Europa |
Entrevista a Guillermo Rendueles Olmedo, psiquiatra«
Lo que se está haciendo en Francia es el triunfo de Le Pen, del fascismo»
J. C. Gea
La Nueva España
Las teorías sobre la enfermedad mental del filósofo francés Michel Foucault
sirvieron ayer de eje a la charla sobre la historia de las enfermedades mentales
que ofreció el psiquiatra y escritor Guillermo Rendueles en el Centro Municipal
Integrado Pumarín-Gijón Sur. El acto fue organizado por la Asociación de
Bipolares de Asturias, que agrupa a los enfermos de trastornos bipolares de la
región, y que incluye entre sus actividades actos como el de ayer o reuniones
como las que celebra semanalmente en su sede social de la avenida de Manuel
Llaneza, 68, bajo.
Rendueles reconstruyó, refiriéndolas a la historia de las enfermedades mentales,
las teorías del influyente pensador francés que revolucionó los conceptos sobre
la psiquiatría, desde su «Historia de la locura» hasta sus últimos textos,
impregnados de estoicismo. -Pero hablar de la enfermedad mental desde el punto
de vista de Foucault es al final hablar de política...
-Sí, en la medida en que Foucault hace un análisis de eso que se llama «biopoderes»,
del modo en el que estas lógicas nazis basadas en los conceptos de la enfermedad
y la salud pueden estar funcionando todavía en las sociedades democráticas. Son
esas mismas lógicas que se aplican cuando se excluye a los inmigrantes por ser
negros, basándose en la traducción política de criterios biológicos. -¿Son esas
lógicas las que explican, entonces, lo que está sucediendo en Francia?
-Para mí cada vez nos parecemos más a los Estados Unidos. Al final va a ser
verdad que, para saber lo que va a pasar en Europa dentro de diez años, basta
con mirar por la televisión lo que está pasando en Estados Unidos. Todo esto que
estamos viendo ahora es exactamente lo mismo que los disturbios que veíamos en
su momento en aquellos disturbios de Los Ángeles en los noventa. -¿No se daba
por supuesto que Europa es otra sociedad, con otras políticas, respecto a las
políticas norteamericanas?
-La extensión creciente del modelo americano implica un fracaso del modelo
integrador que se le supone a Europa, del capitalismo entendido de un modo
distinto, a la europea. Parece que ha fracasado cualquier otra política que no
sea la de la respuesta defensiva que se está dando, y desde luego que han
fracasado las políticas de integración. Lo que se está haciendo en Francia
supone el triunfo de las medidas propuestas por Le Pen. Es el fascismo, que se
impone otra vez como una evidencia. -Usted ha estudiado la desestructuración del
sujeto posmoderno, incluyendo el sujeto histórico o el de clase. ¿Son estas
revueltas un ejemplo de esto último?
-La estructura del motín parece responder a algo así: no hay programas, es un
movimiento puramente negativo que busca exclusivamente destruir lo que hay -lo
cual ya es bastante-, pero con muy poco o ningún discurso detrás. En el fondo le
da la razón a Negri, cuando decía que el futuro vendría de las multitudes, no de
las masas organizadas; de estallidos como éstos, basados en la multitud, y no en
un movimiento con una organización detrás. -¿Y hay posibilidades de reconducir
políticamente, de organizar ese estallido negativo? -Todos los poderes
tradicionales, los viejos sujetos, incluidos los de la izquierda, están a la
defensiva, no saben por dónde les llueve. Hay un elemento global en la
respuesta, un estallar todo al mismo tiempo que no tiene nada que ver con las
huelgas a la antigua, con las medidas de proteccionismo económico... Es una
demostración más de que las viejas redes han desaparecido incluso en los nuevos
modelos antiglobalización, que se congregan en torno a las reuniones de los
mandatarios y producen estallidos destructivos, pero desorganizados, como los de
Génova. En el fondo esto es lo más parecido al tipo de motín que se está viendo
en Francia. -¿Y la respuesta de los poderes tradicionales?
-Aquí hay menos oposición. Es completamente distinto en la sociedad
norteamericana, que tiene perfectamente clara y articulada su postura
conservadora y que sabe perfectamente quién es y lo que es el enemigo. Allí se
está en una estructura de defensa permanente; si un negro le quema el coche a un
blanco, lo más probable es que éste le pegue un par de tiros. Aquí la sociedad
es extremadamente blanda, pero su respuesta ha sido mucho más fascista aquí que
allí porque se ha reaccionado endureciendo el Estado. El fascismo nace del miedo
de la pequeña burguesía a las masas, y ese miedo existe en Europa. -¿Se han roto
también las tradicionales redes familiares en los suburbios de inmigrantes?
-Ahora la familia en esos guetos es también una estructura estallada, como
sucede en Estados Unidos. Si ves una fotografía de unos disturbios allí y otros
en Francia no acabas de distinguirlas: visten con la misma ropa, trapichean de
la misma manera, escuchan la misma música... -Ha hablado usted de un retorno al
concepto de ciudadanía aristotélico, basado en la virtud... ¿Cómo «inyectarlo»
en este cuerpo social tan convulso? -El único punto donde se puede rearticular
todo esto es abajo, muy abajo. El comunitarismo como política e ideología se ha
revelado como ineficaz, por lo que hay que dirigirse a un comunitarismo
prepolítico. En Estados Unidos quedan rastros de esa sociabilidad en aspectos
como las buenas relaciones de vecindad; en Europa, todo esto está muy deshecho,
incluso en el Mediterráneo. -¿Cómo se traspasa a España todo esto?
-En el momento en que se consoliden los guetos en España serán posible
estallidos como éstos. Y esa consolidación está sucediendo ya en zonas como el
Raval de Barcelona.