Europa |
La Comuna de Francia
Narciso Isa Conde
Esta insurrección sin armas no se ha escenificado solo en París, sino en toda
Francia, impactando también a Bélgica y Alemania.
Francia fue la cuna de la Revolución Burguesa en el siglo IXX. Madre de la
democracia liberal representativa y republicana. País capitalista altamente
desarrollado. Expresión ejemplar de la civilización occidental y de la vigorosa
cultura europea.
¡La altiva Francia!
La república por excelencia, con fuertes instituciones públicas, con estabilidad
prolongada, con nítida separación de poderes.
¿Qué ha pasado allí?
Es que Francia no a escapado a la crisis civilizatoria, a la crisis de la
existencia humana en que el capitalismo ha metido al planeta Tierra.
Me refiero a la crisis estructural de finales de los 60, seguida de la
reestructuración neoliberal y la prolongada crisis integral que pone en duda la
posibilidad de vida para una gran parte de los seres humanos del mundo:
empobrecimiento, contaminación, desertificación, calentamiento, agotamiento de
las fuentes energéticas, competitividad destructiva, migraciones masivas,
concentración sin precedente de la riqueza y el bienestar...
Y es que además Francia no está inmune a los efectos de su práctica
colonialista, racista, xenófoba... El Sur bestialmente empobrecido se ha
trasladado también al Norte altamente desarrollado. ¡África "invade" la Francia!
La necesidad del trabajo a precio "vaca muerta" de los emigrantes de África,
Asia y América Latina (especialmente del Norte de África) le está cobrando la
deuda social contraída.
Un aparente traje civilizado y una gran bonanza en la superficie escondió
durante décadas la barbarie y el poder explotador y excluyente del sistema.
Y una chispita encendió la gran pradera de gala.
Esta vez no fueron solo los jóvenes estudiantes universitarios, como aconteció
en la rebelión de mayo de 1968.
Ni tampoco el incipiente proletariado parisino que se insurreccionó en París en
el siglo diecinueve y constituyó en el embrión socialista que encarnó la Comuna,
brillantemente analizada por Carlos Marx.
Esta vez la sublevación ha sido escenificada por las grandes masas juveniles que
habitan las periferias de las grandes ciudades de Francia (desde el Atlántico al
Mediterráneo, desde el Norte hasta la frontera con España.)
La joven población de los suburbios y de los tugurios en que se han convertido
las abandonadas edificaciones multifamiliares. Y se le agregan los habitantes de
las zonas controladas por las bandas dedicadas a la lumpeneconomía, donde la
policía o no se atreve a entrar, o cuando lo hace, exhibe una brutalidad
indignante.
No son inmigrantes, sino que sus padres y sus abuelos si lo fueron por los años
60, 70 u 80 del siglo XX. Llegaron a una Francia necesitada de mano de obra
barata y ávida de explotación para su desarrollo. Se establecieron, crearon
familia y sus hijos al llegar a la edad adulta -mucho de ellos con títulos
universitarios- se han encontrado con una sociedad que no le ofrece ocupación a
tono con su nivel, que lo excluye, que lo discrimina y prefiere a los jovenenes
blancos netamente franceses.
Un nuevo sujeto social oprimido. Un material altamente inflamable y explosivo. Y
una tenue candelita lo activó.
El Caracazo gigante. ¿Ecuador? ¿Bolivia?
Se extienden las "guerrillas" dicen algunos titulares. ¿Los FARC en París?
¿Quiénes son los terroristas? ¿Los opresores y empobrecedores? ¿O los (as)
oprimidos (as) y excluidos?
Si después de Katrina, EEUU jamás será la misma cosa, la Francia estremecida por
el nuevo proletariado empobrecido nunca será igual que antes.
¿Fin de la historia? ¿ Triunfo definitivo del capitalismo? ¿Entierro del
socialismo?
Nada de eso.
La France solo tendrá tranquilidad y viabilidad si su clase dominante voraz es
desplazada.
El nuevo sujeto, producto directo del capitalismo y el imperialismo caníbal de
la era neoliberal, aprendió a luchar, a levantarse, a insurreccionarse.
En el fondo de su gesta cargada de indignación late el reclamo de una Comuna
moderna para la Francia de estos tiempos.
Y el viejo Engels, tímido al fin, se sotorríe.
Y el viejo Marx, más extrovertido, ríe a carcajadas.
Y no porque piensen resucitar el fracasado "socialismo real" euro-oriental, sino
porque desde su tumba perciben que el Siglo XXI será la era de la democracia
participativa, de la democracia de los de abajo y del nuevo socialismo. Un nuevo
fantasma recorre a nuestra América y también a Europa...