Europa
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Chechenia como reto
Iñaki Gil de San Vicente
A veces, las izquierdas nos vemos sometidas a retos y pruebas que ridiculizan
sin piedad nuestros viejos dogmas. Situaciones así ocurren al irrumpir abruptas
crisis estructurales en determinadas zonas del planeta. Conforme más súbita e
intensa sea la crisis, y según esté más interrelacionada con otras que están
sucediendo en otras áreas, dependiendo de estos factores, se resienten más o
menos los vetustos dogmas anclados en el pasado. En especial, somos las
izquierdas eurocéntricas y occidentalistas las más fosilizadas y esclerotizadas,
las menos aptas para comprender la profundidad y alcance de esos cambios.
Venezuela es un ejemplo entre mil, y también Chechenia, de la misma forma que lo
es Euskal Herria para muchas de esas izquierdas.
Pero ahora nos interesa especialmente el caso checheno no sólo por la actualidad
más inmediata reavivada tras los trágicos hechos --todavía no esclarecidos y ya
silenciados por Rusia, los EEUU y la UE-- acaecidos en la vecina república de
Osetia del Norte, sino por el creciente papel internacional que va a jugar toda
el área caucásica en los próximos años por una serie de tendencias que
analizaremos. Chechenia es un reto para el pensamiento progresista y de
izquierdas porque ha puesto otra vez de relieve la vital dialéctica entre los
problemas históricos irresueltos --en este caso desde comienzos del siglo XVIII--
y las formas que van adquiriendo con los cambios dados en ese tiempo. Ahora
bien, una de las limitaciones insalvables del eurocentrismo es despreciar el
tiempo, la historia, los largos procesos y centrarse únicamente en una
definición estática del presente. Teniendo esto en cuenta, vamos a ir analizando
desde lo más superficial e inmediato, pero no por ello menos importante, a lo
profundo y permanente en el tiempo, para descubrir así primero, cómo interactúan
en Chechenia los problemas internos y externos, y, segundo, qué tenemos que
hacer los internacionalistas para ayudar a este pueblo.
De entrada, hay que poner en cuestión las versiones de la prensa del poder,
sobre todo de la rusa, porque juega un papel clave en la manipulación política y
psicológica tanto en el bando opresor como en el oprimido. Por ejemplo, se está
magnificando la fuerza de los grupos islamistas extremos --que existen--
mientras que se silencia la fuerza de otros colectivos y partidos chechenos
islamistas o no, pero desde luego con otras alternativas y estrategias. También
se amplía la ayuda militar y económica del fundamentalismo musulmán, silenciando
que el grueso del armamento checheno proviene de compras y requisas al mafioso y
corrupto ejército ruso. Igualmente, se airean las conexiones de algunos grupos
chechenos con los EEUU, la droga, etc., silenciando que esos grupos no son la
mayoría y que, además, fueron impulsados por la propia Rusia, como Israel
propició a Hamas y EEUU a Al Queda, etc. Que muchos de estos grupos se hayan
vuelto contra quien les creó demuestra la complejidad de los problemas y, sobre
todo, la fuerza de los sentimientos nacionales de esos pueblos, capaces, en
estos casos, de volver contra el opresor las armas que éste mismo aportó en su
tiempo.
Hay que seguir buceando un poco más para entender, con la visión crítica
anterior, primero, que es tramposo aplicar el concepto de "terrorismo" a la
lucha armada chechena, como, salvando las distancias, también es tramposo hablar
de "fundamentalismo islámico" sin decir que es un fundamentalismo de respuesta,
defensivo, secundario, ante el originario y cualitativamente peor
fundamentalismo imperialista, occidental y cristiano. La miseria
teórico-política y ético-moral de la izquierda es tal que ni quiere ni puede
independizarse de las categorías burguesas. Segundo, que el terror originario,
fundante y estructurante-desestructurante de la vida de generaciones chechenas
enteras, este terror en sus múltiples expresiones activas o preventivas, es una
realidad histórica silenciada o menospreciada por la izquierda y la progresía
que, sin embargo, pone el grito en el cielo cuando de vez en cuando estallan
actos que, pese a toda su brutalidad, nunca superan ni en cantidad ni en calidad
el terror del ocupante. Se oculta una inacabable lista de masacres, exterminios,
saqueos, torturas, violaciones...es decir, un genocidio invisibilizado contra
Chechenia, con la excusa de una u otra acción especialmente dura. Y tercero, aún
así pero desde y para una ética y moral opuestas a la burguesa, hay que condenar
la utilización de