Argentina: La lucha contin�a
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Jos� Genoud lava mas blanco
Juan Gasparini
Argenpress
El mismo d�a que el senador radical Jos� Genoud cobro la coima en abril
del 2000, emprendi� viaje a Jordania a un asamblea de la Uni�n Parlamentaria en
Jordania. All�, ante los representantes de los parlamentos del mundo, propuso un
plan contra la corrupci�n. As� se narra aquella delirante hipocres�a en LA
INJUSTICIA FEDERAL, mi libro sobre las coimas en la C�mara Alta de La Naci�n.
Entretanto,
Genoud supo olvidar una an�cdota colateral de aquel viaje a Jordania. Ni bien
descendi� por la escalerilla del avi�n que lo traslad� en dos d�as del cobro de
las coimas en Buenos Aires a la capital jordana, el presidente del Grupo
Interparlamentario Argentino se zambull� en Amman a transgredir las normas de la
Uni�n Interparlamentaria y forzar sobre la marcha de la asamblea planetaria de
diputados y senadores, la entrada de un punto en la agenda. No era posible
porque para intentarlo debi� haberlo propuesto con la suficiente anterioridad,
as� los �rganos espec�ficos de la instituci�n supranacional, elegidos
democr�ticamente entre todos los legisladores del globo, le dieran o no
cabida, respetando las consultas con los grupos regionales, unos 30 d�as
antes al 27 de abril de 2000. Genoud no se amilan�. Distribuy� copias en ingl�s,
castellano y franc�s de un documento de 26 p�ginas titulado: 'El lavado de
dinero: delito transnacional, medidas adoptadas y necesidad de leyes
compatibles'. Al adjudicarse la autor�a, se pon�a en la vanguardia parlamentaria
mundial de la guerra contra la corrupci�n, cuando estaba acusado de cobrar 700
mil d�lares de los sobornos del Senado y concertar la distribuci�n entre otros
senadores en banda de 4.300.0000 d�lares m�s. El 3 de mayo de 2000, Genoud
conjug� los cabildeos entre bastidores y se present� oficialmente con la debida
carta de acompa�amiento. Lo rechazaron, anim�ndolo cort�smente a someterlo con
la suficiente antelaci�n a la cumbre siguiente, prevista para Yakarta,
Indonesia, del 15 al 21 de octubre de 2000. La tentativa ni qued� registrada en
las actas de la conferencia porque la iniciativa se esfum� en el aire. En Amman
los parlamentarios argentinos casi brillaron por su ausencia. La �nica
intervenci�n que ha quedado glosada fue la del senador Eduardo Menem que
reivindicaba la soberan�a argentina de la Islas Malvinas.
Es instructivo leer el memorial de Genoud sobre unos de los grandes delitos
modernos. El jefe radical analizaba el fen�meno del lavado de dinero como
'transnacional', campo de acci�n 'donde los fondos pueden ser ocultados y
disfrazados de legitimidad'. En su perspectiva 'los l�mites territoriales son
burlados a trav�s de procesos fragmentados y complejos, utilizando t�cnicas y
metodolog�as que requieren de estructuras que involucran a m�s de un pa�s',
suplicando a la Uni�n Interparlamentaria recomendar medidas a los parlamentos
nacionales 'que detecten y vigilen el transporte transfronterizo de dinero en
efectivo e instrumentos negociables al portador'.
Sacando lecciones de lo ya emprendido por la ONU, el G7, el G10, el FMI, la OEA,
la Uni�n Europea y el Consejo de Europa, Genoud alertaba a sus colegas de todos
los continentes de la cat�strofe que pod�a sobrevenir si no se bloqueaba 'el
libre acceso del dinero sucio al sistema financiero global'. El senador
argentino delineaba el cataclismo, instando a atajar el lavado de dinero del
crimen organizado, el narcotr�fico, el terrorismo, el comercio de personas y
�rganos humanos y la venta ilegal de armas y explosivos: las mediciones
macroecon�micas ser�an err�neas, se dislocar�an las demandas de dinero por
variaciones arr�tmicas del mercado, las tasas de cambio y de inter�s adquirir�an
una volatilidad azarosa, los pasivos y activos de las instituciones financieras
entrar�an en turbulencias que reducir�an la confianza de las bolsas, se
desencajar�a la recolecci�n de impuestos, la distribuci�n del gasto p�blico y
los precios de las mercader�as y servicios, contaminando las transacciones
legales al salpicarlas de la presunci�n que trasunta la probable conexi�n con
fondos il�citos, complicando la formulaci�n de pol�ticas econ�micas, para
ponerle un techo al crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB). Estampillaba
a los lavadores como �l de 'verdaderos empresarios del crimen, dado que
diversifican el riesgo a trav�s de la conjunci�n de actividades l�citas con
aquellas que rozan la ilicitud y, en definitiva, con nuevas y cada vez m�s
sofisticadas operaciones de criminalidad organizada'.
Para extirpar el mal, Genoud propon�a a la comunidad internacional quince l�neas
de acci�n, que enhebraban la intensificaci�n de leyes y actividades coordinadas
de parlamentos y gobiernos, con la cooperaci�n de instituciones financieras en
todos los planos, para compartir informaci�n, adoptar instrumentos normativos,
aplicar sanciones penales y administrativas, promoviendo denuncias, colaboraci�n
judicial y condenas que le dieran consistencia a la investigaci�n y el
enjuiciamiento que enfrentaran el delito, facilitando la identificaci�n,
incautaci�n y decomiso de la plata sucia.
Empero, Genoud no consigui� colocar el tratamiento de su proyecto en la asamblea
mundial de diputados y senadores. Tras las palabras negativas contra las que
tropezara en Amman, la direcci�n de la Uni�n Interparlamentaria acus�
oficialmente recibo el 13 de junio de 2000, remiti�ndole un correo desde Ginebra
con la hoja de ruta si quer�a presentar su idea en la 104 conferencia de la
Uni�n Interparlamentaria, en Jakarta, Indonesia. El 8 de septiembre siguiente,
Genoud respondi� que aceptaba el reto, enviando a Ginebra un memorando sobre la
'delincuencia organizada transnacional y lavado de dinero' y un proyecto de
resoluci�n para ser estudiado de cara al mega coloquio previsto para octubre de
2000 en la capital de Indonesia.
El texto era m�s corto que el lanzado a circular en Amman y conten�a menos de lo
mismo. Sin perjuicio de ello, tampoco tuvo suerte. Sus pares no retuvieron la
astucia y, por si esto fuera poco, la sombra de las coimas atrap� al Senado, que
envi� s�lo a Ram�n Puerta a Jakarta, bajando el tel�n a las pretensiones
justicieras de Genoud.