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Injerencia estadounidense. Segunda y última parte
1962-1979: La AFL-CIO y la contrainsurgencia sindical
Paul Labarique
www.redvoltaire.net
Para defender los intereses de sus grandes compañías en América Latina frente a
los gobiernos socialistas, los Estados Unidos no se limitan a infiltrar sus
ejércitos. También reclutan a camorristas en la sociedad civil bajo la cobertura
de la formación de sindicalistas. Un instituto especializado de la AFL-CIO,
creado por el Pentágono y la CIA, dirigido por importantes figuras, participa
directamente en la desestabilización de Guyana, Brasil o Chile. A continuación
la segunda parte de nuestra investigación sobre la injerencia sindical.
Para
defender los intereses de sus grandes compañías en América Latina frente a los
gobiernos socialistas, los Estados Unidos no se limitan a infiltrar sus
ejércitos. También reclutan a camorristas en la sociedad civil bajo la cobertura
de la formación de sindicalistas. Un instituto especializado de la AFL-CIO,
creado por el Pentágono y la CIA, dirigido por importantes figuras, participa
directamente en la desestabilización de Guyana, Brasil o Chile. A continuación
la segunda parte de nuestra investigación sobre la injerencia sindical.
Luego de haber participado en la política de manipulación de las fuerzas de
izquierda contra el comunismo llevada a cabo por Washington, la AFL-CIO se
reorganiza en 1962 cuando el presidente John F. Kennedy crea la La Agencia de
los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) [1]. Las actividades
internacionales del sindicato son confiadas a tres organismos diferentes que se
distribuyen zonas geográficas.
La AIFLD: «contrainsurgencia» sindical en América Latina
El primero es el American Institute for Free Labor Development (AIFLD), dedicado
al control de los movimientos sindicales en América Latina. George Meany,
presidente de la AFL-CIO, asume la dirección administrativa. Delega la dirección
ejecutiva en Willliam C. Doherty Jr, cuya experiencia profesional se limita a
algunos meses de trabajo en el Plan Marshall, lo que podría parecer insuficiente
para un «líder sindical» [2].
Un consejo de administración compuesto por grandes empresarios con intereses en
América Latina determina las prioridades de acción de la AIFLD. En el mismo se
encuentran personalidades famosas por sus posiciones antisociales como David
Rockfeller; la presidencia es asumida por el director general del gigante
químico W.R. Grace Corporation y presidente del Capítulo Norteamericano de la
Orden de Malta, J. Peter Grace [3]. Este casting refleja la realidad de la
AFL-CIO, organización que promueve la colaboración de clases y une de forma
vertical sindicatos obreros y patronales según un modelo cercano al de las
corporaciones fascistas.
Después de la Segunda Guerra Mundial y antes de la fusión con la CIO, la AFL ya
había instalado una organización sindical en América Latina llamada
Inter-American Regional Organization of Workers (ORIT). Este antecedente de la
AIFLD estaba dirigido por Serafino Romualdi, exiliado italiano. Aunque hizo
maravillas en Guatemala en 1953 durante el derrocamiento del presidente Jacobo
Arbens, cuya política social amenazaba los intereses de la United Fruit Company,
se mostró incapaz frente a la revolución cubana; de ahí que Washington decidiera
dar más medios a la AFL-CIO, es decir, a la AIFLD.
La decisión de crear la AIFLD no fue objeto de discusión en el seno del
movimiento obrero norteamericano. Fue tomada por los directivos de la red
stay-behind, de injerencia de los Estados Unidos en los países de su zona de
influencia y que formaba parte entonces de la Dirección de Planificación de la
CIA, aunque vinculada al Pentágono [4]. Los estatutos son elaborados entre 1959
y 1962, y redactados por dos de los principales especialistas de las acciones
secretas: el general Richard G. Stilwell y el coronel Edward G. Lansdale. Este
último era en aquella época director de la NSA y el diseñador de las operaciones
Mangoose y Northwood dirigidas contra Cuba [5].
El proyecto es aprobado por el Consejo de Relaciones Exteriores (Council on
Foreign Relations - CFR), la asociación de la élite de Washington. «Eso se
convirtió en el inicio de la contrainsurgencia», comenta el coronel retirado de
la US Air Force L. Fletcher Prouty [6]. En efecto, ambos eran «agentes de campo
[para quienes] había llegado el momento de (...) formar una fuerza internacional
paramilitar masiva, bajo un mando paracivil y [disimulada tras] un tupido velo
de seguridad» [7].
El programa está inspirado especialmente en el desarrollado por Joseph A. Beirne
a finales de los años 50 cuando era presidente de Communications Workers of
America (CWA). Entonces había invitado al centro de formación del CWA, en Front
Royal, a líderes de los sindicatos vinculados a los servicios postales,
telegráficos y telefónicos de América Latina para un seminario de tres meses
sobre el «sindicalismo democrático».
Mientras que los militares de América Latina se forman durante todo el período
en la Escuela de las Américas, en Panamá, o en la Academia de Cuadros de la
Guerra Política, en Taiwán [8], la AIFLD garantizaría, durante cuarenta años, la
formación de más de 200 000 personas procedentes de todas las ramas,
principalmente de la prensa, en Front Royal, Virginia [9]. La ideología
impartida la resume William Blum de la siguiente forma: «Todos los problemas de
los trabajadores serán resueltos por un sistema de libre empresa, de cooperación
de clases y de negociación colectiva, así como por la colaboración con los
patronos y el gobierno en la lucha anticomunista» [10].
Foto izquierda: Jacques Foccart con líderes gaullistas, al frente de la
manifestación
del 30 de mayo de 1968 en Francia. George Meany Presidente de la AFL-CIO de 1955
a 1979 .
La AIFLD realiza actividades de propaganda y diplomacia paralela contra la URSS
en este período de guerra fría. Su papel es entonces desconocido por el gran
público e incluso por la mayor parte de los miembros de la AFL-CIO. Las primeras
revelaciones tienen lugar en 1967 durante una reunión de 520 dirigentes
sindicales de alto nivel organizada en Chicago por iniciativa del Labor
Leadership Assembly for Peace, un grupo de trabajadores opuestos a la guerra de
Vietnam. Uno de los líderes presentes, Victor Reuther, relata cómo la AFL-CIO en
realidad sirve de cobertura para las actividades del Departamento de Estado
norteamericano y de la CIA.
La central sindical, entonces dirigida por George Meany, habría, según Reuther,
«participado [con la CIA] en el golpe de Estado de 1964 que derrocó al gobierno
liberal electo de Joao Goulart en Brasil y, al mismo tiempo, ayudado a debilitar
a los sindicalistas del sector automovilístico brasileño. La obediencia ciega de
la AFL-CIO al Departamento de Estado y su alianza con la CIA hacen difícil para
la UAW (International Union, United Automobile, Aerospace and Agricultural
Implement Workers of America ), afiliada a la AFL-CIO, mantener la confianza de
sindicalistas confirmados del otro lado del Atlántico [11].
En sus memorias, Victor Reuther explica que «los lugartenientes de Meany en la
esfera de las intrigas internacionales habían creado una red mundial financiada
con enormes sumas. A veces utilizaban estructuras sindicales títeres,
internacionales o regionales. En otros momentos penetraban las secretarías
internacionales de sindicatos, aunque de buena fe. Las sumas de dinero que estos
últimos manipulaban los hacían vulnerables al control del donante». Se trataba
de una estrategia especial por parte de una central sindical, tanto más cuanto
que «la política exterior de la AFL-CIO era elaborada en la atmósfera acallada
de Washington, generalmente con el Departamento de Estado y otras agencias.
Raramente había una discusión anterior ante los miembros del Consejo Ejecutivo;
no había ni siquiera una imitación de proceso democrático» [12].
Experiencia de desestabilización sindical en Guyana
El golpe brasileño de 1964 no es el primero. El American Institute for Free
Labor Development había activado ya la maquinaria dos años atrás en el marco de
la desestabilización política llevada a efecto por el Departamento de Estado en
Guyana. La pequeña colonia británica, miembro del Commonwealth, es dirigida
entonces por el Dr Cheddi Jagan, presidente fundador del Partido Progresista del
Pueblo (PPP). Su apoyo a los obreros de las plantaciones azucareras amenaza los
intereses de la firma Brooker Bros McConnell. Antes de conceder la independencia
a Guyana, Londres decide su derrocamiento para instalar un gobierno títere en su
lugar.
La AFL-CIO es activa en Guyana a cuenta de la red stay-behind en el marco de los
acuerdos anglo-estadounidenses. Al respecto, escribe Serafino Romualdi: «Desde
mi primera visita a la Guyana Británica hice todo lo posible para fortalecer las
fuerzas sindicales democráticas opuestas a Jagan» [13]. Como lo escribe William
Blum, «fue una de las raras ocasiones en que la Agencia fue oficialmente
autorizada a operar en zona británica». La estrategia de la CIA es simple: se
trata de fortalecer a los sindicatos cercanos a Forbes Burnham, principal
opositor político de Jagan. La Agencia se apoya en el Public Services
International (PSI), «una asociación de sindicatos internacionales de
funcionarios, con base en Londres, cuya misión era exportar la experiencia
sindical de los países industrializados hacia los países menos desarrollados».
El dispositivo se hace especialmente eficaz tras la llegada al poder de John F.
Kennedy y la creación de la AIFLD: en febrero de 1962, la CIA organiza y
financia manifestaciones de oposición a Jagan, huelgas y revueltas. Gracias a la
penetración de las organizaciones sindicales, Langley logra fomentar, en abril
de 1963, la huelga general más prolongada de la historia: 80 días. El
llamamiento a la huelga había sido lanzado por el Trade Union Council (TUC) [14]
cuyo presidente, Richard Ishmael, «había sido formado, como tantos otros
dirigentes sindicales guyaneses, en los Estados Unidos, más exactamente por la
CIA, en el American Institute for Free Labor Development» [15]. A través suyo, y
con el concurso del PSI y otras organizaciones sindicales en la órbita de la
AIFLD, la CIA apoya la huelga con un millón de dólares.
Por «solidaridad con los huelguistas», las compañías petroleras norteamericanas
dejan de suministrar petróleo al país, lo que obliga a Jagan a solicitar la
ayuda de Cuba y viene a justificar la tesis de Washington según la cual «es un
peligroso comunista». Esta intensa campaña de desestabilización conduce, en
diciembre de 1964, a la obtención de una simple mayoría relativa por parte del
PPP de Jagan, que rápidamente es obligado a renunciar. Forbes Burnham, quien
queda en segundo lugar, se hace cargo del gobierno. Si bien en aquel momento
este episodio tiene éxito, no es menos cierto que constituyó un fracaso a largo
plazo. Veintiocho años más tarde los guyaneses llevan a Cheddi Jagan al poder al
elegirlo presidente. Inflexible, el presidente Clinton llama a William Doherty
Jr a quien nombra embajador en Guyana, pero ante la protesta por la decisión,
termina renunciando a la misma. Mal jugador, prohíbe entonces la
desclasificación de los documentos de la CIA referentes al golpe de 1964 cuyo
secreto llegaba a los treinta años estipulados [16].
Se repite la historia en Chile
El escenario se repite casi idénticamente en Chile a partir de 1970, año en que
se invierten más de mil millones de dólares por parte de diferentes empresas
norteamericanas en el país. La mayor internacional representada es la
International Telephone and Telegraph (IT & T). El proceso de desestabilización
comprende, según las audiencias celebradas por la Cámara de Representantes de
los Estados Unidos en 1975, «importantes manipulaciones electorales, el
financiamiento de los medios de comunicación con fines propagandísticos y de
desinformación, conspiraciones políticas, conexiones militares, la penetración
de los sindicatos (...)». Es iniciado ante la decisión del gobierno de Salvador
Allende de nacionalizar la IT&T y compañías de explotación del cobre. Robert
O’Neill es entonces del director del programa de la AIFLD en Chile. De 1970 a
1973 la central sindical multiplica la formación de dirigentes sindicales, de
los que unos cien viajan cada año a los Estados Unidos [17].
Como en Guyana, Washington no opta por la intervención militar, sino por la
desestabilización. Precisamente antes de la investidura del presidente Allende,
el embajador norteamericano, Edward Korry, había advertido que «ni un tornillo
ni una tuerca llegarían a Chile durante el gobierno de Allende». De 1970 a 1973
los Estados Unidos suspendieron la casi totalidad de sus programas de ayuda a
Chile, el Export-Import Bank dejó de conceder préstamos, así como el Banco
Interamericano de Desarrollo. Tampoco el Banco Mundial concedió ningún nuevo
préstamo a Chile entre 1971 y 1973. La idea desarrollada por la IT&T en un
memorando era que «entre los que quieren impedir la actuación de Allende,
algunos, más realistas, esperan que el deterioro de la economía desencadenará
una ola de violencia que conducirá a un golpe de Estado» [18].
Sindicalismo planetario
La AFL-CIO instaura otros dos organismos con carácter internacional, algunos
años después de la AIFLD, siempre gracias a un financiamiento de la USAID. Para
Asia, se trata del Asian American Free Labor Institute (AAFLI), fundado en 1968.
En realidad la zona asiática era desde hacía largo tiempo blanco de la atención
de Washington. Ya en Indonesia, en 1965, la AFL-CIO había apoyado a los
sindicatos no comunistas a fin de socavar la gran figura de la independencia, el
general Sukarno, considerado demasiado cercano a las ideas socialistas [19]. Por
otra parte, la AFL-CIO se oponía reiteradamente a la Confederación Internacional
de los Sindicatos Libres (CISL/ICFTU), que sin embargo había creado, debido a la
orientación demasiado socialista y socialdemócrata de algunos de sus miembros, y
a que algunos de los sindicatos de la confederación militaban contra la guerra
en Vietnam.
Según los documentos internos de la AFFLI, su creación está relacionada con el
fracaso de la ofensiva del Tet, realizada por las tropas norteamericanas en
Vietnam. La organización se habría introducido con un pretexto humanitario,
encaminando la ayuda de CARE a los soldados, para desviarse a continuación hacia
la formación de camorristas obreros anticomunistas. Habría beneficiado
principalmente a Tran Quoc Buu, dirigente corrupto y anticomunista de la
Confederación Vietnamita de los Trabajadores (CVT), quien se alía al régimen de
Nguyen Van Thieu, apoyado por la CIA, para garantizar que los puertos del país
permanecieran abiertos para el suministro a las tropas norteamericanas [20].
La influencia de la AAFLI se hace sentir por largo tiempo en la región. Según
Dave Spooner, analista en el Asia Monitor Resource Center, «las estructuras, las
prácticas sindicalistas y los códigos laborales de países como Corea del Sur.
Taiwán, Filipinas, Malasia, India y otros son el resultado del apoyo, la
imposición o la manipulación de los gobiernos, partidos políticos y sindicatos
de Europa y los Estados Unidos, más que de las acciones de los trabajadores
[locales]». En Filipinas, la AAFLI apoyó ampliamente la cruzada anticomunista
del dictador Ferdinando Marcos mediante la subversión a los sindicatos cercanos
al poder.
El tercer instituto, el African Labor College, tiene como terreno predilecto el
África recientemente descolonizada. Se encuentra bajo la dirección de Irving
Brown, ex emisario de la AFL-CIO en Europa y miembro eminente del stay-behind.
En ese entonces los países francófonos deben enfrentar la multiplicación de los
«golpes torcidos» orquestados por el responsable para África del general De
Gaulle y luego de Georges Pompidou, Jacques Foccart, cercano a Irving Brown
[21]. La ausencia de documentación sobre las actividades de Irving Brown en
África impide lamentablemente, en estos momentos, saber cómo se organizó la
actividad conjunta entre Estados Unidos y Francia para mantener al conjunto de
los países recién independizados fuera de la órbita soviética.
Las diferentes operaciones realizadas por las filiales internacionales de la
AFL-CIO revelan, cuando son analizadas en su conjunto, una nueva forma de actuar
de la diplomacia norteamericana en sus estrategias de injerencia. Los golpes de
Estado han sido objeto de una importante literatura y son los más inmediatamente
reconocibles. Los mecanismos de propaganda tendentes a construir «un enemigo en
el interior», ya sea a partir de criterios étnicos, religiosos, políticos e
incluso mediante la combinación de todos, han sido igualmente estudiados en
trabajos más recientes.
En comparación, el proceso de «desestabilización social» que aparece aquí como
otra técnica de contrainsurgencia permanece bastante desconocido. Se trata, sin
embargo, de una alternativa totalmente pertinente, de un punto de vista
estratégico para la política llamada «de cañoneras», cuando los países
focalizados no son objetivos diplomáticamente aceptables para la comunidad
internacional. Esta política no ha sido abandonada desde la renuncia de George
Meany, en 1979. Su sustituto, Lane Kirkland, por el contrario, continuó por esta
vía. Las instituciones de «injerencia sindical» fueron incluso fortalecidas y
articuladas en un dispositivo más amplio, en 1983, al ser integradas a la
National Endowement for Democracy, creada por Ronald Reagan [22].
Red Voltaire
Injerencia y
destrucción de los sindicatos.
Primera parte: ¿AFL-CIO o AFL-CIA?
[1] Ver la primera parte de esta investigación: «¿AFL-CIO o AFL-CIA?», por Paul
Labarique, Voltaire, 20 de enero de 2005.
[2] El padre de William Doherty Jr. era agente de la CIA y fue embajador de los
Estados Unidos en Jamaica.
[3] J. Peter Grace es conocido por haber captado al químico nazi Otto Ambrose,
ex director del IG Farben. Por otra parte cristiano fundamentalista, Grace da
empleo al reverendo Pat Robertson y bautiza a sus hijos.
[4] Ver: «Stay-behind, Las redes estadounidenses de desestabilización y de
injerencia», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 20 de julio de 2001.
[5] Ver: «Opération Northwoods: Cuando el estado mayor estadounidense
planificaba atentados terroristas contra su población», par Thierry Meyssan, Red
Voltaire, 5 de noviembre de 2001.
[6] The Secret Team: The CIA and Its Allies in Control of the United States and
the World, por L. Fletcher Prouty, Ballantine Books, 1974.
[7] Ibid.
[8] Ver: «La Liga Anticomunista Mundial, internacional del crimen», que será
publicado el 21 de enero 2005 en la Red Voltaire, por Thierry Meyssan.
[9] The Rise and Decline of the CIA, por John Ranelagh, Simon & Schuster
Editores, 1987.
[10] Les guerres scélérates, libro en francés de William Blum, Editorial
Parangon, 2004, Francia.
[11] Estas revelaciones han sido citadas nuevamente por Fred Halstead, activista
antibélico socialista, en su libro Out Now dedicado a los movimientos de
oposición a la guerra de Vietnam. Ver: «Victor Reuther’s Revelations About U.S.
Labor and the CIA», por Charles Walker, IWW-News, 23 de marzo de 2003.
[12] Ibid. Lo paradójico es que Victor Reuther fue anteriormente el emisario del
sindicato CIO en Europa, antes de la fusión con la AFL en 1955. En aquel
entonces era el alter ego de Irving Brown, responsable de la AFL para Europa.
[13] Les guerres scélérates, libro en francés de William Blum, Editorial
Parangon, 2004, Francia.
[14] William Blum define el Trade Union Council como «la mafia sindical
internacional de la CIA». Libro: Les Guerres scélérates, op.cit.
[15] Idem: Les guerres scélérates, op.cit.
[16] «A Kennedy-C.I.A. Plot Returns to Haunt Clinton», por Tim Weiner, diario
estadounidense New York Times, 30 de octubre de 1994.
[17] «CIA, AFL-CIO and Pinochet» texto en inglés, por Kim Scipes, 2 de diciembre
de 1998.
[18] Citado por William Blum, en el libro: Les guerres scélérates, op.cit.
[19] Ver: «1965: Indonésie, laboratoire de la contre-insurrection», texto en
francés, por Paul Labarique, Voltaire, 25 de mayo de 2004.
[20] «Inside the AFL-CIO’s International Program», tomado de Workers of the
World Undermined, de Beth Sims, South End Press, 1992.
[21] Jacques Foccart es miembro del stay-behind. En 1968, cuando decide crear un
sindicato estudiantil para contrarrestar el movimiento estudiantil de mayo 1968,
la UNI, hace que la operación sea financiada por Irving Brown.
[22] Ver: «Las redes de la injerencia «democrática», por Thierry Meyssan,
Voltaire, 22 de enero de 2004.