Argentina: La lucha continúa
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Acerca del Seminario sobre Corte Penal Internacional auspiciado por la Cámara de
Diputados de la Nación
De seminarios hipócritas
Daniel A. Stragá
Correpi
'Habría que cuidar que el derecho penal internacional no se convierta en
tribunales de los poderosos, de los más fuertes' dijo el Jefe de Gabinete en un
solemne seminario sobre la Corte Penal Internacional. Los asistentes elogiaron
el Estatuto de Roma y discurrieron en mensajes políticamente correctos atisbando
la idealidad de un mundo perfecto. Mundo al que los disertantes admiten llamar
unipolar porque imperialismo suena inmaduro.
El Canciller Bielsa habló de la 'larga lucha por la civilidad' cuando los presos
de Guantánamo, Abu Ghraib o Nassar el Harif significan un retroceso en la
dignidad del mundo. Los seminaristas alabaron a la Corte Penal Internacional
cuando persigue a unos siniestros ugandeses que cometieron las mayores
atrocidades en nombre de la biblia cristiana. O cuando encarnan la punibilidad
sobre otros siniestros, ahora, musulmanes como los del desértico oeste del
Darfur sudanés.
Pero todos ellos se olvidan que occidentales fueron las mayores atrocidades de
la humanidad, sea el fin teológico o no. Y que son occidentales, y más
precisamente americanas (del Norte) las peores atrocidades del mundo actual.
Claro, esas no son investigadas por los occidentales fiscales de la C.P.I., ni
formaron parte de las sesudas disertaciones.
En Guantánamo - para el conocimiento del Canciller Bielsa, que obligó a que la
Argentina se abstenga cuando en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU se
propuso investigar las condiciones de detención de los presos de Guantánamo- hay
seres humanos convertidos en infrahumanos en nombre de la defensa de los valores
occidentales.
Hace exactamente un año que se empezaban a conocer las fotografías de los presos
de la resistencia iraquí en manos del verdugo universal. Capturados, después de
arrasar con el pueblo afgano los primeros, y su propia patria los segundos, se
los marginalizó de las leyes internacionales de la guerra y se los definió como
no merecedores de ningún amparo jurídico. Y con ello, EEUU - en este mundo de
cortes penales internacionales - destruye el carácter universal de los derechos
humanos que alcanza a todos los seres humanos sin ningún tipo de excepción.
El imperio los excluyó de las convenciones de Ginebra sobre el derecho de la
Guerra porque como país signatario le está prohibido interrogar a prisioneros de
guerra. Y lo que ha querido EEUU es interrogar a los desahuciados sobre
'terrorismo' y el interrogatorio fue de la mano de la tortura.
¿Alguien puede dudar que EEUU tortura a sus prisioneros? ¿La 'femenina' imagen
de la soldado England en las cárceles de Irak no es suficiente para 'advertir'
quiénes son los que cometen delitos de lesa humanidad en esta urbe de principios
de siglo XXI?
En la Primera Conferencia de Paz de La Haya en 1899 se aprobó la noción de lo
que serían los delitos de lesa humanidad. En los Tribunales de Nüremberg y
Tokio, se concibió el concepto de delitos que agravian a la humanidad toda,
aquellos que agravian a la condición humana. Este concepto de crimen de lesa
humanidad obedecía a la necesidad por parte de la comunidad internacional de
reconocer que existían dictados elementales de humanidad que deben respetarse en
toda circunstancia, sea en tiempos de paz (aquellos que no conoce EEUU) sea de
beligerancia.
La evolución del derecho internacional tendió a la codificación de los delitos
que repugnan a la humanidad en tratados o en su normatividad. Claro, el
repugnante de Washington no firma ninguno. Con el devenir se ha ampliado la
tipificación de los delitos de lesa humanidad, y han extendido la jurisdicción
universal sobre delitos como la esclavitud, el apartheid, el genocidio y la
tortura. El Estatuto de Roma que constituye el T.P.I., los codifica.
La Convención contra la Tortura la define como una 'ofensa a la dignidad
humana', y si se la aplica de manera sistemática constituye un crimen de lesa
humanidad. Es decir que para que sea repudiado por la comunidad internacional y
por ende perseguido por la jurisdicción internacional, la tortura debe ser
impuesta por un previo plan organizado, un procedimiento trazado deliberadamente
para su imposición.
¿Alguien duda del 'plan sistemático' del Departamento de Estado para que sus
terroristas apliquen torturas a sus prisioneros 'terroristas'? Pero no. EEUU
como no firmó el T.P.I. Como no lo firmó, a EEUU no lo alcanza.
Mientras cometen crímenes contra la condición humana, EEUU - como lo hace China
y Rusia- repudian el estatuto de Roma, estatuto para juzgar a los cretinos
internacionales sin distinción de nacionalidades, como si todas las
nacionalidades fueran iguales. Como en los tribunales para la ex Yugoslavia,
mientras que Milosevich era un criminal de guerra, el españolísimo jefe de la
OTAN Solanas Madariaga apenas cometía 'daños colaterales' cuando masacraba
civiles.
Como en los tribunales ad hoc para Ruanda, a hutus y tutsis se les han requerido
(y se han merecido) las más severísimas penas, pero a nadie se le ha ocurrido
deliberar siquiera sobre el papel de lesa humanidad que cumplió la corona belga
en la extirpación africana.
A los presos de Guantánamo, de Afganistán, de Irak, represaliados únicamente de
haber empuñado las armas contra Estado Imperial, se los puede torturar durante
años. Pueden los militares yanquis cometer cualquier crimen de guerra o de lesa
humanidad. Pueden violar la Convención contra la Tortura o el Estatuto de Roma.
Pueden tener retenidos a chicos de 13 años aunque exista la Convención de los
Derechos del Niño. EEUU, so pretexto de su seguridad, puede arrasar todo el
derecho internacional humanitario. Deliberadamente. Nadie los va a perseguir.
Los Albertos Fernández o Rafaeles Bielsa saben que la C.P.I. únicamente está
para castigar a los malos que sean sucios y feos. Preferentemente negros, pero
siempre pobres. Nunca blancos, y menos sajones. Nunca poderosos
Daniel A. Stragá (Nota que Página 12 consideró mejor no publicar)