Argentina: La lucha continúa
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La masacre en Coronda dio lugar a la teoría conspirativa
Pablo Makovsky
Tercer Mundo Online
La magnitud de la revuelta no tiene precedentes. Los crímenes fueron
selectivos y los asesinos cruzaron varios pabellones.
Rosúa ratificó la política carcelaria y no descartó complicidad del Servicio
Penitenciario.
De los 1.400 reclusos que hay en el establecimiento penal de Coronda, 900
provienen de Rosario y 400 de la ciudad capital.
Ayer pasado el mediodía, en la sala de audiencias de la delegación local de
Gobernación, antes de que cualquier periodista se pusiera perspicaz sobre el
trasfondo del motín que causó 13 muertos antenoche en el penal de Coronda, el
mismo ministro de Gobierno, Roberto Rosúa, apuntó una y otra vez: "¿Puede haber
alguien interesado en que esto ocurra? No lo sabemos. Vamos a investigar. ¿Puede
haber alguien que se sienta molesto por una política de diálogo, de respeto a la
dignidad de la persona humana y los derechos humanos? Puede ser, todo esto es
materia de la investigación que vamos a hacer. Lo que sí quiero decir es que
nosotros nos afirmamos y ratificamos la política que tenemos en el Servicio
Penitenciario en la que, para decirlo de una manera corta, establecemos que el
hombre que ha perdido la libertad ha perdido eso, no más, pero no la dignidad, y
no es el destinatario de vejaciones, de maltratos ni nada que viole su
dignidad". Antenoche, en un conflicto que llegó a su fin alrededor de las cinco
de la madrugada, trece presos, todos rosarinos y tres de ellos sin condena,
fueron asesinados en la Unidad Penitenciaria I. Las víctimas fueron
seleccionadas por sus verdugos, que debieron cruzar del pabellón 12 al 9
parapetados tras dos guardiacárceles a los que tomaron de rehenes. La magnitud
de la revuelta, a la que fueron convocados para mediar organismos de derechos
humanos, casi no tiene precedentes y, según los especialistas, reaviva las
ventiladas sospechas sobre una interna en el Servicio Penitenciario, o de éste
con el poder político.
La versión más difundida, aunque puesta en cuestión ayer por la vicegorbenadora
María Eugenia Bielsa, señala que el conflicto se originó por una pelea entre los
presos santafesinos y los rosarinos (división que, según Antonio Tesolini, de la
Coordinadora de Trabajo Carcelario, existe, aunque no se ajusta a las
características del episodio). Todo se inició en el sector norte de la cárcel,
en el pabellón 7. Los hombres tomaron allí a dos guardias de rehenes y avanzaron
hacia los pabellones 11, 9, 5 norte, 3 y 1, en los que se encontraban mezclados
los convictos del sur provincial. De acuerdo con el relato ofrecido ayer por
Rosúa y Bielsa, los amotinados ingresaban a celdas en las que había dos
detenidos, preguntaban por un nombre y se dirigían a esa persona, lo que prueba
que el ataque fue selectivo. A dos de las víctimas "elegidas" las quemaron vivas
mientras que una tercera fue degollada. Además, fueron heridos otros cinco
presos, dos de los cuales quedaron internados en la enfermería del penal,
mientras que los tres restantes fueron derivados a un hospital. De los 1.400
reclusos de Coronda, 900 provienen de Rosario y 400 de la ciudad capital. De
todos modos, según observó Tesolini, esa disputa, que es real y no es menor, no
justifica ni explica que un grupo de presos tome todo un sector de la cárcel.
Por la experiencia que tiene la CTC en conflictos de este tipo, Tesolini sabe,
según señaló ayer, que cada vez que los presos toman rehenes son aislados en un
lugar. Sin embargo, con dos guardias cautivos que no sufrieron heridas, los
amotinados se abrieron paso antenoche por seis pabellones y, de acuerdo a la
única versión conocida hasta ahora –la oficial–, no pudieron ser detenidos por
las fuerzas de represión del SP. "Con ese criterio se habrían ido del penal",
razonó con lógica y fustigó el dirigente.
"Esa versión no cierra por ningún lado", insistió ayer Tesolini, convencido de
que los presos fueron instigados y alentados para actuar de esa manera por
sectores del SP que con este conflicto verían favorecida su política de mano
dura y cese del diálogo abierto entre presos y autoridades que inauguró la
gestión de Fernando Rosúa al frente del Servicio, y sostenida, entre otros, por
la larga trayectoria de la CTC en las cárceles santafesinas.
Entre los motivos que originaron el motín, diversas fuentes señalaron el
asesinato del santafesino Eduardo Verón, quien fue atacado el viernes pasado y
murió el domingo último. Sin embargo, Tesolini (quien aclaró que nunca la
organización en la que trabaja fue convocada por autoridades oficiales y se
presentó en Coronda luego de comunicarse con familiares de presos) observó que
Verón era vocero del pabellón 12, un lugar en el que hay muchos rosarinos, donde
lo mataron. Verón era, según el dirigente, un hombre reconocido en el diálogo
entre detenidos y autoridades y su asesinato no cierra, para Tesolini, como
justificativo de la masacre cometida ayer.
Los muertos fueron identificados como Amelio Mercado, Cristian Heredia, Diego
Aguirre, Juan Ortigoza, Carlos Barreto, Walter Gómez, Ramón Valenzuela, José
García, Sergio Frías, Fabián Benítez, Juan Díaz y los hermanos Ramón y Sergio
Duarte, quienes murieron calcinados. En tanto, los heridos internados en el
hospital José María Cullen de Santa Fe son Julio Portella, Jorge Yanuzzi y
Luciano Urquiza, en tanto estaban ayer internados en el hospital del penal Pablo
Arroyo y Mauricio Ahumada.
Durante la visita del último domingo, los familiares advirtieron a dirigentes de
la CTC que en el penal todo el mundo estaba armado y que se veían venir algo
denso. "Todo esto es muy sugestivo", señaló Tesolini, y agregó: "No descartamos
que haya habido carta blanca", por parte de las autoridades del penal, para que
los amotinados avanzaran de un pabellón a otro. Entre las versiones que escuchó
el militante de boca de los familiares de los presos, una señaló que algunos
guardias entregaban chuzas y armas blancas a los presos para que se pelearan
entre ellos. "Este hecho fue fomentado para interrumpir la política de diálogo
sobre la que trabajamos", concluyó Tesolini.
Habrá que esperar hasta el viernes para conocer la versión de los presos, ya que
quedaron aislados durante 48 horas. Otro de los aspectos sugestivos del motín
es, según miembros de la CTC, que no hubo ningún tipo de reclamo, ni siquiera se
pidieron traslados por parte de los presos que protagonizaron el motín y
quedarían ahora a merced de los amigos de las víctimas.
"Nos afirmamos en la política de diálogo con los presos, de educación, de un
régimen carcelario que contemple la educación primaria, secundaria y terciaria
para los que no la tienen", insistió ayer Roberto Rosúa antes de abordar el tema
del autoacuartelamiento de la policía de Rosario. Tras señalar que lo ideal son
las cárceles chicas, que aunque cuestan más caro al Estado son más seguras, el
ministro recordó las palabras del difunto gobernador Sylvestre Begnis, quien
dijo que la foja de servicios del funcionario se mide en el balance, y que en
ese sentido su gestión tenía en este momento en la columna del "debe" a 13
muertos. A propósito, Rosúa anunció que está planteado crear a la brevedad un
muro que separe el penal de Coronda en dos, con administración y enfermerías. La
cárcel albergará en el sector norte a santafesinos y en el sur a los rosarinos.
UNA MANCHA MÁS
Una coincidencia. Quien hoy se desempeña como director de la Unidad de Detención
Nº 1 de Coronda, José Mansilla, era el responsable operativo de la cárcel de Las
Flores el 2 de abril de 2000, cuando fue hallado muerto Diego Sequeira,
supuestamente ahorcado, pero también con golpes que algunas pericias indicaron
que "no se los podría haber autoinfligido". En setiembre de 2003 el juez de
Instrucción Dardo Rosciani procesó al alcaide José Mansilla por "incumplimiento
de los deberes de funcionario público". A poco de encontrado el cuerpo se
sospechó que Sequeira había sido asesinado por guardiacárceles, en una celda de
castigo. Sequeira apareció con una sábana anudada a su cuello, un corte profundo
en su muñeca derecha y golpes en diversas partes del cuerpo. Días antes le había
dirigido una carta a su madre donde le pedía que hablara con el juez, que lo
había condenado por un robo a un supermercado, "porque me pegan".