra estrategia en la guerra contra el terrorismo, cómo reforzamos nuestra
capacidad de conducirla, y encontramos la trayectoria adecuada a seguir. Si lo
hace el Pentágono, veo problemas. Si lo hace la CIA, veo problemas. Pero es
típico de Washington que quieran hablar de cómo está organizada la estructura de
la organización y se peleen por cuáles son los cuadros que deben estar aquí o
allá en lugar de enfrentarse por el tema fundamental de cuál es la estrategia.
AMY GOODMAN: ¿Diría que el presidente dirige la administración más secreta en
la historia de este país?
WILLIAM ARKIN: Me parece que en este momento la respuesta es sí. Que por haber
vivido durante la administración Reagan y visto el inicio de la nueva Guerra
Fría durante los años ochenta, diría que aunque vi un cambio importante en el
secreto a comienzos de los años noventa, la verdad es que lo que hemos
presenciado es una verdadera regeneración de todo el mundo de las operaciones
secretas y clandestinas, comenzando a fines de la administración Clinton,
acelerada luego después del 11-S.
AMY GOODMAN: Quiero terminar hablando del interior. La gente piensa en las
operaciones en el extranjero, de nombres de código en el extranjero. El New
York Times on Sunday, tiene un título: “Los comandos ven su deber en el
territorio estadounidense, en su nuevo rol en la lucha contra el terrorismo”, en
el que citan una de las operaciones con nombres de código que usted revela. ¿Qué
sucede en el interior?
WILLIAM ARKIN: Bueno, considero que la administración Bush, hipnotizada por la
amenaza de armas de destrucción masiva, su pesadilla, está creando de nuevo toda
una multitud de operaciones secretas y planes de emergencia de cómo utilizar a
las fuerzas armadas para proteger a la presidencia y tal vez obtener poderes
especiales si hubiera un incidente de armas de destrucción masiva en Washington
o en Estados Unidos. Estamos viendo un lento deslizamiento creciente de los
militares hacia los asuntos internos de este país, y es algo que debería
preocupar a todo estadounidense.
AMY GOODMAN: Explique toda la operación.
WILLIAM ARKIN: Bueno, es el aumento de las órdenes interiores, la creciente
relación íntima entre los militares y las agencias locales de mantenimiento del
orden, el uso de activos militares en la vigilancia y la inteligencia en EE.UU.
Es un tema mayor, y probablemente un asunto que merece otra discusión futura.
AMY GOODMAN: ¿Qué es Power Geyser?
WILLIAM ARKIN: Power Geyser es el plan de emergencia de secreto máximo
para el uso de la Fuerza Delta en una emergencia para proteger a la presidencia.
Y no sabemos realmente cuáles serían esas autoridades, pero no son legales.
http://www.democracynow.org/article.pl?sid=05/01/27/1359252
Más información en: CodeNames.org.