Argentina: La lucha continúa
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Caminos plagados de obstáculos hacia la Cumbre de las Américas
Eduardo Rodríguez-Baz
PL
Las visiones contrapuestas entre el Norte rico y el Sur subdesarrollado sobre
cómo revertir las desigualdades sociales en la región impidieron esta semana
avanzar en el contenido de la próxima Cumbre de las Américas.
Representantes de 34 países concluyeron la víspera en Buenos Aires uno de los
últimos encuentros preparatorios de cara al cuarto foro hemisférico, los días 4
y 5 de noviembre venidero en la ciudad argentina de Mar del Plata.
Los debates se dieron en el marco de la XL Reunión del Grupo de Revisión de la
Implementación de Cumbres (GRIC), a cargo de la elaboración de la Declaración
Final y el Plan de Acción que los presidentes firmarán en el afamado balneario
bonaerense.
Luego de tres días de ríspidas discusiones, unos pocos países, encabezados por
Estados Unidos, defendieron la promoción del modelo de 'libre comercio' que
prevaleció en la década de 1990, con más desregulación, apertura y apoyo al
sector privado.
Del otro lado de la vereda, Argentina, con el respaldo mayoritario de las
naciones del continente, buscó imponer su mirada adversa sobre el modelo
neoliberal aplicado en los 90 y abogó por una profunda reforma del sistema
financiero internacional.
La puja principal entre ambos bandos se centra en el lema de la magna cita
propuesto por los anfitriones: crear trabajo para enfrentar la pobreza y
fortalecer la gobernabilidad democrática.
Los críticos de la conocida como década perdida sostienen que las recetas
impuestas por el neoliberalismo fracasaron, y atribuyen el aumento de la pobreza
y el desempleo a la apertura económica, las privatizaciones y la desregulación
de los mercados.
Sin embargo, el delegado estadounidense para la Cumbre, John Maisto, aterrizó en
Buenos Aires con la pretensión de incluir en la Declaración un enfoque
positivista de las políticas emanadas del denominado Consenso de Washington.
El también embajador de Washington ante la Organización de Estados Americanos
(OEA) insistió en que la responsabilidad del crecimiento es de los propios
países, y enfatizó que la base del desarrollo debe estar centrada en las
condiciones internas.
La diplomacia argentina resaltó, en cambio, los condicionantes externos en las
perspectivas de crecimiento de las naciones en vías de desarrollo, el peso del
endeudamiento y las trabas al comercio.
En esa línea, uno de los párrafos más controvertidos y aún en borrador, es el
referido a las medidas proteccionistas, el excesivo peso de la deuda, la
inversión insuficiente y el papel de los organismos multilaterales de crédito.
Hasta la fecha, apenas se discutió menos de la mitad de los 34 capítulos que
conforman el proyecto de Declaración de la Cumbre.
Los anfitriones aspiran, además, a que el Plan de Acción se concentre en el lema
del encuentro hemisférico.
De acuerdo con el Ministerio argentino de Relaciones Exteriores, en el seminario
que antecedió a los debates del GRIC, los participantes destacaron la necesidad
de implementar políticas macroeconómicas adecuadas para el crecimiento con
empleo.
'La cifra de 23 millones de desocupados y 103 millones de trabajadores
informales en Latinoamérica es un desafío que sólo puede ser superado poniendo
en el centro a la persona y no considerando el trabajo como una mercancía',
acotó la Cancillería.
Otro tema que quedó pendiente de resolución fue la posible incorporación de un
párrafo referido al Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), uno de los
puntos de especial interés para el gobierno de Washington.
En su discurso de apertura del GRIC, el vicecanciller argentino, Jorge Taiana,
no hizo ninguna mención a esa iniciativa impulsada por Estados Unidos, que
despierta gran rechazo en Sudamérica.
Si bien destacó los notables avances de las naciones latinoamericanas en
términos de la vigencia de la democracia y de los derechos políticos y civiles,
Taiana lamentó que la región albergue los mayores niveles de desigualdad del
mundo.
Apuntó al incumplimiento de derechos sociales básicos como una de las causas
directas que provocan las crisis de gobernabilidad en América Latina, las cuales
-apuntó- suscitan graves costos institucionales, económicos y hasta de vidas
humanas.
'Por eso nuestra meta es erradicar la pobreza, lograr un crecimiento sostenido y
promover un desarrollo sustentable, al tiempo que debemos avanzar hacia sistemas
económicos nacionales y mundiales basados en los principios de equidad e
inclusión, agregó.
'Reconocemos la responsabilidad de cada nación respecto a su propio desarrollo
económico, pero también que existe un vínculo de interdependencia entre las
economías nacionales y el sistema económico internacional', concluyó.
Los enfoques que separan a Estados Unidos de la mayoría de los países
latinoamericanos volverán a aflorar el venidero 3 de octubre en la capital
norteamericana, cuando se retomen las peliagudas negociaciones por los
contenidos de la Cumbre de las Américas.