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Argentina: La lucha continúa

El no viaje de Kirchner reaviva la discusión buenas y malas en la relación de Juan Pablo II con argentina


Emilio Marín

Néstor Kirchner resolvió no concurrir a los funerales del Papa y enviar en su lugar una representación de primer nivel. Esto hizo que todo el espectro de centro-derecha y derecha, incluyendo el que actúa en el Partido Justicialista, lo tratara como un hereje. El discurso único de menemistas, duhaldistas, macristas, comunicadores del establishment y obispos de la congregación de los buenos negocios, fue que no viajar es una traición a Juan Pablo II que tanto ayudó a los argentinos. ¿De verdad nos ayudó?

El haber

'Uno se divide en dos' sostiene uno de los enunciados más famosos de la dialéctica. Y es bueno tomarlo en cuenta a la hora de los balances políticos e históricos para tener una apreciación multilateral. Hasta las libretas de almaceneros tienen sus columnas del Debe y del Haber, para sacar luego un resultado neto.

Esa metodología también debe usarse para estimar la gestión de Juan Pablo II en su relación con Argentina, a lo largo de sus 26 años de reinado. Sí, escribimos 'reinado' pues -aunque a mucha gente le parezca raro, le caiga pesado o lo desconozca-, el Estado Vaticano es política y administrativamente una monarquía vitalicia.

Karol Wojtyla imperó en Roma desde el 16 de octubre de 1978 hasta el 2 de abril último, aunque seguirá el debate sobre la fecha y hora exacta de su muerte. A las informaciones de la agencia Reuters sobre que había fallecido el día antes se sumó ahora el diario británico Daily Telegraph, que insiste en un complot de los cardenales conservadores para demorar el anuncio y prepararse mejor para la disputa sucesoria.

El Papa polaco tuvo algunos aciertos y varios errores en su relación con Argentina, una plaza importante de su credo junto con Brasil, México y EEUU Se estima que el 44 por ciento de la totalidad de los católicos del mundo vive en América.

En ese repaso global hay que reconocer que Juan Pablo II y su enviado, el cardenal Antonio Samoré, tuvieron en 1978-1979 el mérito de apagar el incendio que querían prender las dictaduras de Augusto Pinochet y Jorge Rafael Videla por el diferendo limítrofe del canal de Beagle. Las islas Picton, Lennox y Nueva no debían ser motivo de una guerra fratricida, diferente cualitativamente a la que nuestro país libró cuatro años más tarde con el Reino Unido por Malvinas.

La otra virtud papal se vio en los años ´90. Quizás un tanto arrepentido de su contribución al afianzamiento de la globalización imperial liderada por la Casa Blanca, el personaje empezó a desgranar críticas periódicas al modelo neoliberal. Como aquí se sufría bajo la matriz privatista de Carlos Menem, esos cuestionamientos tuvieron un efecto positivo en la toma de conciencia de que era preciso terminar con 'el modelo'. Algunos prelados progresistas y otros de centro, se basaron en esos dichos papales para argumentar contra la deuda externa y la pobreza.

El debe

Sin desconocer ni menospreciar esas actitudes políticas favorables al pueblo argentino, los hechos se acumulan en el 'debe' de Wojtyla.

En 1978 y 1979 Argentina no sólo tenía el problema de límites con Chile. Por sobre todas las cosas existía el drama de la dictadura militar instaurada en marzo de 1976, que había clausurado el Parlamento, los partidos políticos y sindicatos; secuestrado y asesinado a miles de presos políticos, llenado las cárceles de prisioneros, instaurado la tortura, los vuelos de la muerte, las violaciones de mujeres y robo de los bebés nacidos en cautiverio en los 340 centros de exterminio inventariados más tarde por la Conadep.

¿Qué hizo Wojtyla por los 25 millones de argentinos que jugaban el Mundial, según la propaganda del miserable relator José María Muñoz? ¿Qué actitud tuvo para con los 30 mil desaparecidos y con sus familiares que los buscaban por cielo y tierra cuando muchos ya habían sido fondeados en el mar?

La cúpula del Episcopado estaba integrada por Juan Carlos Aramburu, Raúl Francisco Primatesta y Adolfo Servando Tortolo. Esos obispos dieron la comunión a Videla y otros comandantes, cada 25 de mayo en el Tedéum de la Catedral. ¿Por qué no les dieron una bofetada en vez de la hostia? ¿No tendrían que haber echado a los mercaderes del templo?

A contramano de esa actitud colaboracionista, algunos pastores fueron devorados por las fieras, como el obispo Enrique Angelelli. Sin embargo esa muerte no fue motivo para interrumpir aquella colaboración e iniciar algún trámite de beatificación del obispo mártir. Se vio que en esa ventanilla de entrada al cielo corren con ventaja los personajes como Josemaría Escrivá de Balaguer, capo del Opus Dei y el franquismo español.

Argentina perdió Malvinas, parte de su territorio, a manos británicas en 1833. Y en la guerra de 1982 sufrió la pérdida de 650 soldados, entre ellos 323 marineros atrapados por el naufragio del crucero 'Gral Belgrano' abatido por el submarino nuclear 'Conqueror' cuando navegaba fuera de la zona de exclusión. A esa cifra hay que agregar más de 300 ex combatientes que se suicidaron posteriormente, abandonados por la desmalvinización.

Juan Pablo II llegó a Buenos Aires por primera vez en junio de 1982, unos días antes de la capitulación del general Mario Benjamín Menéndez en Puerto Argentino. Y se fue de Ezeiza sin haber pronunciado ni una palabra sobre el crimen de guerra cometido contra nuestros marineros ni contra la prolongada usurpación británica de 'las hermanitas perdidas'.

El no viaje

Esa falta de denuncia contrastó con actitudes mejores que tuvo el Papa frente a otras rapiñas, por ejemplo la iniciada por George W. Bush el 19 de marzo de 2003 contra Irak. Aquí sí el polaco tuvo expresiones correctas a favor del país agredido, aunque sin éxito.

En 1987 el pontífice regresó a Argentina por varios días. Su gestión de entonces apuntó contra la ley de divorcio como si fuera a provocar una diabólica ola de separaciones de matrimonios felices.

En una típica hiprocresía, uno de los políticos que más apoyó la campaña antidivorcio, Carlos Menem, terminó separándose de Zulema Yoma. Adalid vaticano contra la despenalización del aborto, Menem se vio fulminado por la confesión de su ex esposa de que años atrás se había practicado un aborto a instancia suya.

La relación del Papa y Menem -quien gobernó diez años el país- es un capítulo importante para la calificación final del nacido en Wadowice. Allí prevaleció la unidad y apoyo recíproco. Si bien Wojtyla no acordaba cien por ciento con el menemismo, apoyó fuertemente sus aspectos ultramontanos como su penalización total del aborto.

El 16 de diciembre de 1993 el político de Anillaco fue condecorado por el anfitrión de blanco con el Gran Collar de la Orden Piana. El Papa volvió a felicitar a Menem en abril de 1998 en una carta donde encomiaba que su administración estuviera 'empeñada en fomentar el progreso espiritual y material de la población'. Con un desempleo cercano al 18 por ciento y una pobreza rayana en la mitad de la población, no se veían motivos valederos para esa nota de 'excelente, te felicito'.

El jefe del Vaticano estaba devolviendo favores, luego que el Partido Justicialista adoptara una doctrina fundamentalista contra el aborto y estableciera el 25 de marzo como día del niño por nacer. El pope en Roma y sus obispos locales hicieron de poderoso lobby para frenar las leyes de salud reproductiva. Tras cinco años de postergación por obra de ese boicot de las sotanas, el Congreso aprobó en 2001 la ley que prevé un programa de procreación responsable. Se dispuso que el ministerio de Salud distribuyera gratuitamente preservativos y anticonceptivos en hospitales, obras sociales y prepagas. La Iglesia, sintonizando con la curia romana, fulminó esa norma como 'inconstitucional porque lesiona la vida'.

Queda a la vista que Antonio Baseotto, cuando envió su amenazante misiva a Ginés González García, no estaba hablando a título personal. Para aclarar aún más la representatividad del obispo castrense, luego de los reproches gubernamentales, recibió el aval de los cardenales Angelo Sodano y Alfonso López Trujillo, además del dispensado por el Episcopado local, con Eduardo Mirás y Jorge Bergoglio a la cabeza.

La postura papal en contra del uso de condones también afectó a muchos argentinos. Si los preservativos ayudan a no contraer el SIDA y desde Roma se penaliza a quienes lo usan, ¿cuántos compatriotas infectados podrían estar sanos si la Iglesia hubiera fomentado o al menos consentido su uso como mal menor?

Juan Pablo II fue internado por primera vez en este recodo de su vida el 1 de febrero, supuestamente con una gripe. Se supone que en diciembre de 2004 estaba en pleno discernimiento, cuando Bergoglio y formaciones para-eclesiásticas extremistas como Cabildo embistieron contra la muestra de León Ferrari en la Recoleta. ¿No pudo o no quiso parar esa intolerancia?

El balance que estamos desgranando no es compartido por el presidente Kirchner, quien en su mensaje por la cadena oficial encomió al fallecido como un santo. Si con eso buscaba distender su tensa relación con la Iglesia luego del incidente Baseotto, se puede afirmar que no lo logró.

Es que toda la derecha política y mediática confesional salió a cuestionar su ausencia en los funerales del muerto. Algunos de los críticos, Carlos y Eduardo Menem, Patricia Bullrich, Hilda de Duhalde, Mariano Grondona y Joaquín Morales Solá, no son ningunos angelitos.