Europa
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La metamorfosis
Txente Rekondo
Nuevamente otro aniversario, otro 11, y otra vez en torno al mismo se
reproducen los comentarios, las opiniones y los análisis. Todavía hay
importantes personajes que siguen manifestando su rechazo más absoluto a buscar
las causas que motivaron esos terribles acontecimientos, ocultando que tras esa
estrategia no buscan sino ocultar sus propios intereses, por encima de todo y de
todos. Y es que a pesar de todo, cada día son más las voces que se manifiestan
en otra dirección, aquellos que rechazando esas acciones afirman la necesidad
imperiosa de conocer y analizar detenidamente las motivaciones que se esconden
detrás de esas estrategias, y reafirmando que esa es la vía adecuada para evitar
su repetición en el futuro.
El mundo, convertido en el tablero de juego, está asistiendo a un enfrentamiento
cada vez más complejo. Por un lado está Estados Unidos, forjando en torno suyo
un nuevo imperio moderno y eliminando cualquier obstáculo que se interponga en
su camino, y por otra parte otro de los actores que también mueven sus fichas en
ese escenario, es lo que algunos analistas y comentaristas definen o presentan
como al-Qaeda, quién a su vez, no duda en apuntalar su estrategia a medio y
largo plazo a través de diferentes actuaciones por todo el planeta.
Resulta bastante curioso que en ambos casos buena parte de las opiniones
vertidas por los expertos suelen decantarse en una sola dirección, en el caso de
Washington se menosprecia la labor ideológica de los llamados neoconservadores,
así como de los logros del guión elaborado por esos actores. Y en el caso del
fenómeno al-Qaeda, o bien se especula en torno a supuestas teorías conspirativas
o se reduce su presencia a una realidad falta de ideología y de objetivos. Y en
ambos casos se suele errar con bastante facilidad.
Bush y su equipo siguen avanzando en los objetivos que diseñaron hace alguna
década, y sus planes siguen la línea prefijada en los despachos neoconservadores.
El reparto de nuevos "label" democráticos tras los procesos "irregulares" de
Afganistán, Palestina e Iraq, son una parte de esa estrategia, muy en la línea
de las interesantes teorías votocráticas que ya se han desarrollado en este
medio con anterioridad. Y los cambios de régimen, los ataques preventivos y todo
la maquinaria propagandística se unen al barco neoconservador para asentar el
imperio norteamericano por todo el mundo.
Los prejuicios
A la hora de analizar la realidad que engloba al-Qaeda se suele caer en
importante errores de bulto, alimentados en ocasiones por prejuicios ideológicos
que en ocasiones no hacen sino ocultar el desconocimiento mayoritario que se
tiene de ese proyecto, y no podemos olvidarnos en ese contexto aquello de que
"la ignorancia es muy atrevida".
Normalmente la catalogación de al-Qaeda, dentro del islamismo militante, se
enmarcaría dentro de las tendencias jihadistas. Sin embargo lo que se pasa por
alto en muchas ocasiones es que este movimiento no es algo nuevo, y que sus
raíces tiene muchas décadas de historia. Si nos atenemos a los últimos tiempos,
nos encontramos con el resurgir de esta tendencia en los años setenta y ochenta
en Egipto, tras el pensamiento de Sayyid Qutb (que desarrolla el concepto "Takfir"
(infiel o impío)). La guerra de Afganistán contra las tropas soviéticas fue el
marco ideal para que estas tendencias pusieran en común la experiencia de
diversos países, y fruto de ello sería la tercera fase, con movimientos
insurgentes de tipo jihadista en Argelia(1991) y Egipto (1997). Finalmente, la
irrupción en escena de al-Qaeda, a finales de los noventa va a suponer un nuevo
impulso ideológico y material a toda esa nebulosa de movimientos jihadistas.
Esta unificación estratégica ha traído consigo aglutinar en el paraguas
ideológico de al-Qaeda a las tres tendencias principales del movimiento
jihadista. Así, los que abogan por la lucha contra los regímenes musulmanes
catalogados como "impíos" (en un principio Egipto y Argelia, y en la actualidad
se ha extendido a Marruecos, Arabia Saudí, Kuwait...); aquellos movimientos que
"buscan liberar su pueblo de la ocupación extranjera" (Afganistán, Chechenia,
Jammu & Kashmir, los moros en Filipinas, Palestina...) y de los que en alguna
medida en parte de los mismos conviven orientaciones u organizaciones
jihaidistas; y finalmente el movimiento surgido tras la formación del Frente
Islámico Internacional (impulsado por bin Laden) y que ha servido de bandera de
enganche para un buen número de grupos que operaban hasta la fecha
autónomamente.
Otra de las simplificaciones que se resaltan en muchos análisis sobre esa
realidad hacen referencia a la ligazón de ese movimiento a una fórmula wahabí.
Es evidente que el contenido ideológico del jihadismo que impulsa al-Qaeda
(sobre todo las formulaciones teóricas de Ayman al-Zawahiri) es mucho más amplio
y complejo.
El cambio
En estos últimos meses hemos asistido a un "silenciamiento" de las acciones de
al-Qaeda, mientras que algunos quieren atribuir esta situación a una supuesta
debilidad de la organización, otros analistas se decantan por ligarlo a una
nueva transformación de la misma.
En estos momentos la metamorfosis de al-Qaeda le ha llevado a la construcción de
un complejo sistema de redes y grupos autónomos, con una jerarquía desconocida
para los servicios secretos de las potencias y sobre todo con un importante
nivel de apoyo en numerosos países, con un alto nivel de reclutamiento en torno
a sentimientos antiamericanos y altamente politizados, con serias dosis de
paciencia y con el objetivo de acabar con los gobierno partidarios de
Washington.
Los objetivos a corto plazo eran tres, expulsar a las tropas extranjeras del
mundo islámico (sobre todo de los lugares santos de Arabia Saudí), derrocar al
régimen de los Saud en Arabia Saudí y la instauración de un estado palestino
independiente. Sin embargo, a medio y largo plazo busca el establecimiento de
gobiernos islamistas en Oriente Medio y posteriormente, tal vez, su expansión
por todo el mundo. De ahí el interés por presentar a los regímenes de la región
como "elitistas, corruptos y aliados de occidente".
Si las acciones del 11-s buscaban demostrar la capacidad operativa de la
organización (capaz de atacar a esa escala), así como impulsar a sus seguidores
a una mayor dedicación, al tiempo que aumentaba su reclutamiento, en los últimos
meses, sobre todo tras esa transformación ha variado su actuación.
La "paciencia" de la que se caracteriza le lleva a observar, "y dejar hacer",
los acontecimientos de la zona, esperando que una mayor implicación militar
estadounidense le sirva de trampolín. El uso táctico de la existencia de los
canales de televisión (al-Arabiya y al-Jazeera sobre todo), los lazos entre
Israel y Estados Unidos ( y las esperanzas de que los proyectos de éstos para
Palestina acaben en un sonoro fracaso), y la nueva situación en Irak (de momento
tan sólo un 4% de la resistencia estaría ligada a estos grupos, pero cabe la
posibilidad que su número aumente y se convierta en un nuevo campo de
entrenamiento) son factores que en estos momentos entran dentro de los planes de
al-Qaeda.
Un ejemplo claro de estas nuevas vías lo podemos ver en la actuación de los
grupos de Arabia Saudí, que siguen una triple estrategia, atacando ciudadanos
occidentales, evitando así víctimas locales, al tiempo que se infiltra en
instituciones y organismos del entorno real para afianzar sus objetivos. En
Kuwait recientemente se ha descubierto que un importante número de activistas
eran miembros del ejército, y en Arabia Saudí, el reciente nombramiento del
nuevo ministro de Educación, Abdullah bin Saleh al-Obaid, un líder religioso
ultra conservador, puede ayudar a sus deseos, a pesar de que el movimiento de
los Saud obedezca a sus propios intereses para mantener ese complejo equilibrio
que les permite seguir gobernando.
En los próximos meses una serie de acontecimientos (Siria, Irán, elecciones
británicas...) jugarán también su papel dentro del desarrollo de esa estrategia
y de los posibles movimientos que desde ese mundo se puedan esperar. De momento
lo cierto es que nos encontramos ante un verdadero choque de estrategia (más que
ese falso choque de civilizaciones), con los planteamientos de Bush y sus
ideólogos neoconservadores frente a la nueva al-Qaeda y sus movimientos
islamistas.