Argentina: La lucha continúa
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Yo aborte
Argentina Indymedia
Latinoamérica sigue siendo una región fuertemente influida por un profundo
machismo y por la honda inserción y gran poder político y económico de la
Iglesia Católica, con un nuevo e intenso crecimiento de las iglesias
evangélicas. Una combinación que conspira contra las mujeres, contra nuestra
integridad, contra nuestra dignidad, contra el derecho al que no renunciaremos
nunca de decidir sobre nuestras vidas. Decidir, también, sobre nuestros cuerpos.
Decidir si queremos o no embarazarnos, continuar un embarazo o abortar.
Se estima que entre 2.7 y 7.4 millones de abortos se practican cada año en toda
Latinoamérica (la cifra es poco precisa porque no hay estadísticas oficiales, la
mayoría no se reportan). Casi todos peligrosos por realizarse en la
clandestinidad, salvo los que se hacen en Cuba, Barbados y Belice. Según la
Organización Mundial de la Salud, se estima que 6000 mujeres latinoamericanas
mueren cada año por un aborto practicado en malas condiciones; sólo 100 mujeres
europeas mueren de esta manera.
En nuestro país mueren más de cuatrocientas mujeres al año por aborto
clandestino. Muchas otras a causa de las malas condiciones en que se realizan
los abortos y la culpabilización social, sobreviven con secuelas físicas y
psíquicas que las acompañarán toda la vida. Todas ellas tomaron la decisión de
desafiar las imposiciones de todo tipo del sistema: religiosas, jurídicas,
sociales, médicas. En un acto de desesperación, que lo torna una rebelión
no-consiente en la que saben que se juegan la vida y la libertad, y que se
exponen a la condena social y también penal, de ese modo materializan lo ilegal,
pero legitimo de los postulados de las luchas históricas de los movimientos de
mujeres y feministas del mundo: derecho a decidir libremente sobre
nuestros cuerpos y nuestras vidas, derecho al placer sin su asociación con la
reproducción, derecho a una atención sanitaria digna y que contemple nuestras
necesidades legalizando asi, el deseo, la autonomia, las necesidades propias de
cada mujer.
Algunas lo hacen solas o acompañadas por su pareja, la mayoría por otras mujeres
(amigas, hermanas, madre...), algunas con el dinero suficiente para hacer lo en
un lugar seguro, muchas sin los medios necesarios para acceder a las mínimas
condiciones de asepsia. En muchos casos, tampoco reciben anestesia, porque el/la
médica que hace la intervención clandestina no quiere correr riesgos y porque le
sale más barato.
Esta decisión marcará un punto de inflexión en sus vidas: más allá de las
secuelas físicas si las hay, ninguna de ellas dirá que interrumpir el embarazo
en las condiciones de clandestinidad que nos impone la ilegalidad y la sociedad
no incidió de alguna manera en su futuro. Sin embargo, todos estos actos, desde
cierta dimensión parecen pequeños pero que son de una magnitud y exigencia
poderosos, quedan aislados en el más íntimo ámbito de la mujer que decidió
abortar. La imposición del silencio por vergüenza, por miedo al castigo social o
legal, por miedo a las represalias de la propia pareja o la familia, constituyen
un pesado telón que oculta la vivencia de cada mujer. Y así, cientos de miles de
mujeres pasan por esa experiencia en la soledad. Y otra vez queda ese acto de
violencia del sistema contra nuestros cuerpos y contra nuestra dignidad como
personas relegado al ámbito de lo privado. Se lo muestra como un problema
individual, de solución individual, con la intención de despolitizarlo y de
negar las complejas cuestiones de poder, de desbalance entre los géneros y de
opresión de clase, que están involucradas en el tema del aborto, o de manera más
general, en todo lo relacionado con la capacidad de las mujeres de gestar. Se
pretende, por lo tanto, sacar al aborto de las arenas de la discusión sobre
nuestros derechos y sobre las políticas públicas, descartadas por la nula
separación existente entre la Iglesia y el Estado y por el negocio macabro de
quienes dicen oponerse al aborto por supuestas cuestiones de moral pero lucran
con su práctica clandestina.
La campaña "Yo aborté" en la Argentina
En Argentina, ni siquiera la mujer violada puede realizarse un aborto. Frente a
los abortos realizados clandestinamente, el Estado, a través de sus fiscales,
realiza, cada tanto, allanamientos a lugares donde es sabido que se realizan
abortos, procesando penalmente a las mujeres que ahí se encuentran y
obligándolas a tener hijos que no desearon. Y no sólo el realizarse un aborto
clandestino deja marcas en nuestros cuerpos y nuestras vidas. No poder hacerlo,
no poder interrumpir un embarazo no deseado, muchas veces forzado, puede también
dejar marcas terribles: ahí está Romina Tejerina, dos años presa, por no haber
podido abortar un embarazo producto de la violación por parte de un vecino, que
sigue libre; en shock, mató al bebé recién nacido. Todo ese dolor también va a
la cuenta de quienes dicen oponerse al aborto "por amor a la vida".
A pesar de todo, el reclamo por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos toma
cada vez más fuerza al interior del Movimiento de Mujeres y de todas las
organizaciones sociales, reflejándose en las multitudinarias marchas de cierre
de los encuentros Nacionales de Mujeres, donde el derecho al aborto es
probablemente la consigna más fuertemente reclamada, junto al acceso a una
anticoncepción eficaz y gratuita y a la educación sexual. Y, cada tanto, surgen
voces alertando sobre las muertes de mujeres debidas a complicaciones por las
intervenciones clandestinas y hablando sin tanta hipocresía sobre la necesidad
de despenalizar el aborto, despertando las más violentas reacciones de los
sectores más conservadores e hipócritas del país, como las del genocida obispo
castrense Antonio Baseotto u organizaciones que tras la fachada de la palabra
científica propagan el fundamentalismo religioso, como el Consorcio de Médicos
Católicos. Estos grupos utilizan todo el poder político y econónomico de la
Iglesia Católica, para someter a la mujer en nombre del derecho a la vida, que
no recordaron cuando participaron de la desaparición forzada de personas.
En este marco, surge la Campaña Yo Aborté, que tiene su origen en RIMA (Red
Informativa de Mujeres de Argentina), que rompe el silencio impuesto, y lo hace
con mucha fuerza, porque lo hace con la voz más implicada, sabia y autorizada:
la de las protagonistas, las mujeres que pasaron esta experiencia en sus cuerpos
y en sus vidas. Es cierto que refleja la experiencia de ciertos sectores de
mujeres, especialmente de clase media con acceso a Internet, pero eso no
disminuye en nada el valor que han tenido esas mujeres para tomar la palabra y
arrojarla como una escupida a la cara de tanto fascista que pretende tener
potestad sobre las mujeres, que pretende predicarnos, legislarnos, juzgarnos,
castigarnos. Ellas rompen el silencio, no sin dificultad, contando en primera
persona lo que pasaron. No son datos, no son estadísticas: son -somos- mujeres
de carne y hueso, de todos los rincones del país, feministas o no, con hijxs o
no, que trabajan dentro y fuera de sus casas, que aman... contando su
experiencia, sus emociones, sus temores y su mirada hoy después del tiempo
transcurrido.
Su grito, su clamor, ha trascendido ya varios medios nacionales y también
internacionales. En este momento hay ya más de cuarenta testimonios, y muchas
adhesiones. Su intención: Generar un hecho eminentemente político, que abra el
terreno para la visibilización, el debate y la despenalización y legalización
del aborto. Como dicen sus promotoras: "hablar de lo que no se habla, poner
palabras a lo que nos sume en la parálisis, dar nombres a lo que parece
prohibido, improbable, inexistente, sin importancia para quienes ostentan el
poder".
Antecedentes:
Esta iniciativa tiene como antecedente un manifiesto firmado en Francia por 343
mujeres famosas en 1973, que manifestaban haberse realizado un aborto. Fueron
las llamadas por los sectores conservadores y retrogrados las 343 "prostitutas"
que dieron el puntapié importante para la lucha por la despenalización del
aborto en ese país. En Argentina la Revista Tres Puntos publicó a doce mujeres
famosas que aportaron sus testimonios.
Cómo participar en la Campaña
Hay varias formas de participar: si pasaste por esta experiencia y querés
participar con tu testimonio, podés enviarlo a
coord.rima@gmail.com
No hace falta que pongas tu nombre y apellido, basta con tus iniciales, edad y
ocupación. Si acompañaste a tu pareja, amiga, hija, etc., también podés contar
tu experiencia.
Otra forma es adherir a la Campaña, tanto hombres como mujeres. ¿Cuándo termina
la campaña? Cuando se logren las circunstancias por las que las mujeres estamos
luchando desde hace tantos años: aborto legal, seguro y gratuito para todas las
mujeres de la Argentina. RIMA es una
lista feminista de correo electrónico creada en el año 2000 y coordinada por dos
periodistas rosarinas. En ella participan cerca de 900 mujeres de toda
Argentina, de América Latina y de algunos otros países del mundo. Con el tiempo
se ha convertido en una importante fuente no sólo de información y artículos más
o menos académicos o más o menos reivindicativos, sino también en fuente de
debate y de acciones concertadas a lo largo y ancho del país.