Internacional
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Piratas y emperadores
Ian Buckley
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Los chinos lo describían con una expresión. Utilizaban la frase perder el
mandato del cielo, lo que significaban los tiempos en los que caían las antiguas
dinastías, un proceso acompañado a menudo por desastres naturales.
Al contemplar a Estados Unidos de [Norte] América de nuestros días, azotado por
el fuego, el viento y el agua, empantanado en guerras que no puede ganar, y
sufriendo de una degeneración económica prolongada, ¿quién puede dudar de que ha
llegado el fin del mandato de EE.UU.?
Como durante el tardío Imperio Romano, el Imperio Estadounidense se basa en la
coerción, así que no puede sorprender que el pánico, los saqueos y los
disturbios hayan estallado después del huracán Katrina. Al desaparecer la
coerción, reventaron los inevitables sentimientos reprimidos, como la espuma por
sobre los diques.
Como lo hace Shamir, yo también he esperado desde hace tiempo un acercamiento
entre la extrema derecha, la extrema izquierda y los musulmanes contra el Nuevo
Orden Mundial. Así que fue una especie de desilusión cuando leí a varios
comentaristas derechistas que se concentraron en los saqueadores en Nueva
Orleans, y – por extensión – sobre los supuestos peligros y defectos de los
negros de EE.UU. Es, desde mi punto de vista – un paso retrógrado, y una
distracción que aleja de una posición sólida contra la guerra, contra el
gobierno y contra el sionismo. Seguramente, nada deleitaría más a la
nomenklatura corrupta y en bancarrota de Washington que un conflicto étnico de
baja intensidad. Divide et impera, como solían decir...
Atento al dictamen de Confucio, de que tienes que considerar la causa en tu
interior, preguntaría: ¿Y si discutiéramos los defectos del ‘whitey’ [hombre
blanco]? Este grupo étnico, sin duda alguna, ha producido más traidores que
cualquiera otra raza, que van de políticos falaces comprados y vendidos a
shiksas rubias y blanduchas que pululan por los estudios de la televisión de
los medios oficiales de desinformación.
Estos tipos anglosajones son también – en general – penosamente obedientes, se
forman en filas apretadas en el desierto iraquí, para matar y ser muertos, sólo
porque Levy le pasó unos pocos millones de libras al ficticio fondo fiduciario
de la oficina de Tony [Blair] hace siete u ocho años. Si no fuera tan trágico,
sería ridículo.
Tampoco soy ni por mucho un torpe cascarrabias, pero tiendo a interesarme cuando
alguien o algo es sometido a una satanización persistente en los medios. Una
víctima predilecta de tales tácticas ha sido Louis Farrakhan de la Nación del
Islam. Me parece que la gente de Farrakhan representa la parte mejor y más
disciplinada de la comunidad negra. Así que es natural que no reciba casi
ninguna ayuda estatal, la ‘ayuda’ de EE.UU. a los guetos negros es generosa sólo
cuando se trata de la distribución encubierta de grandes cantidades de crack,
cocaína y heroína por agentes clandestinos de inteligencia. El que dude o no lo
crea haría bien en leer "Narco-dólares para principiantes" de Catherine Austin
Fitts que explica de modo muy claro la situación. (2)
Farrakhan es un hombre muy malo y peligroso, según los medios corporativos. Pero
una lectura real de sus discursos revela que es un moralista, un genuino hombre
de Dios, aunque algo verboso. Una cita como muestra sólo a título de prueba: "Es
erróneo degradar a otro ser humano que ya ha sido degradado". Y es una
declaración muy profunda. El hombre blanco en EE.UU. y el hombre negro en EE.UU.
han sido ambos degradados de diferentes maneras por el Sistema.
¿Quién sabe qué tipo de degradación es peor? Funciona en los dos sentidos. Los
respetables, extenuados habitantes caucásicos de los suburbios de Connecticut
nunca van a hacer la Segunda Revolución Estadounidense – hay quien dice que
debiera haber ocurrido hace tiempo. Pero los estigmatizados como saqueadores y
alborotadores, son los que podrían hacerla.
Los medios gustan de generar y utilizar una indignación falsa: "¡Mira,
espectador, ese horrible individuo que se lleva la televisión con pantalla de
plasma bajo el brazo!" Pero los verdaderos saqueadores no están en las tiendas
dañadas por la inundación, están en el parlamento, aceptando sobornos de los
lobbyistas.
Los verdaderos malhechores son los líderes nombrados por la elite – esnifando
cocaína. ocultando dinero en cuentas suizas, librando guerras devastadoras – no
la pobre mujer que sale corriendo de un establecimiento, con su carrito de
supermercado cargado de electrónica. Es el gran robo contra el pequeño hurto.
Nuestros deshonrosos desgobernantes, los verdaderos atracadores depravados, son
cáscaras vacías, hombres fantasma en un juego fantasma. La política del fracaso
ha fracasado. Es hora de obligarlos a que vuelvan a trabajar. (3)
En nuestros días, la gente debe tener la memoria tan frágil como el proverbial
pez de colores en su pecera. ¿No se acuerda nadie del escándalo de Ahorros y
Préstamos, un saqueo en gran escala de mucha gente estadounidense decente, de
clase media, que implicó a un miembro de la dinastía Bush? ¿Y los fraudes
perpetrados por Boesky y sus amigos aproximadamente en la misma época? ¿Y Enron,
quién se acuerda? ¿Billones de dólares que desaparecieron en Irak? ¿Sangre y
oro, los inmensos beneficios obtenidos por ‘los que saben’ en ‘opciones put’ de
acciones de aerolíneas, días antes del 11-S?
En Gran Bretaña, también, el chanchullo Thatcher-Blair que resultó en la mayor
transferencia de riqueza del sector público a manos privadas de la historia, que
hace parecer pequeñas incluso los Cercamientos del siglo XVIII y la Disolución
de los Monasterios dos siglos antes. Fred Pasley predijo en su biografía de Al
Capone que ambiciosos criminales serían más hábiles y sabios que "Caracortada
Al" y entrarían en política como su próximo crimen. El dantesco dúo arriba
mencionado prueba que Pasley no se equivocaba.
Sería sensato que en el futuro no se atacara a simples ‘piratas’ y que los
ataques se concentraran en la denuncia de lo que los ‘emperadores’ han cometido
en nuestras respectivas sociedades. Uno de los pocos políticos estadounidenses
que admiro, es una mujer negra, que ha investigado incansablemente los engaños
‘imperiales’. ¡Que siga haciéndolo durante mucho tiempo!
(1) Para más información, vea comentarios de Tam Dalyell, un tipo formidable y
probablemente el último gran socialista que queda en el parlamento británico.