Argentina: La lucha continúa
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Argentina: hacia el paro general
Rafael Rodríguez Cruz
Resumen Latinoamericano
Claridad
"Pensemos en la unidad indestructible de nuestro Continente, pensemos en todo
lo que nos ata y nos une y no en lo que nos divide." Che
Lenin solía decir que vivir la revolución es mil veces superior a escribir
sobre la misma. Quien quiera en estos momentos ver un pueblo en lucha, en
condiciones prácticamente prerrevolucionarias, sólo tiene que pararse en la
intersección de la Avenida 9 de Julio y Primero de Mayo en Buenos Aires. Todos
los días, casi sin excepción, una marcha gigantesca de trabajadores, campesinos
o desocupados se moviliza desde el Congreso Nacional hasta la Plaza de Mayo para
exigir cambios fundamentales en la política social y económica del gobierno de
Kirchner. Igualmente impactante, resulta visitar el área de Salta al noroeste
del país donde se han librado en las pasadas semanas batallas importantes para
el proletariado argentino..
Un tango imposible En el centro del debate está, por supuesto, el tema de la
deuda exterior y las exigencias cada vez mayores del Fondo Monetario
Internacional. A principios de este año, el presidente Kirchner anunció un plan
para lidiar con esa deuda, y en particular con los llamados fondos en default,
ascendentes a la mitad de la deuda externa del país, entonces de 190 mil
millones dólares. Bajo el designio, llamado de desendeudamiento, Argentina
canjearía la deuda vencida por nuevos tipos de bonos, y los acreedores
aceptarían una reducción nominal del monto de la deuda en default. Además el
gobierno de Kirchner se comprometía a hacer pagos puntuales de los pagares
vencidos, y a implementar una política anti-inflacionaria, concentrada en un
fuerte superávit fiscal, del 3% del PIB, y el mantenimiento de salarios bajos.
Es decir, Argentina estaría vedada de pagar los plazos vencidos mediante la
refinanciación continua de la deuda, poniendo la carga del problema sobre los
hombros de la clase trabajadora.
El anuncio del canje de la deuda se hizo a finales de febrero de este año.
Kirchner personalmente señaló que con ello se abría para Argentina un camino
único para saldar la deuda exterior y liberar al país de las garras de las
organizaciones crediticias internacionales, algo que pronosticó aparecería en el
libro Guiness. Argentina podría volver a soñar con ser un gran país capitalista
desarrollado. Un elemento, sin duda, favorable a la visión optimista de Kirchner,
era el repunte en la actividad económica en el país durante el año 2004 y
principios del corriente. Todo el mundo hablaba-y conversa todavía- de una tasa
de crecimiento comparada a la de Chile y de la misma China, o sea de un 10%.
Pero ya para principios de abril, el éxito del plan no era tan claro.
La primera razón tiene que ver con el Fondo Monetario Internacional..
No todos los acreedores se acogieron a la oferta de canje en febrero. Cerca de
una cuarta parte de ellos, rechazaron el canje y procedieron a radicar una
demanda en contra de Argentina en las cortes de Estados Unidos, para el pago
inmediato de $20 mil millones de dólares. Sabiendo lo que venía, el Congreso
Argentino aprobó una ley prohibiendo que Kirchner- o cualquier otro presidente-
reabriera el canje de la deuda; quien se quedaba afuera se quedaba afuera. Al
Fondo Monetario Internacional no le gustó la cosa. En su reciente viaje a
Alemania, Kirchner comenzó hablando de que él nunca permitiría el soborno y
chantaje por parte del FMI. Al final de la visita, o sea, para abril 16, ya
hablaba, sin embargo, de un acuerdo con el FMI en que el tema de los fondos de
los acreedores buitres, que no entraron al canje, se trataría llegado un punto
de desarrollo de la economía. En lo que va de año, Argentina ha hecho pagos por
más de dos mil millones de dólares a la deuda externa, y tiene que pagar otros
11 mil millones para fines de diciembre.
La segunda razón es el impacto brutal e inhumano de la política del pago de la
deuda exterior sobre el nivel de vida y consumo de la clase trabajadora
argentina. Según los datos del diario El Clarín, el 60% de las familias
residentes de Buenos Aires gana menos de los $700 pesos mensuales ($233 dólares)
que se requieren para cubrir la canasta de la pobreza.
Argentina, un país que exporta alimentos a todo el mundo, se está llenando de
personas indigentes y familias enteras viviendo de la recolección de botellas
plásticas y cajas de cartón. En medio de una extraordinaria expansión económica,
el 40% de la población obrera está desocupada, y 15 millones de personas
permanecen en niveles de pobreza extrema. La mitad de los que trabajan, lo hacen
en el llamado laburo negro o informal, sin beneficios marginales, seguro médico
o planes de retiro. Debido a la inflación marcada en los medios de vida y
alimentación, el poder adquisitivo de los trabajadores ha caído en un 16 % en
menos de un trimestre. Kirchner está pues tratando de bailar un tango bastante
difícil, sino del todo imposible.
Para bailar un tango, hacen falta dos Kirchner es visto internacionalmente como
símbolo de un nuevo camino para Argentina. En el país, sin embargo, hay
importantes sectores progresistas que no confían en él. Señalan, por ejemplo,
que Kirchner fue participe de los arreglos y tramoyas que resultaron en la
privatización de la industria petrolera argentina, y que guarda mucha lealtad
hacia las transnacionales e intereses financieros extranjeros.
Hasta ahora, sin embargo, Kirchner ha podido ejecutar los difíciles pasos de su
tango político, gracias a la colaboración precisamente del influyente- pero
corrupto- liderato obrero agrupado bajo la Central General de Trabajadores de
Argentina, gremio de más de dos millones de asalariados.
Fernando (Pino) Solanas inmortalizó para siempre toda la bajeza de importantes
sectores del liderato obrero argentino en su tremendísimo documental Memoria del
Saqueo, estrenado en febrero del año pasado; por lo cual no voy a detenerme en
los detalles de esta vil e inhumana traición a la clase obrera argentina. Lo que
sí quiero destacar es el desarrollo actual en Argentina de movimientos y
organizaciones sociales-con una fuerte base en las masas asalariadas- que apunta
a una solución radical y quizás revolucionaria de los complejos problemas que
afectan al país.
Uno de esos movimientos, sin menospreciar a otros, es la Central Trabajadora de
Argentina (CTA), un poderoso y nuevo sindicato con presencia nacional. El
secretario general de la CTA es Víctor de Genaro, uno de los líderes sindicales
más carismáticos y políticamente concientes que he visto en mucho tiempo. La
organización obrera cuenta ya con más de un millón de miembros, y lucha
vigorosamente por impulsar en Argentina una nueva forma de sindicalismo, con un
fuerte contenido de transformación social profunda.
Entre otras cosas, la CTA promueve un concepto amplio de la clase trabajadora,
que incluye no sólo a los desocupados sino incluso a las llamadas trabajadoras y
trabajadores sexuales. Entre las consignas de la CTA se encuentran la condena
del FMI, y el llamado a utilizar los recursos estatales de Argentina, el
superávit actual, en inversiones que redunden en beneficio de las grandes
mayorías. Un área donde la CTA ha logrado mucha presencia es en entre los
trabajadores del estado, mediante la afiliación de la Asociación de Trabajadores
del Estado (ATE). A nivel nacional ATE está dirigida por Pablo de Michelli, un
joven y fogoso orador cuya presencia, casi de poder hipnótico, entre las masas
trabajadoras es simplemente indescriptible. El pasado 13 de abril, ATE y la CTA
llamaron a un paro nacional de todos los trabajadores del estado, en parte
debido a la negativa del gobierno de Kichner de reconocerles estatus legal
similar al de la podrida CGT. El paro sirvió también de anuncio de una nueva
etapa, más combativa, no colaboracionista en las luchas sindicales de Argentina,
fundada en el reclamo de mejores salarios, mejores servicios educativos y
sociales, así como la necesidad de afrontar el problema de los desocupados y la
pobreza extrema.
Ese mismo día, no muy lejos se llevó a cabo la marcha en solidaridad con los
trabajadores del Hotel Bauen, negocio que fuera tomado por los trabajadores
luego de que sus dueños los abandonaran en medio de la crisis del 2002. Este
hotel, localizado en el mismo centro comercial y financiero de Buenos Aires, en
la Avenida Callao, funciona hoy como una cooperativa de 110 trabajadores, que
hacen todo, desde la limpieza hasta la administración y mercadeo. Elena
Gutiérrez, telefonista del Bauen y una de las principales líderes obreras, me
explica que el dueño original del hotel, se marchó de Argentina para no pagar
las deudas hipotecarias que tenía, ascendentes a $5 millones de pesos. Al verse
desempleada, ellas y otros 39 trabajadores tomaron las facilidades y continuaron
funcionando como si no hubiera pasada nada. Lo que sí ha cambiado, me dice, es
la seguridad en el empleo, antes inexistente, y la mejora general de los
salarios. En poco tiempo han creado 70 nuevos empleos. El dueño del edificio
ahora quiere desahuciarlos para poner el mismo en venta. Los trabajadores del
Bauen están reclamando que se les permita comprar el hotel con una hipoteca
pagadera en 30 años, ya que el empresario original se fue debiendo millones de
pesos en deuda pública.
Kirchner, por supuesto, rehúsa reunirse con los trabajadores, aunque no ha
logrado que la policía local ejecute las órdenes de desahucio. A través de toda
Argentina hay múltiples empresas que han sido tomadas por los trabajadores,
luego de que fueran abandonadas por los capitalistas. La CTA trabaja de manera
cercana con estos obreros.
Un sector creciente de la clase obrera argentina no está dispuesto pues a
colaborar en la política anti obrera de Kirchner y la CGT. Para muchos
trabajadores, ese tango se acabó.
Un invierno caliente Mientras Kirchner posaba el 13 de abril en Alemania al
volante de un auto Bentley valorado en un millón de euros, la CTA hizo un
llamado a incrementar en las próximas semanas y meses las acciones de protestas
por parte de los sindicatos y todas las organizaciones de masas. Ese llamado no
va a ser ignorado por la inmensa mayoría del pueblo, y puede muy bien terminar
en un paro general. Las condiciones impuestas por el FMI para que Argentina
salga de la crisis actual son un salto imposible. No es casualidad que Fidel
Castro y Chávez gocen, ambos, de amplia popularidad entre los desposeídos de
Buenos Aires. La deuda exterior es impagable. En eso, Argentina se juega la
vida. Sólo las clases medias y dominantes permanecen en un estado fantasioso al
respecto de la profunda movilización de masas que se está cuajando en el país,
confiados quizás en que la represión se encargue, como en el pasado, de contener
el auge popular.
La izquierda argentina, con sus múltiples organizaciones combativas, continuará
siendo un factor muy importante en los próximos meses, siempre y cuando supere
sus profundas divisiones. Argentina tiene, en mi opinión, una izquierda
extraordinariamente combativa, pero a veces muy dada a cultivar diferencias
teóricas puntillosas y personalismos propios de los hinchas fanáticos del
fútbol. Es absurdo, por ejemplo, que en un país preñado de agitación social,
existan ahora mismo cerca de 35 corrientes trotskistas, amargamente opuestas
unas a las otras, sobre la base de si en Rusia se restauró o no el capitalismo.
Las grandes masas argentinas se encuentran intensamente unidas en el reclamo de
un cambio social profundo, pero no todos sus líderes revolucionarios han
comprendido la urgencia de un plan y una estrategia común, según me dijo, en
esas mismas palabras, una trabajadora que conocí en medio de una protesta en mi
primer viaje a fines de marzo. Por suerte hay líderes como Patricio Echegaray,
secretario general del Partido Comunista Argentino, que, junto a muchos otros,
dedica todas sus energías al proyecto estratégico de construir la unidad de la
izquierda argentina, día a día, en la calle, con una militancia que hace pensar
en Lenin y los tiempos del Partido Bolchevique. El triunfo de la izquierda
uruguaya, por fortuna, ha empezado a influenciar a toda la izquierda
revolucionaria del cono sur, incluyendo Argentina, Chile y Paraguay. Nuevos
vientos soplan por toda la región, vientos que anuncia la posibilidad real de un
cambio revolucionario, dependiendo de que se logre actuar de forma unida, sin
sectarismos, y sin nociones preconcebidas acerca del camino a seguir. Argentina
tiene hoy una juventud creadora y valiente, que marcha enarbolando
simultáneamente a Lenin, a Trostky, a Chávez, a Fidel, y en especial al Che. La
unidad tendrá pues que tomar en cuenta la diversidad y ajustarse a ésta última,
como bien dice Echegaray.
Escribo lo anterior, con mucho respeto y cariño, a un pueblo que en las últimas
semanas me ha tratado como a otro hijo más de esa hermosísima tierra, un lugar
de grandes revolucionarios, cuya humildad extrema es como el mate, algo que
alimenta el alma y el espíritu. Para ese pueblo, de parte del nuestro, de todo
Puerto Rico, sólo puede desearse lo mejor. Este invierno que apenas comienza
promete ser caliente a en cuanto a las luchas sociales y políticas. No me cabe
duda que el liderato sindical y revolucionario argentino se elevará a la altura
y grandeza que la coyuntura amerita. Argentina merece, como decía Ernesto
Guevara de la Serna, un segundo 25 de mayo, verdaderamente revolucionario y, por
tanto, socialista.
Hoy, más que nunca hay que retomar el llamado que hiciera en 1962 el Che, desde
La Habana, a la unidad de las fuerzas revolucionarias argentinas y de toda
Nuestra América: ³En fin de cuentas el socialismo es una etapa económica de la
humanidad, no podemos escapar, querámoslo o no, pasar por esta etapa, podemos sí
retardarlo y podemos también adelantarlo, esa es la parte que corresponde a la
lucha de los dirigentes de las dos grandes fuerzas en pugna, si la reacción sabe
manejar su cañones, sus armas de división, su arma de amedrentamiento, quizás
durante muchos podrá impedir que llegue el socialismo a un país determinado,
pero también si el pueblo sabe manejar su ideología correctamente, sabe tomar su
estrategia revolucionaria adecuada, sabe elegir el momento para dar el golpe y
lo da sin miedo y hasta el fondo, el advenimiento del poder revolucionario puede
ser muy a corto plazo en cualquier país de América y concretamente en la
Argentina.² * Me perdonan el optimismo, pero yo creo que el Che tenía razón.
Buena suerte, amada Argentina.
_________________ * Cita tomada de: Guevara, Ernesto: América Latina: Despertar
de un continente. Ocean Press, 2003, página 415.