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Argentina: La lucha continúa


Rocanroles sin destino...
¿Sin destino?

Aldana Ríos

Este es el nombre del último y más reciente material de Callejeros, una banda que, como muchos 'ahora' saben, empezó muy de abajo, en Villa Celina (La Matanza, 'conurbano bonaerense'); y empezó tan de abajo que se formó junto a toda una generación de pibes que están pero nadie ve: los invisibles ('luchando sin atajo, los invisibles, agitan roncanroles, irresistibles...').

Nadie lo ve, no hay oídos para escucharlos, no hay palabras para contarlos, no hay negocio para venderlos, no hay Estado para atenderlos y mucho menos para cuidarlos.

Callejeros es una banda de estilo rolinga, con mucha influencia ricotera y sus letras parecen el cause de un río de demandas sociales, realidades no reconocidas por quienes dan los rótulos de 'normal' (dícese de quien respeta a las normas impuestas a una sociedad en pos de un objetivo común). Sus recitales se transformaban en ceremonias, la familia piojosa, el Fondo no Fisura y todos los callejeros asistían a ellas con sus banderas (trapos) y remeras pintadas a mano. Y como parte de la ceremonia las bengalas, esas luces para que aunque sea por un rato se iluminara tanta oscuridad, luz para los que viven en las sombras...

Una fiesta, y otra fiesta, y otra fiesta más... Callejeros, recital tras recital, fue creciendo y cada vez más 'pibes' se subían a su tren; y cuando los invisibles fueron los suficientes como para llenar lugares, ahí Callejeros comenzó a tener 'voz'. Y la fama llegó (junto con el negocio), las radios pasaban sus hits; MTV, Much music la colocaron en los mejores lugares del 'ranking' ('de los elegidos del nunca jamás') y los invisibles cada vez eran más; crecía Callejeros, pero a ellos todavía nadie los quería ver.

Terminaba 2004, su mejor año. Una mega fiesta en Excursionistas, 15.000 pibes haciéndole el aguante a la banda de barrio, que empezó a jugar en primera.

Una carrera que creció lenta pero honestamente. En la difusión del boca en boca, una página web, volantes anunciando la próxima fecha en que tocarían. Así, como las hormigas, construyeron y construyeron... pero nadie pensó que un día el hormiguero podía explotar... y si algo puede salir mal va a salir mal.

Prácticamente el año terminaba con Excursionistas, pero no alcanzó; 'a veces, cuando probás y te gusta querés más'. Y necesitaron una fiesta más, una más y los rocanroles con que sonreían hasta ahora, los empezaría a llorar por siempre.

Llegó el 30, ese maldito jueves 30, último día laboral del año, a poco de brindar con las familias, despidiendo un año durísimo, como todos los años. Terminaba con Callejeros en la cima; habían llegado, como antes lo hizo La Renga; 'tan perfecto que asusta... nunca es justa la felicidad'.

Un boliche hasta las manos de gente (como en todos los recitales). Miles de pibes asistieron a la última fiesta del año, y para muchos a la última de sus vidas... pero qué fue realmente lo que se prendió fuego...? qué telón se cayó en Cromañón?

El negocio detrás del escenario; el lucro por encima de la vida; el consumo del rock; un negocio donde entran todos (público, bandas, empresarios, medios). Cuánto vale ser la banda nueva? 'se puso más careta que un cura la cultura del rock'... la relación rock-negocio y el incendio en Cromañón responde a la lógica de una sociedad basada en el consumo y el ánimo de lucro, único horizonte empresarial; y en la cual los jóvenes ya no son ni siquiera mano de obra barata, sino apenas un sobrante para exprimir. Los jóvenes, los invisibles, esos que nadie quiso ver, nadie quiso cuidar... para qué? Si ya están afuera! Esos invisibles aparecieron por miles. Corriendo, gritando, ayudando a otros a salvar sus vidas; muchos tirados muertos en el asfalto, otros que salieron caminando y a los pocos metros se desmayaron por la asfixia... y adentro, el crimen perfecto, pan y circo, muchas entradas vendidas; pero ni un matafuego; una salida de emergencia virtual (no era la primera vez que estaba cerrada con alambre). El humo se tragó el oxígeno, la oscuridad se tragó las esperanzas, el negocio se robó los sueños. Un techo de negociados tapados por una mediasombra... y siempre el mismo final.

La edad promedio de los que callaron para siempre es la de la misma generación que el 60% de los casos de 'gatillo fácil'.

Siempre el mismo blanco, la juventud; pasó Carrasco y se cayó el ejército; llegó María Soledad y tembló el poder político feudal en Catamarca; Bulacio y la 'maldita policía'; Maxi y Darío, los pibes del 19 y 20, Malvinas, los 30.000...

Se terminará la lista algún día; dejaremos de contar cadáveres mirando frente a la caja boba? Imposible... en nuestra República de Cromañón; perdón, quise decir República Argentina, donde todo es predecible, tanto que se transforma en inevitable... todos sabían que podía pasar, nadie hizo nada para que no pase.

El gobierno de la Ciudad puso todo su fervor en controlar y criminalizar la pobreza y la juventud; Ibarra y Macri, si en vez de ponerse de acuerdo en perseguir a los pobres, en su código contravencional, hubiesen controlado a los empresarios importantes, esto no habría pasado.

Y detrás de estos títeres que juegan a ser gobernantes, la complicidad de un gobierno nacional que en su silencio privilegió sostener la gobernabilidad transversal en capital; lo mete a 'Juanjo' Alvarez... eso no fue un golpe institucional? ¿la derecha del PJ en un gobierno progresista? Todos se echan culpas, nadie se hace cargo.

Mientras tanto, familiares peregrinando en busca de sus hijos, en busca de la esperanza de que el humo no se haya tragado a sus seres queridos. Un Estado ausente, una morgue ineficaz, donde se hizo todo mal, hasta se confundieron los cadáveres y hasta casi meten en una bolsa a una chica aun con vida... quiénes les dan el título de idóneos a estos que nos gobiernan?

Y encima los tenés que escuchar diciendo: 'qué inconscientes, cómo van a prender una bengala' (pero si el lugar hubiese estado en condiciones, cual sería el problema?); 'qué hijos de puta, cómo van a llevar a los hijos' (pero no saben la cantidad de pibas y pibes adolescentes que ya son padres; nunca pensaron que la hijaputez más grande es que no se educan y no tienen las mismas posibilidades que los que 'sí tienen conciencia'?). Aunque algo es cierto (no tenía que haber menores en el recital), tampoco tenía que haber incendio.

Y ahora me pregunto: cuando dicen que no tienen conciencia, ¿qué quieren decir? ¿que se drogan? ¿que no estudian? ¿que no trabajan?... ¿En qué país viven los que opinan frente a la tele o detrás de un escritorio? ¿Se olvidan que el 60% de la población argentina es pobre y que la mitad de ellos son jóvenes y niños; que desertan del colegio, que no tienen salida laboral, que lo único que se les aparece fácil es la droga, para escapar de la realidad que oprime?

Con esto sólo quiero decir que la gente habla al pedo, en su momento dijeron 'por algo será', ahora dijeron: 'que se jodan por drogadictos, por rockeros, por rolingas, por inconscientes'... por ser jóvenes.

Me costó mucho escribir esta nota, no fue fácil y tal vez no logré expresar toda la bronca que tengo... me cansé de los mismos finales; me cansé de marchar pidiendo justicia una y otra vez; me cansé de los que no se conmueven, me cansé de esta realidad.

Desde mi pensar, a los responsables de esta masacre les diría con mucha fuerza 'mal nacidos, pido verlos arrodillados en Plaza de Mayo ante las víctimas'. Pero desde el corazón, sólo les deseo (a Ibarra, a Chabán, Kirchner, Juanjo Alvarez, los legisladores porteños -en especial a Laporta y Roy Cortina-, los empresarios; a todos los que fueron parte): 'ojalá que nunca tengan que llorar a sus hijos, a sus amigos, a sus padres, a sus compañeros, ojalá que nunca un incendio les queme los sueños; ojalá que nunca una bala termine con sus afectos; ojalá que el poder que los corrompe los proteja; porque si hay una certeza, una sola, es que en esta vida todo se paga'...

Por los 193 pibes que se fueron a divertir. Si hay un dios, que haga justicia, y si no lo hay, que haya hombres para hacer justicia...

Justicia por nuestros callejeros.