Argentina: La lucha continúa
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Carolina Gorosito no es María Julia Alsogaray
Daniel Gamboa
El Militante
LAS GARANTIAS QUE PONEN FRENO A LOS EMBATES DEL ESTADO ANTE LA LIBERTAD
INDIVIDUAL ASUMEN EN EL CAPITALISMO UN CONTENIDO DE CLASE
Carolina Gorosito, es un nombre supuesto con el que pretendemos englobar a los
casi 120 niños (en la acepción que adopta la Convención Internacional para
designar a aquellos que no han llegado a la mayoría de edad) que en la provincia
de Santa Fe, durante esta fría noche de mayo intentarán conciliar el sueño
durmiendo sobre mugrosos colchones, peleando contra la sarna y los parásitos en
mazmorras propias del siglo XVII.
Carolina Gorosito y los restantes jóvenes se encuentran en esos sitios bajo la
"tutela" de Jueces de Menores que según la legislación que permanece vigente
desde la Dictadura Militar pueden "DISPONER" de ellos para su adecuado
resguardo, ante la posibilidad de que se encuentren en situación de abandono
material o moral y esa situación se puede prolongar incluso hasta llegar a los
21 años.
Carolina Gorosito, fue a dar con sus huesos dentro de ese sistema porque un
Juez, estimó que haber intentado llevarse una prenda de ropa de un supermercado
sin pagarla suponía un indicio de abandono y consideró que privarla de libertad,
colocándola en una comisaría sería el mejor camino para su reinserción social.
Con ello Carolina, se coloca en términos procesales en idéntica condición que
Maria Julia Alsogaray ya que ambas se encuentras sometidas a proceso, sin
condena firme. Aunque está claro que la polifuncionaria no tuvo necesidad de
intentar trasponer una línea de censores de un supermercado para lucir sus
pieles con desparpajo.
En la expresión de los fundamentos del temperamento adoptado por los jueces que
concedieron la excarcelación de Marìa Julia otorgándole la libertad provisional
se sostiene que "La presunción de inocencia de que goza Alsogaray hasta el
dictado de una sentencia condenatoria firme que ponga fin a este proceso tiene
como una de sus consecuencias fundamentales la exigencia del reconocimiento al
derecho a permanecer en libertad durante todo el trámite de la causa…"
La pregunta que se impone es la siguiente ¿por qué una niña no puede permanecer
en libertad durante todo el trámite de la causa? ¿por qué incluso no puede hacer
uso de una acción judicial para lograr su excarcelación en los términos en los
que sí lo puede hacer la funcionaria? ¿Quién protege a las Carolinas Gorosito?
Todo esto no hace sino revelar como funciona el sistema de control social bajo
una organización jurídica que es reflejo del modo de producción capitalista, y
en ese sentido pone de manifiesto el carácter de clase de la normativa vigente y
consecuentemente la de los aparatos judiciales colocados para su aplicación.
Las pautas garantistas declaradas por nuestras normas no resultan de la
aplicación e interpretación igualitaria sino que sólo toman cuerpo en tanto y en
cuanto el sujeto que las reclame se ubique próximo a los sectores del Capital o
le resultan funcionales. El quebrantamiento del principio de igualdad ante la
ley, la violación de las pautas de convenciones internacionales sobre la
materia, y el menosprecio por la vida humana son simples demostraciones del
agotamiento histórico del sistema tutelar del menor y de cómo el mismo es
reflejo superestructural de la crisis del capitalismo generada a partir de su
imposibilidad de resolver contradicciones objetivas que el mismo modo de
producción genera como lo son el hambre, el desempleo, el desarraigo, la
disolución social y lo que genéricamente se define como marginalidad.
Sin duda, un mundo sin niños institucionalizados, ni Carolinas buscando su medio
de vida en el apoderamiento de una prenda de vestir en un supermercado, remite
necesariamente a la abolición del modo de producción capitalista y del Estado
Burgués que le sirve de sustento. Las aberrantes desigualdades sociales y
jurídicas que comentamos sólo pueden ceder ante una instancia políticamente
superadora de este orden decadente de cosas, a través de la Democracia Obrera.
Esto exige como imperativo la construcción de una organización política
enraizada en la base de los sindicatos y otras organizaciones populares, que se
plantee como objetivo la efectiva emancipación social. La posibilidad de una
vida que merezca ser vivida está indisolublemente ligada a la instauración del
Poder Obrero y la transición hacia una sociedad sin clases.