Argentina: La lucha continúa
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Conflicto argentina-brasil en el MERCOSUR
Lula lo corre por izquierda a Kirchner
Emilio Marín
La Arena
Parecen lejanos los tiempos en que Néstor Kirchner decidió que como
mandatario electo la primera visita que haría fuera del país sería a Brasilia.
Hasta le llevó a su colega una camiseta de Racing, el club de sus amores, con la
propaganda de Petrobras, la brasileña que adquirió el sector energético de Pérez
Companc. Esa época ya fue. Durante 2004 se incubó un diferendo comercial que en
lo que va de 2005 saltó al terreno político. Los golpes bajos parecen copiados
de un clásico futbolístico a nivel de selecciones. Los dos mandatarios son
parecidos pero Lula da Silva se ubica a la izquierda del patagónico.
Lula con iniciativas
Esta semana puede servir de test para medir la tensión en las relaciones
argentino-brasileñas a niveles gubernamentales y empresarias (no así entre los
pueblos, que suelen ser envenenados por mensajes 'nacionalistas').
Es que entre el lunes y ayer miércoles deliberaba en Brasil una reunión de
países sudamericanos, once en total, con veintidós países árabes, de la Liga
Arabe y el Consejo de Cooperación del Golfo. Los diplomáticos de Itamaraty y los
medios de comunicación de la nación sede coincidieron en que era la jugada más
importante del Palacio del Planalto para todo el año. Lula da Silva oficiaba de
anfitrión y disfrutaba de su audaz iniciativa para unir regiones tan distantes y
a las que ya exporta por 8 mil millones de dólares.
El presidente argentino fue a la cita, no muy a gusto, mantuvo una reunión por
fuera de la agenda oficial con el dueño de casa y el venezolano Hugo Chávez
relacionada con la creación de Petrosur. Para decepción de ambos, se volvió al
segundo día de la cumbre, restando importancia a su culminación. Confirmando
esas evaluaciones, el patagónico no tuvo ninguna reunión con los jefes de
misiones allí presentes, la mitad de los cuales eran presidentes o jefes de
gobierno.
Pudo ser un detalle o mera causalidad pero no pasó inadvertido que Kirchner se
levantara de su asiento y saliera de la sala justo cuando el peruano Alejandro
Toledo elogiaba el rol de líder regional que a su juicio está jugando el ex
tornero metalúrgico del cordón industrial ABC de San Pablo.
En paralelo a las deliberaciones de los representantes políticos, una misión de
la UIA (Unión Industrial Argentina) se entrevistaba con dos ministros del
gabinete brasileño. La comitiva encabezada por el flamante titular Héctor Méndez
también tenía previsto reunirse con varios delegados de cámaras empresarias. Con
unos y otros interlocutores, los industriales argentinos querían reforzar la
solicitud del gobierno kirchnerista al Planalto -planteada oficialmente a fines
de 2004 por Roberto Lavagna- para que hubiera un sistema de salvaguardias
comerciales o compensaciones del poderoso vecino para morigerar sus
exportaciones hacia el mercado argentino. Han pasado varios meses desde ese
trámite y no hay resultados positivos, aunque el canciller Celso Amorim dejó
este lunes palabras esperanzadoras en los oídos de los directivos de la Unión
Industrial.
No es tanto la economía
Lo que está empiojando la relación bilateral no es tanto la economía sino las
diferentes políticas de la Casa Rosada y el Planalto. Por cierto que las
asimetrías económicas y comerciales, con un Brasil que tiene tres veces más
población y más producto bruto que nosotros, son un factor que dificulta un
mejor empalme de los dos socios principales del Mercosur.
En setiembre de 2004 Lavagna debió explicar a su colega de Industria y Comercio
Exterior, Luiz Fernando Furlan (dueño del monopolio alimenticio Sadia), que
pondría cupos de ingreso a los productos brasileños de la 'línea blanca' de
electrodomésticos.
Las quejas de industriales locales del calzado, textiles, herramientas,
productos de granja y otros rubros vienen subiendo de tono contra lo que llaman
una 'invasión'. Si se analiza lo ocurrido en los catorce años de vigencia del
MERCOSUR, desde el tratado de Asunción (enero de 1991), se detectará que esas
reclamaciones han sido una constante desde Buenos Aires.
Esa situación no deja conforme a casi nadie. Del lado argentino, el industrial
Méndez expresó que el MERCOSUR sirve pero a condición de que 'asigne un papel
industrial a nuestro país'. Sonó razonable. En la medida que los vecinos no den
señales claras y prácticas de comprensión de esa necesidad de desarrollo
industrial de Argentina, los altibajos o cortocircuitos de la relación van a
continuar.
Por su parte, en el gabinete de Lula se quejan de que se ven absorbidos por la
tarea de 'apagar los incendios con Argentina' en vez de concentrarse en las
oportunidades de hacer buenos negocios en el mundo.
Complicando la situación a los ojos de los negociadores argentinos, en este
momento Brasil no es más el socio con el que se tenía un comercio superavitario.
Según la UIA -el dato puede estar inflado- este año la balanza comercial
bilateral sería favorable al vecino en 4.000 millones de dólares.
Sin embargo insistimos en que los principales diferendos no son comerciales sino
políticos. En materia económica no todo es confrontación, como se vio este lunes
tras la reunión de Kirchner, Chávez y Lula en la residencia de éste, Granja do
Torto. Allí hablaron de la creación de Petrosur, una petrolera compartida entre
PDVSA de Venezuela, Petrobras de Brasil y la etérea Enarsa de Argentina. Se
convino que el 10 de junio los ministros de los tres países se verán las caras
en Buenos Aires y allí harán anuncios concretos sobre la puesta en marcha de la
compañía tripartita.
Quiere decir que los mandatarios de Argentina y Brasil no han perdido la cabeza
en medio de agrias discusiones; también han rubricado algunos acuerdos de mutuo
beneficio.
Harían mal en enojarse los funcionarios locales ante el avance de capitales
brasileños en la región. Es que en Argentina éstos adquirieron PeCom Energía y
la convirtieron en Petrobras sin que Kirchner emitiera desde Santa Cruz siquiera
una leve queja. Se dirá que K no era presidente pero ahora sí lo es y no ha
dicho ni mu ante la compra de Loma Negra por el grupo brasileño Camargo Correa.
Es la política
El foco que alimenta las discrepancias entre los dos gobiernos es político y se
reflejó en el reciente evento de Brasilia. Para Lula fue el más importante que
organizó en sus 28 meses de gestión, al servicio de auspiciar la candidatura de
Brasil a un sillón en el Consejo de Seguridad de la ONU. Además, como es lógico,
aprovechó la velada para anudar más exportaciones a los mercados árabes.
Esa intención en relación a la ONU no es algo clandestino sino instalado
oficialmente en la agenda de su cancillería. Amorim ha logrado integrar a
diplomáticos de China e India para propiciar la reforma de la ONU. Es un secreto
a voces que uno de los cambios sería la adjudicación de una banca fija en el
Consejo para Latinoamérica. El líder del Mercosur quiere ocuparla.
Kirchner en cambio, vuela bajo en la política doméstica-partidaria, cambiante,
absorbente y mediocre. ¿Qué culpa tiene Brasilia de ello? Hasta Eduardo Duhalde
declaró a principios de 2004, como titular de la comisión de representantes
permanentes del Mercosur, que el líder regional era Lula. En ese momento quizás
el patagónico estaba trenzando con Gustavo Beliz la intervención de Pablo
Lanusse en Santiago del Estero o alguna otra jugada rastrera.
Se dice que al jefe del Ejecutivo le molestó mucho que Brasil tomara
intervención en la crisis de Ecuador y ofreciera mediar en el conflicto armado
de Colombia. Si eso fuera cierto querría decir que los kirchneristas son como el
perro del hortelano, que no come ni deja comer. ¿Por qué no pergeñó el Palacio
San Martín sus iniciativas para incidir en esas situaciones? Rafael Bielsa y sus
principales colaboradores, en cambio, desde mediados de 2004 hasta nuestros días
pusieron sus neuronas en un tema menor: la salida de La Habana de la médica
Hilda Molina, ligada a la Sección de Intereses de EEUU Al final lo único que
lograron fue malquistarse con Cuba y desatender tareas muy importantes como el
reclamo a Londres por Malvinas y el rechazo de los subsidios agrícolas europeos.
La Unión Europea, agradecida.
En la formulación de políticas continentales, el Palacio San Martín se ubica a
la diestra de Itamaraty. Así lo evidenció Bielsa en su nota 'Un ALCA con
principios puede tener un buen final' (Clarín 2/5). Allí se preguntaba '¿es
apropiado declarar que el ALCA ha muerto?', y se contestaba 'la respuesta es que
no'. En cambio la diplomacia brasileña es más firme en su pulseada con
Washington, aunque tampoco llega a las expresiones de Chávez a su paso por
Buenos Aires en febrero de este año. Allí preguntó: '¿Where es the ALCA?'
(¿dónde está el ALCA?) y se respondió 'The ALCA is dead' (el ALCA está muerto).
Bielsa, tres meses más tarde, polemizaba con el bolivariano.
No es que Lula tenga hoy posturas antiimperialistas propias del PT fundacional.
Más aún, una marcha de miles de campesinos del Movimiento Sin Tierra llegará en
unos días a Brasilia a reclamarle que cumpla su promesa de radicar a 400.000
familias antes de 2006.
Pero en política internacional el ex tornero impulsa iniciativas que no son del
gusto de George Bush, como esta Cumbre Sudamérica-Países Arabes. Su declaración
cuestionó a Israel, reivindicó la creación de un Estado Palestino con capital en
Jerusalén y deploró el terrorismo, aunque admitiendo todas las formas de lucha
contra la ocupación extranjera, en alusión a Irak. Lástima que Kirchner no se
quedó hasta el final: hubiera sabido que el documento nos daba la razón en
cuanto a Malvinas. El santacruceño ya se había vuelto, obsesionado por la
interna del PJ.