Argentina: La lucha continúa
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Giro a la derecha
Emilio Marín
La arena
Néstor Kirchner quiso desmentir ante el establishment empresario que el suyo
sea un gobierno de manos de seda con los piqueteros. Político tradicional en
campaña, se decidió a mostrar los colmillos a un sector relativamente débil de
la protesta social. El costo político hubiera sido otro con los 1.100 policías y
gendarmes del viernes violentando a las enfermeras del Garrahan. Haber impedido
a los desocupados hacer su acto en el Puente Pueyrredón y llegar a Plaza de Mayo
fue un giro a la derecha. ¿Mera táctica o una política de mediano plazo?
Cuesta reconocerlo
Cuesta reconocer en este Kirchner a quien en 2003 declaró en la ONU ser hijo de
las Madres de Plaza de Mayo, o al que en marzo de 2004 se peleó con varios
generales y gobernadores justicialistas para recuperar el predio de la ESMA.
Este es el mismo Kirchner pero a la vez otro. De las peleas de ayer, pasó a
codearse con mandatarios como Felipe Solá, José Manuel de la Sota y Jorge Obeid,
a quienes supo enrostrar estar divorciados de los derechos humanos. Si hasta
sumó a su equipo renovador un 30 o 40 por ciento de intendentes 'mafiosos', de
esos que jugaban al poli ladrón en conurbano bonaerense más pesado, al decir del
oficialista Luis D´Elía.
De las promesas a los piqueteros y familiares de los asesinados en Avellaneda,
el presidente mudó a saturar de policías, prefectos y gendarmes el Puente
Pueyrredón para impedir a aquellos recordar a Darío Santillán y Maximiliano
Kosteki. La orden fue cumplida, gustoso, por alguien que fue prófugo de la
justicia durante su intendencia de Quilmes, el 'comisario' Aníbal Fernández.
El presidente Néstor Kirchner junto a los sindicalistas, Hugo Moyano, José Luis
Lingieri y Juan Manuel Palacios. (Foto gentileza PRESIDENCIA DE LA NACION)
La campaña contra los piqueteros en rigor había comenzado hace tiempo y adopta
diversas formas, desde condenarlos a ser el único sector que no recibió ni una
moneda en sus planes hasta criminalizar sus reclamos, previo linchamiento
mediático ante la volátil clase media urbana. Pero en estos días adquirió mayor
virulencia, al molerlos a palos en el ingreso a la Sociedad Rural donde los
manifestantes querían repudiar a los dueños de supermercados por el alza de
precios y los salarios de hambre abonados a sus empleados. Y el 26, un
impresionante dispositivo policial frustró el tradicional acto que pide justicia
por Kosteki y Santillán, amén de vallar la Plaza de Mayo y hacer una provocación
extra (el 'comisario' no recibió en Interior a los dirigentes de desocupados).
Pero tanto o más grave que este cambio de actitud gubernamental fue la
justificación política hecha por el presidente y su esposa. Ambos acusaron a los
piqueteros de ser parte de un 'plan oculto de desestabilización' como ala de
izquierda del eje duhaldista-menemista-pattista. Que el presidente,
justicialista al fin, decida apalear a díscolos desocupados, se puede llegar a
entender. Pero que encima los denigre como socios de la mafia, eso roza la
indecencia política. Debe ser por eso que la lid electoral aún no mueve el
amperímetro.
El menor esfuerzo
Aunque el patagónico guste de imaginarse en roles épicos y en las antípodas de
Fernando de la Rúa, hay algo en que lo imita bastante. Uno y otro hicieron la
diferencia en votos con la táctica de poner al menemismo insepulto como enemigo.
El desprestigio del hombre de Anillaco era tal que, por descarte, sus oponentes
recogían el favor popular. Esto fue así en 1999 y sigue siéndolo hoy.
Las neuronas oficialistas tendrían que trabajar más si, en cambio, tuvieran que
debatir con el centro de Elisa Carrió, la derecha de Ricardo López Murphy-Mauricio
Macri y los sectores progresistas del Encuentro Amplio, Izquierda Unida y otros
partidos.
Al menos en Capital Federal los candidatos del presidente no podrán decir que no
discuten con esas agrupaciones 'por su nula representatividad'. El kirchnerista
Rafael Bielsa marcha tercero cómodo en ese distrito, detrás de Carrió y Macri. O
sea que necesita confrontar y ganar el debate.
Pero esa tarea requeriría pensar y elaborar estrategias. Más fácil es ponerlos a
Duhalde y Menem como centro de ataques retóricos y a los piqueteros como pasto
de la policía. En simultáneo, ambos gestos demostrarían que el oficialismo es
'progresista' contra el pasado y 'enérgico' contra los vagos y mal entretenidos,
que en estos tiempos no serían los gauchos sino los marginados de la producción.
Ya dijo Carlos Marx que la historia se repite dos veces, la primera como
tragedia y la segunda como comedia. El antimarxista Mariano Grondona lo recitó
el domingo pasado en su programa de TV, cuando llamó abiertamente al Estado 'a
poner orden', por lo que seguramente hoy estará feliz pero reclamará algo más.
Volviendo a las repeticiones, el pacto sindical-militar denunciado por Raúl
Alfonsín en 1983 fue trágico, con algo de verosimilitud. El menemista-piquetero,
dibujado por el señor y la señora Kirchner, es farsesco.
Y hay algo más, que está a la vista. Como esos cónyuges tuvieron excelente trato
con la derecha del PJ, por caso para vender YPF en 1991, entre ellos no hay
cornadas ni siquiera en este momento de crispación.
En cambio a los pobres piqueteros, los otros supuestos socios del 'pacto
desestabilizador', los golpearon y los llevaron presos a la comisaría o al
hospital. Una cacería peor hicieron los uniformados en Pico Truncado, en el pago
chico del jefe del Ejecutivo. ¿Acaso perseguían a peligrosos delincuentes? No,
como sucede desde hace años, el palito de abollar ideologías -según Mafalda-
buscaba moler la carne de gente pobre. El petróleo está a 68 dólares el barril
pero los habitantes de una provincia hicrocarburífera pasan hambre. ¿Después de
tantos reclamos en Caleta Olivia, Las Heras y Pico Truncado, K no va a romper su
pacto con Repsol?
A la derecha de Joseph
Cristina de Kirchner lanzó su candidatura en Rosario con la denuncia del 'plan
desestabilizador', en uno de los pocos resquicios en que su marido le cedió el
micrófono. En ese distrito también se aprecian dificultades del oficialismo para
llegar primero y debió apelar a la polifuncional legisladora por Santa Cruz,
candidata por Buenos Aires y con actos a orillas del Paraná.
La producida senadora, como María Julia Alsogaray, no repite vestido, cartera ni
zapatos cada vez que sale al ruedo a imitar, con voz impostada, los discursos de
Evita. Resulta patético oírla dirigirse a su esposo, diciéndole 'usted, señor
presidente, ha cambiado el escenario de la política' y otras perogrulladas.
La senadora Cristina Fernández de Kirchner en el acto de Lanzamiento de la
campaña nacional del Frente para la Victoria. (Foto gentileza PRESIDENCIA DE LA
NACION)
¿Quién baja línea a este equipo? Si dan ganas de decir, 'volvé Duda Mendonca',
el brasileño que asesoró a Menem, Duhalde y De la Sota, y en su tierra a Lula da
Silva, y reconoció la semana pasada haber recibido pagos desde cuentas en
paraísos fiscales.
Cristina reproduce las pautas de machismo en sus mítines. Se dirige a su esposo
como 'señor presidente' y éste la llama por su nombre de pila, como tiene que
ser. Es evidente que esa mujer no hará campaña en Rafael Calzada ni Berazategui.
Se siente más a gusto haciendo homenajes a Evita como el que recientemente
concretó en Estados Unidos, todo un contrasentido.
Siguiendo su target, la mujer que gusta autodenominarse 'primera ciudadana',
compartió una conferencia con el premio Nobel 2001 y ex directivo del FMI,
Joseph Stiglitz. La cita fue en Sheraton de Pilar, como correspondía a un
auditorio selecto de empresarios y funcionarios.
Ese evento académico-político registró la ausencia de Roberto Lavagna, que a
esta altura del partido ha dejado bien en claro que no se sumará a la caravana
presidencial. Pegó el faltazo en Pilar a pesar que estaba anunciada su
presencia. Esa silla vacía repitió la borratina de Rosario, donde tampoco
pudieron subirlo al palco oficial de la senadora. El círculo estrecho que rodea
al presidente ha sufrido en este punto un fracaso, preludio de otras polémicas
con el jefe del Palacio de Hacienda una vez que se hayan contado los votos del
23 de octubre.
La otra lectura de lo sucedido en el Sheraton fue que Stiglitz se ubicó a la
izquierda del gobierno. Es que le aconsejó reclamar al FMI una quita de la
deuda, hacerle entre tanto pagos mínimos y no usar las reservas. El patagónico
hace todo lo contrario: paga al Fondo al 100 por ciento, atiende todos los
vencimientos y usa las reservas del Central. Néstor está a la derecha de Joseph.
Un viejo adversario
De todos modos, aunque el jefe del Ejecutivo no llegue a aplicar los consejos de
Stiglitz, eso no significa que aceptará el programa de máxima enunciado por la
dirección-gerencia del organismo de crédito.
El multimedios Clarín ya instaló la versión de que el gobierno no firmaría con
el Rodrigo Rato ningún acuerdo a lo largo de 2006. La postura de Lavagna estaría
en un escalón debajo de intemperancia respecto a Kirchner, aceptando elevar el
superávit fiscal para atender pagos de la deuda.
Una parte de esa nebulosa empezará a develarse el 15 de setiembre, cuando el
proyecto oficial de presupuesto 2006 aterrice en el Congreso. Decimos una parte
porque el PEN cuenta con superpoderes como para manejar algunos destinos de
partidas: la letra del proyecto no lo es todo.
Aunque el discurso oficial antipiqueteros haya oscurecido el escenario, no vaya
a creerse que la pulseada con el Fondo y otros reales enemigos del país ha
concluido. Esa contradicción fundamental sólo aguarda un momento propicio para
tensarse al máximo, como cuando el patagónico pidió escrachar a la Shell y Esso
que habían aumentado los precios.
En ese tema de la deuda externa otro que está listo para correr al primer
mandatario desde 'la izquierda' es el conservador obispo primado.
El escandalete que sacó a Juan Carlos Maccarone de una eventual competencia por
la presidencia del Episcopado, dejó libre ese cetro para Jorge Bergoglio. Todo
indica que en noviembre próximo, cuando se reúna la asamblea del casi centenar
de obispos, el cardenal tomará formalmente el mando de ese factor de poder, que
hoy ya tiene en la práctica.
Kirchner habría querido verlo allí a Maccarone, con quien compartió el tedéum
del 9 de julio último en la 'Madre de Ciudades'. No pudo ser porque la
orientación sexual de ese obispo no coincidía con los dogmas eclesiásticos, más
de una vez arremangados por los hombres de sotana. Maccarone sonaba como posible
obispo de Rosario en reemplazo de Eduardo Mirás, de salud deteriorada, pero esa
promoción de una figura de centroizquierda murió junto con el video llegado a
Roma.
Para el presidente será una mala noticia que su viejo adversario, Bergoglio,
unifique el mayor poder de la Iglesia argentina detrás de un proyecto netamente
conservador. No podrá criticar al cardenal tan fácilmente como lo hace con los
vilipendiados Duhalde y Menem.