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Francia: Rebeli�n de j�venes airados
Jos� Luis Pitarch
Cartelera Turia
Perdonen mi toniquete en que reincido tantas veces: ya no va a haber seguridad
sin justicia. Ni en Irak ni en Palestina ni en el Sahara ni en Francia. No se
puede globalizar s�lo el dinero, amancebado con el poder, y no globalizar los
derechos del hombre. No es agible liquidar las fronteras para el dinero, y para
importar mano de obra barata que llene los m�s penosos empleos, manteniendo a la
vez la marginaci�n social, econ�mica, psicol�gica, profesional, cultural. As�
llega la revuelta de los pobres, como dice Sami Na�r. Ya no va a haber seguridad
sin igualdad de oportunidades. Por m�s que insistan todos los Sarkozy, Le Pen,
Bush, Aznar, Tertsch, el discurso b�sico no es de seguridad, mas de reparto del
poder y la riqueza. De posibilidades reales, no s�lo te�ricas, de promoci�n para
los desheredados, y para sus hijos.
Francia es tierra de revoluciones (busquen otras parecidas, en Europa, en 1.830
� 1.870, sin hablar de los diez a�os de la de 1.789). De rebeliones y motines
que abren caminos, ponen sobre el tapete hondas cuestiones europeas, mundiales.
Hist�ricamente, ha sido gran laboratorio donde ensayar ideas de otros lugares y
otras personas no gabachas. No es extra�o, pues, este levantamiento de j�venes
airados, marginados urbanos, en la edad de la contestaci�n, y viviendo en guetos
sociales y econ�micos. Que se ven sin futuro, y lo sustituyen por la c�lera, la
negaci�n. Que buscan llamar la atenci�n por medio del fuego, de ancestral
tradici�n, valor simb�lico y purificatorio (lean a Vidal-Beneyto, de los pocos
que nos quedan, idos Haro y Montalb�n). La cuesti�n, sustancialmente, no es
ideol�gica, ni religiosa, ni de "terrorismo", gran caj�n de sastre
estigmatizante que manejan a su inter�s reputados terroristas y torturadores por
delegaci�n, como la banda de Washington, o sus socios tipo Aznar o Acebes. Hay,
s�, un segmento de delincuentes y bandas de barrio entre los pir�manos, pero
minoritario y detectable, controlable por una polic�a eficaz. Claro que Monsieur
Sarkozy prefiere polic�a represiva, le gusta insultar, y hace sin cesar cuentas
de qu� le conviene m�s, personalmente, para sustituir a Chirac. En todo caso, no
olvidemos (lo se�ala incluso A. Touraine) la tradici�n colonial francesa. Es una
de las claves.
Resulta doloroso leer art�culos como el del neofascista sui generis Tertsch, el
martes 8 (�ay las "compensaciones" de ese gran peri�dico que es El Pa�s!),
tildando de iracundos gratuitos, de nuevos v�ndalos y obedientes a consignas,
sin m�s, a los j�venes en revuelta. Postulando, parece, somatenes y piras contra
ellos. Este hombre adora al Estado cuanto se dir�a que odia a la poes�a, y
muestra tanta rabia como los de la "ira gratuita", por no decir racismo. Quiz�
no sabe que en sus barrios hay un paro del 30%, que entre los no cualificados y
pobres llega al 50%. Todos ellos no tienen coche, ni casa, ni pueden fundar una
familia. Ha fallado la integraci�n cultural y social (problemas de clase m�s
problemas de origen: Ramoneda). Pero no hay m�s salida que hermanar integraci�n
y diferencias.
Jos� Luis Pitarch