Argentina: La lucha contin�a
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Tiempos dif�ciles
Julio Chueco
La Fogata
Ha habido en nuestras tierras un economista, fallecido para su ventura a�os
antes de la aparici�n del neoliberalismo, quien sosten�a que todos los ministros
de econom�a nacidos de una crisis de gabinete o los acompa�antes de los golpes
de estado en su momento, uno tras otro, todos, se apoyaban en sus construcciones
te�rico activas, en implantar la idea que exist�a una crisis econ�mica, como el
origen que justificaba las medidas que tomaba. Y que esto era una falacia, m�s
bien un recurso del lenguaje, daba los ejemplos, no m�s que recordar y que el
concepto contable de crisis econ�mica tiene que ver con la paralizaci�n de la
producci�n, con alguna forma de conflicto entre grupos, en persecuci�n de cuotas
de acumulaci�n de la riqueza.
De la misma manera no resulta l�cito hablar de tiempos dif�ciles, por los
tiempos que corren, en t�rminos sociales. El momento actual, para la mirada
atenta, rebasa por todos los l�mites, para el o�do fino, en capacidad de
generaci�n de luchas, para la traducci�n pol�tica de los pueblos, en creaci�n de
ideas liberadoras. Tomando nuestra Am�rica, por donde se la ausculte, hay
rebeli�n. No es mucho decir acerca de c�mo la insubordinaci�n civil brota por
todos los rincones, en lo que nos concierne en nuestra Am�rica, como que los
tiempos de la historia son �stos, que estamos reci�n haciendo la verdadera
independencia de aquello que signific� la invasi�n a nuestro continente hace
quinientos a�os.
Hay voces nuevas. Con asiento en nuestra Am�rica. Se discuten propuestas nuevas.
Hay ediciones de textos innovadores. S�lo los filisteos de la pol�tica discuten
si lucha de clases, s� o no, a la manera como lo hac�a el viejo Marx, no a las
maneras como hoy podemos entender la lucha de clases, lucha entre quienes les es
ineludible sojuzgar para organizar la sociedad y quienes no. Hoy circulan ya
otras proposiciones para entender la cuesti�n. Los pueblos originarios
interrumpen la construcci�n de un aeropuerto, las puebladas conflict�an la
explotaci�n minera s�lo justificada por la rapacidad. Por aqu� se pierde, por
all� se gana, ni Lula las tiene todas consigo ni Kirchner tiene las manos
libres.
Hablar de tiempos dif�ciles en los tiempos dif�ciles que corren es hablar de
las dificultades con que nos topamos. En t�rminos t�cnico contables, en nuestro
pa�s, no se registra una verdadera crisis econ�mica. Lo que ha habido, lo que
hay, es un avallasamiento de la participaci�n del asalariado en la distribuci�n
de la riqueza. Lo que en alg�n momento se expresaba en mitades, las resultas del
estado de bienestar, hoy se expresa en quintos o en d�cimos, como proporciones
de distribuci�n de lo que la contadur�a del sistema llama producto bruto
interno.
En t�rminos econ�micos, hasta aqu�. En t�rminos de solidaridad, lo que hace a la
constituci�n de la sociedad, lo que est� haciendo esta organizaci�n, en realidad
lo que est� haciendo esta fabulosa perversi�n de los sentidos, es no crear las
condiciones para que buena parte de sus componentes tengan ocupaci�n. No s�lo
ocupaci�n laboral. Les est� quitando sus medios de subsistencia y a la vez los
condena a la inactividad. Son tan obsecadas las direccionalidades que subyacen
que busca su muerte, no es una met�fora, la abandona en sus necesidades de salud
y educaci�n. Recuerden la quita de los salarios de los jubilados, como un
ejemplo m�s, si es que no fue m�s una movida de implantaci�n de ideales que una
b�squeda de resultados con alg�n valor contable.
Para que la estad�stica resulte de esta manera en d�cimos, es necesario
aritm�ticamente que buena parte de la poblaci�n tenga participaci�n cero, es
decir la desocupaci�n, el sostenimiento en los planes y en las changas, la
subocupaci�n. El resto de la poblaci�n se distribuye entre quienes comparten un
trabajo precarizado, mal pago, sin horarios ni derecho alguno, asalariados con
alguna estabilidad, comerciantes del pago a noventa d�as y una estrecha franja
francamente privilegiada, bien paga, bien remunerada por sus servicios de sost�n
al estado de las cosas, la clase gerencial, San Isidro al norte. Hace pocos d�as
viajaba en un tren subterr�neo de la Capital que se detuvo por varios minutos en
una estaci�n, hasta que alguien, que se present� como funcionario de la empresa,
inform� que se trataba de piqueteros que se hab�an acostado en las v�as en
protesta.
� Pas�mosles por arriba! � fue la reacci�n de una airada madre de familia.
Esta mujer representaba la presi�n pol�tica que la mitad de la poblaci�n ejerce
de manera de que el estado de las cosas que le resulta favorable al momento no
llegue a cambiar. De la misma manera como clamaba por sus ahorros confiscados,
ahora se moviliza, no es cierto que no lo haga, lo hace de esta manera, con sus
periodistas, con la alimentaci�n de las encuestas que favorecen a estas
posiciones, ahora se moviliza en el sostenimiento de este modo de la pol�tica.
Hasta aqu�, como suele decirse, no s� bien por qu�, verdades de Perogrullo. De
este Perogrullo o no, de los tiempos dif�ciles que enfrentan quienes no comulgan
con estas intencionalidades, de esto se trata. Se trata de no confundir las
caracterizaciones. No es esta una crisis econ�mica, no es que haya escasez, lo
que hay es una crisis por la distribuci�n de la riqueza. Se trata de no
confundir las caracterizaciones. No se trata de un Kirchner, un Lula, Tabar�
V�zquez o L�pez Obrador, buenos o malos, ben�ficos o mal�ficos. Se trata de un
devenir que viene concluyendo, hoy por hoy, de esta manera.
La quita de los salarios mencionada no produjo el m�s m�nimo asombro en lo que
se llama pomposamente la sociedad. No se produjo una subversi�n frente al hecho.
Es decir que antedataba una construcci�n subjetiva que pod�a permitirse sostener
tama�a falsificaci�n de la realidad. S�, se produjo una subversi�n, frente a la
p�rdida de los ahorros � fue m�s que �so � s�lo que esto tambi�n delinea una
existencia subjetiva anterior a los hechos.
En alg�n momento me parece que es requerido asumir la experiencia hist�rica. A
esta altura ya debiera estar claro para nosotros que el socialismo, el
socialismo inicial, el socialismo democr�tico entre argentinos, el de J. B.
Justo, Alfredo Palacios, signific� una expresi�n resultado de elucubraciones
intelectuales acerca de las postulaciones del capitalismo.Toda conciencia bien
conceptuada, quien sostuviera su desgarramiento, frente a las contradicciones
entre el sistema impuesto y las constataciones de la realidad, formulaba
precisiones como �sas. La buena conciencia es la que produce este socialismo. De
ah� a la generaci�n de una fuerza pol�tica que fuera efectivamente un brazo
armado que derroque a su antag�nico es una cosa distinta. El partido socialista
se produce as� en modo subjuntivo, para los linguistas, donde la acci�n se
verifica simplemente en la mente.
Los partidos de izquierda de hoy en dia, m�s amplio, lo que llamamos
gen�ricamente la izquierda, sus cong�neres, las canciller�as del estado
socialista que fue real, son herederos de aquellos y en mayor o menor grado
representan lo mismo. Son nada m�s que una tendencia, pero nada m�s que una
tendencia hacia la acci�n, pero su hacer est� verdaderamente radicado en la
mente.
A nuestro comunismo, el que conocemos por estos alrededores, le cabe el mismo
poncho. El comunismo �ste que no ha estado al frente de ninguna batalla, en el
sentido que aqu� se propone, m�s bien al contrario. No el comunismo de Trosky,
el Trosky organizador del Ej�rcito Rojo, el que tuvo algo que ver con el triunfo
de la Revoluci�n Socialista en la Rusia zarista de 1917. Una de las eficacias
que el estanilismo tuvo fue precisamente cauterizar su opci�n revolucionaria. Se
ve que la reacci�n ha sido "urbi et orbi", toda la tierra, todos los pueblos.
En los atractivos de todo orden, desde el cholulo hasta el practicante, que la
figura del Che Guevara produce, podemos encontrar el paradigma opuesto que
confirma la formulaci�n. En alg�n lugar de su idealizaci�n habr� de estar esta
constataci�n de la no presencia de un verdadero contrincante pol�tico. El Che
Guevara, necesariamente una figura solitaria, por no haber encontrado en estos
lares la composici�n te�rica que pudiera contener sus pretensiones.
A no asustarse, esto es materialismo concreto. Esto es aprehensi�n de lo que
sucede y es superaci�n de las mistificaciones que precisamente son las que
denuncian que es esto lo que sucede. Bien podr�a ensayarse que la formaci�n de
brazos armados entre nosotros, armados, ahora s� con fierros, ha tenido, tuvo,
este d�ficit de preparaci�n te�rica, la existencia de una discusi�n tendiente a
la negaci�n de lo que nos subyuga. Que no es lo mismo teorizar, que una pr�ctica
que se realiza en el intelecto.
No hay pol�tica posible independiente del conflicto y de la lucha. Salvo que
hayamos divagado con el concepto de pol�tica, la pol�tica es conflicto y lucha,
no otra cosa. Salvo que debamos rescindir del concepto de pol�tica como una
mediaci�n que nos separa de la obtenci�n de aquello que nos consagra como
personas, personas asociadas en esta sociedad. Es decir en otra.
Est� en ciernes otro devenir para el que hay que tener la habilidad de nuestro
rastreador pampeano. El o�do al suelo, calcular la tropilla que se viene. Un
grupo de j�venes en un barrio que calienta un guiso una vez por semana. No m�s.
Palabras que dicen cosas nuevas, que no son creadas por los dispositivos
tradicionales. Corte. Escrache. La irrupci�n de las asambleas. La continuidad
del paro en el Carraghan, en los Subtes, se habr� de decidir en una asamblea.
Volvemos a reunirnos como lo hac�an nuestros originarios, en ronda. En el Sur,
por la distribuci�n de la masa salarial en una intendencia de un pueblo de
escasos pobladores.
En Bolivia hay bloqueos. En Centroam�rica paralizaciones. En Argentina nuevas y
contundentes movilizaciones piqueteras y estudiantiles. En Chile una de las m�s
combativas protestas contra el 11. En M�xico corre la convocatoria zapatista
como fuego en la pradera. En Colombia comunidades han dicho basta y salen al
paso del Plan Colombia y la represi�n. Copio una descripci�n que no es m�a.
� "Oficinas, gestionando festivales/Intentado comprar nuestro carnaval/Nuestra
historia no se vende ni compite/Nuestra historia la construye el arrabal" �
canta la murga "Los guardianes de Mugica" haciendo referencia al municipio que
pretende regimentar los carnavales � No la compras con la guita/No sabes con
quien trat�s.../Sabes... que nos fuimos del circuito/ Porque nos importa un
pito/Las monedas que te dan"�.
No es s�lo la se�ora del subterr�neo quien sostiene o intenta sostener este
estado de las cosas. Quienes no se deciden por romper amarras y se esperanzan,
mejor dicho hacen esperanzar, que desde una diputaci�n, desde una concejal�a,
habr�n de cambiar, habr�n de mejorar la situaci�n, sostienen esta forma de la
partidocracia electoralista que finalmente sostiene este estado de las cosas.
Estos son parte de las dificultades.
La insistencia en reflotar superadas maneras de las orgas, como las conocimos,
los corralitos con sogas que encierran a los manifestantes, los propios, los
apropiados, el ejercicio de pr�cticas anquilosadas, la disputa de espacios de
tierra cuando no es tiempo de espacios. S�lo el que se siente c�pula o elegido
no ve en el compa�ero a un compa�ero y se complica en la disputa de espacios.
Hoy no es el tiempo de espacios ganados, el torrente viene para ocupar todo el
lugar. Estos, quienes as� practican, son parte de las dificultades que
experimentamos.
Quienes de una manera u otra no se dedican a formar parte de la insoburdinaci�n
civil en ciernes, a integrarse con las luchas incipientes, a formar parte de su
horizontalidad, abonar esta creatividad, esta b�squeda de las formas posibles de
una democracia no representativa que cancele aquello que el pueblo no delibera
ni gobierna, estos quienes, son parte de las dificultades que transitamos.
Tiempos dif�ciles, un sistema pol�tico as� finalmente instalado por unos pocos
en la Casa de Gobierno, en las casas de gobierno, los intereses de los grupos
acumuladores de riquezas que antes usaban entre otras cosas las mentiras de los
ministros de econom�a, que ahora se apoyan en un sentido de supervivencia que va
m�s all� del concepto de clases sociales, pobres que se quejan de los
piqueteros, una izquierda impotente que participa de la farsa electoral
legitimiz�ndola, la dificultad para condensar en una sola mirada tama�a fabulosa
perversi�n de los sentidos, como qued� dicho.
Tiempos dif�ciles, tiempos de quebrar historia, tiempos de conflicto y de lucha,
pueblos grit�ndolo por todos los rincones, la incredulidad c�mo todo esto
terminar� haciendo otra historia.
�" No transan...pero est�n...
No compiten� Pero cantan
Oficinas, gestionando festivales..
Intentado comprar nuestro carnaval
Nuestra historia no se vende ni compite
Nuestra historia la construye el arrabal
Con el tiempo, la semilla va creciendo
Y en el barro, ya la vemos florecer
Con la cara que lleva nuestro estandarte
que en los pibes nunca para de nacer " �
...por todos los rincones, la incredulidad c�mo todo esto...