Europa |
La rebelión de los Sans-culots.
Miseria y lucha de clases en Francia.
Luis Arce Borja.
En 1789 el rey Francés Luis XVI manejaba un régimen absoluto de derecho
divino. Vivía alejado de la realidad terrestre rodeado de la nobleza parasitaria
en el lujoso palacio de Versalles. La corte estaba compuesta de cerca de 18 mil
personas, y de ellos 16 mil tenían la condición de servidores del Rey y su
familia. A estos se agregaban los cortesanos, una especie de adulones y vagos,
que entre 1,000 y 2,000 permanecían en el palacio real. De ahí desde los amplios
balcones miraba con desprecio a los pobres insurrectos que pedían pan y
justicia. Luis XVI así como su mujer Maria Antonieta no se dieron cuenta
de la dimensión de la revuelta de los sans-culots, hasta que el 21 de enero de
1793 perdieron la cabeza en la guillotina que ellos mismos habían mandado a
diseñar para ajusticiar a los opositores al poder.
Ahora sin transgredir las diferencias históricas, las clases que reinan en el
Estado francés, actúan como la antigua nobleza de este país. También desde sus
palacios miran con asco a los pobres, y se han referido a las masas
sublevadas con el mismo deprecio que manifestaban los reyes franceses en
relación a los siervos y artesanos de 1789. No han intentado hacer el mínimo
esfuerzo en ver la magnitud social del movimiento rebelde que se inicio el 27 de
octubre en los alrededores de Paris, y que pocos días se extendió como la
pólvora a diversas ciudades de Francia.
Esta lucha, sin orden ni organización, espontánea y sin líderes remeció la
armazón política de las viejas clases dirigentes en Francia. Las acciones se han
desarrollado al margen de todos los partidos políticos oficiales de este país.
Izquierda, derecha y fascistas han sido sorprendidos haciendo la siesta del
mediodía. Ni el llamado Partido Comunista Francés, ni el socialista, ni los
ecologistas y ningún otro aparecen en la escena de esta lucha, salvo como
cómplices del gobierno. Este movimiento no surge del "campo a la ciudad", como
en las revoluciones en los países pobres, pero si de los barrios miserables que
rodean la lujosa Paris y otras grandes ciudades. Un equivalente latinoamericana
de este movimiento serian las luchas espontáneas y sin dirección política
que desarrollan desde hace siglos millones de habitantes de los "pueblos
jóvenes" en Perú o las "callampas" en Chile, o las poblaciones menesterosas de
Brasil, Argentina o de Ecuador y Bolivia.
El detonante de esta explosión social, fue la muerte de dos jóvenes
electrocutados y un tercero herido. Los jóvenes encontraron la muerte cuando
huían de la persecución policial y cuando se refugiaron en una cabina de alta
tensión eléctrica. Inmediatamente a este hecho, miles de pobladores manifestaron
contra las acciones policiales en los barrios populares, y con esta acción de
protesta, se inicio uno de los movimientos de lucha más impresionantes de los
últimos 30 años en Francia. Este movimiento, que algunos sociólogos franceses lo
consideran más importante que los hechos ocurrido en mayo de 1968 en Paris,
tiene en su haber miles de automóviles incendiados. Cientos de locales y
comercios hechos polvo. Escuelas del Estado convertidas en cenizas. Puestos
policiales atacados por turbas de cientos de manifestantes. Unos 600
jóvenes manifestantes detenidos. Una considerable movilización de miles de
policías. Un muerto en el norte de Paris, y finalmente el estado de emergencia y
toque de queda en la capital francesa y diversos pueblos de provincias.
LA DIMENSION SOCIAL DEL PROBLEMA.
La clase política francesa así como diversos especialistas y sociólogos han
intentado negar la esencia clasista y social de este movimiento. Desde sus
confortables emplazamientos, así como en 1789 los ricos y nobles miraban a las
masas hambrientas en el Paris, han mirado con desprecio un movimiento que se
torna incomprensible para los poderosos de este país. Para Nicolás Sarkozy
ministro del interior francés, los hechos se reducían a una rebelión de la "racaille"
que en español quiere decir la "chusma", "populacho", o la capa mas despreciable
de la sociedad. Para otros se trata de un moviendo infiltrado por "terroristas
islámicos". Otros dijeron que este movimiento era una "guerra anti francesa", y
para la extrema derecha francesa (nazi) no era otra cosa que una accion de
pillaje comanda por delincuentes inmigrantes. En todo esto, no han faltado los
que desde el gobierno han pedido la intervención de las fuerzas armadas, y
declarar el estado de guerra en todo el país.
Los hechos de Francia son en esencia una expresión de la agudización de la lucha
de clases que esta en pleno desarrollo desde fines de los años 70 cuando
concluye la era de las reformas burguesas en los países de capitalismo
desarrollado. Que esta lucha se exprese ahora a través de un movimiento en el
que los protagonistas son mayormente jóvenes franceses y niños, hijos de
inmigrantes, no cambia su esencia como problema de carácter social. Sus raíces
sociales hay que buscarlas en la marginalidad y la desocupación de
millones de trabajadores. Francia es un de los países de Europa occidental que
junto con España tiene las tasas más altas de desempleo. Actualmente 2 millones
781 mil trabajadores franceses están en la desocupación. No hay nada que asegure
que este fenómeno va a disminuir en los próximos años, y por el contrario la
crisis actual del sistema económico francés, asegura su desarrollo en
perjuicio de los asalariados. Si en el año 2002 la desocupación alcanzaba al
8.8% de la población económica activa (PEA) esta aumento a 9.1% en el 2003. Y en
lo que va del año 2005, la tasa de desocupación subió al 10.2% de la PEA (fuente
Ministro de la Cohesión Social, 29/04/2005). Hay que agregar que en el drama de
la falta de trabajo los más afectados son los obreros y los jóvenes que se
integran al circuito laboral. Son precisamente estos jóvenes que se han
movilizado para protestar contra los responsables de esta situación. Junto a la
desocupación se apunta el aumento de la pobreza, y como señala el Observatoire
des Inégalités (mayo del 2005), en 30 anos, el umbral de la pobreza, tomando en
cuanta el cambio de moneda en euros y la inflación, se ha multiplicado por dos.
La misma institución afirma que la pobreza en la "rica Europa", "esta lejos de
haber sido erradicada" y que el 15% de la población tiene ingresos inferiores al
60% de los ingresos considerados suficientes.
La problemática social en Francia hay que ubicarla en los marcos de la crisis y
las nuevas políticas reaccionarias implantadas en la Comunidad Europea. Hasta el
año pasado el promedio de la tasa de desempleo en la Comunidad llegaba al 9%.
Visto en cada país este hecho resulta peor. En lo que va del 2005, Irlanda
cuenta con 4,3% de desempleo. El Reino Unido 4,7%.
Dinamarca 4,8%. Los Países Bajos 4,8%. Austria 5,1%. Grecia 9,9%. Francia 10.2%.
España 15.9% y Alemania 9,3%. Esta situación es aún peor para los países de
Europa Occidental recientemente integrados a la Comunidad.
Polonia, donde reina el Papa y lo más rancio de la iglesia católica, tiene 17,6%
de desocupación y Checoslovaquia 15,2%. (Cifras de Eurostat, l'Office
statistique des Communautés européennes, 2005).
Pero no solamente es la desocupación la figura principal de la crisis europea. A
esto hay que agregar otros ingredientes de carácter económico- político. Junto a
la crisis las grandes transnacionales francesas, inglesas, Alemanas y de otros
países, gracia a las guerras y a los mercados de los países pobres, están
acumulando ganancias que no han hechos en épocas en que florecía el sistema
capitalista. El traslado de empresa a los países asiáticos, el cierre de
fábricas en Europa, la reducción de los salarios, la liquidación de derechos
sociales adquiridos, como la jubilación por ejemplo.
La anulación de la estabilidad y el alza constante del costo de vida, el amento
de las personas que viven en la calle y en los metros, son algunos de los rasgos
que presenta la "Europa moderna y civilizada". Como parte de este fenómeno el
regreso de los regimenes fascistas y ultra reaccionarios.
Holanda, Austria, Italia, Dinamarca, Polonia, una parte de Bélgica, son apenas
muestras del rumbo que toma el sistema imperialista mundial. Se afirman las
dictaduras disfrazadas de gobierno democrático, y con ello llega a su fin las
bondades del sistema político liberal y de democracia burguesa.
Es evidente que la lucha actual en Francia es incipiente aún como expresión
totalizadora y política de la confrontación de clases. Por su mismo carácter
amorfo (hablando de ideología y política) y espontáneo, no ira más lejos de la
furia popular y de meter fuego a vehículos y algunos locales. Es verdad que como
explosión social localizada, no tiene ninguna perspectiva de clase, pero como
fenómeno social, ya figura como rebelión popular de la juventud y de los pobres.