Argentina: La lucha continúa
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La crisis del actual modelo energético neoliberal y el fin de los recursos energéticos
José Rigane*
El desguace del Estado y la implementación de las políticas
desreguladoras, llevadas a cabo desde hace tres décadas (y profundizadas en los
90), instauraron una transformación estructural del sistema energético.
Sin poder, el Estado no jugo ningún rol (salvo el de socio menor de las
multinacionales), permitiendo, en el sector, la conformación de un oligopolio
económico energético (que reemplazó al monopolio legal del Estado) que produjo y
produce la depredación, en beneficio propio, de las reservas de gas y petróleo.
Muchos especialistas están llegando a la conclusión, ya advertida, de que
Argentina, en tanto y en cuanto se mantenga inalterable el modelo energético
instaurado desde la privatización de nuestros recursos y servicios públicos, va
a necesitar, en poco tiempo, importar petróleo y gas. Esta es una de las
certezas de que el modelo ha fracasado y provocado una crisis de carácter
estructural.
El petróleo y el gas, que son un bien social, se convirtieron, en nuestro país,
a partir de las privatizaciones, en una mercancía, quitándoles el status de
recursos energéticos, por tratarse de recursos no renovables, y asimilándolos a
los alimentos, zapatos o automotores. El que los posee los vende libremente y el
día que se acaban lo van a sustituir por otros bienes o los buscaran en otros
lugares.
Esta situación llevó a la Argentina a alcanzar su pico máximo de producción de
hidrocarburos en 1998. Al respecto, el licenciado Gustavo Lahoud, de la
Universidad del Salvador afirma que "se han propiciado medidas que, a la vez que
permitieron la privatización en gran escala del sector energético nacional,
establecieron criterios de gestión corporativos basados en políticas de
"desregulación" masivas, simultaneas a la gradual desaparición del Estado como
agente rector del proceso económico. Esta transformación provocó un daño
mayúsculo a la estructura energética nacional".
El INDEC, recientemente, informó sobre el nivel de producción Petrogasífera del
país, llegando a la conclusión que, de acuerdo con su denominado "Indicador
Sintético de Energía" (ISE), en el primer semestre de 2005 las producciones de
petróleo y gas natural han registrado una disminución, para ambos caso, del 3,4
por ciento respecto de igual periodo del año anterior.
Esto sucede en nuestro país, mientras en el mundo se considera que el punto
máximo de producción de hidrocarburos se registrará entre el 2005 y el 2010.
Ningún país, ninguna región puede planificar un proyecto económico, político y
social si no tiene garantizada la energía.
En el contexto mundial esto es determinante y estratégico. Quien se queda sin
petróleo o gas, será un país que se volverá políticamente muy dependiente y sin
posibilidades de desarrollo. En esta realidad, las dificultades para Argentina
van a ser más graves que la propia deuda externa.
Si el gobierno no cambia de modelo energético y no para la exportación de gas y
de crudo, del modo en la que hoy se realiza, no solo tendremos un grave problema
de dependencia energética (necesitando importar gas de Bolivia, petróleo o
derivado desde Venezuela, por ejemplo), sino que, además, vamos a seguir
exportando trabajo, en un país con desocupación y pobreza.
Es necesario que el Estado adopte un rol diferente. Es indispensable la
recuperación del patrimonio nacional a manos del pueblo. Se puede discutir el
cómo, pero no se puede dejar de hacerlo.
ENARSA, una iniciativa política del gobierno actual, que se presentó como la
posibilidad de que el país vuelva a tener una bandera nacional en el campo
energético, hoy no actúa como lo debería hacer. Sino, ¿por qué no compró lo que
Electricité de France vendió a Edenor?, ó ¿por qué no exige la aplicación de la
Ley de Hidrocarburos que, en uno de sus considerandos, establece que "ninguna
empresa pude tener más de 5 áreas en explotación de petróleo", teniendo hoy
Repsol más de 80.
Con las remesas de la rentabilidad energética estamos entregando (regalando), a
valor del petróleo de hoy, 8 mil millones de dólares por año. Si tomamos en
cuenta que desde la fecha de privatización del sector energético han pasado unos
quince años, han salido del país cifras similares a las de la deuda externa.
Los países que cuentan con la posibilidad de poseer recursos energéticos, como
la Argentina (que tiene petróleo, gas, agua, etc.), tienen la obligación de
defenderlos con un criterio de bien social para garantizar el bienestar de sus
pueblos.
El modelo energético fracasó, la crisis, que es del modelo, no se resuelve con
subsidios para los grupos económicos responsables de la actual situación, no se
soluciona con reprivatización.
Solo se resuelve con bisturí, con voluntad política y convicción de transformar
esta realidad de pobreza, indigencia y desocupación, distribuyendo la riqueza en
función de los más necesitados. Para eso es imprescindible un Estado que
recupere su rol rector de políticas activas y ponga mano en la recuperación del
patrimonio nacional.
* José Rigane es Secretario General de FeTERA (Federación de Trabajadores de la
Energía de la República Argentina).