Argentina: La lucha continúa
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¿Que hay detrás del ataque a IMPA?
Un artículo de Alberto Lapolla
Neomenemismo para disciplinar al movimiento social
Más allá de cualquier desprolijidad, error o desmesura característica o
circunstancial, que pueda achacarse a los compañeros que organizaron, condujeron
y llevaron adelante la experiencia de IMPA-
La Fábrica-Ciudad Cultural, la primera e insignia de las empresas recuperadas
por sus trabajadores luego de ser vaciadas o quebradas por sus dueños, la
maniobra de dividir al personal de IMPA, a través del ofrecimiento de dinero del
gobierno nacional a cambio de la expulsión de la Fabrica de su actual dirección,
del cese de su pertenencia al MNER y la inclusión de IMPA en el oficialista
Movimiento de Fábricas Recuperadas (MNFRT) que conduce el abogado del Opus Dei y
Alberto Fernández, Luis Caro, el hecho se inscribe decididamente en las
maniobras de destrucción y cooptación del movimiento popular que el gobierno de
Kirchner lleva adelante con la misma energía con que le abona regularmente al
FMI las cuotas del coloniaje, eso sí gritando fuerte.
La destrucción de IMPA y su inclusión en el MNFRT intenta ser un golpe mortal
para lo que queda del movimiento del 19 y 20 de diciembre, por lo menos en la
mirada pequeña, mezquina y colonial del gobierno.
En realidad queda mucho del 19 y 20 porque aun permanece el pueblo intacto, como
se demostró en la gigantesca marcha del 24 de marzo -donde no casualmente
abundaron los pobres y estuvo casi ausente la clase media- en particular en el
acto que marchó a Plaza de Mayo, que contrastó por su abundante masividad con la
flacura del encuentro oficialista en el Obelisco, pese a la presencia de la
ahora kirchnerista Hebe de Bonafini junto a otros ultraoficialistas.
El ataque a IMPA mediante el viejo ardid menemista de dividir al movimiento
popular comprando miembros, fomentando en el enfrentamiento de pobres contra
pobres o de explotados contra explotados, es artero pero no nuevo y forma parte
de una estrategia elaborada por el poder colonial para desarticular al
movimiento popular, luego de la rebelión de diciembre de 2001. Primero se logró
cooptar a una parte -o buena parte- del movimiento piquetero que aparecía como
la mayor expresión de lucha de los trabajadores desocupados del mundo entero y
era el sector que mostraba más descarnadamente los resultados de la reinserción
de la Argentina en el mundo colonial.
Luego -incluso con anterioridad- se cooptó a militantes de las Asambleas
populares y del movimiento emergente que había surgido de la rebelión popular
del 19 y 20 -rebelión que dicho sea de paso permitió al Dr. K ser presidente con
el 23% de los votos. En ese mecanismo resultó fundamental la compra de
militantes a través de 'contratos' del gobierno nacional, del de la Ciudad y del
de la Provincia de Buenos Aires. Jugó en ese terreno el Partido de la Revolución
Democrática de Miguel Bonasso que !Oh, casualidad! largó su campaña desde IMPA y
llevó a la Legislatura de la Ciudad a un diputado que por entonces se decía
incondicional de IMPA -fue su abogado hasta el miércoles 20 de abril por la
noche, unas horas antes de que le empresa fuera intrusada por la gente de Caro-,
para descubrir luego que en realidad era incondicional del poder, como lo son la
mayoría de los políticos yuppies educados por la dictadura y el menemismo,
carentes de una ideología de liberación nacional.
Del Puente Pueyrredón a IMPA Estos ataques no son casuales, el poder intentó
desde el principio destruir al movimiento que volteó a De la Rúa, ya que se
había ido de madre y reclamaba con razón 'que se vayan todos' -consigna que hoy
ya ha tomado el pueblo ecuatoriano- mostrando la vacuidad del poder colonial que
nos gobierna. El pueblo ocupó la calle como expresión directa de la democracia
verdadera y no de la neoliberal del innombrable, Duhalde, Alfonsín y ahora
Kirchner. No hay que olvidar que Duhalde se retiró del gobierno produciendo la
feroz represión a Brukman y que debió morder el polvo de su retiro anticipado
después del infame asesinato de los compañeros Kostecky y Santillán. El poder
desde el principio intentó aplastar la rebelión como lo reseñan los casi 40
muertos de las jornadas de diciembre.
Dicha rebelión había consolidado tres elementos integrantes de un embrión de un
nuevo poder popular: el movimiento piquetero, las empresas recuperadas por los
trabajadores y las asambleas populares. El gobierno de Kirchner, junto a su
correcta política de los derechos humanos del pasado -sin ningún costo en su
relación con el imperio- y respecto de la corte suprema -que le garantizó una
nueva mayoría- pero que no tocó al pútrido, menemista y altamente reaccionario
sistema judicial argentino, -siquiera echó a los altamente corruptos y venales
jueces federales designados por el traidor de Anillaco- se dio consecuente, a la
tarea de desmontar ese nuevo poder.
No a la manera brutal y mafiosa de Duhalde sino con los modales mas sutiles de
un hombre del capital petrolero y financiero -K reconoció un patrimonio personal
de 6 millones de dólares obtenidos como prestamista en Santa Cruz- es decir
comenzó a comprar dirigentes, en una ingeniería social de destrucción y
desmovilización que hasta ahora le ha dado resultado.
Por lo menos parece que el precio de algunos dirigentes del campo popular
resultó ser bastante bajo.
'Ocupar, resistir, producir'.
El Movimiento de Empresas recuperadas -al igual que el movimiento piquetero-
golpea el corazón del modelo de desindustrialización y exclusión generalizada
producido desde 1976 y 1989 en adelante. En el mundo entero cuando se cierran
las fuentes de trabajo los trabajadores quedan impotentes y desempleados. Como
resultado de su larga historia de lucha y resistencia, que la llevara a ser la
clase obrera más combativa y organizada de América Latina, los trabajadores
argentinos comenzaron -promediando los años 90- a ocupar empresas y a hacerlas
producir con sus propias manos prescindiendo de los patronos vaciadores. Esta
lucha fue acompañada por el reclamo de los desocupados que cortaban rutas y
marchaban pidiendo trabajo. Esta experiencia que se propagó por el país y hoy
incluye a 14.000 trabajadores a través del MNER y una cifra menor en el MNFRT,
es un doble problema para el poder colonial que domina la Argentina. Por un lado
porque el poder colonial quiere un país desindustrializado y productor de
materias primas -commodities- soja transgénica forrajera, petróleo crudo y gas
natural, sin valor agregado. La reindustrialización les parece intolerable dada
la experiencia histórica de los trabajadores argentinos que los hace
incontrolables para la casta colonial que ejerce el poder y que hoy gerencia
Kirchner. El hecho que los trabajadores recuperen empresas y las hagan producir
va contra los dictados del FMI y el BM que reclaman una economía de desarrollo
cero o cercano a cero en lo industrial.
Para ellos la industria en América Latina está en Brasil, no acá. Es así que el
gobierno ha entregado subsidios por 650 millones de pesos a Aluar una
multinacional del aluminio competidora de Impa, pero se ha negado a desembolsar
un solo peso de ayuda a la metalúrgica recuperada. Ni mucho menos ha oblado los
140 millones de pesos que las empresas recuperadas en su conjunto, solicitaron
para sanearse tecnológicamente. Eso sí a los bancos que fundieron la nación,
estafaron a los ahorristas y se llevaron cerca de 100.000 millones de dólares
los gobiernos de Duhalde y Kirchner los premiaron con 35.000 millones de
dólares. El FMI ya lleva cobrados 10.000 millones de dólares, desde que Kirchner
es presidente.
El segundo problema para el poder que generan las empresas recuperadas, radica
en la gestión y conducción obrera del proceso, sin la presencia del patrón. Esto
resulta intolerable para el poder, ya que ellos creían haber sepultado para
siempre al socialismo y les aparece un socialismo simple y puro sin violencia ni
expropiaciones feroces, sino sólo ocupando lo que los burgueses abandonan y que
los obreros hacen funcionar mejor que ellos, porque -vaya coincidencia con el
barbado don Karl- los trabajadores no roban plusvalía sino que la invierten y
solo cobran una parte del valor de su fuerza de trabajo, mostrando el papel
suntuario del patrón. Terrible pecado para los tiempos 'globalizados' actuales y
para el capitalismo colonial de la Argentina. ¿No sería hora que los 'peronistas'
del gobierno leyeran a Perón? Trabajo y cultura Para peor los trabajadores del
MNER no solo trabajan, sino que además estudian y se capacitan apoyando y
generando movimientos culturales y centros de enseñanza en las empresas que
ocupan y hacen producir, generando amplios contactos con la comunidad que los
protege y se beneficia de ellos. Por el contrario el movimiento gerenciado por
Caro dice 'que la política le hace mal a las empresas' y ha cerrado los centros
culturales y contactos con la comunidad que le habían permitido existir y
defender a esas mismas empresas cuando fueron atacadas como en Brukman o
Grissinópolis..
Tal vez lo más grave del ataque a IMPA sea lo que el gobierno muestra como
perspectiva de futuro: un país con un movimiento popular adocenado, inexistente
o comprado al mejor estilo de lo que realizó el traidor a la patria nacido en
Anillaco. De echo poco movimiento popular se acercó a IMPA. Hay que recordar que
el país estalló en diciembre no por la existencia de activistas, sino por los
graves problemas que llevaron casi a la destrucción de la nación, donde la mitad
de la población pasa hambre y entre cuatro y seis millones son indigentes.
Todavía 100 personas se mueren de hambre por día. El gobierno debería recordar
que esos problemas no han desaparecido y que desmontar al movimiento popular
solo le dará tiempo para negociar mejor con el FMI o el poder colonial, pero no
le permitirá generar un nuevo país, con un pueblo feliz. Mucho menos recuperará
la patria libre, justa y soberana. Creemos que atacar a los trabajadores de IMPA,
empresa símbolo de la industrialización peronista -en sus talleres se
construyeron las partes del avión Pulqui- no es algo bueno para un gobierno
originado de alguna manera en el peronismo y en la rebelión popular de diciembre
de 2001 y que en todo caso lo atará más a los dictados del capital financiero
internacional. Por el contrario para el movimiento popular defender IMPA es una
razón de su propia existencia y consolidación para superar esta etapa de
confusión y cooptación por el poder colonial.