Internacional
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El sexo y EEUU
Saul Landau
Progreso Semanal
"La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo
descorazonado y el alma de los estados sin alma. Es el opio del pueblo."
Karl Marx – Crítica a la Filosofía del Derecho de Hegel
Extrapolando los resultados de las elecciones de noviembre, llego a la
conclusión de que la mitad del país desaprueba El sexo en la ciudad, Seis
Pies Bajo Tierra o los otros programas de HBO que incluyen el sexo de manera
tan normal como comer o, en el caso de Los Soprano, matar.
Los programas que entretienen a millones también violan los tabúes conjurados
por los super fundamentalistas cristianos, judíos y musulmanes. ¿Recorren el
país vías diametralmente opuestas de moralidad? ¿Ambas vías van gritando: "sigan
el dinero"? La TV hace fortunas con los programas de sexo. Los centinelas
sexuales también se aprovechan, aquellos que personifican el moderno
puritanismo, gente que H.L. Mencken describió como poseídos por "el terrible
temor de que alguien sea feliz en algún lugar". A diferencia de los productores
de El sexo en la ciudad, los defensores de "Nada de Sexo en el País"
reciben dinero federal.
La Administración Bush ha destinado $168 millones en 2005 para financiar
programas de sólo abstinencia. El propio Bush le dijo a una piadosa audiencia de
proselitistas de nada de sexo antes del matrimonio que "por medio de sus
programas educacionales ustedes llegan a innumerables jóvenes para darles el
apoyo que necesitan para tomar esa decisión responsable".
Hagan lo que digo, dijo en efecto el presidente a los piadosos, no lo que hice
durante décadas cuando me revolcaba con mujeres y usaba sustancias intoxicantes.
Cuando el representante demócrata por California Henry Waxman evaluó el
currículo de sólo abstinencia que circula en algunas escuelas públicas y muchas
religiosas, descubrió que los adolescentes aprenden que sólo de tocar genitales
se logra el embarazo y que uno puede contaminarse del virus del VIH por medio
del sudor y las lágrimas. El informe de Waxman concluye que el 80% de la
información "factual" de los programas de sólo abstinencia acerca de la salud
reproductiva es falsa, engañosa o distorsionada. (Max Blumenthal – Alternet,
15 de diciembre.)
Como supimos por Irak, a los ideólogos de la Administración nos le importan los
hechos cuando conforman una política. Así que un público ignorante les viene
bien. Estos nuevos puritanos distraen a un sector del público de los planes de
Bush para privatizar la seguridad social y continuar sacrificando vidas y dinero
en sus tontas y egoístas guerras.
El día de diciembre en que los soldados norteamericanos muertos en Irak
sobrepasaron la cifra de 1 300, y las bajas iraquíes pasaron de 100 000, decenas
de millones de norteamericanos centraron su atención en la abstinencia.
Aparentemente menos preocupados por la sangre en Irak y Afganistán que acerca de
que los adolescentes "lo hagan", miembros de Mujeres Preocupadas de Estados
Unidos se unieron a sus homólogas del Centro para la Abstinencia y Dedicación a
la Familia a fin de predicar no a favor del sexo seguro, sino de la ausencia de
sexo –hasta el matrimonio, e incluso entonces de manera muy limitada.
Estas modernas guardianas de la castidad no quieren que el gobierno se entrometa
en la educación sexual, excepto para enseñar la abstinencia. La Administración
financia tales programas bajo el título de iniciativas basadas en la fe, no
porque ellos reduzcan significativamente el embarazo adolescente y las
enfermedades sexualmente transmisibles, sino porque despolitizan a la población.
Al atacar la libertad sexual –no las muertes masivas por la guerra– como el
elemento más ofensivo en la cultura norteamericana, los predicadores
fundamentalistas impiden que sus congregaciones piensen en la realidad. El temor
y la represión del sexo, los dos motores de la distracción, ofuscan o incluso
justifican matar a un gran número de personas en nombre de una causa dudosa. Es
más, algunos predicadores de TV, con sus gemelos de oro y sus relojes Rolex
brillando bajo las luces del estudio, suplican a su rebaño que amen a los no
natos y oren por los que están luchando la batalla del Señor en Irak y
Afganistán.
Ellos advierten que Satanás ha situado en la Tierra a los homosexuales y otros
"pervertidos" que esperan para lanzarse sobre jóvenes inocentes y atrapar sus
corazones y sus cuerpos.
Este atemorizamiento contemporáneo suena como un eco de los puritanos del siglo
17 que habían planteado que su misión era la de construir un "Sión en la Selva",
una sociedad moral para la redención y por lo tanto para el retorno de Cristo.
Los nuevos fundamentalistas han diluido esta teología. Su Reino del Apocalipsis,
seguido por el Arrebato para el pueblo escogido, ocurrirá sólo después de que la
Guerra del Armagedón traiga el fin del mundo. Han reducido la teología puritana
del siglo 17 a lemas como "Dios bendiga sólo a Estados Unidos".
Los teólogos puritanos que desembarcaron en la bahía de Massachussetts en 1624
redactaron reglas de comportamiento permisible –moralidad. Ellos entendían que
esas restricciones eran contrarias al instinto humano –es decir, la inclinación
del pecado. Pero los puritanos vinieron al nuevo mundo precisamente porque el
viejo se había vuelto demasiado corrupto para salvarse. Eliminaron la bebida, el
baile, la experimentación sexual e incluso la poesía que pudiera sugerir lo
anterior. Su dogmática y dudosa teología murió en los años de 1690, poco después
de que quemaran a varias "brujas" (agentes del demonio). Pero su legado se
filtró en la simplista guía político-sexual de la actualidad.
Los propagandistas contemporáneos de la biblia, que no se pueden comparar con la
disciplina académica de Jonathan Edwards, mantienen los viejos tabúes e
incorporan el imperio, y especialmente el Medio Oriente, a su falsa misión de
Dios. Pat Robertson llega a asegurar que Dios le habla directamente –palabras
que hubieran hecho fruncir el ceño a Cotton Mather.
Al igual que sus antecesores en busca de una misión, los duros predicadores del
siglo 20 definieron al hábito de fumar, la bebida, el baile y el sexo como
actividades del Diablo. Los adolescentes en la Franja de la Biblia –incluso los
que están a punto de marchar a la guerra– aún comparten la sabiduría heredada:
"No lo hagan de pie, no vaya a ser que los acusen de bailar".
Los adolescentes esconden fotos sacadas de Playboy y Hustler
plegadas dentro de novelas inspiradoras de Tim La Haye. Pero los signos de
decadencia cultural de Sodoma y Gomorra (masturbación extendida, homosexualidad
y sexo extramatrimonial –o pensamientos acerca de lo anterior) han adquirido
tintes neo-satánicos.
En caso de que el mundo no ultra trate de evitar enfrentarse a los puritanos
contemporáneos, filmes como Kinsey hacen salir a los odiadores
contemporáneos del sexo. Una extremista judía Judith Reisman, atribuye a Kinsey
la decadencia moral básica que ella asocia con la promiscuidad sexual y la
degeneración cultural. Esta mujer judía, ex comunista y aliada de los mojigatos
evangélicos que han tratado incluso de evitar la proyección del nuevo filme, se
considera protectora de la moral. Su libro Kinsey: crímenes y consecuencias,
compara a Kinsey con los científicos nazis e insinúa que su participación como
adolescente en los Boy Scouts era el equivalente de pertenecer a la Juventud
Hitleriana. Reisman calificó al Dr. Alfred Kinsey de sumo sacerdote de la
perversión, el cual abrió la puerta a la Era de la Pornografía (ver Blumenthal.
Alternet, 15 de diciembre).
Cincuenta y seis años después de que el profesor de la Universidad de Indiana y
graduado de Harvard publicara su Comportamiento sexual del macho humano,
los Estirados siguen realizando su "guerra moral" en contra de la verdad sexual.
Es más, puede que hayan ganado una elección sobre la base de temas sexuales,
disfrazados, por supuesto, de valores morales.
Kinsey, un zoólogo que se enfrento a una amplia ignorancia acerca del sexo y de
la diseminación de tonterías que pasaban por educación sexual, decidió averiguar
acerca del comportamiento sexual humano. Habiendo estudiado a las avispas,
Kinsey supo que tenía que ir más allá de la observación a fin de categorizar la
sexualidad norteamericana. Así que su equipo hizo preguntas. La muestra de los
que confiaron en los entrevistadores de Kinsey reveló que un sector sustancial
utilizaba sus genitales de manera "tabú".
Por ejemplo, más de la mitad de los hombres de la población rural de Indiana
entrevistados por Kinsey confesaron "hacerlo" con animales; no solamente con
ovejas y vacas, sino también con puercas. Al menos no estaban dejando caer su
semilla sobre una roca baldía, uno de los tabúes bíblicos.
Kinsey también descubrió que los hombres –y posteriormente las mujeres–
practicaban una amplia gama de comportamiento sexual. Es más, los
norteamericanos se comportaban de forma bastante parecida a como lo hacía el
resto del mundo desde tiempo inmemorial.
Pero estos hechos no obstaculizaron a los portadores del puritanismo diluido,
que aún mantienen que el placer proveniente del sexo es inherentemente malvado y
que el conocimiento de él debe mantenerse restringido. Y los escandalizados por
el placer sexual reciben dinero por defender tales posiciones.
Reisman, por ejemplo, recientemente cabildeó en el Senado a favor de una
legislación que obligaría a celebrar audiencias acerca de si Kinsey y su equipo
abusaron sexualmente de niños durante sus entrevistas. Los fondos federales, por
supuesto, financiarían dicha "investigación". Las investigaciones realizadas
anteriormente por ella han servido a los moralistas –al menos financieramente.
El Centro para la Abstinencia ya recibe una suma sustancial de dinero federal
para promover sus programas de sólo abstinencia en las escuelas públicas. El
Departamento de Salud y Servicios Humanos financia una variedad de movimientos
de sólo abstinencia basados en la fe que difunden su charlatanería por medio del
currículo de escuelas públicas.
Reisman asegura que Kinsey, así como Masters y Jonson que fueron sus seguidores
en los estudios sexuales, son responsables de destruir la moralidad tradicional.
Reisman se refiere a estos "estudiosos" como proselitistas del homosexualismo.
Esta actitud es aprobada por el representante Steve Stockman y el senador
republicano por Kansas Sam Brownback, quienes continúan tratando de introducir
en la legislación un financiamiento para Reisman.
¡Qué nación tan dividida! ¿Por el sexo? Los televidentes de HBO sacuden con
desagrado la cabeza por el escándalo producido por el seno expuesto de Janet
Jackson durante el Super Bowl del año pasado. Pero los mojigatos se movilizaron
en cuanto al tema mamario y la FCC multó a la red responsable –y provocó un
efecto escalofriante en todos los medios.
Para contrarrestar a los odiadores del placer que se benefician financieramente
de su odio, les ofrezco palabras del filósofo Woody Allen: "¿Es sucio el sexo?
Sólo si se hace correctamente".
Landau dirige los medios digitales en la Universidad Cal Poly Pomona y es
miembro del Instituto para Estudios de Política. Su libro más reciente es El
negocio de Estados Unidos: cómo los consumidores reemplazaron a los ciudadanos y
de qué manera se puede invertir la tendencia.
Las nuevas guerras de Estados Unidos
Marcelo Colussi