Europa
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La inflación en Rusia azota a los sectores más pobres de la población
Nina Kulikova
La tasa de inflación en Rusia se situó el pasado año en el 11,7%, dos puntos
por debajo de la cifra registrada en 2003, aunque superó el 10% que el Gobierno
había establecido como previsión pesimista. Al mismo tiempo, los precios
subieron en un 20-30% en los artículos de primera necesidad, lo cual es
preocupante para muchos rusos.
El nivel de la inflación siempre es un promedio muy relativo, que varía mucho de
una región o categoría de productos a otra, de modo que su objetividad es
bastante cuestionable. También depende de la metodología del cálculo, a menudo
imperfecta, los eventuales errores a la hora de ejecución y el grado de presión
política sobre los organismos responsables de la estadística. ¿Qué quiere decir
una inflación del 11,7% a escala de toda Rusia? No es más que una media
calculada a partir de otra media y que no suscita alguna protesta especial en la
persona que escucha tal cifra.
Si miramos, en cambio, la evolución de los precios en los bienes y servicios de
primera necesidad, veremos un cuadro totalmente distinto. A lo largo del pasado
año, el precio de los alimentos básicos, productos no alimenticios y servicios
más importantes fue aumentando a un ritmo muy superior a la inflación.
El pan y los productos de panadería que representan el renglón básico en la
ración de los rusos subieron en un 16,7% el pasado año; la carne de ternera y el
cerdo aumentaron un 26,3% y un 34%, respectivamente; la leche y otros productos
lácteos, en un 12,8%; y el pescado y los mariscos, en un 11,5%.
La impresionante subida del precio de la carne es atribuible, en gran medida, a
la reciente introducción de las cuotas sobre su importación a Rusia. Dichas
restricciones fueron establecidas para apoyar a los productores locales aunque
estos últimos todavía se muestran incapaces de aumentar la oferta en grado
considerable. Como consecuencia de estas medidas, agravadas por la escasez de
carne en el mercado mundial, el precio de la ternera y el cerdo se elevó en un
30% aproximadamente.
El encarecimiento de otros alimentos se debe, según las autoridades, al alto
precio de la producción agrícola, especialmente, cereales y derivados. También
contribuye a esta tendencia una subida más rápida de los precios del combustible
y los materiales lubricantes. El combustible lideró la subida en la categoría de
bienes no alimenticios, con un 31,3% anual, lo cual obviamente repercutió en
todos los demás sectores a través del transporte por carretera.
Otro incremento notable se registró en el sector de los servicios a la
población, ante todo, los servicios comunales que subieron en un 23,5%
estableciendo la cota máxima dentro del sector y duplicando la inflación media
de Rusia. Las tarifas del transporte de pasajeros y las de asistencia médica
aumentaron un 18% y un 15%, respectivamente.
Resulta difícil explicar la subida del combustible y la de servicios por algo
que no sea el alto grado de monopolización en sendos mercados, problema que las
autoridades rusas no consiguen solucionar por alguna razón. El presidente de la
Corporación financiera de Rusia Andrei Nechaev opina que la situación actual se
ve influida por factores relacionados con la política del Estado en materia de
los precios. Son precisamente aquellos precios que son regulados por el Estado,
o al menos están bajo control suyo, los que han ido subiendo en estos últimos
años por encima de la media.
Al propio tiempo, los artículos que no son de primera necesidad y los bienes de
lujo subieron menos que el resto. Ello significa que en 2004 la inflación afectó
principalmente a las capas más pobres cuyo consumo se limita a un repertorio de
bienes y servicios básicos, y las cuales, según diversas evaluaciones,
representan como mínimo un 40% de la población rusa. Y puesto que el mayor
aumento de los ingresos se registró el pasado año precisamente dentro de los
sectores más pudientes, la inflación del 11,7% no refleja de forma cabal la
carestía que afrontan los ciudadanos pobres en Rusia.
Las previsiones para el futuro tampoco son muy alentadoras. A título oficial, el
ministerio de Desarrollo Económico y Comercio predice que la inflación en Rusia
se habrá situado en un 7,5-8,5% para finales de 2005 pero muchos expertos creen
que la cifra del 9,5-11% es más realista.
Mijaíl Zadornov, quien dirige en la Cámara baja del Parlamento ruso el subcomité
de política monetaria y crediticia, augura para este año una inflación del orden
del 9,5-10%, debido a una serie de factores inflacionistas que determinan la
tendencia alcista en 2005.
Hay factores que no permiten esperar este año una solución del problema de la
inflación en Rusia. A partir de 2005, la población rusa tendrá que abonar el
cien por cien de las tarifas comunales que, en opinión de expertos, irán
creciendo a un ritmo acelerado durante todo el año. El Gabinete ya contempla
para este año una subida del 23% en el precio del gas, un 9,5% en el de la
energía eléctrica, y un 8,5%, en las tarifas del transporte ferroviario.
En segundo término, los precios de los bienes industriales en Rusia aumentaron
en 2004 más que el IPC. La inflación industrial se colocó en un 28,3% el pasado
año, principalmente, debido al sector de hidrocarburos y materias primas al que
corresponde un 63,6% del efecto inflacionista registrado en la industria. De
manera inevitable, estas cifras van a repercutir en el presente año sobre el
sector de consumo. Las empresas de servicios comunales y transporte tendrán que
elevar sus tarifas para compensar la subida del año pasado en carbón, mazut,
electricidad y gasolina.
Todas esas cosas evidencian que algo anda mal en la política socioeconómica
aplicada en Rusia. Las reacciones a la reciente supresión de los privilegios,
que fueron sustituidos por compensaciones monetarias, son una prueba de que la
población rusa está dispuesta a protagonizar una protesta social. Entretanto, la
indexación de tales subsidios se va a retrasar, probablemente, con respecto a
los crecientes precios de productos y servicios de los monopolios naturales. Y
la carestía de los bienes y servicios de primera necesidad, con este telón de
fondo, podría convertirse en un factor extra para la escalada de la tensión
social.
Nina Kulikova es comentarista de RIA NOVOSTI para temas económicos.