Argentina: La lucha continúa
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La renegociación de los servicios públicos de la energía
Ricardo De Dicco
IDICSO
Cuando en 1992 fue sancionada la Ley N° 24.065 (marco regulatorio del sector
eléctrico) se produjo un cambio drástico en la morfología del mercado eléctrico:
desintegración vertical y horizontal de las empresas estatales nacionales Agua y
Energía Eléctrica, SEGBA e Hidronor (así como también de las provinciales y de
las cooperativas eléctricas que operaban en el interior), las cuales fueron
segmentadas en nuevas unidades de negocio: generación, transporte y
distribución. En este sentido, el programa de privatización dio como resultado
la creación de tres distribuidoras para Buenos Aires, una transportadora de alta
tensión y seis distribuidoras troncales para el interior del país, todas ellas
operando en forma monopólica, salvo las generadoras (centrales termoeléctricas e
hidroeléctricas), que compiten en el mercado en la oferta de suministro
eléctrico. En el caso del segmento gasífero, ese mismo año es sancionada la Ley
Nº 24.076 (marco regulatorio del gas). Además, con esta ley se privatiza Gas del
Estado y se crean dos transportistas y ocho distribuidoras troncales (años más
tarde una novena).
La Ley N° 24.065 estipulaba que ninguna empresa que participaba en una actividad
determinada podía hacerlo en otra; por ejemplo: si la prestataria era una
generadora, no podía ser simultáneamente transportista o distribuidor. No
obstante, durante los años ’90 el mercado eléctrico volvió a integrarse vertical
y horizontalmente. Lo mismo se replica en la cadena gasífera: los transportistas
participan en la distribución troncal y consumo industrial del gas natural. Más
aun, son los propios productores de este fluido quienes participan en toda la
cadena gasífera. Si bien esto es violatorio de los marcos regulatorios, los
funcionarios públicos que presidían los entes gubernamentales pertinentes
hicieron la vista gorda, dando por consiguiente el establecimiento de un
oligopolio energético, que hoy se encuentra conformado por Repsol YPF,
TotalFinaElf, Pan American Energy, Petrobras, Techint y Sociedad Comercial del
Plata (Soldati), es decir, conglomerados extranjeros y grupos económicos locales
que operan en todos los eslabones correspondientes al circuito productivo del
petróleo, en los de la cadena gasífera y en los del segmento eléctrico (incluido
el consumo industrial de energía eléctrica y combustibles fósiles, líquidos y
gaseosos). De esta forma, la nueva élite del poder forma precios de combustibles
y tarifas de electricidad y gas en un contexto de anarquía de mercado, dada la
deserción del Estado de sus funciones básicas.
Cabe señalar que la dolarización e indexación de las tarifas eléctricas según la
evolución de los precios estadounidenses (desde la privatización hasta la
sanción de la Ley N° 25.561 en 2002) resultaron violatorias de la Ley N° 24.065
y de la Ley N° 23.928 (de Convertibilidad); y, por consiguiente, permitieron a
las empresas del sector internalizar rentas extraordinarias, que en ningún
momento fueron invertidas en infraestructura y desarrollo tecnológico, sino más
bien transferidas al exterior; al mismo tiempo que extorsionaban al Estado con
la amenaza mafiosa de producir apagones si no se redolarizaban las tarifas
(desde 2002 hasta el presente). Lo mismo ocurrió con las tarifas del gas, que
violaron el marco regulatorio y el Régimen de Convertibilidad, cuya captación de
ingresos no produjo expansión alguna de la red troncal de gasoductos del mercado
interno; por consiguiente, más de 13,5 millones de argentinos carecen de
provisión de gas por redes. Con la transferencia de ingresos de los consumidores
residenciales, los más cautivos, se construyeron 10 gasoductos que tienen como
único destino la satisfacción de mercados extranjeros. En la actualidad, los
aumentos tarifarios y de combustibles violan la Ley Nº 25.561 (de Emergencia
Económica).
Considero que las reiteradas violaciones a la legislación nacional y las
prácticas mafiosas por parte del oligopolio energético no sólo hablan mal de la
gestión privada de los servicios públicos (y de la producción, refinación y
comercialización de hidrocarburos y derivados), sino que sugieren la
expropiación por incumplimientos contractuales y el inicio de una investigación
judicial sobre el grado de responsabilidad de directores ejecutivos de las
privatizadas y de funcionarios públicos de los entes reguladores y de Secretaría
de Energía involucrados en actos de corrupción, prácticas mafiosas, violaciones
a la legislación y traición a la Patria.
Argentina es un país altamente dependiente de hidrocarburos, sus reservas
estarán agotadas en el próximo quinquenio y las petroleras no exploran y
exportan violando la Ley de Hidrocarburos (prohíbe las exportaciones cuando el
mercado interno no está satisfecho). La actual Administración está muy bien
informada sobre esta cuestión. Cabe entonces esperar que la decisión a tomar por
parte del Gobierno sea en beneficio de la sociedad en su conjunto.
* Investigador del Área de Recursos Energéticos y Planificación para el
Desarrollo del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales (IDICSO) de la
Universidad del Salvador; del Instituto de Energía e Infraestructura de la
Fundación Arturo Íllia (FAI); y; analista energético del Movimiento por la
Recuperación de la Energía Nacional Orientadora (MORENO). Fecha: Abril de 2005.
Email: idicso@yahoo.com.ar